Mostrando entradas con la etiqueta Elvira Lindo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Elvira Lindo. Mostrar todas las entradas

lunes, 27 de diciembre de 2010

LEYENDO EN WOOSTER (domingo, 26 de diciembre de 2010) - ELVIRA LINDO : Justicia póstuma

.

tumblr_l66xujZcob1qzimr0o1_500

.

 

ELVIRA LINDO OPINIÓN

Justicia póstuma

ELVIRA LINDO 26/12/2010

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Justicia/postuma/elpepusocdgm/20101226elpdmgpan_2/Tes

Hay algo obsceno en estos tiempos. Algo obsceno que sobrevuela tertulias, comentarios, columnas. No sabría definirlo. Se trata de la alegría con la que algunos reciben el caos, la penosa situación económica, los aires de fin de fiesta. Hay algo obsceno en la manera en la que algunos dibujan un país catastrófico, en cómo parecen recibir el desastre con alegría. Hay algo obsceno en la manera en que toman los malos resultados educativos, el número de parados o la amenaza económica y lo amasan todo, modelan una bola putrefacta y se la van lanzando unos a otros. No saben que su juego infecta el aire, que inocula miedo, nos hace vivir en una inquietante provisionalidad. No es que reclame un optimismo bobalicón, pero no soporto el pesimismo de aquellos que se divierten presagiando la caída por el abismo de un pueblo entero. A no ser que ganen los suyos, entonces ese mismo pueblo comenzaría su ascenso hasta llegar a la cumbre. Nos han acostumbrado a juzgarlo todo tan en clave partidista que no nos dejan ver más allá de la derrota de unos o de la victoria de otros. ¿Qué hacer ante esta situación que sobrepasa nuestra capacidad de juicio? Nuestra mente no da para comprender el mundo. Tal vez lo entiendan los filósofos, los politólogos, los expertos en lo abstracto, pero esta realidad no está hecha para mentes como la mía. Huyendo de la confusión reinante procuro centrarme en lo concreto: en mi oficio, en unos diálogos que escribo en mi mente con la ilusión de que en 2011 lleguen a la boca de unos cuantos actores, en la cena que se cuece lentamente mientras escribo este artículo. Dicen los neurólogos que la atención al presente concede más paz de espíritu que el andarse por las ramas del futuro. Me centro en mi trabajo y en la observación del trabajo de otros. Las personas que aman su oficio tienen sobre mí un efecto balsámico. Hace cosa de un año la traductora Marta Rebón y yo hablábamos del único futuro que tiene sentido: el que llegará cuando finalice un proyecto al que le estamos dedicando el alma. Yo llegué primero al Café Odeón, un restaurante neoyorquino que sigue manteniéndose milagrosamente desde los tiempos de Warhol. La vi entrar, con la cara de frío y de apuro del que llega un poco tarde. Pude comprobar el revuelo de miradas que la siguieron hasta mi mesa. En mi recuerdo, Marta siempre aparece como una de esas heroínas rusas a las que ella da vida en sus traducciones: alta, fuerte, rubia, resuelta, como si sus pasos no fueran nunca banales sino que siempre estuvieran marcados por un objetivo que solo ella ve. Me recordó a alguien que no supe encontrar en mi memoria. Cuando la tercera margarita nos golpeó con fuerza y provocó una conversación apasionada, Marta comenzó a hablarme arrebatadamente de ese doctor Zhivago que en esos momentos traducía. Las dificultades que presentaba una prosa tan elevada, tan poética, sonaban en su boca como un desafío y un regalo que le hubiera concedido la vida. La suya era la primera traducción del ruso. Es una novela pero es más, decía, es poesía, historia, filosofía. El futuro llegó cuando el libro saltó de su mesa de trabajo a los estantes de las librerías. Es probable que ustedes no lo encuentren en la mesa de novedades pero el lector es libre de saltarse la lista de best sellers y guiarse por su soberano criterio. Yo no pude esperarme a que llegara el ejemplar que la traductora me había prometido y corrí a la librería. Esa misma tarde entré en El doctor Zhivago. Primero fue la curiosidad por contemplar un trabajo que imaginaba resuelto con pasión y rigor, luego fue el abandono, la entrega total durante diez días a estas ochocientas páginas que llevaron a Boris Pasternak a la gloria literaria y a la ruina vital. Tenía razón Marta, el libro lo contiene todo. Es una Biblia. Está la revolución: "¡Piense qué tiempos son estos! ¡Y nosotros los estamos viviendo! Cosas tan increíbles tal vez solo ocurran una vez en la eternidad. Piénselo, han arrancado el techo a toda Rusia y, nosotros, junto con todo el pueblo, nos encontramos a cielo abierto. Y sin que nadie nos controle. ¡La libertad!". La manera en que las grandes ideas no se adaptan a la experiencia humana: "Para hacer el bien, a su rectitud moral le faltaba la tolerancia del corazón, que no conoce casos generales, sino solo particulares, y cuya grandeza está en las pequeñas acciones". Y, por encima de la tremenda sacudida histórica, la pasión amorosa: "Del paso fatídico tú eres la alegría/ cuando vivir duele más que la enfermedad./ La raíz de la belleza es la valentía/ Y es lo que nos atrae como un imán". De la misma manera que la historia zarandea a ese hombre noble que es el doctor Zhivago, la patria rusa golpeó a Pasternak hasta la humillación y la muerte. Desde la cúspide del Estado soviético se le felicitó de esta manera por el Nobel de Literatura: "Peor que un cerdo. Ni un cerdo caga donde come". Cierro el libro deslumbrada. En el acto de haberlo leído quiero ver una justicia póstuma, una compensación. En el recuerdo, el doctor Zhivago se me aparece con el rostro grave de Pasternak, y ella, Lara, tiene la cara y el espíritu de esa mujer que entró en el Odeón, bella y ajena a su belleza, irresistible por el amor propio que pone en todo lo que toca.

