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miércoles, 9 de marzo de 2011

SCHLOMO BEN AMI - Salvando la revolución egipcia

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SHLOMO BEN AMI

Salvando la revolución egipcia

SHLOMO BEN AMI 09/03/2011

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Salvando/revolucion/egipcia/elpepuopi/20110309elpepiopi_4/Tes

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Las revoluciones a lo largo de la historia demostraron devorarse a sus hijos. Sus resultados fatales rara vez son congruentes con las intenciones de quienes las impulsaron. Con demasiada frecuencia, las revoluciones son apropiadas por una segunda ola, ya sea más conservadora o más radical de lo que contemplaron en un principio los iniciadores del cambio.

Para mantener la amistad de Egipto con Occidente habrá que limitar el papel político del Ejército

Lo que comenzó en Francia en 1789 como un levantamiento de las clases medias en alianza con los sans culottes terminó con el retorno de la monarquía en la forma de la dictadura de Napoleón. Más recientemente, la primera ola de la revolución iraní, bajo la presidencia de Abolhassan Banisadr, de ninguna manera era exclusivamente islamista; la segunda ola, liderada por el ayatolá Ruhollah Jomeini, lo fue.

El interrogante para Egipto es si la agenda de una democracia verdaderamente pluralista -proclamada por los manifestantes jóvenes de vanguardia en la plaza Tahrir, la generación Facebook y Twitter que admirablemente se vale por sí misma- puede prevalecer frente a las fuerzas resistentes del pasado. De hecho, según una encuesta del Pew Research Center, solo el 5,5% de la gente tiene acceso a Facebook, mientras que el 95% quiere que el islam juegue un papel esencial en la política, el 80% cree que los adúlteros deben ser apedreados, el 45% son prácticamente analfabetos y el 40% vive con menos de dos dólares al día.

En términos ideales, el nuevo orden democrático debería basarse en una plataforma común adoptada por las fuerzas de cambio, tanto seculares como islámicas, y en un pacto de transición entre estas fuerzas y aquellas que representan el viejo sistema, primero y principal de todos, el Ejército. De hecho, una de las características curiosas de la revolución egipcia es que ahora opera bajo la exclusiva protección de un Ejército conservador.

Las verdaderas revoluciones ocurren solo cuando el viejo sistema represivo es minuciosamente desmantelado y purgado. Pero la revolución de Egipto es una revolución cuya etapa inicial terminó con el poder plenamente en manos del aparato represivo del antiguo régimen. El riesgo es que los lazos fraternales entre el Ejército -no exactamente inocente de las prácticas represivas del régimen de Mubarak- y los manifestantes puedan tener corta vida.

Hasta ahora, el Ejército solo ha accedido a una de las demandas centrales de los manifestantes -deshacerse de Mubarak-. No respaldó la amplia gama de demandas liberales manifestadas por los revolucionarios de la plaza Tahrir.

Podría decirse que el Ejército aceptó la demanda de los manifestantes de derrocar a Mubarak como la mejor manera de evitar que se instalara una república dinástica bajo el mando del hijo de Mubarak, Gamal. Las masas reclamaban una revolu-ción, mientras que el Ejército llevó a cabo su propio golpe de Estado con la esperanza de salvar lo que es esencial en el sistema sacrificando al mismo tiempo al hombre que lo encarnaba.

La tentación del Ejército de limitar el cambio refleja el perfil conservador de su jerarquía, los privilegios extraordinarios de los que goza y los intereses económicos con los cuales ha estado asociado. Egipto estuvo gobernado como un Estado policial y, con un aparato de seguridad gigantesco y omnipresente, el Ejército podría verse tentado de asumir el rol de guardián del orden y la estabilidad si la democracia terminara resultando demasiado caótica. Afortunadamente, la capacidad del Ejército egipcio para impedir el cambio es limitada. Un Ejército proclive a Occidente, financiado y entrenado por Estados Unidos, no puede permitirse la libertad de disparar a manifestantes pacíficos. De hecho, limitar el papel político del Ejército seguramente será una condición fundamental para mantener las relaciones amistosas de Egipto con Occidente. Un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y un mejor acceso a los mercados de la UE podrían ser fuertes incentivos que Occidente puede ofrecer a la joven democracia de Egipto.

