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lunes, 9 de mayo de 2011

ACONVOYAO

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Arthur Rackham - Common Objects at the Seaside - Commissioned by Punch for their Almanack of 1905

Arthur Rackham - Common Objects at the Seaside - Commissioned by Punch for their Almanack of 1905

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“Aconvoyao” es el sinónimo cubano popular de “batiburrillo”. Batiburrillo es todo este grupo de noticias sobre Las Islas Desafortunadas, sus desafortunados mártires y sus desafortunadas glorias.

ELMUNDO.es digital es un desastre: o hay que pagar, o yo no lo entiendo. Accedí a él buscando una foto que vi en su edición impresa. La fotografía en cuestión es la de otro disidente en huelga de hambre tendido en un lastimoso camastro y con la camiseta alzada para que se vean las costillas del hambre como aquellas otras de De Juana Chaos. Este señor no inspira para nada la repulsión que me provocaba la mueca constante en el rostro del terrorista vasco de la ultraizquierda y anteriormente de la ultraderecha y que parece proyectar siempre (aún sin huelga de hambre y fugado en Irlanda) su desprecio hacia el mundo, o tal vez el amor a su novia --¡vaya usted a saber!—. Pero lo que quería señalar en la imagen del cubano era un cartelito escrito a mano que colgaba de la pared y decía en mayúsculas: “YO NO COOPERO”.

Esa fue una campaña que comenzó hace algunos años y por la Fundación Hispano-Cubana estaba apilada la propaganda con sus mandamientos. “What a dump!” me dije la primera vez que lo vi, como si abriera un frigorífico vacío y maloliente. Porque eso era exactamente lo mismo que yo había hecho durante mi etapa cubana, y, como yo, otras muchas personas. No necesitamos que nadie nos indicara “el camino a seguir” con más slogans y frases hechas. Era un asunto de ciencia y conciencia, y, sobre todo, de la paciencia de cada cual y de hastío de la obediencia. O sea, que si estos tíos, por adherirse a esa campaña plasmada en papeles con colores llamativos, eran considerados héroes, a otra mucha gente de aquellos tiempos nos tenían que haber llenado de medallas al más puro estilo militar soviético.

Todo eso siempre me ha hecho pensar cuánto ya habían colaborado antes de llegar a “apuntarse” al hit del momento. Creo en algunas personas, pero, lo siento, no creo en todas ni en cualquiera que se baje a estas alturas con esos ditirambos patéticos.

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Pero han matado a uno. A uno más. Me importa un comino que fuera un disidente o un ladrón de bicicletas, o ambas cosas. Es una persona, un ser humano, que estaría tarareando una canción de Silvio Rodríguez (Vivo en un país libre) cuando le contestó al policía que él no “circulaba” (“se iba” en argot callejero) porque era “libre”. Por supuesto que no era libre, tal vez ahora que ya andará por otro lugar… Respecto a la policía, fue un “exceso”, y hay que decirlo y repetirlo hasta la saciedad, pero es una frivolidad y una omisión de la realidad, que Johanna, en sus visiones, invite a desayunar al mundo con el despropósito represor, como si ese acto fuera algo tan extraordinario que ocurriera en Cuba comunista por primera vez. De nuevo hay que llamarle a la contención (sea ella o sea el marido quien escribe realmente el blog y twitea, con un margen de libertad y tiempo que sorprende) porque, coño, la historia no comienza a partir de la Generación Y. Primero han tenido que pasar las generaciones desde la A hasta la W para alcanzar la Y, así que ha rodado la vida.

Además, al apaleado lo encuentra un pastor baptista, que lo lleva por segunda vez al hospital. Otra vez los evangelistas. De verdad que me dan tanto miedo como los comunistas. Carlos Victoria fue un tarado toda su vida porque la madre loca lo metió desde niño en una de esas “comunidades” (la del “Séptimo Día”, creo que era). ¿Ése es el contrapunto del porvenir cubano?

Permítanme que me distancie. Adiós.

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© 2011 David Lago González

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DISIDENCIA | Habría muerto tras una paliza de la Policía

La disidencia cubana protesta por la muerte de un opositor en Cuba

Iván García | La Habana

http://www.elmundo.es/america/2011/05/08/cuba/1304890886.html

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[Omito la foto por llevar el copyright de “Penúltimos Días” y YO NO COOPERO con publicaciones cubanas paralelas.]

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Aunque los médicos del hospital Arnaldo Milián, de Santa Clara, certificaron que el opositor Juan Wilfredo Soto García había fallecido de una 'pancreatitis e insuficiencia renal' y no presentaba signos de violencia, según testigos presenciales la causa de su muerte fue una "brutal golpiza" recibida por la Policía cubana, que le habría provocado un paro cardíaco, el pasado 5 de mayo, mientras se encontraba en el Parque Vidal de esa localidad.

Elizardo Sánchez, de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, no considera que hubiera "la intención de matarlo", y los fuertes golpes recibidos pudieron haberse producido cuando la policía lo conminó a irse del parque y él empezó a gritar consignas antigubernamentales. "Condenamos la brutal golpiza que sufrió este hombre, que era un opositor pacífico. Es evidente que hay una relación de causa y efecto entre la golpeadura sufrida y su muerte".

Soto García, más conocido por 'El Estudiante', tenía 46 años, estaba casado y era padre de dos jóvenes de 14 y 20 años. Pertenecía a la Coalición Central Opositora, que preside Idania Yanes Contreras, quien en enero de este año fue arrestada junto a Guillermo Fariñas y otros disidentes santaclareños.

