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domingo, 22 de mayo de 2011

ALENA COLLAR - Joan Margarit: La Dignidad

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Joan Margarit: La Dignidad.

Publicado el mayo 21, 2011 por alenar

http://alenacollar.wordpress.com/2011/05/21/joan-margarit-la-dignidad/

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Llevo leyendo a Joan Margarit muchos años. Y lleva llegándome su escritura hace muchos años. Siempre me ha conmovido. Siempre me ha zarandeado emocionalmente.

Ahora, con su No estaba lejos, no era difícil, me ha reafirmado en algo que siempre he creído. Escribir sobre el dolor sólo puede- haciéndolo bien, quiero decir- quien ha sufrido.

clip_image002El dolor, el silencio, la ausencia, la nostalgia, las heridas del tiempo, no están al alcance de cualquier escritor. Una vez se me ocurrió decir que “es fácil escribir del dolor desde la alegría”. Y no se me quiso entender. Porque lo que estaba yo expresando es que sólo sabe del dolor quien lo sufre. El resto son malas copias. Literariamente el dolor viste mucho, salvo a quienes lo tienen. Que entonces escriben para dejar de morirse.

El dolor, el abandono, la nostalgia, lo que suelen instaurar en nosotros es el reino del Silencio. Y quien escribe bien, sólo cuando se distancia puede empezar a transcribir, a transcribirse.

Margarit, a través de toda una vida tallada en dolor, renuncias, abandonos, soledades, esperanzas, llega a una conclusión a la que jamás llegará un mal poeta: no estaba lejos, no era difícil llegar a la Dignidad. Y a ella se llega a través de la asunción del miedo y su transmutación en lucidez.

Estos poemas nos hablan de eso. De la estación término, de su aceptación lúcida, de cómo se puede poner en pie la Vida a través del dolor y la ausencia.

Y dan testimonio, marcan, nos llevan casi de la mano por un país de lluvia, sí, pero al acabar de leerlos nos da la sensación de que estamos menos solos.

© Alena Collar

(Cortesía de la autora)

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Dos poemas de Joan Margarit

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Horarios nocturnos
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Acostado a tu lado, oigo los trenes.
Cruzan mi frente sus fugaces luces
rasgando el horror tibio de esta noche.
La pausa de silencio me deja una luz roja,
una nota sobre este pentagrama
de cables y de vías oscuras y brillantes.
Acostado a tu lado,
oigo cómo se alejan con el ruido más triste.
Quizá me he equivocado no subiendo a uno de ellos.
Quizá el último acierto
sea -abrazado a ti-
dejar pasar los trenes en la noche.

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La combinación

                                                          A Mari Carmen Parma
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Sola entre dos infiernos
-el de la libertad y el de la edad-,
ya no he podido abrir la caja fuerte.
La puerta con sus cifras giratorias,
es la ruleta en la que ya no sé
de qué forma apostar:
desde el primer suspiro conservé,
acorazada luz, aquella rosa.
Estoy desnuda en nuestro dormitorio
con la ventana abierta y la lámpara apagada,
oigo el rumor urbano de la noche
mientras la leve brisa me acaricia.
Ahora, la muchacha y el muchacho
que tú y yo un día fuimos permanecen
siempre muy cerca, están dentro mí:
un olor conocido o una canción
puede hacerlos salir, pero si quiero hablarles,
ya han desaparecido. Vivimos a merced
de lo que de nosotros ignorábamos,
tal si entre los derechos que tuviese la vida
hubiera un misterioso derecho a no saber.
El metálico nido custodia nuestros sueños.
Estoy llorando. La combinación
era esta: la fecha de tu muerte.

viernes, 4 de febrero de 2011

ALENA COLLAR - Albert Camus y la empatía.

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ALENA COLLAR - Albert Camus y la empatía.

Publicado el febrero 3, 2011 por alenar

(http://alenacollar.wordpress.com/2011/02/03/albert-camus-y-la-empatia/)

Albert_Camus---Albert Camus (1913-1960, Nobel de Literatura en 1957), fotografiado por Henri Cartier-Bresson en 1944.

clip_image001Albert Camus (1913-1960, Nobel de Literatura en 1957), fotografiado por Henri Cartier-Bresson en 1944.

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Me entero por el blog de Maruja Torres que ahora se cumplen años de la muerte de Albert Camus.

Y pensando en su vida, en sus libros y en sus diferencias con Sartre, hay una conclusión muy elemental que me viene a la cabeza. Algo que me importa mucho en los seres humanos, y naturalmente en los escritores.

