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domingo, 8 de mayo de 2011

Disculpas

DOMINGO 8 047.

 

Agustina.

Ahora estaba sentado en un banco de piedra de una linda plaza del Madrid de los Austrias, y al otro lado de la plaza, con su fuente borboteante en medio y sus árboles plagados de un verde intenso, había un pequeño grupo de jóvenes y no tan jóvenes detritus sociales que continuaban la juerga de anoche bebiendo latas grandes de cerveza y calimocho en botellas plásticas de Coca Cola de 2 litros. Cantaban y gritaban, sin duda se sentían en su ebriedad felices. Ese grupillo es el extremo último de lo que se conoce como “botellón”, ya en el umbral del alcoholismo, si no de lleno metido en todo ese diabólico caserón.

A pesar de su felicidad, o de su alegría, daban una fea imagen. Una imagen de la que cualquier madre se sentiría dolida, horrorizada, avergonzada, si uno de esos inconscientes muchachos fuera hijo suyo.

Recuerdo que todos nosotros hicimos lo mismo cuando teníamos veinte y algo. Algunos lo prolongaron un poco más, con consecuencias funestas.

Por entonces corríamos un doble –o triple, o cuádruple— peligro: en la salud y lo social, y en lo político. En aquel lugar donde nacimos tú y yo todas las cosas se convirtieron en pecado político. ¿Te acuerdas? Esto nunca lo supiste, pero una noche bebíamos sentados en las gradas abandonadas del antiguo Club Social Atlético, por allá por San Zenón; estábamos los “sí, pero con cuidado”, Nikitín, Carlos Victoria, creo que Carlos Alonso, Víctor, Enrique, Elio, no se quién más; posiblemente Manuel Molina también. Moneábamos, simplemente. Ya sabes lo que era Nikitín en aquellos tiempos. Y de pronto,

--All of a sudden (my heart sings)--,

se encienden no sé cuántos reflectores de esos de los stadiums, dirigidos hacia nosotros, y de todas partes empiezan a salir hombres armados con pistolas y metralletas, insultándonos y preguntándonos qué hacíamos allí. Por supuesto, ellos sabían perfectamente que lo único que hacíamos era reír hasta desternillarnos de las monerías nikitianas, pues sabrá Dios desde cuándo estaban acechando y escuchando en la oscuridad. Pero nos dieron un susto de muerte.

Y tuvimos suerte. Aparte de la muerte contraída y heredada de por vida, siempre fue increíble la suerte que tuvimos. Pues a aquellas gradas llegamos después de haber descubierto que la piscina del club deportivo permanecía llena por las noches, y todo el mundo se lanzaba en cueros al agua. ¿Te imaginas lo que nos habría pasado? Otra “fiesta del perchero” para la primera plana del Adelante.

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PABLO SERRANO 001 002

Hoy es el Día de la Madre, sobre todo para América, tanto norte como sur. Tú y yo, y los de alrededor, después del primer año en Madrid, comenzamos a celebrarlo el primer domingo de mayo, como es costumbre en España. Pero, ahora que tengo más o menos los años que tú podías tener entonces cuando aquellas borracheras nuestras, comprendo perfectamente lo que tanto tú como mi padre deberíais haber sufrido pensando en la imagen que podríamos estar dando por las calles y vericuetos de tan señorial ciudad.

Disculpas tardías, ya sé, pero acéptalas de todo corazón, por favor.

Tu hijo,

Davi

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© 2011 David Lago González

lunes, 2 de mayo de 2011

Los altos de La Maravilla

(EDFICIO HABITADO CON VEGETACION NATURAL)

(Habana, 25 abril 2011)

 

Justo en esos balcones donde florece la piña (la piña de mierda del deterioro y –oh, sí, cómo no: la belleza de la decadencia) era donde vivían Aurora, la madre de Enrique Bedoya Sánchez, y él mismo, en los tiempos en que estaban amigados entre sí.  Creo que es uno de los deshechos más fotografiados de La Habana, pero ahí sigue La Maravilla con sus fantasmas.  Hasta he visto crecer en la distancia esos árboles... ¡Increíble!  ¡Que tristeza!

Recuerdo que la primera vez que Enrique me llevó a conocer a su madre (con la cual hice una muy bonita amistad), al empezar a subir la escalera, me restregó por la cara: “Esta es una casa del siglo XVII. Debes cuidar los escalones…”

Allí se parapetó cuando El Mariel, a la espera de que le avisaran.  Nuestro amigo Janusz le llevaba comida.  Y desde allí, acompañado por éste, partió hacia La Ventura.

A los dos años se suicidaría, arrojándose a toda velocidad en un coche prestado, por el puente de una expressway en Miami.

El mejor cuento de Carlos Victoria (“Halloween”) está dedicado y basado en él.

© 2011 David Lago González

--o--

(AÑADIDO – UPDATE)  (Mensaje de respuesta a uno mío por parte de la persona que tomó la foto en Las Islas Desafortunadas)

“¡Ay Dios mío! ¡Qué cosa más grande!

Que dentro de toda esa destrucción me venga a llamar la atención precisamente ese edificio.

Ya te contaré.

La Habana vieja y Centro Habana, así como gran parte del Vedado, ya se perdieron, es como si hubiese estado bajo un bombardeo por mucho tiempo. El agua albañal, ahora mismo sin lluvias, el agua apestosa y negra sale de las cloacas, sale a borbotones por todas partes, ya podrás imaginarte la peste. Son imágenes tan fuertes que todavía estoy en "shock".

No, a Camagüey no fui, era caro el único transporte seguro: unos ómnibus chinos que se pagan en divisas y ruedan por toda la isla, y además cuando fui al Rincón de San Lázaro atravesamos dos o tres pueblos pequeños y ahí sí se cayó el tabaco. No vi tanta pobreza y deterioro en mi vida.  Además todo el que viene del interior de la Isla dice lo mismo.

Te veo pronto.”

domingo, 1 de mayo de 2011

Abaddón el Exterminador reposa en El Túnel, sobre Héroes y Tumbas

Ernesto_Sabato por Daniel Mordzinski

Ernesto Sábato por Daniel Mordzinski

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Descanse usted en paz

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Ernesto Sabato_segunda_esposa, Elvira Rodriguez Fraga, cafe Old Navy, Paris 1991

Ernesto Sábato y su segunda esposa Elvira Rodríguez Fraga, en el café Old Navy, París 1991 (© Daniel Mordzinski)

miércoles, 20 de abril de 2011

HOMENAJE A ALEJANDRA PIZARNIK

HOMENAJE A

ALEJANDRA PIZARNIK

A 75 AÑOS DE SU NACIMIENTO

Alejandra signature

Palacio de Cañete

C/ Mayor, 69

Madrid

todas las actividades con entrada libre y gratuita

Alejandra Pizarnik, 1965, copia de época. Archivo Centro de Arte Moderno

Alejandra Pizarnik, 1965, copia de época. Archivo Centro de Arte Moderno

El próximo 29 de abril Alejandra Pizarnik cumpliría 75 años, por este motivo, y por primera vez en España, el Centro de Arte Moderno y la Casa Sefarad Israel han organizado este homenaje, que consiste en una serie de actividades alrededor de la vida y la obra de la poeta argentina.