Acusaciones de los disidentes

Fariñas, una de las personas que más de cerca conoció a Soto, responsabilizó de su muerte al Gobierno cubano. En la funeraria de Santa Clara se encontraba una treintena de opositores velaban el cuerpo junto a su familia, que sólo pudo ver el cadáver después de realizada la autopsia. Para las 14.00, hora local, estaba previsto el entierro.

Esta violenta muerte no sólo ha causado gran indignación en la disidencia y el exilio cubanos, también que pone de nuevo contra las cuerdas al régimen de La Habana, como ocurrió en febrero de 2010, con el fallecimiento de Orlando Zapata Tamayo. Una muerte inesperada para el general Raúl Castro, sobre todo cuando todavía los comunistas disfrutaban la euforia del recién finalizado VI Congreso del Partido.

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DISIDENCIA | La paliza habría sido el 5 de mayo

Denuncian la muerte de un disidente cubano por golpes de la Policía

Europa Press | Madrid

El opositor cubano Juan Wilfredo Soto García falleció esta pasada madrugada (hora local) en la ciudad de Santa Clara (centro) a causa de los golpes que le propinaron cuatro agentes de Policía el pasado 5 de mayo, según informaron fuentes de la oposición.

Según informó en su 'blog' la disidente cubana Marta Beatriz Roque, Juan Wilfredo Soto García, de 46 años y miembro de la Coalición Central Opositora, fue golpeado por varios policías el pasado 5 de mayo en el parque Vidal de Santa Clara, capital de la provincia de Villa Clara, donde residía, "mientras lo detenían y estaba esposado".

El disidente falleció en el hospital a causa de "un paro respiratorio", prosiguió Marta Beatriz Roque, antigua presa política del llamado Grupo de los 75 y miembro de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil (APSC).

"Asesinaron una vez más a un hombre en Cuba", declaró la economista Marta Rodríguez Roque en su 'blog'. "Un hombre defensor de los Derechos Humanos ha muerto", prosiguió. "Que descanse en paz el estudiante y que acabe ya en nuestro país los asesinatos a los hombres que defienden los Derechos Humanos", añadió.

La misma fuente explicó en otro mensaje que los médicos aseguraron a una sobrina del fallecido que Juan Wilfredo Soto García "había muerto de una pancreatitis". "Sin embargo, en ningún momento salió del paro" cardiorrespiratorio, prosiguió. "La hora de la muerte fue las 12:30, hora local (6:30 en España), y "dicen que en 15 días estará el certificado médico", agregó.

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DISIDENCIA | Se cosieron las bocas [acción muy socorrida entre la colonia penitenciaria común]

Opositores cubanos en ayuno reclaman la liberación de un contratista de EEUU

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El opositor Vladimir Alejo muestra su tatuaje anticastrista. | Reuters

  • Los opositores dicen que se han negado a recibir ayuda médica del Gobierno
  • Dicen que el apoyo a Alan Gross se basa en derechos humanos
  • Ambos tienen tatuajes en contra de Fidel Castro
  • LEA MÁS NOTICIAS DE CUBA EN ELMUNDO.ES

Reuters | La Habana

Actualizado sábado 30/04/2011 16:46 horas

http://www.elmundo.es/america/2011/04/30/cuba/1304195418.html

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Dos disidentes cubanos que se cosieron la boca e iniciaron una huelga de hambre hace un mes dijeron el viernes estar dispuestos a morir por sus demandas, que incluyen la libertad para el encarcelado contratista estadounidense Alan Gross y mejoras en los derechos humanos.

Vladimir Alejo Miranda, de 48 años, y Ángel Enrique Fernández, de 45 años, dijeron que se habían negado a recibir atención médica o trasladarse al hospital en momentos en que sus condiciones de salud se deterioran.

"Hasta que no haiga (haya) una respuesta a favor de nosotros, de la oposición, a favor del señor Alan Gross, no vamos a levantar la huelga", dijo Alejo Miranda en la cama de su casa en las afueras de La Habana.

"Si tenemos que dejar nuestras vidas por esta petición, vamos a dejar la vida, seremos un (Orlando) Zapata (Tamayo) de nuevo", dijo el disidente, en alusión a un preso político fallecido en febrero del 2010 en una huelga de hambre para exigir mejoras en las condiciones carcelarias.

Gross, de 61 años, está cumpliendo una condena de 15 años de cárcel impuesta el mes pasado por un tribunal cubano acusado de introducir equipos ilegales de comunicación por satélite como parte de un programa financiado por Estados Unidos para promover la democracia en Cuba.

Fernández, el otro disidente en huelga de hambre, dijo que pidió la liberación de Gross "porque somos defensores de los derechos humanos, da igual del país que sea quien esté preso injustamente en Cuba".

"Su único delito fue traer (teléfonos) celulares, equipos de computación y laptops para ayudar a los cubanos", dijo.

La detención y condena en Cuba de Gross reanimó las hostilidades entre Cuba y Estados Unidos, frenando un ligero acercamiento iniciado por el presidente Barack Obama al llegar al poder en el 2008.

Fernández dijo que fueron visitados ya por un agente de la policía cubana de menor rango y les dijo que Gross fue encarcelado porque era un terrorista descendiente de los musulmanes.

Ambos hombres tienen la boca cosida y los labios parcialmente cerrados, pero pueden hablar y beber líquidos con un fino absorbente. Parecen debilitados y permanecían acostados en una cama durante la entrevista.

En la deteriorada casa de Alejo Miranda en un humilde barrio de las afueras de La Habana aparecen pintadas consignas contra el Gobierno y los líderes cubanos. Ambos tienen tatuajes en los que acusan de asesino al ex presidente cubano Fidel Castro.

Fernández dijo que una vez fue encarcelado por llevar ese tatuaje.