Boris-Pasternak

Boris Pasternak

-o-

datsjapasternak

Datsa de Parternak en Peraldikino

NOTA DEL BLOGGER:  Magnífico y hermoso artículo de Elvira Lindo sobre el arte de la traducción, además del acto de “justicia poética” a la novela Doctor Jivago y a su autor, Boris Pasternak. La leí por primera vez en Cuba como uno de los libros prohibidos y, por tanto, experimentando un placer multiplicado por no sé cuántos dígitos. ¿Quién la suministró? No lo recuerdo. Sólo recuerdo que vencidas las primeras páginas, entré de lleno a una obra que se inscribía absolutamente dentro de la más sólida trascendencia del espíritu ruso. Pasternak pertenece a la saga de los grandes escritores rusos. Y creo que, efectivamente, nunca ha sido todo lo leído que debería haber sido. Además de la ignorancia supina y estúpida de la izquierda intelectual mundial, Hollywood se convirtió también en uno de sus enemigos más recalcitrantes, al convertir aquella historia en un melodrama ridículo (a pesar, incluso, de contar con la belleza y la actuación de Julie Christie en el papel de Lara) que siempre me costó trabajo ver porque irremediablemente la comparaba con la obra original.

DLG

Boris-Pasternak-outside-h-006

Boris Pasternak fuera de su dacha en Peraldikino

domingo, 12 de septiembre de 2010

LEYENDO EN WOOSTER (domingo, 12 de septiembre de 2010)

.

Wooster 01(Wooster)

.

