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miércoles, 22 de junio de 2011

Yoani Sánchez y Silvio Rodríguez: dos fabuladores al unísono

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NO voy a rebajarme a opinar acerca de esta gente. NO vale la pena. NO se puede hablar de ellos ni analizarlos desde una posición inteligente y digna. El viejo fabulador al unísono con la nueva Esopo. Son, como canta la otra descarada milanesa, tomando versos de Martí: “de un mismo pájaro las dos alas”.

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Johanna en su “escuelita paga” (como se decía hasta principios de los 60) en un país donde se supone que no se permite la reunión de personas.

http://www.elmundo.es/america/2011/06/21/cuba/1308685645.html 

Banksy, Lenin on Rollerblades, 2003, spray paint stenciled on canvas

Banksy, Lenin on Rollerblades, 2003, spray paint stenciled on canvas

Silvio Rodríguez, al que hace miles de años miráramos como el Bob Dylan de nuestra generación, después de sus varias traiciones (al movimiento hippy cubano al principio de los 70, por ejemplo, en lo cual participó activamente desde “los órganos de puntería”), en una imagen en que ofrece una extraña simbiosis física con Raúl Castro.

http://www.elmundo.es/elmundo/2011/06/22/cultura/1308726168.html

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sábado, 10 de abril de 2010

LEYENDO EN WOOSTER (sábado 10 de abril de 2010)

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David Stoupakis - Balance

(David Stoupakis – Balance)

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Si pudiera mantener con respecto a Cuba la misma posición que sostengo ante la muerte, sería un hombre más feliz.  Sé que voy a morirme, al igual que todo el mundo, y nadie sabe si eso va a suceder en un segundo o durante un año de agonía, de modo que desde hace tiempo no me miro al espejo (y, como consecuencia, me afeito muy mal) ni vigilo si me aparece una manchita por aquí o una cosita por allá.  La muerte vendrá, y, como siempre, será bien y mal recibida.

Sí, hoy también leí El País en Wooster -–también lo hice ayer—pero obvié leerme toda la parafernalia sobre Cuba.  El romance epistolar entre Silvio Rodríguez y Carlos Alberto Montaner, esa patética lid entre sus correspondientes demagogias, ha dado por resultado un futuro o inminente macro-concierto de Silvio para la Oficina de Intereses de Estados Unidos.  Si quieren promoción (¡más todavía!) que se la paguen sus fans y tontos útiles en ambos casos.  Yo casi no tengo ni para comer, así que qué coño me voy a preocupar de los negocios de Silvio y de Montaner.  Y esto es todo lo más que voy a decir de ellos.

Para mí es mucho más importante el aniversario de la penosa pero inevitable separación de los Beatles hace 40 años.  En el principio no fue el verbo, sino los Beatles.  Por aquel entonces Carlos Victoria y yo sosteníamos verdaderas batallas frontales y personales porque yo prefería a los Beatles y él a los Rolling Stones.  Luego la rivalidad cambió y pasó quizás a Creedence Clearwater Revival contra no sé qué grupo, pero entre represiones, censuras y hostigamientos, al fin y al cabo vivíamos también.  Considerablemente parecidos a los progres que el tiempo ha colocado como enemigos nuestros.  ¡Qué triste!  La única y verdadera contradicción era que nuestras respectivas dictaduras, nuestros respectivos tiranos y sátrapas, se admiraban tanto entre sí que el presente y el pasado se fraguaba para un futuro imposible.

© 2010 David Lago González

jueves, 8 de abril de 2010

Me tomo la libertad...

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...de reproducir este post de Zoé Valdés y la carta que en su momento dirigió el Movimiento de la Nueva Trova, liderado por Silvio Rodríguez y Pablo Milanés como poder bicéfalo, porque, aunque nunca conocí a Mike Pourcell, creo que fue en la segunda carta que Carlos Victoria me escribió desde Tarará a Camagüey, en los primeros 60, donde me comentaba que “en la beca” había “un muchacho que tocaba muy bien la guitarra y con el que se ponía a cantar canciones de los Beatles”. Y me decía su nombre. Por alguna extraña razón, nunca se me olvidó, y estoy prácticamente seguro que al escribirlo lo hacía de la manera en que aquí lo nombro yo: Pourcell. No sé si él recordará a Carlos de esa etapa.