Elizardo Sánchez, de la ilegal pero tolerada Comisión Cubana de Derechos Humanos, dijo que la huelga de hambre "no es muy popular" dentro de la oposición, aunque están atentos para brindar ayuda "moral".

Sánchez dijo que otros disidentes cubanos no habían prestado su ayuda a los dos hombres en huelga de hambre porque no se conocían bien y porque su demanda de libertad para Gross no era "tan atractiva" como otras causas.

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Otro despropósito. El gobierno francés se niega a homenajear a Celine por su vinculación al nazismo, pero a Fina García Marruz le dan el Premio Reina Sofía de poesía. En este caso no cuenta la basura escrita loando las gestas comunistas cubanas. Además, este artículo se (en)titula “Homenaje a la Cuba secreta”. ¿Secreta? ¿Cuál era el secreto o el secretismo? ¿Ahora escribe loas a Guillermo Fariñas?

DLG

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LITERATURA | Premio Reina Sofía de poesía

Homenaje a la Cuba secreta

EL MUNDO.es | Madrid

Actualizado jueves 28/04/2011 20:24 horas

http://www.elmundo.es/elmundo/2011/04/28/cultura/1303990340.html

La poeta Fina García Marruz (La Habana, 1923) ha sido elegida por el jurado del Premio Reina Sofía de poesía, concedido por el Ministerio de Cultura al conjunto de una obra. Marruz, que posiblemente sea la decana de las letras en español, fue la única mujer del grupo poético de la revista 'Orígenes', en la que también escribieron Lezama Lima, Gastón Baquero, Eliseo Diego, el padre Gaztelu y Cintio Vitier, que fue su marido. María Zambrano, que vivió en La Habana, se refirió en los años 40 a este colectivo como La Cuba secreta. Su valor fue el de modernizar la literatura cubana de la época.

El poeta Luis Antonio de Villena explicó hace unos meses el valor de Fina García Marruz en las páginas del diario EL MUNDO: "Fina García Marruz publicó sus primeros textos en los inicios de los años 40, pero su primer gran libro será 'Las miradas perdidas' (1951)', que casi nos la muestra como lo que es, una ilustre desconocida. Una mujer frágil y hacia dentro, que ve salvación en la poesía, y que ha vivido y escrito -acaso protegida sin saberlo- por la religión, la pobreza y el desaliño, como señalan varios críticos. Religión porque como muchos origenistas se ha situado más que bajo ningún credo, bajo el hecho religioso en sí, del que puede formar parte la poesía ('Poesía, ven,/ refrescadero,/ única luz/ de mi juventud...').

clip_image002Eliseo Diego, Bella García Marruz, Fina García Marruz, Cintio Vitier y Agustín Pi (en la foto) compartieron las páginas de Orígenes con Lezama Lima.

Este otoño, la editorial Pre-Textos recopiló la obra poética de García Marruz en un volumen, 'El instante raro', elaborado por Milena Rodríguez Gutiérrez.

El Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana está dotado con 42.000 euros y tiene por objeto premiar el conjunto de la obra poética de un autor vivo valioso para el patrimonio cultural común a Iberoamérica y España. Entre sus ganadores aparecen Francisco Brines, José Emilio Pacheco, Juan Gelman, Nicanor Parra o el recién fallecido Gonzalo Rojas, que inauguró el palmarés en 1992.

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Me fantasmo.

Gasparín

sábado, 5 de febrero de 2011

MIRZA L. GONZÁLEZ - Dos poetas cubanos en Madrid

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Dos poetas cubanos en Madrid.

Poesía en exilio: la contemplación del tiempo.

Mirza L. González

Profesora Emérita, DePaul University

 

“Blanco poroso del dril cubre su sombra en la fila de los muertos / Blancas alas de su pamela varonil, por donde asoma su cara…/ Cantó boleros como el dios que habita las cocinas de los restaurantes orilleros, / ahíto de alcohol y hierba, que en pleno mediodía rapta a una mujer…/ Al regresar cada tarde y cerrar la puerta con tres vueltas de llave / para que su palomita no escape, le dice no sé decirte cómo fue./ Fueron tus ojos que venían por debajo del mar / moviendo sus raicillas de lascivia pulposa. / O tu boca, pretendida e ingenua red / donde se agolpa el agua que no pudo escapar de la noche./ Fueron tus manos o tu voz, resurgiendo de bañistas temblorosas./ Fue a lo mejor la impaciencia de tanto esperar / la extensión del conocimiento recorriendo el cristal de la gruta / desde el vórtice hasta el pensamiento / zumbando como un animalito ebrio, tu llegada.”David Lago.“ Tríptico de la noche musical en la Isla de la Siguaraya. 3 El rapto (Benny Moré).” La resaca del absurdo.

“Sufrió lo indecible por una tierra que le laceraba / sumergido en un pantano reseco por la lejanía / miraba sus poros como si fuesen el universo / extraño siempre extraño frente al espejo desnudo. / Su presente fue una ausencia prolongada / marchito caminaba las calles ajenas / descoloridas las ciudades que transitaba./ Nunca estuvo vivo sino más bien muerto:/ un fantasma rebelde que todo criticaba / irreverente hasta con sus sentimientos / arremetía contra lo injusto por ser justo / heterodoxo de carácter por antonomasia / no comprendía la pobreza por no padecerla ni de espíritu./ Aquí yace el que en realidad jamás nació.”

Felipe Lázaro. “Epitafio para un aprendiz de poeta.” Los muertos están cada día más indóciles.

