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sábado, 23 de abril de 2011

BABELIA (viernes, 22 de abril de 2011)

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George Krause - Hand of Fatima, Spain, 1954

George Krause - Hand of Fatima, Spain, 1954*

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NOTA DEL BLOGGER:  No me cabe duda de que el libro de Preston es para mí una joya, tanto por su contenido como por su inalcanzable precio a mi maltrecho bolsillo  --¿Le escribo directamente al autor pidiéndole que me regale el libro o me pongo a hacer caridad bloggística como Ernesto Hernández Busto?  Nada, simplemente toca joderse (once more again).

Sobre el libro de ensayos de Herta Müller, sí puedo albergar la esperanza de que algo milagroso casi me haga disponer de los 18 euros que cuesta para comprármelo en mayo, el mes de las flores (y, entre ellas, yo). Una frase en la crítica del libro me augura que estamos en la misma línea: “el imperceptible desmoronamiento del yo”, una fineza que las antagónicas dictaduras de derecha mucho más bastas nunca pudieron imaginar.

*(Aclaración de Roger Salas sobre la foto de George Krauze) Tienes colgada en el blog una foto muy bonita en b/n que en el pie pone Mano de Fatima, y es una niña al lado de un llamador de puerta antiguo. Es un error. La mano sostiene una manzana y representa a la diosa Pomona (la que jamás se interesó por el cortejo masculino), este llamador era habitual en las casas dicen que ya en tiempos de Roma, pero los hay auténticos del renacimiento. Pomona, la diosa de la agricultura también representa la abundancia (y de hecho se representa también con el cuerno desbordado de viandas). Ponerla a la puerta aseguraba la riqueza material. La fruta era la que golpeaba la puerta, no directamente la mano. Y eso también era intencional y estaba relacionado con el mito tardío tal como lo recoge , creo, Ovidio.

CRÍTICA: EL LIBRO DE LA SEMANA

Las raíces del terror

ÁNGEL VIÑAS 23/04/2011

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La violencia ejercida durante y después de la Guerra Civil tiene muchas páginas hasta ahora ocultas. El historiador Paul Preston ha profundizado en este tema en uno de sus libros más esperados. Una investigación que disgustará a muchos por la precisión de sus denuncias

Este es un libro cuya aparición se aguardaba con expectación, al menos en el medio universitario y entre la amplia grey de investigadores que desde hace años han ido poniendo al descubierto las dimensiones cualitativas y cuantitativas de la violencia en la Guerra Civil y en la posguerra. En mi opinión, supera las expectativas.

El Holocausto español.

Odio y exterminio en la Guerra Civil y después

Paul Preston

Traducción de Catalina Martínez Muñoz

y Eugenia Vázquez Nacarino

Debate. Barcelona, 2011

859 páginas, 35 euros

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Paul Preston
A FONDO

Nacimiento: 1946

Lugar: Liverpool

La noticia en otros webs

No debería sorprender. Se deben a Preston obras fundamentales. Está profundamente familiarizado con la historiografía española desde hace muchos años, lo cual rezuma en esta obra por los cuatro costados. Desde su atalaya del Centro Cañada Blanc sobre la España contemporánea en la London School of Economics sigue al día sus altos y sus bajos. Ha creado el más importante plantel de historiadores sobre España que existe en el extranjero.

El presente libro resume toda una vida. Lo hace desde una perspectiva particular y de síntesis de una inmensa bibliografía pero en la que inserta su profundo conocimiento de la evolución española. Impresiona por su penetración analítica, juicios de valor y fundamentación empírica de un tema que no es agradable. En la España del siglo XXI para muchos, inimaginable.

La obra disgustará a numerosos descendientes del pacto de sangre que militares felones cerraron con sus bases sociales, ya fuese en la clase alta (particularmente en Andalucía, Extremadura, Salamanca y Rioja, es decir, la oligarquía agraria) o con sus adláteres en las clases media y de servicio. Menos aún a quienes crecieron en los loores a una cohorte de guerreros sanguinarios contra su propio pueblo y que constituyeron la espina dorsal del Ejército y de la Guardia Civil de Franco. Tampoco a una jerarquía católica neointegrista que a veces recuerda la de los años treinta, con su incapacidad por separarse de las eternas verdades de Trento. Crispará a historiadores neofranquistas y a algún que otro reputado autor norteamericano. Inevitablemente desagradará a los residuos de los ensueños revolucionarios ya sean anarcosindicalistas, poumistas o comunistas, porque Preston dedica una buena parte a la violencia que, desde abajo, manchó para siempre los estandartes y el honor de los partidos y organizaciones obreros. Unos más que otros. Con los responsables identificados.