Los dos mejores exponentes de la llamada Nueva Trova Cubana en verdad no solían tolerar muy bien a quien apuntara representar un talento que pudiera irse por encima del de ellos. Razón por la que, independientemente de la natural, Noel Nicola y otros cantautores quedaron más bien en el intento de serlo, y muy a la sombra de los dos grandes.

Fue de todos conocidos el rechazo y la cerrada de filas que hicieron ante Amaury Pérez cuando éste despuntó como cantautor y también un poco en su pretensión de mega-estrella, dado el heritage que le venía por ambos padres. Para mí fue ya bastante sorprendente cuando a principios de su revival en España, fui a verle al Café Popul-Art, y sentado a la primera mesa al pie de la tarima desde donde cantaba, le oí deshacerse en elogios hacia Silvio y relatar anécdotas de confraternidad con lo que yo conocía de muy buena mano que había sucedido de forma contraria. Luego se ha visto que ha sobrepasado con creces la vileza de los dos puntales de la Nueva Trova que, ya desde hace algún tiempo, esbozan signos de reciclaje.

Evidente y burdo una vez más. Pero estoy seguro de que si se presentan como “alternativa”, o “voces alternativas”, muchos de los que ahora les insultan merecidamente, se tragarán sus palabras y los acogerán en su seno.

De pena.

© 2010 David Lago González

 

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Una Carta del Movimiento de la Nueva Trova a Mike Porcel. Para no olvidar.

ABRIL 8, 2010

etiquetas: Castrismo, Cuba, Mike Porcel, Movimiento de la Nueva Trova, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Zoé Valdés

por Zoé Valdés

 

Mi querido Mike Porcel me envía esta carta, acompañada de esta reflexión (fragmento para entender el contexto), y me autoriza a publicarla:

 

“Hola, Zoe querida, ¿cómo estás?

… ¿Crees que esos desalmados sean capaces de inmolarse y hundirse con la Isla? ¿O más bien le prenderían fuego al polvorín mientras escapan como puedan?


Te mando attached esta carta que ayer presenté por primera vez en público en el programa de Oscar Haza. Hasta hoy no la había mostrado nunca. Fue deslizada por debajo de la puerta durante la semana que duraron los mítines de repudio del tristemente célebre  Movimiento de la Nueva Trova liderado por Silvio y Pablo (entre otros) a la casa de mis padres. Lo irónico -como decía ayer  en el programa- es que yo no estaba allí. O sea, que mis padres y mis hermanos fueron los que recibieron ese regalo .Como podrás leer la carta no tiene desperdicio, mucho más leída  años después y a la luz de los nuevos acontecimientos de repudio a las Damas de Blanco(lo mismo que en el 80) y las supuestas declaraciones tibias y  tardías, a mi juicio, de Silvio Rodríguez y también de Pablo Milanés.Es la típica carta fascista donde ellos se toman  el derecho  de hablar por “el pueblo”. Al final hay un párrafo muy interesante que dice: “Vete (no me dejaron salir sin embargo hasta 9 años después cuando la Comisión de Derechos Humanos de la ONU fue a Cuba en 1988 y abogó por mi caso),  pero nuestro odio te perseguirá por donde quiera que vayas”….

Muchos cariños.
Mike.”

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“Del Movimiento de la Nueva Trova de la Provincia Ciudad de la Habana al ex – compañero Mike Porcel.

Hace muchos años el joven José Martí, a quien la hombría se le desbordaba en su amor por su Patria y sus hermanos, escribía a un ex – condiscípulo suyo:

“Has soñado alguna vez con la gloria de los apostatas?

¿sabes como se castigaba en la antigüedad la apostasía?”

…y después de un juicio militar iba a pagar con su sangre y su sudor, con sus anos de juventud quemados entre las piedras de una cantera, la valentía de haber escrito una denuncia contra un traidor.

Nunca esperamos los Miembros del MNT, que aquellas palabras escritas por nuestro Apóstol iban a ser aplicadas a uno que consideramos una vez un compañero.