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Sirvan de presentación los fragmentos anteriores como expresión de la realidad vivencial de dos poetas cubanos en el exilio, cuyas visiones del mundo difieren en el estilo pero se acercan en el contenido. El poema de Lago, en el que recuerda a Benny Moré y su popular bolero “Como fue,” es parte de un cuadro desdoblado en tres homenajes a cantantes cubanos. “El rapto,”evidencia y se enraíza a la memoria de un tiempo, compensador de la realidad inmediata. En “Epitafio para un aprendiz de poeta,” el hablante se sume en un intimismo aniquilante y nos transmite el dolor de la ausencia y la enajenación.

Los desplazamientos territoriales de estos y otros escritores, además de otras circunstancias existenciales, marcan con un fuerte toque de cosmopolitismo y/o universalismo a la literatura cubana del exilio a través de su historia, haciendo difícil, a la vez, determinar con precisión las influencias que un entorno específico ha ejercido en sus autores. Así como también hacen del establecimiento de fechas concretas y lugares de permanencia para propósitos generacionales, y de la creación de otros paradigmas agrupadores o sintomáticos, una ardua y compleja tarea. Son dignos de encomio pues, los esfuerzos realizados en los Estados Unidos y en España por ordenar de alguna manera esa disgregación. En un empeño de integración y actualización literarias, substanciales estudios bibliográficos, críticos y antológicos, han ordenado lo que de otra manera hubiera sido un caos clasificatorio.[1] En los Estados Unidos existen núcleos fuertes de poetas exiliados en Nueva York y Miami, y por diversas regiones españolas hay numerosos poetas cubanos que han producido una obra valiosa. Algunos poetas radicados en España han contribuido a nuestro acervo cultural no sólo como creadores sino también por medio de su labor editorial. Es decir, publican obras de escritores latinoamericanos, especialmente de cubanos residentes fuera de la isla, facilitando un espacio que hubiera sido muy difícil de crear.[2] Específicamente en el campo de la poesía sobresalen, entre otros trabajos, tres antologías publicadas en Madrid: La última poesía cubana (1973), de Orlando Rodríguez Sardiñas; La poesía de las dos orillas (1959-93), (1994), de León de la Hoz, y Poesía cubana: La isla entera, (1995), de Felipe Lázaro y Bladimir Zamora.[3]

El enclave madrileño, incrementado con el pasar del tiempo, es autor de un telar poético amplio, recio, y de singular urdimbre.[4] Dos poetas cubanos residentes en Madrid, David Lago y Felipe Lázaro, contribuyen, definitoria y substancialmente, a la consolidación de la poesía cubana.

David Lago (Camagüey, 1950), salió de Cuba en 1982 hacia España, y desde entonces reside en Madrid. Dos de sus poemarios, Los hilos del tapiz ( 1994) y La resaca del absurdo(1998), han sido publicados en la capital española.[5] Lht incluye como secciones, y con el mismo título, las colecciones inéditas de Lago concebidas en Cuba: “Paisaje” (1976), “Júbilos” (1977) y “Los hilos del tapiz” (1978). En Lra pueden encontrarse poemas concebidos en la isla y en el exilio. Este estudio incluirá poemas del “acá” y del “allá,” de estas dos colecciones, con el propósito de ofrecer una visión más abarcadora y que muestre una lógica continuidad en su trayectoria poética.

Como dato importante debe mencionarse que, en la etapa cubana, Lago escribe varios de sus poemas desde una perceptible distancia física y espiritual. Entre ellos cabe destacar “Matajíbaro”( Lht, 17), “A las tres de la tarde”(Lht, 19), y “Figuración de cuadro familiar en Cuabitas”(Lht, 23). A pesar de la inmediatez de su concepción, y el poco tiempo transcurrido entre la inspiración o creación poética y la palabra escrita, dichos poemas representan vivencias del pasado. El distanciamiento temporal y estético se explica por la capacidad de aislamiento o auto-marginación del poeta. [6]

En la poesía de Lago, en su mayoría narrativa-descriptiva, hay imágenes originales muy bien logradas. La morosa delectación, de tonalidades eróticas, al estilo de Leopoldo Lugones, en la creación ambiental de “Retirada”(Lht, 29), alterna en ocasiones con el “paseo” contemplativo y deleitoso, como en la mejor poesía “ambulatoria” de Eliseo Diego, de“Puerto Príncipe”(Lht, 24), “Atardecer en Varadero”(Lht, 47), y “Atardecer en el Hotel Europa.”(Lht, 54). También “eliseana” es la observación complaciente y sabrosa del entorno inmediato, la convivencia y la vida familiar, notables en el ritual cafetero de “A las tres de la tarde.”[7]

La re-creación del paisaje cubano, que aparece con profusión en Lht, y en menor escala en Lra, es uno de los aspectos notables de su obra. En Lht se destaca, en un estilo expresionista, la finura del paisaje. El sol aparece a distintas horas del día, en amaneceres, mediodías y ocasos, dándole nombre a poemas tales como “La mañana”(Lht, 13), “(La tarde)”(Lht, 64), y “(La noche)”(Lht, 65), entre otros. El conjunto de “Atardeceres”(Lht, 45-55) en Varadero, o en Altagracia, donde ríe y se mueve la lorquiana Celia Cutiño; o en San Diego de los Baños, o en el Hotel Europa, conforman una galería de cuadros de elevados valores artísticos.

