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(Street Art)
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Los años grises
y la muerte de los poetas
Los años grises pueden disculparse de mil maneras:
siempre
hay una difusa sombra de luz para el cegado por el sol;
siempre
una tierra bañada por las aguas del pantano salvador
o la campana de una iglesia que bajo su peso ya no tañerá y no nos molestará más;
siempre
existirá alguien que adore el brillo enmudecedor de los sables;
siempre
habrá un siempre
y otro siempre
y otro más.
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Los años grises se pintan de añil y agua de cal
y parece que recobran cierta alegría, cierta vivacidad,
cierto “aquí no pasó nada”, o “el tiempo, el implacable”
también es bienhechor para el olvido y los recuerdos.
Pero la muerte de sus poetas pesará eternamente
sobre las palabras del consuelo y del remiendo:
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los años grises
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no podrán jamás recuperarse de la bala silenciosa
con que para siempre le dieron el verso a Federico y a Miguel;
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los años grises
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no podrán jamás recobrar el vergonzoso olvido
con que suenan las voces de Virgilio y de José;
y a quien quiera santificar lo grisáceo de esos tiempos,
bastará pronunciar solamente estos cuatro nombres
para secar el mar y la distancia y emparentarnos más fuerte
y tristemente que con ancestros, indios muertos y capitanes generales.
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(Madrid, 24 de julio de 2000)
© 2000 David Lago González
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1 comentario:
Muy triste, tal como debe ser la poesía, a mi juicio.
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