Cronograma

26 de abril 19.30 h: Inauguración de la exposición foto-biblio-hemerográfica, patrocinada por Casa Sefarad y comisariada por Raúl Manrique Girón (Centro de Arte Moderno) y que permanecerá en el Palacio de Cañete durante aproximadamente dos meses. Fotografías, manuscritos, cartas, dibujos, primeras ediciones de libros y revistas, y una galería de fotografías de autores coetáneos, conforman una magnífica composición de la figura de Alejandra Pizarnik. Además de Raúl Manrique Girón y de Diego de Ojeda intervendrá Claudio Pérez Míguez (Director de Del Centro Editores). El acto contará con la intervención  del guitarrista Adam Levin.

Reunión familiar, Alejandra Pizarnik, es la primera de la izquierda, Elías Pizarnik y Rosa Pizarnik,

Reunión familiar, Alejandra Pizarnik, es la primera de la izquierda, Elías Pizarnik y Rosa Pizarnik,

los dos sentados de la derecha, el resto parientes y amigos, ca. 1950,

copia de época. Archivo Centro de Arte Moderno

27 de abril 19.30 h: La Noche de los Libros. En coincidencia con esta brillante iniciativa de la Comunidad de Madrid, la sede de Casa Sefarad acogerá un doble homenaje a Alejandra Pizarnik. En primer lugar Sandra Buenaventura -Université de Paris Sorbonne (Paris IV)- disertará acerca de la figura de Alejandra Pizarnik en una conferencia titulada “Alejandra Pizarnik: Diarios como novela”. Posteriormente Esther Bendahan y Claudio Pérez Míguez presentarán la obra Dos poemas iniciales”-cuyos 100 exclusivos ejemplares han sido producidos por Del Centro Editores-  y que incluye sendos facsímiles de los mecanoscritos originales de los poemas “Humo” y “Reminiscencia” y dos dibujos de la autora.

Portada del libro - Alejandra Pizarnik dos poemas iniciales,

Portada del libro: Alejandra Pizarnik dos poemas iniciales,

Del Centro Editores.

28 de abril 19.30 h: Diálogo entre Ana Becciú y Raúl Manrique Girón. La escritora y traductora argentina compartió horas de amistad y de literatura con Alejandra Pizarnik, durante esta sesión explicará algunos aspectos esenciales de su vida y su obra. Como colofón del Ciclo, se llevará a cabo una lectura de poemas de Alejandra Pizarnik a cargo de diferentes poetas.

Tapa de La tierra más ajena, primer libro de la autora y único en el que aparece firmado

Tapa de La tierra más ajena, primer libro de la autora y único en el que aparece firmado

como Flora Alejandra Pizarnik, edición de Botella al Mar ,

editorial dirigida por Arturo Cuadrado y Luis Seoane,

tapa y retrato de la autora por Luis Seoane, Buenos Aires, 1955.

Alejandra Pizarnik  nació en Buenos Aires en 1936, fue la hija de Elías Pizarnik y de Rejzla (Rosa) Bromiker, ambos inmigrantes judíos rusos, los que podrán verse en una de las fotografías del álbum familiar que serán exhibidas. Creció en un barrio de Avellaneda, un suburbio de Buenos Aires, en un ambiente de familias obreras. En 1954, tras el bachillerato, ingresó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Permaneció como estudiante de la Facultad hasta 1957, tomando cursos de literatura, periodismo y filosofía, pero no acabó sus estudios. Paralelamente tomó clases de pintura con Juan Batlle Planas.

Lectora profunda de muchos y grandes autores durante su corta vida, intentó ahondar en los temas de sus lecturas y aprender de lo que otros habían escrito, en una búsqueda constante de alcanzar la perfección en el manejo del idioma en sus textos. Así se motivó tempranamente por la literatura y por el inconsciente, lo que a su vez hizo que se interesara por el psicoanálisis.

Luego de estar ingresada en el hospital psiquiátrico Pirovano, de Buenos Aires, por un cuadro depresivo, se suicidó a los 36 años de edad, en 1972, con una ingesta de barbitúricos.

Es una de las grandes poetas en lengua española, admirada por escritores de la talla de Octavio Paz, quién le escribió el prólogo del libro “Árbol de Diana ”; Julio Cortázar o Enrique Molina.

Entre sus libros caben mencionar: La tierra más ajena; Árbol de Diana ; Extracción de la piedra de la locura; El infierno musical; Los trabajos y las noches; La condesa sangrienta; entre otros.

casa sefarad

centro de arte moderno

TEL: 34-914298363

www.centrodeartemoderno.net

www.libreriadelcentro.net

www.delcentroeditores.net

En Facebook: Centro de Arte Moderno - Madrid

En Twitter: CAMMADRID

lunes, 22 de noviembre de 2010

REINALDO ARENAS ya no resuena en Casa de América en Madrid

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Antonio Ruiz “El Corcito” (1895-1964)_losmegalomanos

Antonio Ruiz “El Corcito” (1895-1964), Los Megalómanos

 

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http://www.emanaciones.com/634

Me temí que algo como lo que relata Juan Abreu en su blog (link superior) iba a suceder, o que tendría que soportar y escuchar a otroras represores xenófobos (del patio lleno de fango) bendiciendo las excelencias del más mediatizado de los escritores cubanos de los últimos tiempos.  Tuve una leve, ligerísima y fugaz intención de ir a media mañana, pero recordé que me habían invitado a comer mis vecinos del 22 y allí nos quedamos hasta la madrugada Rogelio, Paco, Todd y yo hablando de política nacional-internacional (nada de Cuba, que ya no vivimos allá ni vamos a ir ni en la vida ni en la muerte que nos queda por delante).

Es muy clarificador el texto de Abreu cuando se refiere a que ni siquiera acudió la “intelectualidad” del exilio en Madrid.  Y es que ya pasó su tiempo, el tiempo de Reinaldo Arenas; ya lo exprimieron todo lo que pudieron (no tanto como a Martí pero por ahí, por ahí), ya lo elevaron a los altares, ya lo vistieron de virgen insepulta y estigmatizada dejando caer por los siglos de los siglos y amén una gota de sangre putrefacta de la que todos correrían a esconderse, o abrirían un paraguas, o se pondrían un chubasquero de la NASA.  Y es que, al fin y al cabo, Reinaldo Arenas habrá escrito 18,000 novelas y testimonios y semi-testimonios e invenciones desbordantes, pero para todo “nuestro” plantel de dignas personalidades del intelecto y la política, nunca dejó de ser un simple maricón de argolla.  Como todos los que conocemos y hemos vivido el “inside” de la cuestión, sabemos que a los bugarrones se les perdona todo, incluso que se crean escritores y poetas, y hasta se les corona popularmente por partirle el culo a una yegua (se decía así, ¿no?), pero, ay, amigo, otra cosa es el maricón.

Nada me pilla por sorpresa.  Las boñigas siguen apestando igual.  Recuerdo perfectamente lo que tuve que insistir para que “amigos” que suponía amigos –no importa que tuvieran el defecto de ser heterosexuales y fumaran asquerosos Ducados –hicieran acto de presencia en aquellas jornadas sobre la represión de la homosexualidad en Cuba, en la que también participó Zoé Valdés (en definitiva, allí fue cuando nos conocimos personalmente).

De una punto de ingenuidad peca Abreu en su texto y es arremeter contra los socialistas como si estos fueran los culpables del menosprecio a su admirado Arenas.  Yo estoy absolutamente seguro de que si en vez de Zapatero, nos estuviera gobernando Rajoy, o Esperanza Aguirre, el fantasma de Reinaldo Arenas no habría pasado ni siquiera por el backstage del anfiteatro del Palacio de Linares.

Como le dijo el propio Reinaldo a Tomasito la Goyesca en cierta ocasión:

“¡Protégete, loca!”