Las descripciones coloridas del paisaje complementan, como fondo y marco, la escena hogareña de “Figuración de cuadro familiar en Cuabitas.” La loma “donde el verde delira...” es el punto de referencia, y engloba de manera total significante y significado. Es el alfa y el omega que, simultáneamente, sirven como si “fuese el telón que hace concluir el espectáculo y allí terminase la isla y todo el universo/... /El padre inicia el rito tabacalero con un habano espumoso,/ y en reciprocidad nuestra primera palabra es una nubecilla/ que ejercita en el aire innumerables sugerencias./” Este poema nos revela una clave poética. Es decir, la poesía paisajística fija la escena y plasma el recuerdo familiar, y será el vehículo que facilitará el viaje memorioso hacia experiencias significativas del pasado cuando el poeta se haya marchado. De esta manera culmina “el equilibrio pictórico de la familia y de la casa./ Y al final... todos... /enriquecidos por lo increíble de la figuración,/ entresacamos del sueño un verso que asciende... /y lleva nuestra primera palabra,/ el color traslativo del silencio y la contemplación del tiempo/ a la fundida poesía crepuscular de la casa.” (Lht, 23)

En ocasiones, el paisaje se funde con una situación o relación, ya sea familiar o erótica, o con el recuerdo de la misma. En estas poesías, Lago fusiona con la descripción la alquimia del alimento y los olores del ritual casero, ofreciendo un cuadro familiar de exquisito dramatismo lírico en el que las imágenes se tergiversan con el despertar de las sensaciones táctiles y olfativas . Buen ejemplo de ello es “Matajíbaro”, cuadro de metamorfosis y síntesis culinaria, donde “El plátano quiere escabullirse como una hormiga/ perseguida por los dientes del tenedor,/...El cochino, por igual, se resiste: sus ojos prefiguran el fogonazo crujiente/ de un chicharrón machacado/.” Hay remedos de la gastronomía lezamesca en sus imágenes, donde la muerte, en consorcio con el amor, parece hacer un referente erótico: “Y plátano y marrano, dos machos cubanos, se revuelcan en la caldera, ungiéndose/ los cuerpos sin forma en manteca y rumor de ajos” (Lht, 17).

En otras ocasiones aparece un paisaje con motivos escondidos, difícilmente avizorados, o se aluden situaciones represivas. Referencias a lo oculto o lo enigmático, que recuerdan al Padilla de Fuera del juego, donde se percibe ese algo peligroso y subrepticio, aparecen en “Primer paseo por el Casino Campestre.” La expresión “Tal vez algo se mueve bajo el verde fresco” es el leitmotiv del poema. En contraste con la alegría inocente del verdor, es posible que ese “algo” nos “atrapará como un pulpo, soltándonos su tinta…” porque el paisaje verde “no trasluce la venida del otoño / ni el espanto del invierno…” Indicativos de intertextualidad, reaparecen en este poema los personajes y cisnes, y el mundo palaciego de la “Sonatina” de Darío donde, sorpresivamente, la magia ha sido suplantada por una cruda realidad. El recinto palaciego de Lago, “de medieval desgaste,” se puebla con “el chillido de los pequeños demonios infantiles” de princesas derrotadas, y en sus estanques hay “cuatro tristes y sucios patos encerrados,” (Lht, 14) pintando en términos generales la situación de encierro en la isla. El hablante, ante la certeza de un peligro inminente al acecho, y el ambiente decadente que lo rodea, presiente que la solución sería la partida.

Ante un posible y futuro desprendimiento físico de su tierra, ya en Lht Lago evidencia los sentimientos del exiliado perpetuo. En “Un hombre está partiendo” aparece la idea continua del viaje sin un punto definido de llegada: “un hombre siempre está partiendo, alejándose de la orilla/.../El y la orilla nunca se encuentran: un hombre que siempre parte/ y una orilla que al parecer se detiene cuando en realidad se aleja” (Lht, 70).

Los conceptos anteriores aparecen nuevamente en algunos de los poemas de Lra, específicamente en “Entre una realidad y la otra,” donde Lago se ubica en un tiempo y un espacio pendulares. Sin duda alguna, el poeta escribe este poema desde el exilio, al expresar: “Entre una realidad y la otra, la ausencia.” “/...entre una realidad y la otra/ siempre seremos la hormiga/ que hace de su vida un equilibrio/ y de una realidad, la otra." (Lra, 10). Es éste un poema trascendental, donde el hombre se divide entre el mundo de sus recuerdos, integración y caudal de vivencias, y la realidad presente. Oscila Lago aquí entre sus dos mundos posibles, el yo y la otredad, alcanzando en esta disyuntiva duales posibilidades ubicadoras del ser, tanto en el tiempo como en el espacio físico.

Para Lago, poeta del silencio, la contemplación y la memoria, sus libros son el tapiz donde se recrean los recuerdos y se “descargan” las experiencias. Por su aptitud contemplativa, capacidad de abstracción y tendencia a la auto-marginación, las escenas descritas en varios de sus poemas escritos en Cuba producen la impresión de haber sido añejadas en el tiempo. Debe destacarse cierto desarrollo entre los dos poemarios de Lago. El poeta evoluciona desde el despliegue del tapiz, con sus formas y dibujos, en Lht, hacia un acercamiento más analítico y filosófico de su experiencia personal en Lra, donde las vivencias del destierro y el desarraigo se presentan en un marco más abstracto y de connotaciones universales.

Pudiera afirmarse que los poemas de Lago en Lht y Lra, despliegan un compendio de situaciones y sentimientos enajenantes, tanto en su poesía del exilio interior, desde Cuba, como la del exterior, desde España, transmutándose los textos en galerías o escenarios donde se ordenan y exhiben cuadros lugareños, personajes e interacciones, en una aleación casi perfecta entre la Cuba del recuerdo y las experiencias del destierro. La creación poética en Lago es un proceso para representarse su mundo: el inmediato y el lejano, el asequible y el inasequible; para crear enlaces y atarse a la vida; para poder vivir y para ser.