Se enciende la sangre al recordar las horas de canción y esperanza compartidas y ahora pisoteadas por ti.

Nos crece el furor al recordar cuanta miseria pudiste haber seguido combatiendo; cuanto horror pudiste haber seguido denunciando; cuanta verdad perdiste’ cuanto vuelo has matado; a cuantos asesinos de pueblos has vinculado tu destino; a cuanto luto de madre vas a ayudar con tu traición; a cuanta mentira te has sumado.

¿Con que palabras vas ahora a poder cantar? porque tu lenguaje, el que te hizo ser querido por nuestro pueblo, le pertenece al pueblo y no a ti.  ¿Que cantos van a ser de ahora y en lo  adelante los tuyos, que no sean los cantos de la nada, los cantos de la mentira?

Tu mismo viste como aquellos hacia quienes corriste a unir tu destino sometían a la mas horrenda pobreza al pueblo de Etiopia; tu te horrorizaste con la imagen de la miseria humana forjada por el imperialismo y sus agentes y ahora te conviertes en un sirviente más de los ensangrentados, en un criado de la ignominia, en un agente de la furia y la maldad burguesas.

No se trata de volverle la espalda a un pedazo de tierra, a un conjunto de calles y gentes; se trata más bien, de huir cobardemente de la verdad, de escapar de todo lo que riega luz, de renunciar a llevar la estrella sobre la frente y volver a ser el buey, la bestia, la negación de lo humano, la imagen vituperable de todo lo que los hombres han soñado con no ser nunca.

La traición a la Patria es la negación de la fuerza que permite a los hombres calificarse como tales; es la renuncia al amor por el trabajo, por la humanidad, porque traicionar a un grupo de hombres es traicionar a todos los hombres, porque abjurar de los principios es perder el vínculo con la vida.

Tu traición no es solamente la hecha a los compañeros, a los amigos, ni siquiera a tu familia. Es la traición a ti mismo,  a menos que todo lo que hasta ahora has hecho, lo que hayas creado y edificado no haya sido mas que una sarta de hipocresías y mentiras.

Vete y piensa que a donde quiera que vayas te seguirá nuestro odio y la lastima con que hemos observado la gradual degradación de un hombre.

El pueblo de Cuba y el Movimiento de la Nueva Trova

Ciudad de la Habana

21 de Mayo de 1980

“AÑO DEL CONGRESO DEL PARTIDO”

martes, 6 de abril de 2010

ROLANDO MORELLI - Los cambios que quisiera Silvio, la credulidad y el latiguillo de “Granma”

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Advertising poster for Zan Zig the magician performing with rabbit and roses, Strobridge Lithograph Company, Cincinnati & New York, 1899

(Advertising poster for Zan Zig the magician performing with rabbit and roses,

Strobridge Lithograph Company, Cincinnati & New York, 1899)

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Los cambios que quisiera Silvio, la credulidad de Vicent y el latiguillo de «Granma»

Rolando Morelli, Ph. D.

FILADELFIA, Pensilvania, abril, www.cubanet.org

 

Gracias, sin dudas, a la conocida biografía novelada de Stefan Sweig destaca el personaje de Fouché como arquetipo moderno del individuo que transita fluidamente de un régimen revolucionario a otro y de éste a su contrario sin aparente esfuerzo, merced a su habilidad histriónica, a un don sui géneris con las palabras que se empeñan y con las que se callan, y no menos a su absoluta falta de escrúpulos.

Lo que representa para la modernidad el tipo de Fouché podría ser encarnado contemporáneamente por otros tantos mequetrefes, bien que desposeídos de su fibra e innegable talento de aventurero, entre los que la abultada figura de Silvio Rodríguez ocuparía un lugar particular en el contexto cubano. A éste le tocó nacer, crecer, llegar a la madurez —es un decir, se entiende— y sobrepasarla al fin, en medio de lo que a falta de concepto más preciso se ha llamado la Revolución Cubana, es decir, el período de cincuenta y un años que ya dura la tiranía de los oligarcas Castro.