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sábado, 16 de octubre de 2010

El sombrío arte de la epístola

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NIKI - Si_pero_con_cuidado 008 (2)_Inversion Polar© David Lago Gonzalez, Digital Art 2010 (Niki One) 

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(Gracias a esa mujer enigmática t.c.c --también conocida como— “Loca del Blog” por haberme re-enviado la misiva desde Montreal)

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Se lo dedico a Cheny Pardo,

pues sé lo mucho que él aprecia al personaje,

y al ser humano que está detrás,

y muchas veces me hace recordar cosas que yo he olvidado.

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Copio un fragmento:

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“No salgo. La ciudad está criminal, horrible, oscura, cruel, áspera, como una sombra de algo que no fue, no es, no será. Una ciudad que no tiene historia y mucho menos memoria, que es lo peor que le puede pasar a una ciudad. Por lo tanto prefiero vivir puertas adentro, conmigo y con mis fantásticos fantasmas, mis amigos, muy pocos que me visitan casi a diario. Como muy sano, nada de grasas y salsas y excesos, no. Estoy como nunca.

Te recuerdo como al mejor, te deseo paz y más paz.

Josep”

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Posiblemente hacía más de 20 años que no veía una letra suya. La primera lectura casi fue inútil, tan poco acostumbrado ya está uno a leer un manuscrito. Confieso que tuve que leer la carta varias veces y así fueron saliendo palabras y signos que en un primer momento no pude distinguir. Fue como abrir un cofre musical poquito a poco, asomándome por la abertura para comprobar si el interior era el mismo que yo conocía.

Ése es el idioma que hablábamos, el mismo idioma que seguimos hablando. Es un lenguaje propio, único, muy lejos de los estándares de perversiones de estilo oficioso o popular. Ni teníamos ni tenemos nada que ver con toda esa ebullición del mal gusto que nos deja sin agua y terriblemente sedientos de algo hermoso y humano. Querríamos encontrar en el mundo exterior algo mínimamente semejante al profundo río que (nos) circulaba entonces por debajo de la ciudad, y que sigue su corriente por debajo de otros océanos y sabanas.

© 2010 David Lago González

 

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NIKI - Si_pero_con_cuidado 008 (2)_Ruido Mediano_Curvas RGB© David Lago-Gonzalez, Digital Art 2010  (Niki Two) 

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viernes, 10 de septiembre de 2010

Guille Nieves

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 Guille Nieves (Guillermo Nieves, RIP) 

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Me cuesta mucho trabajo hacer coincidir el recuerdo que guardaba de Guille, el del comercio, el del Gallo, el de la onda, con la imagen de esa foto, esa especie de santão sonriente acostado con un gato y con la acumulación de todo el descuido al que los seres humanos podemos llegar, y sólo después de mirar muchas veces la fotografía creo reconstruir algunos rasgos, sobre todo, los pómulos, y algo en la mirada y la sonrisa.

Después del Mariel, en Camagüey sucedió algo cuando menos curioso. Muchos de los que quedaron, desaparecieron. Yo no me considero en esa categoría, pero supongo que para los que yo denomino aquí como “desaparecidos” también lo fui ya que el no coincidir en lugares públicos ni privados fue mutuo. En esa categoría están, por ejemplo, Luis Ruiz (ahora en Berlín), Norberto (en alguna parte que no recuerdo, casado y convertido en padre de familia), Papo (que quedó en Cuba), Omar Cerit (que no pudo salir en aquel momento por una operación y un año después me tocó a la puerta de la casa dándome un susto de muerte). Y estaba Guille, de quien no dudé jamás que había escapado en La Gran Fuga. Pero años, creo que bastantes años después, supe que se había quedado en Camagüey para no abandonar a su madre. La faceta del Mago de los Jeans que he leído en los comentarios en Facebook yo, o no la conocí o no la recuerdo.

En aquellos tiempos de la jipada, o de la onda, los chicos y chicas aparecían un día cualquiera como si acabaran de llegar del espacio exterior. Recuerdo a uno llamado Ricardo, que “bajó” en la Plaza del Gallo en una bicicleta y con una larguísima melena, crecida, según comentó él a modo de presentación, a lo largo de dos años de encierro casero; llevaba gafas. No lo dudo. Después desapareció, mucho antes de La Gran Evasión, sabrá Dios qué pasó con él, o si se hizo “revolucionario” como Carlos Padrón (sobrino de la Dra. Padrón, que había sido profesora mía de 6º Curso al ingresar a regañadientes en la escuela pública “Rafael Guerra Vives”, que quedaba en la esquina de mi acera, construyó Batista e inauguró Fidel, colgándose él el mérito de su construcción; y también era primo de Pichilingo --¿alguien se acuerda de Pichilingo? Pichilingo, de niño, había sido hormonado para el crecimiento o algo así, pero eso le atrofió el cerebro, lo convirtió en un semi-humano y le hizo desarrollar una pinga del tamaño del Edificio Lugareño. Yo nunca la vi, pero era famoso por eso; luego formó dúo con una tal Reyna que vivía por detrás de la fábrica de gas y de otra más, no recuerdo su nombre pero utilizaba el diminutivo, convirtiéndose el trío en el hardcore de la vida nocturna provinciana)... bueno, decía que como Carlos Padrón, que de pronto se hizo funcionario de la Universidad de Camagüey y dejó de saludarnos, tanto a los “Sí pero con cuidado” como a Los Poetas Malditos y Reinas del Pop(quería) que éramos nosotros. También por aquellos días apareció Michael el Loco, que según algunos “informaba” al “aparato represivo”; en fin, una forma más de justificar un salario y hacer la vida de algunos cuantos un poco más estudiada (espero que algún día el Departamento de Seguridad del Estado cubano –nuestra querida Stassi—publique un tratado de sociología sobre el tema). Y Guille Nieves también bajó del Cielo un día, o un atardecer (la hora preferida por los hippies camagüeyanos). Descendió convertido en una super-loca, totalmente glimmer y fashion victim, después de haberse graduado en la escuela de artes y oficios de la calle Francisquito (la cárcel, pegada a la de Progreso, antigua calzada de las putas camagüeyanas en los años 40 y 50, de ésas que se asomaban a una ventanita que se abría en cada hoja de la puerta). Yo no lo recuerdo de antes, después me dijeron que sí, pero sus credenciales incluyeron una rápida confesión de su transformación de bateador de locas a loca superstar diciendo: yo antes bateaba a las locas, entré en la cárcel y miren lo que salió, y asumía la pose de la Estatua de la Libertad pero sin llama de piedra pues él brillaba por sí solo.