ELVIRA LINDO OPINIÓN

Con voz de ángel

ELVIRA LINDO 12/09/2010

http://www.elpais.com/articulo/opinion/voz/angel/elpepusocdgm/20100912elpdmgpan_2/Tes

 

Pasamos la infancia de nuestros hijos haciéndoles fotos para atrapar un presente que sabemos fugaz y pocas veces se nos ocurre grabarles la voz, esa voz que nuestra memoria perderá por completo con sus cómicos fallos de lenguaje y los frecuentes tonos nasales del constipado o del llanto. La voz contiene, más que la imagen, el espíritu de la persona. Qué pena cuando alguien se nos va y no ha quedado su voz grabada en ninguna parte. La voz de los niños se nos escapa a un pasado remoto, irrecuperable. ¿Cómo cantaba tu hijo? ¿cómo te pedía agua por la noche? Cantar como los ángeles es hacerlo con la pureza del niño. Sólo detesto la voz de los niños cantando esos villancicos con los que te torturan en las tiendas. Son voces de niños muertos. Entre niños vivos como lagartijas tuve hace años un momento único. Era cuando me dedicaba a visitar los colegios con mis libros infantiles bajo el brazo, como una viajante resignada de la literatura. Ocurrió en Jerez. Llegué al que sería el último colegio del día y estaba tan cansada, con la voz tan rota, que fue entrar en la clase y derrumbarme en el sillón del maestro. Comencé a hablar pero me detuve, empachada de mí misma como estaba, y les pregunté si alguno de ellos sabía cantar. ¡Estaba en el corazón del flamenco! Los chavales comenzaron a gritar el nombre de un tal Martínez y dicho Martínez, como si estuviera acostumbrado a que las masas lo reclamaran, se colocó delante del encerado. "¿Por qué palo prefiere?". Por bulerías, le dije. Qué dominio el de Martínez. Lo asombroso es que la chiquillería se puso a tocar palmas para acompañar a su estrella, un morenillo esmirriado que cantó sin nervios, seguro de ese arte que le enseñaron la abuela, la tata y la madre, tomando su mano desde bebé para hacerle llevar el compás mientras comía la papilla. Cualquier niño puede aprender a cantar bien, me dijo una vez una profesora de música, incluso los que no están dotados. Una difícil tarea en un país tan poco musical, en el que se hace cantar poco a los niños y ya no digamos expresarse en voz alta. Es algo natural que de Jerez salga un buen cantaor, de la misma manera que tantos cantantes de jazz se formaron en los coros de las iglesias. Precisamente por eso llama tanto la atención lo inesperado, la vocación que surge de la nada. Cuando tenía seis años una niña llamada Mayte Martín sentía que no había nada que la emocionara más que el flamenco. Mayte, nacida y criada en Barcelona, en el Poble Sec, a un paso de donde creció Serrat. Mayte me contaba esto y más una mañana de agosto, en una cafetería cercana a Atocha, con la maleta y el estuche de la guitarra apoyados en la pared, listos para volver a casa. Hacía tiempo que tenía ganas de conocer a esta mujer. Siempre me ha llamado la atención su austeridad en el escenario, la manera en que borra cualquier huella de lo folklórico y se presenta ante el público con traje de chaqueta y pelo corto. Mayte conserva una grabación de cuando era niña cantando por peteneras. Algo milagroso tiene que suceder para que una criatura, fuera de un ambiente propicio, elija un género tan poco infantil. Los padres de Mayte la apuntaron a un concurso para niños cantantes que convocaba un hipermercado del extrarradio. Cada niño interpretaba lo que quería y Mayte, durante un mes, fue presentando cantes flamencos hasta resultar ganadora. Viendo sus padres que la cría se quedaba triste sin el aliciente de ir a cantar cada semana al concurso le buscaron una peña flamenca; ahí empezó a formarse la Mayte que en 1987 ganaría la Lámpara del Cante las Minas. Yo la descubrí cantando boleros. Lo mismo le pasó al pianista Tete Montoliu, que la escuchó cantar una noche en un club barcelonés y le pidió a la dueña si podía subir al escenario para acompañar a esa muchacha al piano. Actuaron aquella noche y a los pocos días Montoliu averiguó el teléfono de la chica con voz de ángel y le propuso grabar un disco. Lo grabaron, pero Mayte le dijo que prefería que aquel trabajo no viera la luz hasta que ella fuera conocida en el mundo del flamenco: no quería quedar como la bolerista sin ser reconocida antes por lo que había luchado tantos años, el cante. El gran Tete Montoliu tuvo la generosidad de complacerla y esperó hasta que la joven vio cumplido su sueño. Grabaron otro disco con el tiempo, que fue el que llegó a mis manos y que me ha acompañado en tantos paseos. Estas cosas me contaba Mayte, delante de un café, hablando sin reparos de su vida en uno de esos bares de Madrid con insoportable música de fondo, tan poco acogedores para las confesiones. Ahí tenía yo a la cantaora que nunca ha tolerado vestirse de flamenca, aunque eso le costara el puesto de trabajo. ¿Quién ha dicho que el flamenco sólo puede cantarse con moño y mantón? Unas mesas más allá una mujer alta, dulce, simpática esperaba a que acabara nuestra charla. Mayte me la había presentado abiertamente como su pareja. ¿Ha sido fácil ser como eres en el mundo del flamenco?, le pregunté. "Mira, me dice, en la vida no hay que permitir que la gente intuya que estás insegura. Si te ven actuar con firmeza, te respetan". Ese consejo rondó por mi cabeza mucho después de que la viera irse. Ese consejo, ay, quién pudiera seguirlo.