Con su vocecita aflautada y algún talento para la composición S. R. se encontró prontamente con los primeros tropiezos en la que había de ser su carrera artística, y a diferencia de quienes nunca consiguieron alzarse airosamente del primer tropezón gratuito, al margen del talento que poseyeran, Silvio se las ingenió para convencer a tirios y a troyanos no ya de su competencia —eso vendría después sobre el camino— sino de su utilidad y buena disposición. Para unos, contaba con el breve antecedente de haber sido “medio hippy” o “jiposo”, cosa improbable cuando se consideran a fondo los hechos, y para otros se mostraba dispuesto a renunciar a aquellas tendencias de tipo medio descarriado para sumarse al carro de la Revolución en marcha.

Por años creímos muchos, y otros siguen creyéndolo a pie juntillas, que su canción “Ojalá” era una especie de maldición o apóstrofo contra Fidel Castro y su “viejo gobierno de difuntos y flores”, que entonces ni siquiera estaba compuesto de tan calamitoso coro de ancianos como han llegado a ser a día de hoy. Amigos mejor informados nos dan cuenta, sin embargo, de que nada tuvo que ver el texto de  esta canción con las expectativas de quienes éramos por entonces los seguidores naturales del trovador, lo que además convierte la letra de la misma de transparente en enrevesada y sobre todo fraudulenta. ¿Pues de qué nos habla esta canción a fin de cuentas? ¿A quién apostrofa? ¿Merece una simple mortal, o un fracaso amoroso de cualquier índole poco menos que un Apocalipsis o Armagedón?  No que tampoco importe mucho a estas alturas enterarse. Como tantas otras de las suyas, donde parece decir digo, dice Diego, y tan frescos. ¡Qué cada cual se corte el traje como mejor le acomode! En algunas, a medida que se acerca al instante de la epifanía revolucionaria, (lo que de inmediato le redunda en pingües ganancias a todo nivel, no descartado el económico) se transparenta más la monserga de unas letras que pasan por ser poesía, en el mejor o peor estilo benedettiano.

Habiendo así dejado de ser enseguida un blasfemo de mentiritas fue de inmediato acogido a sagrado en el seno de esa matrona severa que proclamaba ser la Revolución, y hecho objeto de homenajes que recibió a diestro y a siniestro, sobre todo a siniestro, de las autoridades del régimen. Fidel y Raúl Castro en persona lo condecoraron con los más altos honores que puede infligir en sus lacayos un régimen abyecto. Bien pues, que ahora Granma, el más oficial de los periodiquitos oficiales del régimen de La Habana a nombre de los mismos que antes le exaltaron le fustigue con una caricatura hipócrita, pero a fin de cuentas apropiada a la medida del sujeto, en la que se le echa en cara el aburguesamiento progresivo mientras cantaba presumiblemente a “los pobres de la tierra”, frase expropiada a Martí por los libelistas.

Mientras Rodríguez cantó tal y como le exigían que fuera el verso y el reverso, a nadie pudo molestar que el cantautor oficial por antonomasia acumulara mucho dinero y prebendas de toda índole. Si ahora Granma viene a reprobárselo, en público y con caricatura, será para llamarle a capítulo. No sería de asombrar, por otra parte, que las fuerzas más oscuras del régimen, adelantándose a lo que es inevitable, intenten pasar gato por liebre una vez más, creando una quinta (o sexta o décimo-séptima) columna encabezada nada menos que por Silvio y hasta por el propio reportero de El País en Cuba, Mauricio Vicent: una disidencia de dedo, al modo socialista, que les arrebate el protagonismo a los verdaderos disidentes y además siente cátedra entre el socialismo bien pensante de todas partes, aunque no entiendan por derecho las letras de Silvio.

Todo este desatino y furor de Granma contra Rodríguez se origina a partir de las declaraciones que hiciera el propio interesado con motivo de la salida en España de su disco más reciente, y coincide —¡cuántas coincidencias!— con otras del no menos oficialista Pablito Milanés pocos días atrás mientras se encontraba fuera de Cuba. Esta vez, la plataforma reformista de Silvio no corresponde al conservador ABC, sino a otro medio español: El País, voz diz que de cierta social-democracia interpretada por el grupo Polanco y otros afines.

