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martes, 23 de noviembre de 2010

LEYENDO EN WOOSTER (domingo, 21 de noviembre de 2010)

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LEYENDO EN WOOSTER 11

Leyendo en Wooster

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Yo simplemente fui educado en la religión católica.  No soy creyente practicante, aunque tampoco soy agnóstico: algo así como eso que los anglosajones llaman “spiritual” y que yo quiero entender que es “algo” que llevo dentro y no me protege de nada, pero sirve como un cayado para incorporarme y seguir andando con el auxilio y la torpeza de mis pies, físicos, huesudos (y ahora de diabético), en fin, nada divinos ni celestiales.  Mi padre era un gallego rotundamente anticlerical y más cercana a las meigas que a las sotanas; mi madre, con su ancestral confusión sefardita, vino a hacer la primera comunión después de tener 60 años.  Pero, siendo yo niño, me inscribieron en un colegio católico porque era la mejor educación que se podía recibir en la otrora Villa de Santa María del Puerto del Príncipe.  Resumiendo, obedezco a una cultura y una civilización cristiana.  Aunque no esté de acuerdo con muchas cosas, no hago de ello una cruzada, ni busco (para mí) estúpido refugio en el budismo, ni el taoísmo, ni el hinduismo, ni el islamismo, ni siquiera la iglesia ortodoxa rusa, o los coptos, porque considero que carezco del bagaje que cimentaría mejor esa creencia.

En mis tiempos escolares al lado de los curas nunca fui objeto de tocamientos ni me forzaron a aspirar nada con la boca ni me introdujeron absolutamente ni siquiera un alfiler por el órgano que se utiliza para ciertas funciones fisiológicas de primer y cotidiano uso.  Tal vez debo haber sido el único niño en el mundo al que nunca le pasó nada así.

Pero si yo fuera tan siquiera mediana, comedidamente católico practicante, yo, como ciudadano español, protestaría enérgicamente  --también inútilmente, hay que decirlo…  --ante la Defensora del Lector del diario El País por el furibundo, avieso, mal intencionado e insinuante de maledicencias varias que da por hecho y generalizadas, escrito por Juan José Millás en el suplemento dominical y que vosotros podéis leer a continuación.

2010 David Lago González

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LA IMAGEN

Tenemos mucho mérito

JUAN JOSÉ MILLÁS 21/11/2010

(http://www.elpais.com/articulo/portada/Tenemos/mucho/merito/elpepusoceps/20101121elpepspor_3/Tes)

(C) Uly Martin_Talla_Cristo

Talla de Cristo del maestro Gregorio Fernández

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Yacente y bello, un muerto casi sobrenatural. Cadáveres de mentira con los que convivían a diario los niños de antaño capaces de impresionar más que la realidad.

La talla de la fotografía, de madera policromada, obra del maestro Gregorio Fernández, fue expuesta hace meses (con gran éxito) en una muestra sobre el barroco español de la que se hizo eco EL PAÍS, de donde obtuvimos la imagen. Se trata, como ven, de un Cristo yacente hermosísimo, un muerto de una belleza sobrenatural, un cadáver que no desentonaría en la mesa de autopsias de un forense. En mi infancia, para contemplar imágenes de este tipo (aunque no siempre de su calidad) no era preciso acudir a un museo. Convivíamos con ellas de un modo natural. A veces las teníamos tan a mano que podíamos introducir el dedo en la llaga, para investigar. Aunque no nos dejaban ver muertos de verdad (ni jugar con muñecas), vivíamos rodeados de cadáveres de mentira convenientemente agujerados, asaeteados y sangrantes. Hay una parte de la imaginería religiosa que insiste en este registro truculento cuyo realismo impresiona a un crío más que la realidad.

Frente a estos cristos yacentes y agónicos aparecían, sin solución de continuidad, los serafines y arcángeles, de sexo ambiguo y muslos comestibles, vestidos con ligerísimos encajes de seda. Angelotes de pederastas, podríamos decir. De manera que si los curas no lograban excitarte con las heridas de Cristo, te ponían a cien con los querubines desnudos, a veces con las dos cosas. En otras palabras, que fuimos concienzudamente educados para la psicopatía. Sin embargo, muchos de nosotros no hemos matado todavía a nadie para practicar el canibalismo sexual. ¿Tenemos o no tenemos mérito?

