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domingo, 27 de febrero de 2011

SHAME ON YOU, EUROPE! (QUOTES TO REMEMBER–Javier Valenzuela)

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Gaddafi, 1973

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Este Nerón greñudo, de rostro acartonado y estrafalaria vestimenta que vocifera mientras acribilla a su pueblo quiso ser Saladino en su juventud. Lo fue, de hecho, por un tiempo en los más salvajes y húmedos sueños de algunos. Lo sé, resulta difícil de aceptar para los que no vivieron los años setenta y ochenta del pasado siglo, para los que tan solo lo han seguido en los últimos tres o cuatro lustros. Pero, créanme, Gadafi fue guapo en su juventud y no iba de tirano, sino de revolucionario. ¿Como Fidel Castro? Algo así.

© Javier Valenzuela / El País

 

El subrayado y las negritas son mías.  Naturalmente.  Y efectivamente, la cara contorsionada, colérica y terrorífica del Gaddafi actual fue una vez tan joven y agraciada como la del carismático dictador comunista Fidel Castro.  Por lo general, en nuestra juventud siempre somos hermosos especímenes que podemos esconder al mismísimo infierno concentrado en cuerpo y mente.  Y esos seres que se creen nacidos bajo la conjunción de todas las constelaciones para, aun cuando nadie se los pidiera, salvarnos de los espantosos y terribles futuros suelen por lo general conducirnos hacia alguna variante incluso hasta peor que cualquier cosa imaginable o meramente sospechable.

Y aún en este paralelismo de imagen y de fondo pero no siempre coincidente al 100%, nadie menciona entre los horrores la Ciencia del Genocidio Sutil porque, indiscutiblemente se necesita ser un ser superior (para la maldad) como lo es Fidel Castro y la ideología comunista de fina orfebrería, para poder desarrollar esas habilidades y hacer coincidir ciencia y arte en un trasunto diabólico.

Estas revueltas, revoluciones, cambios y ola de incertidumbres inmediatas y futuras, deberían hacer recapacitar a todo el mundo, no sólo a las grandes potencias europeas y a los Estados Unidos, sobre la aconsejable utilización de una cautela mayor.  Los conservadores también deberían sopesar sus odios y sus amores.  La progresía, su visceralidad y sus fascinaciones, también viscerales.  No se piensa con las entrañas sino con el cerebro.  Los progres españoles de antes y los neo-progres (nu-lefties) deberían ya aceptar que el tiempo pasa y que el espejo dice la verdad, y esa verdad no se refleja solamente en la flacidez de la carne y en las arrugas alrededor de los ojos, sino en que lo imaginario que ellos defendían (con respecto a algo que no vivían) no correspondía ni correspondió nunca con la realidad, y que los representantes y horrendos hacedores de esa (otra) realidad nunca jamás defendieron sus intereses ni sus sueños, salvo solamente para utilizarlos en beneficio propio.

Todos, TODOS, deberían avergonzarse.

© 2011 David Lago González

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Gaddafi, 2010