Agradará, eso sí, a quienes ven en el pasado una de las claves para comprender el presente. En el LXXV aniversario de la sublevación militar y civil encaja muy bien el que Preston haya profundizado en las raíces del terror, a saber, en las luchas sociales que puntearon el quinquenio 1931-1935, en la arrogancia de una clase incapaz de entender la necesidad del menor cambio y en el desprecio que un sector del Ejército y de los ricachones de la época sentían por la "escoria de la tierra", condenada a una vida en condiciones infrahumanas en espera, eso sí, de que el Señor les recompensara en la próxima.

El trato que Preston da a los manejos de la CEDA (confederación de las derechas) es antológico. Frente a las visiones reduccionistas de una historiografía marcada por el patético deseo de desvirtuar en todo lo posible las intenciones y logros de la conjunción reformista, en 1931 y 1936, la obra muestra cómo en aquel periodo se sentaron las bases para lo que después ocurriría. Ni Gil Robles, ni Lerroux ni personajes siniestros como Salazar Alonso salen bien parados. Mola y sus conmilitones (Queipo de Llano en particular) aparecen como lo que fueron: militares brutales, ignorantes y desbarrados con sus alucinaciones sobre el "peligro" comunista, judaico, masónico, ateo o liberal, bien nutridas por los camelos difundidos por personajes turbios como el padre Tusquets o el corrupto policía Carlavilla.

Me asalta una pregunta. ¿Hará algo la Iglesia católica por elevar si no a los altares al menos a una condición honorable a gente como los padres Santiago Lucas Aramendia, Antonio Bombín Hortelano, Andrés Ares Díaz o Jeromi Alomar Poquet? Todos ellos, y otros, masacrados por militares, carlistas o falangistas tras interceder a favor de condenados a muerte "por auxilio a la rebelión".

Frente a los negacionismos de pandereta que siguen aflorando en la España de nuestros días, y que remozan las "verdades" de la guerra y del franquismo como si no hubiera pasado el tiempo, el libro de Preston, que aparecerá en su versión original inglesa el próximo otoño, difundirá en todo el mundo los horrores made in Spain. Cualitativa y cuantitativamente mucho más brutales, permanentes y extensos en un régimen que, al incidir sobre su propio pueblo, no deja de recordar algo al estalinista con su afición a tergiversar el pasado. Bajo la mirada no intervencionista, eso sí, de las altaneras y orgullosas democracias occidentales.

Una obra, en definitiva, que ratifica la reputación del autor y que debiera ser de lectura obligada no solo para los interesados por nuestro pasado sino, y sobre todo, para los educadores de las generaciones futuras.

-o-

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CRÍTICA: LIBROS - NARRATIVA Y ENSAYO

Dictadura y lenguaje

CECILIA DREYMÜLLLER 23/04/2011

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Ensayo. En una época de saldo general y banalización de la literatura, una escritura como la de Herta Müller que se ocupa de persecución, resistencia y traición, que se compromete con la verdad e indaga incesantemente en el ambiguo poder de las palabras, ya es un acontecimiento en sí. Esto lo confirma nuevamente El rey se inclina y mata, con su dolorosa y vergonzante carga existencial. Probablemente, si la Academia Sueca no hubiese señalado la obra de Herta Müller con el Premio Nobel, no tendríamos oportunidad de conocer sus quebradas, turbadoras metáforas de la existencia dañada, no leeríamos nada de los agujeros negros que abre el miedo en la realidad cotidiana, ni nos tomaríamos la molestia de entrar en su mundo puesto al revés por la dictadura.