¿Y qué nos viene a decir Silvio Rodríguez a fin de cuentas, a estas alturas del viaje?  Como si poseyera en común con el otro de la estrofa, Milanés, un mismo libreto, pide cambios dentro del sistema. Granma sabe, como también lo saben los cantautores oficiales, y lo sabe Vicent el corresponsal de El País, que liquidado el sistema comunista cubano se les acabará la mamadera que los mantiene rozagantes. ¿Qué periodismo de verdadera consecuencia le será encargado al corresponsal del diario madrileño? ¿Quién apadrinará la maquinaria propagandística que hizo y mantiene en cartel el nombre de Silvio Rodríguez? Estos niños bien de la cultura izquierdosa internacional ¿a quién irán entonces a escribirle o a cantarle? Y cuando se desgañite el grito poderoso de un pueblo humillado y masacrado a lo largo y ancho de más de medio siglo de opresión e ignominia, ¿quién podrá todavía dar crédito a las denuncias y panfletos de Silvio, Pablito y cualquier otro, privilegiados del sistema que los cubanos se habrán sacado de encima? ¿Podrá entonces decir Vicent que no sabía, o que no se le permitía hablar de lo que no ignoraba?

Es ya muy tarde, sin dudas, para conformarse con que se suprima la “r” de revolución según nos viene a decir ahora Silvio, a fin de que se produzca una evolución natural. Eso, está de más decirlo, es el punto de partida inevitable de cualquier transformación. La “r” de la palabra, como el concepto mismo de “revolución” hace ya mucho que fueron superados cuando se traicionó su propósito inicial, que había de devolvernos la democracia y de traer al país verdadera honestidad administrativa y acabó desembocando en una tiranía sangrienta y longeva como pocas.

"El país pide a gritos una revisión de montones de cosas y conceptos", nos asegura ahora Rodríguez, haciendo alarde de su acostumbrada ponderación en cosas de este orden. No, señor cantautor, el país ni siquiera está en condiciones de pedir nada. Apenas unos pocos se enfrentan aún a la represión oficial y están dispuestos a pagar con sus vidas por conquistar un milímetro de dignidad. Cada día, de manera individual, inconsciente incluso, los habitantes de esa nación llamada Cuba son más pobres, se abisman un poco más en la desesperanza, la indefensión, la mentira oficializada como política de estado, y se depaupera hasta la transparencia el tejido social que aún da cierta coherencia de tal al país.

Hace ya mucho que ha pasado el momento de “revisar” montones de cosas y de conceptos. El momento actual es de cambio, un cambio urgente; de volver a reinventarnos porque hemos dejado de ser. No se trata de “reinventar la revolución” una vez más, señor cantante, como usted dice y escribe el corresponsal. (Vicent escribe “revolución” con letra inicial minúscula, a nosotros nos obligaron a escribirla siempre con mayúscula, como correspondería a la revolución antonomástica, lo mismo que el socialismo de marras. ¿Se trata de uno más de los deslices a que nos tiene acostumbrado el corresponsal habanero de El País?) Según su juicio, Rodríguez “fue bastante claro” en todas sus declaraciones. Ante un auditorio compuesto naturalmente de seguidores del cantante que abarrotaban la sala de Casa de América en Madrid, donde el encuentro y la presentación de su más reciente disco tuvo lugar, hubo espacio hasta para el optimismo y la evocación de Dios por parte de Silvio: “Aseguró” —nos dice Vicent— “que en conversaciones privadas -se supone que con gente de nivel o bien informada- había escuchado ‘extraoficialmente’ que ‘esas cosas se están revisando”. ‘Dios quiera que así sea’, [concluyó Rodríguez, según Vicent] ante una sala abarrotada, (…) que irrumpió en aplausos”. La “revisión” anunciada por Silvio de “esas cosas” que extraoficialmente atribuye a un ente abstracto, el mismo al que con un poco de sentido común habría que responsabilizar por el desastre nacional, incluido el empecinamiento en creerse infalible y exento de fiscalización, queda así supeditado a los manes del clan revolucionario sin más, y el público de sus seguidores aplaude. ¿Por qué aplauden?