De manera que, no importa lo condicionado que pueda estar el Ejército egipcio por su visión del mundo y sus intereses creados, no tiene otra opción que facilitar el proceso de democratización. Sin embargo, debería aceptar que ninguna democracia árabe que se precie de tal podría negarse a abrirle las puertas electorales al islam político.

Por cierto, la tarea tremendamente histórica de Egipto hoy consiste en rechazar el antiguo paradigma según el cual la única elección del mundo árabe es entre la autocracia secular y represiva o la teocracia oscurantista y represiva. Pero el régimen que surja está obligado a estar más en sintonía con las condiciones locales, y por ende con el papel vital de la religión en el tejido social.

Una democracia que excluya a la religión de la vida pública por completo, al estilo de Francia, no puede funcionar en Egipto.

Después de todo, una democracia de esas características no funciona en Israel, ni siquiera en Estados Unidos, un país al que G. K. Chesterton describió como poseedor del "alma de una iglesia". Construir un Estado secular moderno para un pueblo devoto es el principal desafío de Egipto.

Dicho esto, un escenario en el que la Hermandad Musulmana usurpe la revolución no parece plausible, aunque más no sea porque esto podría llevar a otro hombre fuerte a caballo a asumir el mando. Aunque todavía inspirada por conservadores incondicionalmente antioccidentales que creen que el "estandarte de la yihad" no debería abandonarse, la Hermandad hoy no es la organización incondicionalmente yihadista que el régimen de Mubarak le mostraba a Occidente. Desde hace mucho tiempo que repudia su pasado violento y demuestra un interés por la participación política pacífica.

La tensa relación entre los regímenes árabes y el islam político no es necesariamente obligada. Es en este contexto que el frustrado "acuerdo de la Meca" palestino entre lo religioso (Hamás) y lo secular (Fatah) para formar un Gobierno de unidad nacional para Palestina podría haber establecido un nuevo paradigma para el futuro del cambio de régimen en el mundo árabe. Estos acuerdos pueden ser la única manera de frenar la caída en una guerra civil, y posiblemente invitar a los islamistas a sellar un acuerdo con Israel y un acercamiento con Occidente.

© Project Syndicate, 2011.

Shlomo Ben Ami, exministro israelí de Asuntos Exteriores, es en la actualidad vicepresidente del Centro Internacional Toledo por la Paz.

domingo, 13 de febrero de 2011

LEYENDO EN WOOSTER (domingo, 13 de febrero de 2011)

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Wooster a tope: parece que comienza a remitir la resaca de la Ley Antitabaco, para alegría de sus propietarios, empleados y clientes (sobre todo, los habituales, que hemos encontrado un sitio agradable y ya al margen de los bares del Madrid profundo que todavía sobreviven por estas calles del Rastro y Lavapiés, donde pasar un rato tranquilo para leer el periódico, abrir el portátil o conversar con parroquianos y personal del local).

Pero escribo rápido unas pocas impresiones sobre lo leído en la prensa (El País) porque estoy invitado a algo que hay llamado “asopao de mariscos”, plato que está siendo guisado en estos momentos por un norteamericano de Carolina del Sur, así que no sé lo que saldrá de ahí. Aunque creo que por “peculiar” que sea, con vino, pan y buena intención se pasará todo: at last, we are all peculiar men…

Análisis de Moisés Naím sobre los cambios en el mundo árabe. Ahora cuando entro al País virtual, encuentro como última hora que las tropas del ejército exigen que ya todos los manifestantes abandonen la plaza Taqhir (o como se llame). Yo iba a resaltar algo que me parece digno de mencionarse, y es el sentido cívico que han tenido los habitantes de El Cairo al ocuparse ellos mismos de limpiar la basura y pintadas que se han ido acumulando durante todos los días de ocupación, cosa que contrasta sobremanera con “el sentido cívico” de la violencia neo-anarquista (y por ahí pa’llá, pues no acabo de vislumbrar hasta dónde se extiende ese fenómeno) de la que hace ostentación una buena parte del Primer Mundo, sobre todo europeo y en el que España y Madrid no se quedan atrás. Bueno, de cualquier forma --y hasta el momento-- me parece un buen ejemplo que da el bárbaro mundo árabe al civilizado mundo europeo. Vale.  Da la impresión que esas personas aman a su país y a sus ciudades, (mal) asunto que no florece mucho por Madrid.