 

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Después de leer lo anterior, os invito a que leáis el artículo de Bernard-Henri Lévy, filósofo judío francés al que admiro mucho.  Podréis calibrar la diferencia tonal del discurso.

DLG

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BERNARD-HENRI LÉVY OPINIÓN

En defensa de los cristianos

Mientras el antisemitismo es considerado un delito y los prejuicios antiárabes o antigitanos son estigmatizados, la violenta fobia anticristiana que recorre el mundo no parece tener ninguna respuesta

BERNARD-HENRI LÉVY 21/11/2010

 

Recientemente, durante una entrevista para la agencia EFE, declaré que los cristianos forman hoy, a escala planetaria, la comunidad más violenta e impunemente perseguida.

La Junta de Eritrea ha prometido una "purga" entre los evangélicos y asegura que se librará de ellos antes de Navidad

En Cuba, en Corea del Norte, o en China, los fieles son humillados o recluidos en campos de concentración

El comentario sorprendió.

Incluso provocó cierto revuelo aquí y allá.

Y sin embargo...

Fíjense en esos paquistaníes que, como Asia Bibi, son condenados a la horca en virtud de una ley antiblasfemia que nadie piensa seriamente en abolir.

Fíjense en los últimos católicos de Irán, que, pese a las negativas del régimen y a la acogida de la que ha sido objeto estos últimos días el cardenal Jean-Louis Tauran, en Teherán y Qom, en la práctica, tienen prohibido practicar su culto.

Gaza, por supuesto; y, por desgracia, también la Palestina de Mahmud Abbas, donde esta misma semana han encarcelado a un joven internauta, Waleed al-Husseini, hijo de un peluquero de Kalkilyia cuyo único crimen fue el de haberse permitido criticar el islam en su blog y evocar el cristianismo sin desacreditarlo.

Y Sudán. Aún oigo cómo John Garang me explicaba, cinco años antes de su muerte, en Juba, la interminable guerra de exterminio que libran los islamistas del Norte contra los cristianos del Sur. Hace algunos días, monseñor Gabriel Zubeir Wako, cardenal arzobispo de Jartum, estuvo a punto de ser asesinado durante una misa al aire libre que presidía en esa ciudad.

Esos cristianos evangélicos de Eritrea, pobres entre los pobres, pero a quienes la Junta ha acusado de preparar un golpe de Estado para, a continuación, prometer una "purga" y que el país se verá libre de ellos antes de Navidad.

Esos sacerdotes católicos que, como le sucediera este 8 de noviembre al padre Christian Bakulene, cura de la parroquia católica de Kanyabayonga, en la República Democrática del Congo, son abatidos a la puerta de sus iglesias por unos hombres de uniforme a los que el mismo fantasma conspiratorio volvió locos.

La fobia anticristiana orquestada en Delhi por los fundamentalistas hindúes del VHP. Y en todos los regímenes totalitarios que aún se mantienen en pie: en Cuba, en Corea del Norte, en China, los fieles humillados, recluidos o internados en campos de concentración.

La suerte de los cristianos de Argelia, que la hermosa película de Xavier Beauvois ha sabido devolver a la actualidad.

La de los coptos en un Egipto en el que, se diga lo que se diga, el islam sigue siendo una religión de Estado.

Por no hablar del atentado perpetrado el 31 de octubre en Bagdad por un comando de Al Qaeda que tomó al asalto la catedral de Nuestra Señora del Socorro -Sayida An Nayá- y mató a 44 fieles, la mayoría mujeres y niños.

Sé bien que, en la mayoría de los países que menciono, la suerte de los judíos se decidió hace mucho tiempo y que si los matan menos es porque ya no quedan.

Y, evidentemente, no hay que contar conmigo para bajar ni por un segundo la guardia ante cualquier manifestación de un antisemitismo que, pese a todo, siempre encuentra la manera de volver a levantar cabeza, de metamorfosearse alegremente y de cobrar la forma, principalmente, de un antisemitismo sin judíos, pero que reconoce en Israel al mismísimo diablo. Y tampoco seré yo quien encuentre circunstancias atenuantes (crisis, paro, búsqueda clásica de chivos expiatorios...) para el recrudecimiento de los brotes racistas que en las democracias europeas, e incluso en Estados Unidos, tienen como blanco aquí a las minorías de origen árabe, allá a los turcos y acullá a los gitanos.