Mayte_Martin © Cristóbal Manuel (La cantaora Mayte Martín y la bailaora Belén Maya, en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de Aichi, en Japón, en 2005.)

-0-

De este magnífico artículo (Elvira Lindo cada vez me cae mejor) se desprende una sabia cita de Mayte Martín, a quien admiro enormemente.

…en la vida no hay que permitir que la gente intuya que estás insegura. Si te ven actuar con firmeza, te respetan.

Mayte Martín, cantaora

.

miércoles, 19 de mayo de 2010

ELVIRA LINDO - Periodistas

.
(El País, miércoles 19 de mayo de 2010) (última página)

Ojalá que los futuros periodistas se rebelen. Ojalá que a pesar de enfrentarse a un escenario complicado intuyan que hoy el periodismo es más necesario que nunca y sean conscientes de que los medios, engolfados en el politiqueo, están ignorando esas historias anónimas que definirían el extraño momento que estamos atravesando. Ojalá que no sean cínicos, que ejerzan una crítica implacable contra esos personajillos que desde hace tiempo inundaron las pantallas y no han servido más que para sembrar la creencia de que es legítimo ganar dinero sin hacer el mínimo esfuerzo. Ojalá que no sean mansos y no se dejen arrastrar por esa corriente venenosa que consiste en acudir a las ruedas de prensa para tomar nota sin rechistar. Ojalá que sean tanhonrados como desconfiar del político que les paga un viaje convirtiéndoles en parte de su corte. Ojalá que entiendan que el mejor periodista, en contra de la práctica tan habitual en España, es el que se mantiene lejos del poder, no el que alardea de estar en la pomada. Ojalá que defiendan la dignidad de su oficio y que aspiren a ser profesionales y no eternos amateurs. Ojalá que tengan el amor propio necesario como para dar más de lo que se les pide, y que no lo hagan por el medio sino por ellos mismos. Ojalá que entiendan que en esta situación económica que va a cambiar la vida de varias generaciones es necesario darle voz a los olvidados y sólo un buen periodista puede hacerlo. Dada la precariedad delempleo, la docilidad es tentadora, pero ojalá que no sean dóciles, porque al margen de la invasión de los opinadores, que de manera gratuita exaltan (exaltamos) los ánimos de los ciudadanos, nos hace falta información. Ojalá que haya una nueva generación batalladora que demuestre que el periodismo sigue vivo, que a lo mejor los que estamos un poco muertos somos nosotros."

(C) Elvira Lindo
(C) El País


Ojalá, digo yo, que Elvira Lindo mantenga esta integridad ética durante toda su vida. Gracias.

DLG