Sin dudas les sigue entusiasmando el optimismo que comunican tales palabras, o el que es posible extraer de ellas. No importa cuántas veces hayan sido pronunciadas palabras parecidas en circunstancias determinadas. ¿No ha sido capaz acaso la Revolución de superar siempre todas las predicciones y vaticinios desfavorables?
Entre tanto Silvio como Vicent e innumerables otros remontan las aguas sin alejarse demasiado de la orilla. En esa equidistancia tan sutil entre el contubernio y la protestada honestidad artística radica, después de todo, la ciencia de su éxito. En un contexto de opera bufa, con escenarios convencionales y recursos trucados, estos vienen a ser los tataranietos de Fouché, herederos de una tradición revolucionaria muchas veces traicionada y superada como su Dios manda. (¡Aplausos a siniestra!).

Rolando D. H. Morelli, Ph. D.
Escritor, académico e intelectual cubano, reside en Philadelphia. Es también co-fundador de las Ediciones La gota de agua.

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Este texto fue editado inicialmente por Cubanet y enviado por el autor para su re-edición en este blog.

domingo, 28 de marzo de 2010

El último bastión del último bastión

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SilvioDiasRetro

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Té de Ceilán

(Melodías para una escalada)

(Homenaje a Silvio Rodríguez)

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La voz se imposta fácilmente.

Todo estriba en actuar con frialdad, derribar estoico al adversario,

como un magistrado inglés que bebe impasible su té de Ceilán

y dicta una sentencia de muerte.

El adversario es también fácil de encontrar.

Un río por cruzar, una piedra inoportuna,

un sobre lacrado, un hombre,

una taza de auténtica porcelana china,

una nación, un amor imposible, un anhelo no realizado.

Todo por permanecer.

Tal vez por venganza algún acto, alguna canción improvisada.

Pero no siempre. La voz se imposta para vivir,

para soñar, para sentir, para creer

que en cierta forma has cruzado un río,

has apartado la piedra inoportuna,

has rasgado un sobre,

has matado un hombre,

has visto con placer que la vieja porcelana china

se ha convertido en polvo al tirar la taza contra el suelo,

has conquistado una nación,

has amado a “una mujer clara” que te “ama sin pedir nada”,

y por fin has realizado el viejo anhelo que durante tanto tiempo

había estado enturbiando el té desde el fondo de la taza.

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(Camagüey, Cuba. 1975)

© 1975 David Lago González

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Es un viejo poema escrito hace 25 años, dedicado a Silvio Rodríguez. Lo de “homenaje” está usado en el sentido inverso de la palabra, que era cómo se utilizaba en Cuba por aquellos tiempos.

Yo no fui amigo de Silvio Rodríguez, pero sí otras relaciones de amistad muy fuertes y muy sólidas, y salvadas a lo largo del tiempo inmenso que ya se nos ha echado encima, han hecho que de alguna manera estuviera en contacto o al tanto del personaje desde antes que lo fuera. Desde que hacía el servicio militar, vivía en la calle Zanja con sus padres y su hermana, desde que él y su musa visitaran la casa de Teté Vergara con asiduidad, desde antes de que adivinara de que aquel “gobierno de difuntos y flores” (y que es un tema absolutamente personal y no político) iba a estar presente en él durante toda su vida. Cuando fue a aparecer en televisión por primera vez, pasó un telegrama avisando del día y los detalles. Empezamos a verlo en mi casa, en el una vez flamante televisor de 24” que ya por entonces daba sus últimos coletazos, y tuvimos que salir corriendo mi amiga y yo para mal verlo en el televisor de su casa, en una imagen que se iba y venía entre eso que llaman “llovizna” y que más bien era un aguacero. Cantó “Quédate” (mediocre canción) y “En mi calle” (preciosa melodía que ha ido ganando calidad y perfección con las sucesivas versiones). E., que, por lo general irradiaba siempre un brillo especial, lucía mucho más durante aquel atardecer. Creo que al final brincábamos, nos abrazábamos. Por fidelidad a la amistad, no me voy a referir a otros muchos incidentes de la relación entre ambos.