El rey se inclina y mata

Herta Müller

Traducción de Isabel García Adánez

Siruela. Madrid, 2010

190 páginas. 17,95 euros

Por qué y de qué manera se perpetúa esta experiencia en la percepción de la víctima, sólo se puede mirar caso por caso, y eso es lo que se propone el presente tomo de ensayos. El rey se inclina y mata se sitúa en la línea de reflexión sobre la relación entre lenguaje y dictadura de Imre Kertész o Czeslaw Milosz. Pero a diferencia de estos dos, Herta Müller centra sus observaciones no tanto en el terror con mayúsculas, sino en el minucioso examen del imperceptible desmoronamiento del yo. El enfoque aquí es, como en toda su obra, inexorablemente autobiográfico, mientras el estilo resulta sorprendentemente narrativo, ya que gran parte del libro se compone de unas lecturas universitarias de poética. "En realidad no alcancé a comprender los daños que sufrían aquellos mis familiares hasta que no me vi yo misma en una situación desesperada. Fue entonces cuando realmente tomé conciencia de que una herida demasiado profunda deja los nervios destrozados para siempre. Que las consecuencias de tener los nervios destrozados se manifiestan después, es más: incluso se extienden a las épocas anteriores".

La historia del rey que mata es la historia de lo terrible e innombrable en una biografía de persecución. "Cuando se desmoronan los pilares de la mayor parte de la vida, también se caen las palabras. Yo he visto desmoronarse las palabras que tenía". Detrás hay, por una parte, el historial de Herta Müller como objeto de observación de la Securitate, con los interrogatorios, las amenazas de muerte, la desaparición de los amigos. Por otra parte está la infancia en un pueblo cerril del Banat, región habitada por rumanos de habla alemana y húngara. Es un entorno en el que el silencio es una actitud vital que "puede mantenerse durante toda una vida dentro de la cabeza cuando se está convencido de que gastar las ideas hablando es un despropósito", como explica el ensayo Cuando callamos, resultamos desagradables... Cuando hablamos, quedamos en ridículo. La tétrica y al mismo tiempo familiar figura del rey incluso posee valor simbólico para la historia de la madre de Herta Müller y su estancia de cinco años en el campo de trabajo soviético, herencia de la que se nutre la magnífica novela Todo lo que tengo lo llevo conmigo.

De ahí que, para seguir el recorrido de lugares y acontecimientos vivenciales que engendran el mundo narrativo inclemente y emboscado de Müller, estos ensayos son de gran utilidad. Es más, también ayudan a encontrar claves de acceso a las imágenes perturbadoras de su poesía, que ha ido presentando en poemas collage de aterradora belleza. Al final de cada trecho del rastreo autobiográfico, las citas de sus versos fantásticos, crudos y enigmáticos han adquirido una nueva luz, también gracias a la transparente traducción de Isabel García Adánez. Así, disimuladamente, los ensayos pasan de la historia personal al terreno propio de la deliberación poética, que Müller despoja de cualquier borla académica-teórica, desmontando a su vez el mito de la literatura autobiográfica. "A lo vivido en tanto proceso ni le importa lo más mínimo la escritura, no es compatible con las palabras. (...) Para describirlo es necesario recomponerlo a la medida de las palabras y reinventarlo por completo. (...) Hay que demoler las presunciones de lo vivido para poder escribir sobre ello, apartarse de cualquier camino real para tomar uno inventado, porque tan sólo éste podrá parecerse al primero".

Sin embargo, estos ensayos no tendrían el efecto que tienen -lo vergonzoso mentado al principio-, si no fuera por otra cosa: en ellos se percibe una punzante necesidad de explicarse y legitimarse. Pues, la víctima que se ha salvado se ve enfrentada de repente, en su vida en libertad, con el cuestionamiento de su trastorno, debe responder a la incredulidad de los saturados ciudadanos occidentales. Su aprendizaje de la libertad va a la par con una renovada pérdida de confianza: en la capacidad de entendimiento y en la empatía ajena. Señalar este efecto secundario, que yo sepa, es único en la literatura de esta temática. Y nos implica a nosotros, los lectores: nos asigna una parte de responsabilidad con unos destinos que no están tan apartados de los nuestros.

domingo, 3 de abril de 2011

SERVANDO GONZÁLEZ - “Dulces guerreros cubanos”, obra cumbre de la literatura gay castrista

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Dulces guerreros cubanos, obra cumbre de la literatura gay castrista.
por Servando Gonzalez

Marzo 29, 2011.