A partir de ahí fue un personaje constante e imprescindible en el panorama contracultural agramontino (camagüeyano). Hilarante, ingenioso. Imprescindible. Me acuerdo de una boda, de alguien de la onda, que se celebraba en una villa de la Zambrana quizás, y terminamos todos en los lugares más insospechados. Carlos Socarráz y yo besándonos en mitad de Garrido y de pronto le pregunto pero qué haces, por qué nos besamos, y luego seguimos así hasta el Reparto Boves, donde vivía y murió. No sé si ésa fue la noche en que Carlos Victoria terminó durmiendo en una cuna en casa de Wilfredito Riverón, uno que le preguntó después si yo era “entendido” y si era “chivato”. Pero aquello fue una locura completa, si mal no recuerdo terminamos cargándonos la boda… Terrorismo total, pero, quién les manda a invitar a gente tan poco recomendable…

Una tarde castigada de sol y sed insaciable, bajaba yo por Vista Hermosa de casa de una chica que estaba tan enamorada de mí que decía que yo cantaba bien… (ella tocaba el piano y después terminó casándose con uno al que le pusimos “Miss American Pie”, que tenía ínfulas de cantaautor), y al pasar por un chalet me llaman desde la ventana (ventana Miami) psst psst, Daviiiid… Yo miro, pero sigo caminando, pues inmediatamente habían cerrado la ventana (la ventana Miami) y no pude identificar de dónde salían las voces; camino unos pasos, y otra vez psst psst… Entonces regreso sobre mis pasos, abro la verja del jardín de una casa y toco a la puerta. Me abren Guille, Renecito Cifuentes y Yeyito. Nos subimos todos a una cama en la que hablábamos y nos reíamos, y supongo que bebíamos (se bebía siempre), hasta que siento algo que se me acerca más y más y lo dejo acercarse, y en eso René y Guille discretamente nos dejaron solos a los otros dos (were they peeping from another room???), porque, en fin, los camagüeyanos mantenemos el pudor de una clase agotada ya por el populacho pero que sigue intacta en lugares cerrados a los que la chusma no tiene acceso. Vale, Roly, lo siento: flesh is weak, you know.

En fin, Guille, el azar no es menos débil que la carne.  Pocos escogen la forma de morir, y estoy seguro de que si lo hacen, es a regañadientes.

© 2010 David Lago González

jueves, 9 de septiembre de 2010

Fallece Enrique Agramonte

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4714_95542860982_655320982_2425229_7157425_nEnrique Agramonte Robles 

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Fallece Enrique Agramonte

El querido caricaturista, pintor y poeta se distinguió por su polifacética obra gráfica

Por El Nuevo Día

http://www.elnuevodia.com/falleceenriqueagramonte-765546.html

 

23 Agosto 2010, 7:10 p.m.

Luego de una intensa lucha contra el cáncer, se informó que el pasado viernes falleció el artista Enrique Agramonte, quien laborase durante décadas con El Nuevo Día.


Natural de  la provincia cubana de Camagüey, Agramonte residió en Puerto Rico buena parte de su vida.  Estudió arte en la Escuela Nacional de Diseño de La Habana y ejerció  la pedagogía en la Universidad del Sagrado Corazón y en la American University, aquí en la Isla. En 1992 publicó el libro Solución y Caricaturas de Agramonte y, en 1999, el libro para niños La Ciudad Sorpresa. Uno de sus proyectos más recientes fue la creación de la  revista en Internet The Big Times News.

Entre 1970 y 1980 Agramonte fue artista de la revista cubana Bohemia y  se desempeñó como artista independiente para diversos diarios, revistas, compañías y agencias de publicidad.


Entre sus premios figuran el de la revista polaca To Be or Not Be, en 1973; el de la exposición colectiva Per la Libertá, en Génova, Italia, en 1980; el de la portada de la publicación belga De mens wil lanchen, en 1982; el de la sexta edición de la Sociedad de Diseño de Diarios, en Nueva York y otro similar en Texas, en 1987.

En entrevistas pasadas Agramonte aseguraba que  la musa detrás de sus  obras fue la inquietud de definir y atrapar en la tela y el papel la sensualidad de la atmósfera caribeña. “El Caribe es sensualidad, voluptuosidad, ritmo, movimiento”, comentó entonces sobre uno de sus trabajos en los que describió su entorno. “Es la generosidad de su flora y de sus mujeres. Todos estos son valores boricuas que hay que atesorar y que son una inagotable fuente de inspiración para mí”, comentaba en el marco de su exhibición de pintura.

Al cierre de esta nota no se obtuvieron detalles de su fallecimiento, ni de los actos fúnebres pero se espera comunicación con su familia para estos fines.   

-o-

OTRO AMIGO que se va.

Habría cumplido años ayer, 8 de septiembre. 62 años.

No tuve valor para llamarle. Lo hablé con Adriana Stein, poeta que también participó mucho en su revista The Big Times News, quien me aconsejó hacerlo, porque después me pesaría… No sé, es posible que ya la muerte me importe más, o me importe menos que unos años atrás. Pero sí me da mucha rabia, mucha ira, mucha impotencia cuando se me muere un amigo. De forma natural, inconsciente, uno está más preparado para la muerte de alguien mayor, aunque la desaparición de esa persona sea infinitamente más significativa, que para la muerte de un contemporáneo. Y mucho más, cuando existe un tiempo de enfermedad que antecede a ese final y va consumiendo el cuerpo y la esencia de esa persona. Es como una burla de la vida.

Enrique y yo fuimos compañeros de Los Maristas durante los segundos cinco años de nuestra vida escolar. Cuando se fue a hacer el servicio militar no volvió más a Camagüey. Vivía en una de las casonas de los Altos del Casino, por donde estaba la fábrica de La Vaquita. Por el lado paterno, provenía de Enrique Agramonte y Loynáz del Castillo, uno de los máximos patriotas camagüeyanos de la Guerra de los 10 Años; y por el lado materno, descendía de Benito Juárez y Robles.

Cuando recuperamos nuestra amistad, yo le fastidiaba diciéndole que no recordaba bien si él pertenecía a la pandilla de los Sabatés, que eran unos pijos gamberros que aterrorizaban a los pijos más moderados, y él creía que se lo decía en serio y hasta llegó a ofenderse.

Infatigable donjuan, cuando estuvo en Madrid quería ligar –más bien, enamorar, en el sentido más galante y caballeroso del verbo— a todas mis amigas. Recuerdo que por aquellos días estaba yo enfrascado en ayudar a Mette-Louise en su tesis de doctorado y ella tuvo que pararlo diciéndole “sí, sí, sí, pero yo estoy casada y además enamorada de mi marido.” Venía en no sé qué viaje con unos ejecutivos que lo llevaban de putas, y él nunca había ido de putas, así que verdaderamente sufría con todo aquello. Hasta que conoció a una brasileña de la que se enamoró perdidamente, y yo creo que casi puso en peligro la vida de la chica, que estaba metida en un puticlub de la periferia, y él la llamaba, incluso cuando se marchó de vuelta a Puerto Rico, y luego me mandaba dinero para que yo se lo llevara a la muchacha y la pobre no sabía qué hacer y me citaba en un bar del pueblo de Barajas y me decía dile que pare, que es muy bueno, pero que pare, me va a traer problemas, y yo por los páramos de los arrabales citadinos…  Pero en ese viaje suyo aquí nos divertimos horrores y a mí me trataba como a una fregona insultándome y vilipendiándome en plan jodedera.

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THE BIG TIMES fue una revista verdaderamente magnífica, con un esmerado y alto nivel poético y de diseño, que mantenía al mismo tiempo una sencillez, y modestia e independencia ejemplares. Muchas veces me pedía colaboración en la selección de los textos, y en la creación de los suyos propios.  El proyecto de llevarla al papel quedó en eso: en grandes tiempos.

Salió de Cuba en el 81 o en el 83, no recuerdo bien. Después me mandó dos de las viñetas de “Él y Ella” que hacía para la revista Bohemia, que se habían salvado del naufragio.

Era un tío muy guapo, un hombre bellísimo. ¡Y joder, que me da mucha rabia cuando la vida juega así con la belleza!

© 2010 David Lago González

miércoles, 7 de abril de 2010

Golpes como del odio de Dios…

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Alison Scarpulla

Alison Scarpulla

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El amigo Luis me recuerda desde Barcelona que, un día como hoy del cual ya tenía el recuerdo, murió nuestro amigo Oscar León en su casa de la calle de Valverde, en Madrid.