Felipe Lázaro (Güines, 1948) sale para Puerto Rico de Cuba en plena adolescencia, en 1961. En 1967 se traslada a Madrid, donde ha vivido desde entonces. Cuenta con cuatro colecciones de poesía, todas publicadas en España: Despedida del asombro (1974), Las aguas (1979), Ditirambos amorosos (1991) y Los muertos están cada día más indóciles (1986 y 1987).[8]

La poesía de sus años juveniles se concentra en Da, cuando el poeta confronta, según sus propias palabras, “la realidad de abandonar la tierra amada en este doble destierro de una generación que está «dentro y fuera del juego a la vez».”(“Prólogo,”Da, s.n.) Lázaro considera que su generación es la del asombro, por haber vivido a muy temprana edad los años del terror batistiano, la esperanza y el desengaño revolucionarios, el camino al destierro y los avatares que esta nueva vida conlleva. De ahí que, alimentada con los ímpetus de la adolescencia y la primera juventud, en esta colección se junten temas tan variados como la solidaridad de “En crear se piensa”(Da, 13) y “Hermandad” Da, 11); y la admiración heroica en “Humboldt-7”(Da, 14), y “Manzana rebelde”(Da, 16), dedicado a José Antonio Echevarría; con la cuerda amorosa de “Cancioncilla de amor” (Da, 43), la erótica de “Cuarto trinchera”(Da, 55), y la máxima tensión del sincrético “Quiero”(Da, 59); hasta el dolor ante la muerte de“Ansío”(Da, 9) y “Flores fraternas”(Da, 83). Integran este libro poemas de variada longitud, en estilos desde el intimista al coloquial. Entre ellos destaca el brevísimo “Nostalgia:” “Tan fría es la ausencia / que el silencio / se hiela” (Da, 24), poema aforístico que ofrece una definición magistral de la añoranza con la fuerza indiscutible de cuatro palabras: ausencia, frío, silencio, hielo. Definición amplísima que abarca todos los niveles de significado, incluyendo las añoranzas posibles desde la amorosa y la filial hasta la del destierro; además de enfatizar la emoción que el sentimiento produce, sugiriendo, o implicando, que no hay palabras para expresarla, sólo el silencio helado.

Lázaro es el poeta andariego por excelencia. En su deambular por las calles, encuentra periódicos, o restos de papeles que le ayudarán a reconstruir su historia personal y aparentemente le darán calidad y constancia de vida. Pero, en estas andanzas, a veces nos deja la impresión de un divagar sin objetivo. “Transplantado” expone claramente la desubicación inevitable. Una falsa búsqueda de la verdad enterrada, inalcanzable, por su ruta desolada: “Vivir cotidianamente/ como agonizando/ mantenido por savia propia/ raspando paredes para encontrar verdades/ caminar sin leer las calles/ ni anuncios/ ni nombres de ciudades/ para hacerlo todo aún más ficticio/ así darnos cuenta de lo irreal-presente ..” (Da, 68).

“Despedida del asombro,” perteneciente a la colección del mismo título es, posiblemente, una de las composiciones poéticas mejor logradas de Lázaro. Este tour de force concreta, de manera dramática, el estado físico del poeta, las emociones y los sentimientos encontrados del desprendimiento, el viaje, y la llegada a la nueva tierra. Todo ello imbuido de recuerdos y nostalgia. El poema emana de tres focos, que se originan y establecen en cada una de sus tres estrofas con un adjetivo demostrativo: el yo poético, léase robot atónito; el estado físico y mental del hablante; y la travesía, el recorrido material y espiritual, realizado por el poeta desde el ayer, amado, familiar y conocido, hasta el ahora del presente. A partir de la primera línea en cada estrofa, las imágenes se abren como los pétalos de una flor. Veamos como muestra las dos primeras y fragmentos de la tercera:

“Este abismo de la extrañeza / el estar fuera / el brusco cambio / acostumbrarse a través del silencio / robot atónito de la nostalgia.

Esta llaga: ansiedad agrandada en el tiempo / como las nubes pasan aireando el recuerdo / las mismas manos de un ayer truncado / voz ronca de lamentar a gritos la huida /-despedida del asombro- / ese resurgir en los murmullos del agua / ser granito de arena en la inmensa playa / son las últimas olas llevándose la esperanza.

Estos ecos tropicales / en su selvática forma / repicando en el asfalto playense/ mientras contemplo / la inmensidad de distancia / lo que nos une y separa / este vaso de tinto mar…”

La primera estrofa representa la desubicación del hablante, el cual se autoidentifica con el símil, “robot atónito.” La segunda alude a su estado físico: por medio de la llaga, que metafóricamente representa la herida del desprendimiento, y que en lugar prominente encabeza la estrofa; por sus manos, truncadas de su ayer; y por su voz, ronca de gritos. Se refiere también a su estado anímico, de ansiedad agrandada y desesperanzadora, a la vez que establece puntos conectores con el recuerdo por medio de imágenes fluviales y marítimas. La tercera estrofa continúa y amplía este recuerdo, comenzado en la anterior, con la tenuidad del agua murmurante y la ternura del diminutivo “granito,” inaugurando un crescendo. Los “ecos tropicales" del inicio de la estrofa son un breve intermezzo, anunciador como repique de campana de un paisaje que va a continuar, en un agudo contraste entre el ayer y el hoy, y en un tono cada vez más ascendente, desde el selvático, hasta el chocante “asfalto playense.” También continuarán las imágenes acuáticas, comenzadas en la paz remansada del murmullo, arreciándose en estridencias tonales, embriagadoras y violentas, a partir de “este vaso de tinto mar.” El mar, contenido en un vaso es, paradójicamente, paréntesis, que une y separa la vida anterior de la presente, y sirve, además, de línea demarcatoria entre el espacio geográfico del ayer, y el hoy del destierro. Visiones caóticas “desperdicios de guerras / cuerpos mancillados,” pobladas de seres cavernarios y saturnianos “devorando a sus secuaces,” acompañan al hablante hasta el término de un viaje dantesco, el cual, con “las venas saltando como trampolín / por la sangre teñida de tierra / sin llevar pañuelo-manto, albergue,” es decir, herido y desprotegido, entra al agua universal, hasta llegar “caminando / rodando / a rastras / pero llegar…” (Da, 66).