 

Los “dulces” guerreros gays castristas


En su libro, Dulces guerreros cubanos, [4] Norberto Fuentes nos descubre un visión ignorada de esta casta de super machos gays guerreristas. El sólo hecho de calificar a guerreros -- en realidad muchos de ellos no pasan de ser asesinos de baja ralea -- de “dulces” ya indica que hay algo extraño en este libro, que no se dice abiertamente, pero que se revela a quienes tienen la clave o la intuición de lo que oculta.

 
El libro de Fuentes es una especie de oda de amor a Antonio (Tony) de la Guardia, el asesino personal del asesino Fidel Castro, que a su vez terminó siendo asesinado por el Asesino en Jefe. Al parecer el amor de Tony por Asesino en Jefe era tan profundo que obnubiló sus intelecto, y nunca descubrió que Castro, como la viuda negra, primero ama y después mata.

Reinaldo Arenas, un escritor cubano homosexual y anticastrista, hizo lo que tal vez sea el mejor análisis del núcleo gay castrista. Según Arenas, una característica del castrismo es que castra psicológicamente a los hombres. El sistema caudillista cubano solamente admite dos tipos de hombres: los machos-machos, obviamente representados por el propio Castro, el único que habla, patea la tribuna, truena, y da órdenes, premios y cárcel. El otro tipo es el macho-hembra, o sea, el hombre que incondicionalmente obedece y admira al macho-macho. La admiración que los machos-hembras sienten por el macho-macho es tal que terminan por imitar su voz, su entonación, sus gestos y hasta la forma en que camina. [5]

Por alguna razón inexplicable esta admiración de los machos-hembra por los machos-machos no se reduce a la Cuba castrista, sino que también ha permeado algunas de las organizaciones anticastristas del exilio. Prueba de ello es la cantidad de machos-machos de la inteligencia castrista que han fácilmente logrado penetrar (si no física, al menos metafóricamente) las organizaciones anticastristas del exilio. Un caso notable es el del macho-macho que se infiltró en Hermanos al Rescate, pero existen otros de cuyos nombres no quiero acordarme.

Todo el libro de Fuentes rezuma homoerotismo, y se revela en las descripciones de los machos-machos que Fuentes desliza como al azar entre sus melosas páginas. Por ejemplo, refiriéndose a los perros de Tony, Fuentes explica como éstos, no podían haber dado con mejor amo para que los alimentara y entendiera, un tipo en su género que respondía a las mismas características de fortaleza sin musculatura exhibicionistas, resistente, ágil, frugal, y leales en su justo sentido, tampoco sin exageraciones. Era una hermosa naturaleza viva la de Tony con sus jeans recortados y su pullover de ejercicios y sus sandalias ortopédicas …” [6].

Más adelante, también refiriéndose a Tony, Fuentes se extasía en la descripción del macho-macho que tanto admira:
Un tipo muy bonito, de buena piel, al que siempre ves pulcramente afeitado y con estómago plano -- encomiable para un cincuentón -- y la sólida musculatura apenas perceptible bajo el uniforme de servicio o de su indumentaria de jeans y camisa de cuadros, pero que se revela cuando lo ves en shorts y camiseta. [7].

Estaba con sus sandalias y su pullover y se escuchaba el sisear de las sifas de agua y canturreaba alguna balada, que era el máximo estado de felicidad para este guerrero. . . . Estaba con su habitual pullover de camuflaje, sin mangas, que alternaba en ocasiones con uno también desmangado en el que la palabra PLAYHOUSE impresa en gruesos caracteres blancos sobre la tela cruzaba de hombro a hombro . . . en el patio era donde a Tony le gustaba andar descalzo. [8]

—Vamos a verlo mañana -- dije con toda la dulzura que me era posible. Antonio de la Guardia asintió. [9].