Pero digo simplemente que, gracias al cielo, en nuestro entorno, el antisemitismo ha terminado siendo un crimen designado como tal, debidamente clasificado y castigado.

Digo que, afortunadamente, los prejuicios antiárabes, o antigitanos, son estigmatizados por organizaciones como SOS Racismo, que tengo el orgullo de haber contribuido a fundar hace 25 años, junto con Coluche, Simone Signoret y otros.

Y afirmo, en cambio, que, frente a estas persecuciones masivas de cristianos, frente al escándalo, por ejemplo, en Argelia, de las mujeres cabileñas y cristianas casadas por la fuerza o encarceladas, frente a la eliminación lenta, pero segura, de los últimos vestigios -Benedicto XVI ha dicho, tomando prestada la palabra de la Biblia judía, "los últimos restos"- de esas iglesias cristianas de Oriente que tanto aportaron a la riqueza espiritual de la humanidad, ya no hay nadie.

Así que una cosa o la otra.

O nos adherimos a la doctrina criminal y loca de la competición de víctimas (cada uno, sus muertos; cada uno, su memoria, y entre unos y otras, la guerra de los muertos y las memorias) y solo nos preocupamos de las "nuestras".

O nos negamos a creer en ella (sabemos que en un corazón hay bastante espacio para varias compasiones, varios duelos, solidaridades diversas y no menos fraternas) y denunciamos con la misma energía, iba a decir la misma fe, ese odio planetario, esa oleada de fondo asesino, del que los cristianos son víctimas; unos cristianos cuyo antiguo estatus de representantes de la religión dominante o, en todo caso, más poderosa impide, también, que nos percatemos de su persecución.

¿Permiso para matar cuando se trata de los fieles del Papa alemán? ¿Permiso, en nombre de otra guerra de civilizaciones no menos odiosa que la primera para oprimir, humillar, torturar? Pues no. Hoy, hay que defender a los cristianos.

Traducción de José Luis Sánchez-Silva

 

-o-

 

Pero continúo.  Recientemente se han dado masacres de cristianos en Iraq, y evidentemente existe una cruzada contra los cristianos, que incluso ha sido ya asumida y declarada por Al Qaeda.  También en Paquistán se ha querido linchar a una cristiana por “blasfemar” contra Mahoma (versión oficial).

Todos, el mundo entero, el globo terráqueo y los demás planetas que giramos alrededor del sol, sabemos de sobra la justicia imparcial que acompaña a La Izquierda mediática y socialmente declarada como tal, pero no he escuchado ni leído ningún atisbo de repulsa de la familia Bardem, o del hardcore Toledo, o etecé etecé etecé.

Simplemente no puedo entender la razón de ese silencio.  Pero he aquí fotos de paquistaníes protestando públicamente contra la sentencia a muerta de esa cristiana paquistaní, y estas fotos son una vergüenza para Occidente cristina, confesional, aconfesional y laica.

http://www.elpais.com/articulo/opinion/defensa/cristianos/elpepusocdgm/20101121elpdmgpan_1/Tes

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viernes, 3 de septiembre de 2010

BERNARD-HENRY LÉVY - Entrevista a Sajad Ashtianí (Hijo de la mujer condenada a lapidación en Irán)

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ENTREVISTA: SAJAD ASHTIANÍ

Hijo de la mujer condenada a lapidación en Irán

"Sentí odio cuando vi cómo daban a mi madre 99 latigazos"

Una red iraní de 'blogueros' y defensores de los derechos humanos ha facilitado esta entrevista telefónica entre el joven y el filósofo francés Bernard-Henry Lévy, impulsor de la movilización mundial para salvar a Sakineh Ashtianí

BERNARD-HENRY LÉVY 02/09/2010

http://www.elpais.com/articulo/internacional/Senti/odio/vi/daban/madre/99/latigazos/elpepuint/20100902elpepuint_11/Tes

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Pregunta. ¿Dónde se encuentra en este instante?

Respuesta. En Tabriz, la ciudad en la que mi madre está encarcelada. Estoy en la calle. Le llamo desde un teléfono móvil.