Es evidente en “Despedida del asombro” que el exilio para Lázaro es un estado de foraneidad, un proceso agónico que comienza con una caída hacia el “abismo de la extrañeza.” El ser poético, desplazado de su medio innato, pasa del asombro de la partida, de la ruptura de la raíz, a su nueva condición de robot atónito. El término nostalgia, clave, abre un espacio por donde se filtran imágenes de la isla, percibidas a través de la distancia y el mar. Es preciso notar la corriente metamorfósica subyacente que aflora a dos niveles: el humano que, paradójicamente, es una deshumanización (el robot), y el segundo a nivel de naturaleza, consistente en mutaciones acuátiles. Los líquidos se transmutan en formas y calidades diversas, de lo simple local a la connotación universal. Arribando últimamente el poeta a la catarsis, esperando beber todo mar, hasta llegar a su meta definitiva.

La última colección de Lázaro, Lmi, gira alrededor de la muerte, tema trascendental en su poesía.[9] El libro le debe su título a un poema de Roque Dalton y abre con el epígrafe de Giorgio Bassani: “Los artistas son muertos que tratan de volver al mundo a través de la poesía”(Lmi, 11). Según Lázaro la muerte es una constante eterna, los muertos se perpetúan y trascienden en los poetas. En esta colección la voz poética, artista en desequilibrio, piruetea sobre la cuerda floja y, desde su posición precaria y riesgosa, posee la elegancia destructiva de un caballero, que ajusticia y sentencia a los demás en “The Young Gentleman”(Lmi, 21). Y también es la dama perfecta, diamante petrificado, iceberg humano que, dañinamente, acorrala, miente y salta las leyes, en “Sueños de Rábula” (Lmi, 15).

Lázaro se exterioriza, se convierte en “el otro,”y se observa en su “Epitafio para un aprendiz de poeta.” Hacia el futuro, no como esperanza de vida, sino como fin de ella, escribe Lázaro este poema, cuyas estrofas concluyentes, reminiscencias del pesimismo y el nihilismo de Schopenhauer, aparecen citadas al inicio de este artículo. La primera línea de esta composición, “Aquí yace el que nunca fue” (Lmi, 31), presenta la tumba del poeta muerto y es de una contundencia desvastadora. En imágenes que se deslíen paulatinamente, éste, sin huellas dactilares, con ojos que “ya eran unas lentillas desdibujadas,” se difumina en un afán de no ser nada, tal vez como resultado de lo infructuoso de su existencia. En oposición al concepto machadiano de que al andar se hace el camino de la vida, el hablante, cuyas “andariegas piernas jamás cruzaron un río,” va por calles que no le pertenecen. La voz poética, cada vez más difuminada, expresa el dolor de la tierra perdida en téminos como “extraño,” “lejanía,” y “ausencia.” Los sentimientos de enajenación del poeta, su estado físico, marchito y lacerado; y su imagen de incorporeidad fantasmal, se apoyan en antítesis canceladoras de lo positivo y terminan, como aldabonazo final, cerrando el poema con la absoluta negación existencial, al expresar: “Aquí nace el que en realidad jamás nació”(Lmi, 32).

Como conclusión, tanto Lago como Lázaro expresan problemáticas y vivencias comunes por medio de una poesía donde sistemáticamente aparecen recuerdos de infancia o juventud. En ocasiones, estas poesías aluden a la premura de un éxodo o travesía, a veces estrepitosa, hacia un lugar geográfico, hacia el interior del poeta, o hacia la nada. En la exploración y el proceso de ajuste a la nueva sociedad, la vida se percibe como un acto enajenante, solitario, y muchas veces doloroso; a partir de ahí se hace evidente la búsqueda de un nuevo espacio donde localizarse. Cuando falla el encuentro de un locus amenus, estos poetas se embarcan en la evasión nostálgica, creando mundos imaginarios, o reinventando la historia. Después de examinar los textos poéticos de Lago y Lázaro, se puede constatar cómo la diáspora se ha convertido en una forma de vida, nutrida constantemente por una doble realidad. La voz poética, indudablemente marginalizada, se enfrenta a un mundo ajeno, muchas veces incomprensible y extraño.

En términos generales, la poesía de estos dos autores cubano-españoles adquiere visos de viaje. Su mirada, inquisitiva y profunda, se vuelca hacia sus raíces. Y en cuadros donde se recrean el paisaje y la naturaleza cubanas y, para no olvidar, ejecutan, cada uno en su estilo, la sutil y exacta tarea de la enumeración, caótica unas veces, ordenada otras, y el despliegue de las imágenes. El poeta cubano-español bucea en su memoria o en las profundidades subjetivas de su yo; y la obra surge y se concreta en el texto en una acuciosa tarea contra el olvido, porque olvidar es dejar de ser.

Obras citadas:

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(Madrid; sept.-dic. 1989): 165-8.

de la Hoz, León. La poesía de las dos orillas. (1959-1993). Madrid: Prodhufi, 1994.

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24-7.