ANÁLISIS: Ola de cambio en el mundo árabe - El análisis EL OBSERVADOR GLOBAL

¿Cómo muere una dictadura?

MOISÉS NAÍM 13/02/2011

http://www.elpais.com/articulo/internacional/muere/dictadura/elpepiint/20110213elpepiint_8/Tes

¿Por qué Egipto y no Marruecos? ¿Por qué en China sigue mandando el Partido Comunista, pero se hundió la Unión Soviética? ¿Por qué Fidel Castro ha sobrevivido en el poder y Augusto Pinochet no? En fin, ¿qué determina que algunas dictaduras sean depuestas y otras se perpetúen? Las razones son tan variadas como la naturaleza misma de estos regímenes. Hay dictaduras que son totalitarias y brutalmente represivas. Otras son dictablandas que intentan hacerse pasar por democracias: organizan elecciones que nunca pierden, toleran una oposición anémica y permiten periódicos "libres" que pocos leen. Muchas necesitan del sostén de potencias extranjeras. Arabia Saudí depende de Estados Unidos, Bielorrusia de Rusia y Corea del Norte de China. Y claro está, la historia, la cultura y la religión fortalecen ciertas monarquías despóticas. Aunque cuando un pueblo se harta y sale a la calle dispuesto a morir por la libertad -y el Ejército no lo masacra- no hay cultura, historia, religión o potencia extranjera que salve a un déspota. Pero ¿qué hace que esto ocurra?

Los militares son siempre el actor determinante. Todas las tiranías dependen de ellos

- El cambio. Los cambios económicos, sociales o internacionales pueden disparar procesos matadictaduras. Los autócratas no conviven bien con las reformas. Incluso los Gobiernos revolucionarios que inicialmente promueven grandes transformaciones terminan manejando mal los cambios. En la Unión Soviética, la liberalización económica, que comenzó siendo gradual, escaló hasta desbordar al régimen. El sah de Irán pagó las consecuencias de una modernización que resultó demasiado acelerada para su pueblo. En contraste, en la China de hoy un súbito freno a su veloz crecimiento económico es la principal amenaza al régimen.

- La vejez. Los Gobiernos también envejecen. Ver y oír a Hosni Mubarak pronunciando discursos totalmente desconectados de lo que estaba pasando en las calles de su país es el más reciente ejemplo de una dictadura aislada de su pueblo y del mundo, lenta en reaccionar y que, a pesar de sus costosos servicios de inteligencia, estaba patéticamente mal informada. Hay dictaduras que fallecen por "viejas" no solo debido a la avanzada edad o a la muerte de sus líderes, sino por la esclerosis de sus vetustas estructuras de gobierno.

- La pelea por el botín. A veces la caída de un régimen se produce por peleas entre las élites en el poder y no entre el pueblo y su Gobierno. Las dictaduras habitan en un ecosistema de privilegios, alianzas y codependencias con los más variados actores: los militares, líderes regionales, grupos económicos y políticos, medios de comunicación, líderes religiosos, aliados extranjeros, etcétera. A veces este delicado equilibrio de poderes se rompe, desencadenando enfrentamientos que pueden llevar al fin del régimen. Algo de esto pasó recientemente en Túnez.