Una páginas más adelante, Fuentes nos narra una conversación que tuvo con Tony en la que ambos se refieren a figuras clave de la cultura cinéfila norteamericana, entre ellas Tarzán, “con su cuchillo comando de degollar gorilas traidores a la cintura y su coquetona trusita amarilla con pespuntes negros de pies de leopardo tapándole los huevos . . . (énfasis en el original) [10]

Refiriéndose al tema de que en Cuba todas las persona importantes, incluyendo García Márquez, son sometidas a vigilancia y grabaciones de audio y video constantes, que incluyen sus actividades sexuales, Fuentes comenta que Fidel Castro “es un insaciable consumidor de esas porquerías. No de la imagen y mucho menos la imagen sexual, que él más bien tiende a rechazar . . . “ [11]

Y luego añade:

El rechazo de la imagen como complemento de la información y su preferencia por la elaboración cerebral de los datos, es el único rasgo femenino que pudiera reconocerse en la personalidad de Fidel Castro. Muestra de una conducta árida, seca y del convencimiento de algunos cofrades -- no más de tres -- de que nunca ha estado enamorado. Establece una relación parecida entre el desnudo y la muerte. . . . Le cedió a su hermano una mujer para que la desposara, a Vilma Espín, y dicen que en su performance entre las sábanas es de los peores en Occidente, “un mal palo del carajo”, según comentario de una legendaria modelo cubana de los cincuenta, Norka. [12]

En otra parte de su libro, después de regodearse en una larga y morbosa descripción de fusilamientos en la fortaleza de La Cabaña, Fuentes describe a los miembros del pelotón de fusilamiento:

Todos blancos, bien alimentados, bañados, vestidos de limpio, con esos uniformes de camisas azules ceñidas a sus musculaturas envidiablemente definidas, . . . [13]

Refiriéndose a Patricio de la Guardia, el hermano gemelo de Tony, Fuentes confiesa:

Entonces contemplo a Patricio, enfundado en su opaco mono Adidas de gimnasta, y él no va a saber que lo estoy observando y que disfruto de su sonrisa y de su sosiego como nunca ninguna mujer podrá experimentarlo. [14]

No hay que olvidar que el sosegado, sonriente y dulce general Patricio de la Guardia que Fuentes describe con tanto amor y admiración es el mismo que, según todo parece indicar, siguiendo órdenes de Fidel Castro asesinó a sangre fría a Salvador Allende en La Moneda. Ese es el mismo Patricio de la Guardia que, según Fuentes, “Tony giró su cabeza, y sonrió a su hermano mellizo, dulce y pícaro. Patricio me besó a mí primero. Patricio olía al sándalo de su colonia Drakal . . . [15]

Y sobre Tony:

Tony asiente, con una sonrisa. Parece, incluso, a punto de sonrojarse. Pero no logra determinar si su leve acceso de sonrojamiento se debe, lógico, a que no ha podio escapar de la intensidad de la ternura con que me ha expresado, . . . [16]

Pero este Tony lleno de ternura que, según Fuentes, se sonroja como una damisela, es el mismo que, según el propio Fuentes, “… tiene un grupo de hit men a su disposición, los killers.” [17]. Este es el mismo Tony de la Guardia quien, según confesión personal, asesinó, siguiendo órdenes de Fidel Castro, a varias decenas de personas en Cuba y en el extranjero.

Tal vez en determinados momentos de debilidad Tony tenga instantes de intensa ternura, pero esto nunca ocurrió cuando se disponía a asesinar a alguien. En cierta ocasión en que Fuentes le preguntó qué sentía sobre una persona a la que iba a asesinar, Tony le respondió:

… que ya está muerto, y yo le dije, tú no me entiendes, yo lo que quiero saber es lo que tú piensas de lo que tienes que hacer y qué piensas de ese hombre. Qué tú piensas de él.

“Que ya está muerto”, le volvió a responder el dulce Tony. [18]

En una referencia que pudiera interpretarse libremente, Fuentes sigue abundando sobre su héroe Tony:

Parqueamos casi al unísono. Tony con este mulatico flaco, llamado Ariel, que se ha agenciado de chofer, con su pullover suelto de smile! —el símbolo de uso internacional, estampado en amarillo en el pecho y espalda de la prenda, de un largo hasta casi las rodillas y que hace de Tony el único oficial cubano que se desplaza con un chofer civil y decidido aspecto de cantante de rap, el cual Tony, por supuesto, tiene en sus nóminas fantasmas de sus empresas comerciales para eludir que las pesadas estructuras burocrático-militares del país se lo saquen de al lado. [19]