P. ¿Cree que podemos hablar tranquilamente?

R. Creo que sí. Cambio muy frecuentemente de número para tratar de escapar a las escuchas telefónicas. Veamos.

P. ¿Cómo son las autoridades con usted? ¿Le presionan? ¿Le intimidan?

R. Sí, por supuesto. Los servicios secretos me han convocado dos veces, pero no he ido. De momento, no me han detenido.

P. No sabemos nada de usted, Sajad. ¿Quién es usted? ¿Qué hace?

R. Tengo 22 años. Soy el hijo mayor de Sakineh. Trabajo de 6 de la mañana a 11 de la noche como revisor en los autobuses urbanos. Por lo demás... todos mis pensamientos, toda mi voluntad, están centrados en un único objetivo: salvar a mi madre.

P. Hablando de eso, ¿cómo ve ahora mismo la situación?

R. He pasado por momentos de desesperación. He escrito muchas veces a las autoridades. Pero me han respondido con un silencio total. Desde hace unos días, con la movilización que iniciaron ustedes, estoy recobrando un poco de esperanza.

P. ¿A su madre le han informado de esta ola mundial de solidaridad y amistad?

R. Sí, se lo dijimos en las pocas visitas a las que tenía derecho. Se alegró mucho. Y les dio las gracias.

P. Está hablando en pasado. ¿Por qué? ¿Cuándo fue su última visita?

R. Justo antes de las supuestas confesiones televisadas. Hasta ese momento la veíamos una vez por semana, todos los jueves. Y desde entonces, nada. Ni mi hermana ni yo. Ni los abogados. Esta misma mañana, como es jueves, he ido a la cárcel. Pero el guardia me ha dicho: "La señora Ashtianí tiene prohibido todo contacto por decisión de las autoridades".

P. ¿Qué nos puede decir de las condiciones de detención?

R. Son muy duras. El servicio secreto iraní la somete a interrogatorios incesantes. Le preguntan, por ejemplo, por qué está colgado su retrato por todo el mundo y quién ha iniciado esta movilización internacional.

P. ¿En qué estado psicológico se encuentra?

R. Toma muchos medicamentos: antidepresivos. Y reza.

P. ¿Está en una celda individual o con otras mujeres?

R. Todas las mujeres condenadas de Tabriz están en el mismo sector de la cárcel. Son celdas pequeñas con, a veces, 15 o 20 mujeres apiñadas. Pero es posible que, después de la aparición en televisión, la hayan metido en una individual. Le repito que no sé nada, no he vuelto a tener noticias de ella.

P. Esa aparición en televisión ha impresionado mucho aquí. ¿Era ella realmente?

R. Sí, claro que era. Pero...

P. ¿Pero?

R. La habían intimidado. Hutan Kian, el abogado, se ha enterado porque se lo han dicho sus compañeras de cárcel. Las autoridades necesitaban estas confesiones para reabrir el expediente sobre la muerte de mi padre.

P. Las autoridades afirman que el expediente no se cerró.

R. Es mentira. Dicen eso para que les sea más fácil matarla. Además, como por arte de magia, el expediente acaba de extraviarse.

P. ¿Qué quiere decir?

R. Anteayer, cuando fui al tribunal para que me dieran una copia, me dijeron que ya no lo tenían. Se lo comenté al abogado, que hizo sus propias averiguaciones y me dijo que tampoco estaba en Osku, el pueblo en el que nacieron mis padres. Eso no es nada bueno. Podría tratarse de un plan de la República Islámica para modificar el sumario y añadir elementos acusatorios que justifiquen la ejecución.

P. Por el segundo caso, entonces. No el de adulterio, sino el de asesinato...

R. Eso es. Y hay dos cosas más: una semana antes de que se perdiera el expediente, allanaron el domicilio de Hutan Kian y desapareció el ordenador portátil, así como el maletín en el que se encontraba el resumen del sumario. Y, ayer mismo, el servicio secreto volvió a invadir su domicilio y se llevó una descripción detallada del sumario del asesinato de mi padre, la última que nos quedaba. Kian me lo acaba de contar.

P. ¿A Hutan Kian lo han elegido o es un abogado de oficio?

R. Es un abogado de oficio. Pero le veo a menudo. Hablo con él por teléfono. Sé que acaba de entregar un alegato de 35 páginas al Consejo Supremo iraní. Él, al igual que el abogado que teníamos antes, Mostafaei, que tuvo que exiliarse, ha hecho un buen trabajo.