- Errores mortales. Las autocracias pocas veces pagan altos precios por sus equivocaciones. Esto, en combinación con la propensión de los dictadores a rodearse de ayudantes que temen criticarlos o expresar desacuerdos, crea un ambiente donde los errores son frecuentes. Y alguno puede llegar a acabar con el régimen. Sadam Husein es un buen ejemplo de esto. O el general Leopoldo Galtieri, el jefe de la Junta Militar argentina quien, en 1982, decidió que era una buena idea invadir las islas Malvinas. Su derrota contribuyó a poner fin a la dictadura en Argentina.

- El contagio. La democratización de Portugal y España vinieron muy juntas. También la de los países del Cono Sur de América. Y la de Europa central. Ahora, después de Túnez, ha venido Egipto. No hay duda de que la muerte de una tiranía irradia esperanzas en otros países gobernados por dictadores, y sirve de ejemplo y estímulo para quienes se oponen al régimen. La libertad es contagiosa.

- La información. Un pueblo mejor informado de los abusos y la corrupción de sus autoridades, enterado de cómo se vive y se gobierna en otros países y que, además, se puede conectar y coordinar fácilmente con otras personas que, en su misma ciudad o en el otro lado del mundo, piensan igual, es un pueblo peligroso para una dictadura. Está claro que las tecnologías que informan y conectan a la población son un nuevo dolor de cabeza para los autócratas.

Esta lista no es exhaustiva y además siempre hay más de uno de estos factores en juego. También es cierto que estos elementos a veces no bastan y hay dictaduras que, a pesar de todo lo anterior, sobreviven. Pero, siempre, el actor determinante -y poco predecible- son los militares. Todas las tiranías dependen de ellos. A veces los militares están exclusivamente al servicio del tirano. En otros casos, cambian de parecer y deciden defender a su patria, y no al régimen. Al final, lo único que cuenta es si los militares están dispuestos a disparar contra sus compatriotas. Cuando se niegan a hacerlo, nace la libertad.

mnaim@elpais.es

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Aquí, bueno, otra muestra más de LA HIPOCRESÍA IMPERIAL española, que lo mismo se va a la cama con Obiang, con Chávez, con Fidel y Raúl (a threesome), con Mubarak, con Putin, o con Chai Kai Cheng (no recuerdo cómo se escribe) si resucitara.

Hace años, José Bono ciertamente no me caía mal, me parecía simpático. Hoy ya creo que su populismo nacional-católico-socialista y el perfecto implante capilar que debe haberle costado una fortuna, me lo hacen demasiado empalagoso.

Por cierto, he advertido cierta similitud entre las apariencias momificadas en vida de Hosni Mubarak y de Silvio Berlusconi… ¿No se han dado cuenta? Para mí que comparten el mismo cirujano-estético y los mismos consejos de ¿belleza?

Pero como soy como Muriel -y volviendo al inicio de este párrafo--, me regocija cochinamente que España haya terminando comportándose de igual manera (imperialista) que su odiado y admirado y envidiado Estados Unidos de América --al que guardan ese rencor genético noventaiochentista en que Las Islas Desafortunadas (en la confusión y el error que arrastran desde su descubrimiento) figuran estelarmente en forma de Perla (para ambos, que no para las ostras).

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La oposición a Obiang clama por el "egoísmo" de España en Guinea

El escritor Juan Tomás Ávila, en huelga de hambre, tilda a Bono de "cómplice de la maldad asesina"

http://www.elpais.com/articulo/espana/oposicion/Obiang/clama/egoismo/Espana/Guinea/elpepinac/20110213elpepinac_9/Tes

 

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Y reservo espacio todavía limpio para comentar la entrevista de Mauricio Vicent --“who else?” parafraseando el spot del maravilloso y único e incansable follador George Clooney-- a ese escritor (a-tercios)pe®lado llamado Leonardo Padura, que escribe novelas negras (¿con KGB a la cubana? ¿con el MININT? ¿sobre detectives en Marte y Saturno?) y al que acaban de dar la nacionalidad española  (¿en base a qué?) cuando dilatan durante años procesos legales y en completo orden de otras personas (sencillas, normales, trabajadores por cuenta ajena y propia) incumpliendo la ley de plazos en la que la Administración debe manifestarse.  Pura cosmética, y ni siquiera de L’Oreal porque esa gente anónima y que no colabora con ninguna dictadura, parece que no lo merece.