Para una generación que era eminentemente musical (al contrario de la beat generation, que fue absolutamente literaria), para nosotros Silvio era el que había logrado musicalizar nuestro momento, el único que cantaba. Los demás venían a ser pura comparsa. En cierta manera venía a ser nuestro Bob Dylan. Se considera que Robert Zimmerman traicionó a sus seguidores folkies al pasarse al rock durante el concierto de Newport en 1965. La primera traición de Silvio Rodríguez fue cuando se internó por el nada aceptable camino del compromiso político con una Revolución con la que nunca jamás, ni remotamente, nos sentimos identificados, y que representaba todo lo contrario a lo que la progresía mundial suponía, martirizándonos y condenándonos por las mismas razones, incluso nimiedades, que hacía con nuestros contemporáneos cualquier otro poder. Pasó de ser el esquema potencial de una canción protesta a ser un fabricante de loas y adulaciones ridículas y desgraciadamente no obviables. El cantador oficial, el juglar del Reino.

Luego (o después) vino la obra de Nikitín, “El Cuadrilátero”, presentada en Camagüey por el Grupo de Teatro de Camagüey, a la que él pondría música y canciones (de ahí su canción “Viaje a Camagüey”), y que Natividad González Freyre (sí, esa pobre señora que desde hace años padece alzheimer en Madrid y que en sus últimos tiempos en La Habana estuvo asediada y bajo actos de repudio) se encargó de destruir por completo —de hecho, fue la única obra de teatro de Nikitín que lograra montarse— y de paso acabar con todo el grupo de teatro, que tuvo que desperdigarse hacia Santiago de Cuba y hacia la actuación radiofónica. Coincidimos con él, Nikitín y yo, en Santiago de Cuba en el Primer Festival de la Canción Protesta (esto requiere un post aparte que ya escribiré). Y entre medias, la segunda traición de Silvio Rodríguez, y de la que pocos saben, fue representar el papel de flautista de Hammelin para atraer a los hippies para el internamiento voluntario en un campo de caña disfrazado de experimento de integración y convergencia entre esa juventud descarriada, extravagante y extranjerizante y la otra juventud que oficialmente aparentaba convertirse en imagen del Che Guevara. Carlos Victoria devino en líder indiscutible de esta experiencia. Silvio, que se introdujo entre medias, estuvo presente en todas las conversaciones, pero nunca llegó a Verdún, nombre del campamento de lo que se dio en llamar “La Brigada Perderemos”, que hoy todavía sigue siendo un tema tabú en Cuba e, incluso, no dudo en pensar de que haya existido un pacto de silencio entre Carlos Victoria y Abel Prieto para no tratar el tema, pues ése fue uno de los puntos de desavenencia entre Carlos y yo.

Aquel “castigo” por el que se le envió a faenar (o a animar las tropas) en un barco de pesca en aguas de Canarias y que dio por fruto la canción “Playa Girón”, nombre del barco, según rumores populares de la época,  se debió a  que la mejor marihuana de toda La Habana se fumaba en casa de Silvio; incluso el primer trip lisérgico de Carlos Victoria lo cogió en su casa, y luego iba viendo elefantes azules en “la guagua” que nos devolvía a la beca.

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Hoy los diarios hablaban de él. Siguiendo el reciclaje de Pablo Milanés, “reclama cambios en Cuba”. “En su nuevo disco pide superar <la erre de revolución>”, subtítulo del titular enviado por Mauricio Vicent desde La Habana (elpais.com).

A pesar de todo lo dicho anteriormente, yo respetaba a Silvio. Todo el mundo puede escoger su camino, y si él escogió el del diablo durante tantos y tantos años me parece respetable, aunque no lo comparta. Lo que sí merece todo el desprecio del mundo es que, a estas alturas, comience —como la mayor parte de artistas e intelectuales oficiales de la UNEAC o de la organización estatal a la que pertenezcan— su proceso de reciclaje.

Todo lo que falta es que venga a amenizar las noches en el Café Libertad. Precisamente. Ojalá, por lo menos, que se quede sin voz.

© 2010 David Lago González