En días atrás estaba por el centro y noté que me faltaba aquel recurso de llamarle desde Sol o desde cerca de su casa para preguntarle si podía acercarme.  Compartíamos el café, y hablábamos y hablábamos y hablábamos, o yo le escuchaba y le escuchaba y le escuchaba hasta el infinito.  También discutíamos, nos peleábamos y nos insultábamos. Otras veces expresaba, o yo sentía, su miedo.  El miedo de un transterrado es algo que no puede ser explicado.

Antes de tomar el tren  --por aquella falacia ya perdida de lo romántico—me dejó una maldición:

¡Tú!  ¡Tú nos vas a sobrevivir a todos!”

Y se quedó dormido.

 

César Vallejo  -  LOS HERALDOS NEGROS

Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… Yo no sé!
Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema
Y el hombre… Pobre… pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!

lunes, 5 de abril de 2010

Incongruencia

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Me molesta que por el hecho de haber nacido en Cuba, la gente crea que sólo quepo en una isla.  Por eso esta mañana salí y me encontré a los Reyes de España descubriendo una maqueta conmemorativa por el centenario de la Gran Vía madrileña.  Allí estaba también Gallardón inexorablemente, con su carita de estudiante de colegio de curas.

Supe entonces que Sus Majestades partían raudas y veloces hacia La Casa del Libro a conmemorar también el centenario del poeta Miguel Hernández.  Algo chirrió estruendosamente dentro de mi cabeza.  ¿Miguel Hernández  --en mi opinión, el poeta más sólido de la generación del 27—no era republicano, y no murió por La República?  ¿Qué hacía, pues, la Corona homenajeando su aniversario?

Decididamente, los homenajes siempre son un peligro.

David Lago González

 

martes, 2 de marzo de 2010

SE REVENTÓ EL HUEVO, o "Cómo ser cubano y no morir en el intento"

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Mavebo_Huevo explosionado

(C) Mavebo, Huevo Explosionado, 2da parte

http://www.fotografiamacromanuel.blogspot.com

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Imperdonable

ROSA MONTERO 02/03/2010

(http://www.elpais.com/articulo/ultima/Imperdonable/elpepuopi/20100302elpepiult_1/Tes)

Hace un mes hablé en este artículo del infierno de las cárceles cubanas, del maltrato sistemático y de la aterradora indefensión de los presos de conciencia. Por entonces Orlando Zapata ya estaba en plena travesía hacia su muerte, pero yo no lo sabía. No lo sabía casi nadie. La huelga de Aminetu la conocimos desde el primer día, porque España es una democracia y las noticias circulan. Pero las dictaduras feroces, y la cubana lo es, se caracterizan por silenciar los gritos de las víctimas. Y hacen algo aún peor que silenciarlas: las difaman. En los foros de Internet leo comentarios de la gentuza castrista diciendo que Orlando era un delincuente común "de lo peor". ¿Se puede concebir una abyección más grande? Además de torturar, denigran al torturado. Es como si alguien violara a una chica, le sacara los ojos y la decapitara, y luego nosotros dijéramos: algo habrá hecho para merecerlo, la muy puta. Con las agresiones contra las mujeres ya lo vemos claro, ¿no? Pero, asombrosamente, ese sucio prejuicio sigue funcionando con los cubanos. Hablo de la absoluta inhumanidad del pensamiento dogmático, de la pereza intelectual y moral que impide que una buena parte de la izquierda asuma su responsabilidad ante el horror del castrismo. Hablo de Zapatero no diciendo ni palabra el primer día, y luego, tarde y mal, limitándose a lamentar la muerte y no a condenarla. Hablo del PSOE insistiendo en reforzar las relaciones con Cuba, una política que ya ven adónde conduce. Gracias a la presión popular salvamos la vida de Aminetu. Pero, ¿dónde están ahora los actores, los famosos, los de Izquierda Unida, todos esos que apoyaron a la saharaui? Orlando tuvo que pagar con su vida la visibilidad mediática. Ahora hay otras seis personas en huelga de hambre en Cuba reclamando derechos básicos: hay que ayudarlas. Ya se han acabado las excusas: justificar o disculpar hoy el castrismo es como justificar o disculpar el fascismo. Una indecencia imperdonable.

 

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POLÍTICA | Represión

Willy Toledo dice que Orlando Zapata era 'un delincuente común'

(http://www.elmundo.es/elmundo/2010/03/01/cultura/1267460876.html)

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Vídeo: EFE

Willy Toledo, durante su intervención en Toledo. | Efe

Willy Toledo, durante su intervención en Toledo. | Efe

  • El actor acompañó a Aminatu Haidar durante su huelga de hambre

Servimedia | Madrid

Actualizado martes 02/03/2010 11:22 horas

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El actor Willy Toledo ha afirmado que el preso cubano Orlando Zapata, fallecido la semana pasada tras casi tres meses en huelga de hambre y reconocido como prisionero de conciencia por Amnistía Internacional, era "un delincuente común, ni siquiera era un disidente político". Su tesis coincide con la doctrina oficial del Gobierno cubano, expresada el pasado fin de semana a través del diario Granma.

Toledo hizo esta declaración en el turno de preguntas de una mesa de reflexión sobre la situación del Sáhara, organizada por la Fundación Aisge (Artistas Intérpretes Sociedad de Gestión) y en la que cerca de 40 artistas, en su mayoría actores, leyeron un manifiesto en defensa del derecho de autodeterminación del pueblo saharaui.

Entre los artistas se encontraban los actores Álvaro de Luna, Ana Otero, Antonio Valero, Asunción Balaguer, Jordi Dauder, Pilar Bardem, Roberto Enríquez, Silvia Tortosa y Xabier Elorriaga. El coordinador general de IU, Cayo Lara; la portavoz de IU en la Asamblea de Madrid, Inés Sabanés, y el presentador Gran Wyoming se dejaron ver entre el público.

Toledo comparó la huelga de hambre de la activista saharaui Aminatu Haidar -a la que acompañó en su lucha- con la de Orlando Zapata al señalar que "la diferencia fundamental" es que aquélla "es una defensora y luchadora de los derechos humanos, pacífica, que ha cumplido años y años de agresiones y torturas, probablemente violaciones, que una mujer saharaui por dignidad jamás reconocería".

El actor culminó la comparación subrayando que Zapata "era un delincuente común, ni siquiera era un disidente político". Inmediatamente después, la moderadora de la mesa, la periodista Olga Rodríguez, recordó que hay "diversas opiniones" sobre el caso de Zapata, al recordar que al comienzo del acto el actor Xabier Elorriaga pronunció unas palabras de solidaridad con los damnificados por el terremoto de Chile y de condena por la muerte del preso cubano.

Además

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MISA FUNERAL EN MADRID POR ORLANDO ZAPATA TAMAYO

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El lunes 1 de Marzo, a las 19:30 se oficiará una misa funeral por el alma de Orlando Zapata  Tamayo, en la Iglesia de Santa Bárbara,  Plaza de las Salesas, Madrid, metro Alonso Martínez (Colón)

 

Y el funeral fue.