Cuando habla de José Abrantes, otro de los “dulces” guerreros Cubanos, Fuentes se deja llevar por la emoción y lo describe como “… un hombre al parecer de una belleza física insoslayable.” [20] “… de una belleza excepcional.” [21] “… trigueño, juvenil, bonito de verdad, …” [22] Y a Abrantes y a Castro como “… realmente hermosos los dos, . . . “ [23]

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El Supergay en Jefe

Fidel Castro transformó lo que no pasaba de ser una rebelión popular para deponer a un dictador, en una innecesaria revolución social cuyo objetivo final era destruir las bases de la sociedad tradicional cubana. Varios grupos participaron en esa rebelión inicial: estudiantes del Directorio Revolucionario Estudiantil (DRE), comunistas del Partido Socialista Popular (PSP), y el Movimiento 26 de Julio (M-26-7). El M-26-7 tenía dos ramas: una, que Castro controlaba, combatía una guerra de guerrillas en las montañas de Oriente. La otra, el grupo principal de resistencia urbana que dirigía Frank País, controlaba ambas ramas del M-26-7.

Pero el grupo bajo el mando de Castro provenía fundamentalmente del Movimiento Nacional Revolucionario (MNR), una creación de Rafael García Bárcena, ex-director de la Escuela Superior de Guerra. La mayoría de los miembros del MNR eran católicos izquierdistas o abiertamente fascistas. Los más prominentes entre éstos eran Armando Hart, Vilma Espín, Haydée Santamaría, Faustino Pérez.

Otros que eventualmente se unieron al círculo interno de Castro en el M-26-7 fueron su hermano Raúl, Che Guevara, Jesús Montané, Julio Martínez Páez, Melba Hernández y Celia Sánchez. Después que Castro tomó el poder en Cuba en 1959, Pastorita Núñez, Violeta Casals, Martha Rojas, Margot Machado, Angela Grau, Marta Frayde, Vicentina Antuña y Mirta Aguirre también se unieron al grupo que estrechamente colaboró con Castro.

La mayoría de estas personas que he mencionado más arriba eran gays y lesbianas machorras.

Rodeado de gays por todas partes (su hermano Raúl y Alfredo Guevara son los ejemplos más notables), el Supergay en Jefe siempre ha sentido un desprecio total por los homosexuales afeminados. Su peor insulto es llamarle “maricón” a alguien. Según el propio Fuentes, “el hombre es una maldita fábrica de decirle maricón a todo el mundo, como podemos constatar.” [24]

Luego Fuentes narra como Castro ha usado a García Márquez como su enviado personal para decirle “maricón” a Felipe González, a Omar Torrijos, y a otros. [25] En otro de sus libros, Narcotráfico y tareas revolucionarias, el propio fuentes narra como en una visita que Castro realizó a Rumania en 1972, le espetó a Ceaucescu, “Tú eres maricón,” y, dirigiéndose a su traductor le ordenó”: “ Dile que él es maricón. Traduce eso.” [26]

La obsesión anti-homosexual de Fidel Castro es tan grande que es una de las primeras cosas que le viene a la mente cuando pierde su ecuanimidad. Por ejemplo, a resultas de una broma que unos jóvenes de Miami le jugaron, engañándolo con una supuesta llamada telefónica de Hugo Chávez, al darse cuenta de que le habían tomado el pelo, Castro se quedó sin adjetivos difamatorios y, no hallando en su vocabulario adjetivos suficientemente ofensivas, le lanzó al que lo llamaba un epíteto de su propia creación: “mariconzón”.

Las opiniones públicas de Fidel Castro sobre la homosexualidad y los homosexuales no son fáciles de hallar. Probablemente la mejor fuente sobre el tema es una larga entrevista que Castro le concedió a Lee Lockwood en 1965, luego publicada bajo el título de Castro’s Cuba, Cuba’s Fidel. Las palabras de Castro son altamente reveladoras:

CASTRO: Pero seré franco y diré que los homosexuales no deberían ser admitidos en posiciones en las que puedan ejercer su influencia sobre la gente joven. En las condiciones bajo las que vivimos, debido a los problemas que enfrenta nuestro país, debemos inculcar en nuestros jóvenes el espíritu de la disciplina, la lucha, el trabajo. En mi opinión, todo lo que tienda a promover en nuestros jóvenes el espíritu más fuerte posible, o sea, actividades relacionadas con la defensa del país tales como los deportes, deben ser promovidas. Esta actitud tal vez no sea la meas correcta, pero es lo que sentimos. [27]