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En fin, “hasta más ver” (traducción literal del fonema ruso utilizado para despedirse).

© 2011 David Lago González

viernes, 11 de febrero de 2011

EGIPTO

En el post inmediato anterior escribía yo:

“Ira, indignación, expectación…”

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Ahora escribo:

¡ALEGRÍA!

alegria

 

¡Que no vuelva atrás!

J. M. MARTÍ FONT - Entrevista a SHLOMO BEN AMI

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ca. 1875, “Ascension de la grande Pyramide, Egypte”

ca. 1875, “Ascension de la grande Pyramide, Egypte”

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(Ira, indignación, expectación…)

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ENTREVISTA: Ola de cambio en el mundo árabe -

La diplomacia SHLOMO BEN AMI Exministro de Exteriores israelí

"Egipto se dirige hacia un modelo de régimen pluralista"

J. M. MARTÍ FONT - Barcelona - 10/02/2011

(http://www.elpais.com/articulo/internacional/Egipto/dirige/modelo/regimen/pluralista/elpepiint/20110210elpepiint_5/Tes)

 

La preocupación de Israel por lo que está pasando en el mundo árabe, y en Egipto en particular, no tiene fundamento, sea cual sea el cambio que acabe produciéndose, piensa el exministro de Exteriores de Israel Shlomo Ben Ami. Egipto, en su opinión, se dirige hacia un régimen "sincrético", una plataforma en la que convivirán las distintas sensibilidades políticas y sociales del país. Ben Ami, que participó ayer en la Open Master Class de ESADE que dirige Javier Solana, considera que Israel no tiene nada que ver con la revolución que se está produciendo en el mundo árabe, que tiene su propia dinámica.

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Egipto
A FONDO

Capital: El Cairo.

Gobierno:República.

Población: 81,713,52 (est. 2008)

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Israel
A FONDO

Capital: Tel Aviv.

Gobierno: Democracia Parlamentaria.

Población: 7,112,359 (est. 2008)

La noticia en otros webs

El problema de la revolución en Egipto —y en Túnez—, piensa Ben Ami, es que carece de un líder claro, lo que da una cierta ventaja al régimen, porque le permite intentar convencer a Occidente de los peligros de la situación y agitar el miedo, por ejemplo, a los Hermanos Musulmanes, a los que compara, mutatis mutandi, con el Partido Comunista en la España de Franco. "Son, sin duda, dentro del espectro de la oposición, la entidad mejor organizada, el tipo de partidos que funcionan bien bajo dictaduras. Habrá que ver su peso real en una elecciones y, luego, tal vez, pueden ser arrollados por la nueva situación".

Una situación, explica, que por un lado tiene esta aura de modernidad que le da la utilización de Internet y las redes sociales, pero por otro tiene un componente antioccidental importante. "Occidente tiene un problema con lo que está ocurriendo en el mundo árabe, porque el mensaje implícito que transmite a los ciudadanos de estos países es que no tiene ningún problema con las dictaduras si dan estabilidad y solo son abandonadas cuando se produce derramamiento de sangre. Un mensaje de escaso contenido moral".

Ben Ami considera que Occidente cometió un error al rechazar contundentemente los acuerdos de La Meca entre Hamás y Fatah, entre el estamento laico y el islamista. "Pienso que representaba el paradigma del futuro de los regímenes árabes; la captación, la creación de plataformas conjuntas con las distintas sensibilidades de cada país, que es lo que va a ocurrir ahora en Egipto: plataformas conjuntas donde los grupos tendrán un 20%, un 30%".

Frente a esta situación, piensa, "Israel vive en una paradoja cognitiva, por una parte le gustaría estar en un contexto geográfico con países con los que pudiera compartir una serie de valores democráticos, pero por otro, en las democracias la opinión pública es determinante y en este caso es antiamericana y también contraria a un acuerdo de paz con Israel. Pero creo que la democracia cambiará esto y abrirá el abanico a otros matices".