La parroquia de Santa Bárbara tiene, sobre todo, un hermoso y amplio jardín, y está también situada en el enclave de una zona agradable, por detrás de los juzgados donde suelen desempeñar sus funciones los abogados estrellas, Grande Marlaska y el “poseído” Francisco Garzón, y donde suelen realizarse los interrogatorios y juicios a los asesinos políticos de ETA, tan cercanos a los asesinos políticos de Orlando Zapata Tamayo, y donde estos también deberían ser juzgados siguiendo esa línea de zorro vengador internacional de la justicia española, pero no, las brevas que quedan a la izquierda se obstinan en quedar pegadas a la higuera, y, mientras, los mortales bajo la copa del árbol, ansiando pisotearlas.

Llegué temprano, cuando todavía realizaban la misa anterior. Los oficios en las iglesias españolas van como en una cadena de montaje y el promedio de duración está alrededor de los veinte minutos, salvo ocasiones particulares. Recuerdo las misas celebradas por el sacerdote amigo camagüeyano, Jordi Petit (R.I.P.); las mejores a las que he asistido, porque él situaba las distintas lecturas de los apóstoles en su contexto histórico y no sólo bíblico, de modo que todo era más comprensible y menos dogmático, aunque estoy seguro de que por mucho que me agradara y me ilustrara a mí, a la mayor parte del resto le era indiferente. Así las cosas, aquella misa a la que yo no acudía pero sí estaba, terminó, y apenas se fueron unos pocos. Inmediatamente entró toda la gente, mediática y no mediática, seguidores de otras creencias, intelectuales demasiado racionales y sesudos como para albergar ninguna otra fe que no fuera humana (también la fe del oportunismo) y/o aquellos reticentes a la Iglesia del Gran Poder, o al respeto a cualquier lugar sagrado y de recogimiento, sea una parroquia católica, una mezquita, un recinto protestante, el Tibet, o cualquier parque público de Nueva York o Philadelphia donde he sentido la misma paz interior y la posibilidad de hallarme a solas conmigo mismo. Cuando antes subía los anchos escalones de la entrada pude apreciar un atril dispuesto con micrófonos, cámaras de televisión, cables y parafernalia mediática, y unos negros retintos, de esos que brillan, muy bien vestidos y evidentemente “apreparados” para las lentes y la defensa de la libertad en Cuba (no hay nada peyorativo en lo dicho: estos señores brillaban con luz propia y su luz imantaba e hizo que mi cabeza se moviera en dirección de donde estaban, que era, por supuesto, el centro.)

O sea, que la iglesia se llenó, y había mucha gente de pie, por los pasillos laterales y al fondo. Había un coro cubano que entonó cánticos que desde hace ya años ocupan un lugar importante en los oficios de la Isla, y siguen la línea tradicional de la música criolla, en el sentido más amplio y menos peyorativo, de modo que no es que se llegue al nivel de pasión del gospel o que se caiga en la manida Guantanamera, pero sí resta solemnidad al acto eclesiástico y lo acerca mucho más a la gente llana por una simple cuestión de que se hace comunicativo y tienes que ser muy “pasma’o” o circunspecto para no terminar entonando por lo bajo las melodías que cantan.

Y el funeral fue hermoso.

Hubo un inevitable momento de arranque patriótico con vivas al muerto y a una Cuba Libre posible y querida, al menos para que otras generaciones tengan la oportunidad de vivir con mayor normalidad y tranquilidad de la que hemos vivido algunos. Pero, gracias a Dios, el espectáculo se contuvo y se apagó en sí mismo. Y bueno, nunca mejor dicho, Dios dirá.

Terminada la misa, me levanté y salí. Tenía intención de esperar a algunos amigos y tal vez pasar a picotear algo, pero el momento de exaltación patriótica y la posterior lasitud de los alrededores dados a ese aspecto tan cubano y deplorable del “choteo” que no respeta nada (lo cual es bueno y malo a la vez), me indicaron que lo mejor era volver a mi casa, donde me esperaban mis amigos del CSI para desentrañar otros crímenes acaecidos en Las Vegas y New York.

Al bajar los escalones de la salida, reparé en un cartel que había en el centro de la explanada, acompañado de algunos velones, y una pieza de madera (tronco o raíz de apariencia fosilizada) que otro negro se apresuró a quitar a mi paso, aunque no creo que haya sido nada personal. Esta mañana alguien me dijo que eso era un símbolo ñáñigo.

Me pareció advertir como una etérea insistencia, no copulativa, entre el protagonismo católico y el racial.

Del resto no sé nada.

© 2010 David Lago González

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Y el huevo se reventó.  Y parece  --SÓLO PARECE--  que ese mismo huevo seguirá reventando como si fuera una póstula que empieza a drenar su pudrición y su pestilencia porque ya la "ñáñara" no aguanta toda la infección que contiene.

Los cubanos tenemos el cuerpo lleno de esas póstulas, como San Lázaro.  También hay miles de perros que nos las lamen, lo que aumenta aún más la podredumbre.  Toda esa podredumbre duele, aunque naturalmente no a los que son ajenos al asunto, a los que nacieron en otros lugares menos contaminados o contaminados por otras bacterias que no son precisamente las nuestras.  Pero a lo que nadie puede sustraerse es a la imagen asquerosa y al olor nauseabundo que nosotros llamamos comúnmente "peste", a no ser que sean tan malnacidos como los que nos han ido inflingiendo las heridas, ya llagas, desde hace tanto tiempo que sobrepasa el medio siglo.

En un post no puedo abarcar todo lo que quisiera decir cuando tampoco me es suficiente un libro, ni una colección de varios volúmenes bonitamente encuadernados para adornar inútilmente las librerías de las casas de la izquierda divina donde todos son tan agradables y civilizados pero parecen que leen sin saber que lo hacen, para así aumentar su alto y vano nivel de información (esta última palabra debería ir entrecomillada). Pero quiero señalar dos diferencias, ENORMES diferencias, que advierto en la prensa de ayer y hoy: el artículo de Rosa Montero y las desafortunadas opiniones del actor Guillermo Toledo (ambas expuestas más arriba).  Claro, hay una gran distancia de calidad humana que favorece a la periodista Montero y va en detrimento del actor de marras.  A Rosa Montero debemos agradecerle  --y lo hago con mucho gusto--  su claridad y el acto normal y corriente de usar su libertad de expresión que, dado el caso tan escabroso que atañe a insulares y a extraños (el dolor no, pero la peste es libre de viajar y expandirse por todas partes), se convierte en una muestra de valentía al quedar "manchada" por su identificación con el problema cubano.  Y, por otro lado, las palabras del actor pasan inmediatamente a formar parte relevante de esa sección que recién he inaugurado en este blog: "Palabras que no podemos olvidar", y que igualmente manchan al sujeto que las dice pero con el pus de lo que, de forma tan soberbia e ignorante, obvia y defiende, y define a los de su ralea.

En un reciente artículo de la escritora Zoé Valdés publicado por La Razón (http://www.larazon.es/noticia/8637-zoe-valdes-no-valen-lamentos-de-ultima-hora), ella menciona unas palabras mías que al aire traigo a colación: "¿Qué más nos tiene que pasar para que nos crean?"  Los que sabemos de qué hablamos --y no personajes como Willy Toledo y compañía--  llevamos medio siglo (la vida entera de algunos) haciéndonos la misma pregunta.  Ahora yo me hago otra:

¿Tendremos, todos los cubanos repartidos por el mundo --y no precisamente por ninguna predisposición a la aventura--, que hacer huelga de hambre y morirnos, para que se den cuenta de que estamos hablando de un asunto muy serio?"

David Lago González

martes, 23 de febrero de 2010

ENRIQUE AGRAMONTE - Él y Ella

AGRAMONTE_El y Ella

Kike,

en estos momentos

algunos amigos tuyos pensamos en ti

con la mejor de nuestras energías.