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Como se puede apreciar por sus palabras, la idea que tiene Fidel Castro sobre como debe ser la juventud revolucionaria es muy similar a la ideología gay de Esparta y de la Alemania nazi. Sus palabras al respecto de que el espíritu de disciplina, de lucha y de trabajo y de todo lo que promueva en los jóvenes el espíritu más fuerte posible, o sea, actividades relacionadas con la defensa del país tales como los deportes, parecen haber sido tomadas directamente de un folleto sobre la juventud Nazi escrito por el ministro de propaganda Nazi Joseph Goebbels.

No hay que olvidar que las palabras de Castro a Lockwood fueron dichas para su publicación. Pero escritos anteriores de Castro, los cuales no pensaba ver publicados, dan una mejor idea de su verdaderos sentimientos hacia los homosexuales afeminados. Mientras cumplía su sentencia en la prisión de Isla de Pinos por el ataque al cuartel Moncada, Castro tuvo ciertos problemas con un funcionario del gobierno, de quien escribió una carta a su amigo Conte Agüero: “Sólo un afeminado en los estratos más bajos de la degeneración sexual pudo usar ese tipo de ataque, de tan inconcebible indecencia y falta de hombría”. [28] Es un hecho comprobado que los gays supermasculinos consideran la femineidad en un hombre como la afrenta última y un grave signo de debilidad.

La distinción que hace Arenas entre los machos-machos y los machos-hembras es muy similar a la que hacen los gays norteamericanos entre Butchs (machos-machos) y Femmes (machos-hembras). En la cultura hispana el término que más se acerca al vocablo alemán “butch”, que designa al guerrero gay, es bugarrón (o bujarrón). Los bugarrones no se consideran a sí mismos homosexuales. Según esta distinción, sólo el hombre que adopta el papel pasivo o femenino en el acto sexual es visto como homosexual. Siempre que un hombre mantenga su papel “masculino”, no será considerado homosexual. Pero es bien sabido que muchos bugarrones esconden su homosexualidad bajo un manto de hombría y virilidad.

La crueldad despiadada hacia sus opositores, una característica esencial de la revolución castrista, es el resultado directo de sus raíces gay homofascistas. La Cuba de Fidel Castro está llena de cárceles y campos de concentración, donde el trabajo forzado, la tortura física y mental, y los pelotones de fusilamiento, son parte de la rutina diaria del sadismo gay. [29] No es por casualidad que uno de los peores tipos de tortura en Cuba, las llamadas “celdas tapiadas”, especie de ataúdes de hormigón en las que los presos son forzados a mantenerse de pie en total oscuridad por varias semanas, fueron inventadas por los gays nazis de las SS en la prisión de Oranienburg, cerca de Berlín.

Lamentablemente, Almendros y Rodríguez-Leal, demostrando una increíble falta de honestidad intelectual, no aclararon en Conducta Impropia que quienes hostigaban a los homosexuales afeminados y los internaban en las UMAPs no eran los viejos comunistas del PSP, sino los gays de la pandilla castrista, entre ellos Fidel y Raúl Castro, Che Guevara y el propio Alfredo Guevara. El único que tuvo la valentía de decirlo fue René Ariza, cuando, ya casi al final del documental, afirmó que en la Cuba de Castro las fronteras se tornaron borrosas, y muchas veces no se distinguía entre el perseguido y el perseguidor. [30]

Tampoco es producto de la casualidad que tres de los hechos más deleznables del sadismo gay castrista: el fusilamiento de 71 oficiales del ejército constitucional el 11 de enero de 1959 y su enterramiento en una fosa común, los fusilamientos masivos en La Cabaña, y la creación de las UMAPs en 1965, hayan sido llevados a cabo por dos de los más connotados gays castristas: Raúl Castro y el Che Guevara.

América Latina ha conocido dictaduras despiadadas y crueles. Pero nunca en la historia de esos países un gobierno ha instituido una persecución tan sistemática de sus ciudadanos, y en particular de los homosexuales, como la llevada a cabo por los dulces guerreros cubanos de la Cuba gay, homofascista, de Fidel Castro.