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Tabori, Paul. The Anatomy of Exile: A Semantic and Historical Study. London: Harrap,

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BIO-BIBLIOGRAFIA

Mirza L. González nació en Güines, La Habana, Cuba. Reside en Chicago desde 1962, donde continuó sus estudios y obtuvo una maestría (M.A.) de Loyola University, y un doctorado en Filosofía y Letras (Ph.D.) de Northwestern University en Evanston. Ha publicado numerosos artículos de crítica literaria y tres libros: La novela y el cuento psicológicos de Miguel de Carrión, (Miami: Ediciones Universal, 1979), la antología crítica Literatura revolucionaria hispanoamericana (Madrid: Betania, 1994) y una colección de cuentos, Astillas, fugas, eclipses (Madrid: Betania, 2000). Sus áreas de investigación más recientes son la poesía y el teatro cubano-americanos.Últimamente ha publicado artículos sobre el teatro cubano-americano y se dedica a revisar una segunda colección de cuentos para su publicación. Es Profesora Emérita de DePaul University en Chicago, institución en la que ocupó cargos administrativos y enseñó por muchos años.


[1] Deben mencionarse entre los esfuerzos ordenadores más completos en la poesía, la Bibliografía crítica de la poesía cubana de Matías Montes Huidobro y Yara González-Montes, de 1973; y los estudios críticos de Elías Miguel Muñoz, Desde esta orilla: poesía cubana del exilio, de 1988; y de Yara González-Montes, “Bosquejo de la poesía cubana en el exterior,” de 1990, pioneros en su género. También han contribuido a esta labor agrupadora, las antologías poéticas de Felipe Lázaro, entre otras.

[2] Las casas editoriales cubanas en España han proliferado. Entre las primeras en orden de aparición, con fecha de fundación y nombre de su director, se cuentan las siguientes: Playor (Principios del 70, Carlos Alberto Montaner), Pliegos (1982, César Leante), Betania (1987, Felipe Lázaro) y Verbum (1990, Pío Serrano). Información más amplia al respecto puede encontrarse en el artículo de Marta Fuentes. Es justo mencionar aquí al pionero de los editores cubanos en el exilio, Juan Manuel Salvat, fundador de Ediciones Universal en Miami en 1965, de larga trayectoria comercial.

[3]Los poetas cubanos que han residido, o residen aún, en España, incluidos en esas antologías son Gastón Baquero (1918-97), Rolando Campíns, León de la Hoz, José Kozer, David Lago, Alberto Lauro, Felipe Lázaro, José Mario, Lilliam Moro, Isel Rivero y Pío Serrano. El más reciente esfuerzo antológico de carácter inclusivo, La isla en su tinta, incluye, además de algunos de los anteriores, a María Elena Cruz-Varela, Ramón Fernández Larrea, Rolando Sánchez Mejías y Manuel Díaz Martínez. Otros poetas cubano-españoles destacados son: Benita Barroso, Roberto Cazorla, Paulina Fátima, Orlando Fondevila, Julio Fowler, Ana Margarita Meireles y Santiago Méndez Alpízar.

4Entre los poetas cubano-españoles deben destacarse José Mario, Isel Rivero y Lilliam Moro, conocidos integrantes de “El Puente.” Esta generación, agrupada alrededor de las Ediciones El Puente, es la primera que surge dentro de la revolución cubana, y también, desde la revolución, se rebela contra el autoritaritarismo cultural. Para más detalles, se recomienda consultar el informativo artículo de Mario, fundador y director de “El Puente,”que incluye una bibliografía muy útil.

[5]“Lobos,” el primer poemario de Lago, escrito en Cuba en 1975, ha sido publicado por la editorial artesanal Timbalito en Madrid, 2000. Referencias a Los hilos del tapiz y La Resaca del absurdo se harán, a partir de ahora, como Lht, y Lra.

[6] Los valiosos estudios sobre el exilio involuntario o exotérico, y el voluntario o esotérico, de Bettina

Knapp y María Inés Lagos-Pope confrontan esas situaciones y sus repercusiones. Knapp distingue entre:

“involuntary (one is banished or expelled from one’s native land by authoritative decree), or voluntary (one

escapes persecution, evades punishment or stressful circumstances, or carves out a new existence for

oneself). …(2)” Basándose en la psicología de Jung, Knapp asegura que dentro del tipo voluntario, existe

una sub-categoría, denominada exilio privado o esotérico, la cual define como una manera de vivir,

adoptada voluntariamente por el individuo sin necesidad de abandonar físicamente su país de origen, y

asociada usualmente con la creatividad artística y la vida religiosa y contemplativa. Lagos-Pope, asimismo,

destaca dos modalidades: la expatriación y el exilio interno, coincidente este último con el privado o

esotérico de Knapp. Robert Edwards, Paul Ilie y Paul Tabori han hecho también análisis interesantes en

este campo.

7 Comenta Alberto Lauro en su estudio, al respecto, “(que) hay un acercamiento reverente a lo cubano, tan cercano al elogio de los extraños pueblos de Eliseo Diego, con un sustrato onírico.” (99)

8 Referencias a Despedida del asombro, y Los muertos están cada día más indóciles se harán, a partir de ahora, con las siglas Da y Lmi respectivamente.

[9] Sobre este tema opina Rafael Bordao que, “Para Felipe Lázaro, la muerte no es un modo de concluir la vida, sino una forma sumamente per(s)picaz de enfrentarla”; añadiendo, “Los muertos que hostigan a Felipe no son otra cosa que la antigüedad…” (166); y “Uno de los muertos más rencorosos que asedian al poeta es la distancia, esa otredad que se contrae a la acción del recuerdo” (167).