David, Belkis, Karin

AGRAMONTE_El y Ella 001

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jueves, 7 de enero de 2010

DAVID LAGO GONZÁLEZ - Una belleza enigmática de Al-Jumhuriya al-Lubnaniya en la Corte del Rey Fidelio

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Habana 1969[3A]

(Bárbara, Carlos Victoria, Rogelio Quintana, Julián, Abel Prieto.  La Habana, 1969)

(Property of Rogelio Quintana)

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a la imagen que recuerdo de Bárbara F. Melko

(como Rogelio la llamaba)

Siboney: antiguo Biltmore.

Los muchachos del bachiller nos apostábamos detrás de los setos para observar el patio de la casa de enfrente a la hora en que ella se desnudaba para beber el sol del trópico, y sus pechos asemejaban dos manzanas asadas, rociadas de caramelo, y las dos gotas de cera roja que las coronaban simulaban con justicia sus pezones erectos.

A pesar de la distancia de metros y años, yo los recuerdo.

Luego apareció en el patiecito atiborrado del escultor Fonticiella contrastando con la basura reciclada de sus inventos y sus muñecas incompletas: ella era la imagen de lo que la Naturaleza termina con el mayor de los aciertos.

Fenicia, macedonia, romana, mameluca, turca, y tropical; por sus ojos cruzaba el Orontes y el Litani y se confundían con el Almendares para llegar al mar y hacerse universal y vasta.

Por Madrid anda, como si caminara, una foto comprometedora donde, además de la suya, asoman por detrás de un sofá otras cabezas valiosas, incluso hasta de posteriores ministros de la Corte del Rey Fidelio que supieron ―¡sabia clarividencia de los ministerios!― separarse a tiempo del cogollito ignorante de los destinos que se fraguan en las trastiendas de lo secreto.

Se casó con Waldo, un pintor de hermoso pincel, que murió gratuitamente dentro del puñal de un negro fresco una noche de El Vedado ―Jorge Edwards lo menciona en un libro, pero el chileno lo cuenta mal, porque escribió de oídas y desconoce los pormenores de la gratuidad―.

Y juntos tuvieron una hija, tan hermosa como los cedros del Líbano y la florecilla etérea de la ceiba que apenas se la ve y apenas vuela y sin embargo es flor, y en ese rápido espejismo de su vuelo demuestra lo incógnito.

Años van y años vienen.

Muchos son los hombres que se interesan por la belleza enigmática de Al-Jumhuriya al-Lubnaniya; muchos son los escogidos por la reina, pero no todos los que quieren pueden obtener el tesoro enterrado en la arena de la costa.

Otros hombres, funcionarios de La Corte, requieren sus servicios, fuerzan sus métodos, buscan estratagemas amenazantes para conducirla por los senderos de la lengua delatante.

Pero La Bella es bella y se cree a salvo; cree que su belleza la salvará de la miseria de esos hombres.

Un diplomático encandilado quiere trasladarla al Viejo Continente: atrás quedaría la basura que los coches de La Corte descargan para alimento de las gaviotas.

Mas la hermosura y el enigma para algunos no son motivos de admiración, sino un simple propósito de destrucción y vasallaje, y el negarse a contribuir a fortalecer los cimientos del Reino de Fidelio se paga caro, hasta alcanzar el refinamiento de destruir para siempre sin llegar al burdo asesinato:

es necesario que nadie desaparezca

para que las historias pierdan valor con los años.

Y así, una noche, los gendarmes de La Corte irrumpieron en su casa; la tomaron rehén justo ante las narices asustadas del diplomático encandilado que raudo arrió sus velas y emprendió el regreso a la Baviera, previamente aconsejado para que no insistiera en reclamar aquel espejismo no merecedor de su amor y compostura, y mucho menos de su vida disipada.

Del otro lado de la historia, la belleza enigmática del Líbano fue acusada de consumar obscenas fechorías con su hermano y en presencia de su hija ―inocencia del destino que el destino utilizaba ahora contra ella―, y fue encarcelada durante años bajo un "nuevo amanecer"*.

Años van y años vienen.

La vida no se detiene, sólo se aja, y de nuevo amanece,

tímida, pavorosamente amanece: y todo por no mover "la sin hueso"...

El diplomático se ocultó, bien oculto, en la Selva Negra: no era de fiar. Tampoco él. Y la belleza enigmática de Al-Jumhuriya al-Lubnaniya quedó viva, como su hermano y su hija. Aquel pintor con cuya hermosura se acoplaba murió en el camino. Fonticiella quemó su casa, sus esculturas y su cuerpo.

Como la foto comprometida, hoy anda, como si caminara, por ciudades de Norteamérica.

Pero la dejaron viva: de nada vale

lo que ahora cuento.

Yo recuerdo dos gotas de cera roja sobre sus pezones erectos.

(Madrid, 25 de Julio de 1998)

(C) 1998 David Lago González

*Nombre de una cárcel para mujeres en la provincia de La Habana, Cuba.

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Si hay alguna posibilidad de que el ser humano sea ser humano, esa posibilidad está aquí...

José Saramago

(La Habana, Cuba. 2 de enero de 1999.

Celebración del 40º Aniversario de la Revolución Cubana)

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Hace unos tres meses, creo, internet me deparó una insospechable y agradabilísima sorpresa: Bárbara me había localizado a través de Facebook y me decía “ahora sé por fin quién es el famoso David Lago...” Había recuperado el apellido paterno y ahora se llamaba de otro modo, y sí, enseñaba en una universidad del norte de los Estados Unidos.

Yo no he conocido, ni en Cuba ni en ninguna otra parte del mundo, una mujer con más estilo y con más encanto que aquella Bárbara. Era una mujer de estirpe propia, como una princesa. Y siempre fue una mujer, aun cuando fuese una joven cautivadora.

En el poema —o “prosa lírica”, como le gusta decir a Zoé— las anécdotas están ficcionadas, claro está, o pretendidamente líricas. Pero realmente la vi por primera vez al unirme, irremediablemente y levemente contra mi voluntad, al resto de compañeros escolares que espíabamos el patio de un chalet de la acera de enfrente. Bárbara tomaba el sol, y con ella otra chica. Rafael (Zequeira) habría de decirme no sé cuántos años después que seguramente la otra hermosa muchacha era Zulema. Al cabo de una o dos semanas, no recuerdo bien, me dan mi primer pase de fin de semana, y Carlos Victoria y yo terminamos en casa del escultor Fonticiella. Allí estaba Bárbara. Era la chica del chalet de Siboney, ¿tal vez la calle 119?

Después, todo se iría al carajo. Tal vez consideraban que no merecíamos ser jóvenes, que no nos merecíamos la ligereza ni la belleza de la juventud y desde un principio se obstinaron en eliminarnos porque ya por no haber nacido dentro de la Revolución, les éramos un estorbo y algo con lo que nunca podrían contar. Y cuanto más se obstinaban en enderezar el árbol torcido por impuro, más nos asegurábamos nosotros de torcernos del todo.

© 2009 David Lago González

sábado, 12 de septiembre de 2009

David Lago González - 11 de septiembre de 1978.

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PADRE

David Lago de la Fuente

(Freituxe, Bóveda, Lugo, 1898 - Camagüey, 1978)

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Mi padre morirá dentro de unas horas, alrededor de las once de la noche, hora camagüeyana, lo que aquí en Madrid sería ya en la madrugada del día doce.