P. ¿Está al corriente de que Mostafaei da a entender en la prensa alemana que su madre podría ser cómplice del asesinato de su padre?

R. Sí. Pero Mostafaei no tuvo acceso al expediente del asesinato de mi padre, así que su opinión no tiene valor. No hay que hacer caso a sus declaraciones.

P. Entonces, ¿por qué las ha hecho?

R. Por la presión ejercida por el Gobierno iraní sobre su familia. Él es un buen abogado.

P. Permítame una pregunta más directa. Usted es el hijo de una parte ?su padre, asesinado? y de la otra ?su madre, acusada de ser cómplice del crimen?. ¿En su alma está seguro de que la acusación es infundada?

R. En mi alma y en mi conciencia, sí. Mil veces sí. Es una pura mentira, además de una injusticia increíble. Mi madre, que no ha hecho nada, nada, corre el riesgo de que la lapiden. Mientras que el verdadero asesino, Taheri, está en libertad...

P. Porque usted le perdonó.

R. Sí, tiene una niña de tres años que lloró mucho. Ni mi hermana ni yo quisimos ser la causa de su ejecución.

P. ¿Es cierto que estaba usted presente cuando a su madre le dieron los 99 latigazos?

R. Es totalmente cierto. Fue en Osku, en la provincia de Tabriz, en una sala del tribunal. Sentí mucha odio y lloré mucho. Tenía solo 16 años.

P. Volvamos a la campaña de movilización. ¿Cree que puede ablandar a las autoridades?

R. No lo sé. Pero, de todas formas, solo les tenemos a ustedes. No hay nadie, aparte de ustedes, que nos ayude.

P. ¿Entonces no está de acuerdo con los que dicen que esta campaña irrita a las autoridades y puede ser contraproducente?

R. Claro que no. Es verdad que Irán está enfadado. Pero es muy necesario que Irán escuche nuestro pesar.

P. ¿Qué más podemos hacer?

R. Hay que hacer el doble de presión sobre Irán.

P. Sí, pero ¿cómo?

R. Dirigiéndose, por ejemplo, a Brasil y a Turquía, que tienen vínculos privilegiados.

P. Hay abogados franceses e internacionales importantes que están dispuestos a ayudar al señor Kian...

R. Si estos abogados vinieran a Irán, no podrían hacer nada. Mina Ahadi, que está realizando, como ustedes, grandes esfuerzos para salvar a mi madre, le ha pedido a la ONU que proporcione abogados. Pero Irán se ha negado categóricamente. Ahmadineyad sabe que si estos abogados vinieran a Irán, la imagen de este país se llevaría un varapalo. Fue el juez de la sección número 6 el que confirmó la pena de lapidación sin motivo, sin pruebas y, por tanto, de forma ilegal. La República Islámica tiene miedo de que, si el expediente llega a manos extranjeras, sea ridiculizado.

P. ¿Es posible que su madre, a pesar de esta emoción mundial, acabe siendo lapidada?

R. Claro que sí.

P. Pero las autoridades iraníes han suspendido la ejecución de la sentencia.

R. Suspender no es lo mismo que anular.

P. ¿Es cierto que un responsable de la cárcel fue el sábado a anunciarle que se acercaba su fin y que era hora de pensar en sus últimas voluntades?

R. Sí. Le dijo que su ejecución estaba prevista para el día siguiente, el domingo a las 6. Fue Hutan Kian el que obtuvo esta información gracias a las compañeras de Sakineh. Es el abogado de todas las presas condenadas a lapidación

P. ¿Todo es posible? ¿hay que temer lo peor?

R. Sí. Por un lado, están las personas que no quieren perder prestigio en ningún caso y que cuentan con lapidar a mi madre. Y por otro, están las personas como el señor Nobkaht, adjunto del poder judicial en la región de Tabriz, que quiere que el señor Imani, el juez que dictó la sentencia, sea retirado del caso y que, por ello, ha pedido a Teherán que cambie la pena de lapidación por la de ahorcamiento. Pero ¿es eso mucho mejor?

Se lo ruego, no cedan, no se rindan. Les repito que son ustedes los que nos están tendiendo la mano. Si no estuvieran ahí, mi madre ya estaría muerta.