Días antes mi madrina se hará un esguince en una pierna y viajará desde Wooden (Esmeralda) hasta la casa para ser atendida por un familiar médico. Ya sabemos, según la prensa de los países capitalistas y también de parte de los habitantes de estos países que nunca han vivido en la isla de Cuba ni conocido el comunismo más allá de la resonancia romántica de La República Española y la Guerra Civil, que la asistencia médica es óptima pero no sé por qué siempre es mejor una pequeña ayuda de mis amigos. Ignoraremos todavía la verdad radiográfica del dolor porque hasta el lunes siguiente no podremos hacer nada al respecto. Mientras, mi madrina se levantará penosa y dolorosamente del balance, poniendo eso tan cubano que llaman “el grito en el cielo”.

Esa noche barruntará tormenta, pero a pesar de ello yo me iré al cine. Caminaré San Ramón abajo y a través de otros callejones llegaré al cine América donde veré una película que nunca más recordaré. Al salir, dada la amenazadora imagen que presentará el cielo, decidiré esperar el autobús que, incomprensiblemente, tardará horas en llegar.

Mientras tanto, mi padre escuchará Radio Nacional de España en el comedor, pero estará inquieto, muy inquieto, y a cada rato vendrá a la saleta para preguntar una y otra vez “¿Dónde fue el muchacho?” (raramente me llamaba por mi nombre), cuándo volverá, por qué tuvo que salir en noche así... Mi madre se enfadará un tanto por la insistencia de las preguntas y por lo que parecerá entonces una absurda preocupación.

Luego pasará un rato en que mi padre esté por el comedor y mi madre y mi tía (madrina) estén sentadas en los balances de la saleta. Mi madre le llamará desde allí y él no responderá. Finalmente se levantará e irá al comedor, separado de la sala de la casa por un largo pasillo lleno de aromas de flores. Yo todavía estaré obstinadamente esperando el autobús frente al cine América porque sí, algunas veces uno se obsesionaba con vencer el destino político que nos hacía iguales a todos.

Mi madre le encontrará sentado en una silla y recostado contra el aparador donde estaba el radio. Los brazos haciendo un cojín donde reposar la frente. Ella le llamará varias veces y no tendrá respuesta. Entonces le tocará y se dará cuenta que ya está muerto. No podrá separarse de su lado entonces temiendo que el cuerpo caiga al suelo. Gritará a su hermana, sin explicarle lo que sucede, para que por la ventana se ponga a dar voces a los vecinos. Mi madrina por fin oirá lo que le dice y desde la ventana, siempre abierta todavía a esa hora de la noche, se pondrá a repetir los nombres de las vecinas más cercanas. No se les ocurre mencionar el de un hombre; por lo visto, la muerte de un marido es un asunto de mujeres.

Por fin la escuchará alguien y comenzará a acudir la gente. Llegarán algunos hombres y llevarán el cuerpo templado hasta el lecho, y por fin llegará Emilia Espinosa, nuestra casi santa de la cuadra, y las tres mujeres se dispondrán a asear el cuerpo, como para desprenderlo del sudor maloliente de la existencia y del trópico, y le vestirán con uno de sus mejores trajes, de aquellos que el comunismo había prohibido usar por considerarlos “un vestigio burgués del pasado.”

La casa se irá llenando de más y más personas, incluso desconocidas, y así me encontraré la sala y la saleta, después de mi retorno en “guagua” y pasar el primer aviso que me dará Ana María Peón al saludarla en su puerta con un acostumbrado “Annie”, y dejar atrás el segundo aviso, que me dará Belén llorando en su portal: “corre, Davi, que tu padre se ha muerto.” Ya desde la esquina anterior me extrañará la lámpara de la calle encendida y la excesiva luz que salía por la puerta y la ventana abiertas, y entonces cruzaré la calle corriendo para encontrarme con miradas que me miran con sorpresa y expectación.

Yo seguiré hasta la habitación de mis padres (la primera), aturdido por aquel silencio, mientras me interceptan Emilia y mi madre. Entraré a la habitación y me pararé contra la luna del escaparate. En el espejo enorme de la cómoda, al otro lado de la cama, veré los rostros de vecinos y curiosos. Alguien dirá que hay que llamar al forense. Creo que llamaré por teléfono —somos de los antiguos burgueses privilegiados y asquerosos gusanos que desde los años 50 teníamos teléfono en casa— y me negarán el servicio. No quedará más remedio que irse a urgencias del hospital más cercano, y mi madre insta, casi obliga a un vecino para que me acompañe. Recuerdo que tendremos que hacer una cola para el taxi en la Ferro-Ómnibus de la Avda. Finlay porque en las razones que por entonces se contemplaban para requerir un taxi a domicilio no se incluía aquel servicio. Aquel servicio que yo tampoco sabía explicar muy bien, pues siempre había que dar como una justificación oficial o sellada por algún organismo, y ningún organismo había aún admitido la muerte de mi padre.

Por fin llegaremos al “Amalia Simoni” y para colmo de males veré que tengo que vérmelas con un médico de apellido Arredondo, antiguo compañero de estudios de Los Maristas (cualquier otro compañero de la infancia, Kike Agramonte, Arteaga, puede identificarlo fácilmente en la memoria) que, por razones que ignoro, además de obviarme, manifiestamente me rechazaba durante el tiempo posterior en que coincidieron nuestros estudios. Estará en compañía de una doctora joven, la sala de urgencias vacía, y yo tendré que esperar pacientemente —y con un estupor que aún me paraliza— que se jugaran a los chinos quién debía sacrificar su apacible noche de guardia para llevarle a casa a emitir el certificado de defunción. Desgraciadamente le tocará a él. Durante todo el tiempo haremos como si nunca hubiéramos compartido años en una misma aula.

Más tarde se trasladará el cuerpo a la funeraria y se velará toda la noche, como exige la tradición y el sentimiento. Ya en la funeraria por fin comenzará a descargar la tormenta. No parará hasta que al día siguiente comenzará a ser depositado el ataúd en la bóveda de los Lago en el cementerio de La Esmeralda.

Alguien, no sé quién, dirá entonces que cuando un hombre bueno muere, llueve mucho.

© 2009 David Lago González

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domingo, 10 de mayo de 2009

Escoita, mae

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GARCIAROUCO61_Sala_Agustina

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Escoita, mae: voltei.

José Ángel Valente

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Hoy se celebra el Día de la Madre en Cuba, y en la mayor parte del continente americano, que yo sepa. En España se celebra el primer domingo de mayo.

Con toda seguridad, mi madre y yo celebramos, de alguna manera que no recuerdo, el primer año en España a la manera cubana pues prácticamente habíamos acabado de llegar. Pero luego --tal vez porque teníamos muy metido en cada poro de la piel que no íbamos a regresar--cambiamos a la costumbre del país que físicamente comenzábamos a habitar. Así fuimos haciendo con las comidas y con las festividades. No sé si eso fue traicionar a la patria (cubana); ni nos importó entonces ni después ni me preocupa ahora; en todo caso, la patria nos había traicionado sobradamente mucho antes.

Mi madre fue una de las mujeres más cosmopolitas y sencillas que he conocido. No pasó del cuarto grado de primaria, cosa que lamentó mucho toda la vida. Pero ya quisieran muchas mujeres ilustradas, educadas académicamente o poseedoras de toda esa información epidérmica de los que se consideran por encima de lo natural, haber calzado el más pobre de sus zapatos.

Descansa en paz, mi madre.

Tu hijo, David