Su capacidad para la empatía. Hay escritores que escriben muy bien, que nos narran acontecimientos o historias que nos interesan mucho, pero a los que- yo al menos- encuentro una distancia insalvable; nunca se ponen en el lugar del otro, escriben como si el mundo les fuera ajeno; nos lo cuentan pero alejándose, no participando, o no pensando que participan.

Camus no. Estoy pensando en sus diferencias con Sartre, sus discusiones, sus modos de ver la “realidad”; en un momento en el que el mundo se dividía en marxistas y antimarxistas, existencialistas y espiritualistas, por resumirlo de alguna manera, en el que en plena Guerra Fría, andábamos con las vueltas de lo políticamente correcto, Camus se hace a un lado, para escribir libros como El Extranjero, La Peste, o ensayos en los que reflexiona sobre el mundo contemporáneo pero al margen de toda la empanada mental en la que se convirtió “ser intelectual”.

Quizá  porque Camus no “fue de eso” y Sartre si. Quizá porque a Camus lo que le importaba de verdad eran los seres humanos, la extraordinaria capacidad para resistir el dolor, para vencer la soledad, quizá porque el mismo fue un resistente; de esa forma pudo no solo entender sino empatizar con “el otro”, pudo abrir sus ficciones a algo que a muchos les sonó y les sigue sonando como ridículo: La Compasión.

© Alena Collar

 

(Se edita en este blog con permiso y por cortesía de la autora.)

viernes, 8 de octubre de 2010

ALENA COLLAR - Acerca de Vargas Llosa y su obra. Intento de Acercamiento

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ALENA COLLAR

Acerca de Vargas Llosa y su obra . Intento de Acercamiento

Posted on Octubre 7, 2010 by alenar

http://alenacollar.wordpress.com/2010/10/07/acerca-de-vargas-llosa-y-su-obra-intento-de-acercamiento/

 

¿Cuándo se jodió el Perú, Zavalita?… es la primera frase si no recuerdo mal porque cito de memoria, de Conversación en La Catedral.

Efectivamente, de esta manera tan desconcertante- porque entra “in media res” en la narratividad, empieza una de las mejores obras en lengua castellana que se han escrito el siglo pasado.

Y en una época en la que incluso el verbo “joder” en literatura era casi una blasfemia.

Vargas Llosa de heterodoxias sabe mucho, y de países jodidos también. En esta obra bajo el aspecto de una novela coral no cuenta cuándo se jodió el Perú, sino cuándo las ideologías y el afán de Poder joden a los ciudadanos normales de un país cualquiera. Y eso, por aquél entonces también era aplicable en España.

El ejemplo me sirve para destacar una de las principales características de su narrativa: que es generalizable. Es decir, que trasciende el ámbito peruano, y el hispanoamericano- cosa de la que no todos los escritores pueden presumir- para llegar a cualquier sociedad. A través del mundo peruano leemos a Guatemala, a Chile y su golpe de Estado inducido por la CIA, a España y sus caciques de pueblo, a Argentina y sus muertos-desaparecidos, y a una sociedad civil que vive alrededor de una “catedral” metafórica de silencio y resignación mientras ejerce su único derecho: conversar.

Y a veces ni eso. Porque ya desde niños  (Los Cachorros) nos enseñan que vence el fuerte, no el razonante, a través de las más bien desventuras de una pandilla de adolescentes, que establecen las mismas relaciones que sus mayores, basadas en el imperio de la dominación por la fuerza bruta y la manipulación tanto física, como moral.

La segunda característica de su obra podría ser entonces enunciada como : la demolición narrativa del engaño de los sistemas de poder. La denuncia de sus métodos.

Pero Vargas Llosa además de estas dos obras, que a mí me parecen fundamentales aunque sean antiguas porque inauguran un estilo, ha sido y sigue siendo un desvelador de sueños. Y esto ocurre en una obra muy extraña, muy poco leída, muy poco criticada y muy poco comentada porque además es muy surrealista, es decir, muy no “realismo mágico” sino “surrealismo mágico”, como es La Señorita de Tacna.

Los críticos la definen como una obra menor; habrá que pensar que los críticos no entendieron ni papa –sin perdón- de los sueños encubiertos bajo un delirante lenguaje, de esta señorita presuntamente absurda en un mundo presuntamente real. Aquí el estilo de Llosa se bifurca hacia un lirismo de metáfora casi salvaje, de paroxismo asociativo, de demostración de que la palabra puede crear tanto como un mundo aparte, y de que, desafortunadamente, todo ello topa de frente con el muro de la gente muy civilizada, requetecivilizada, recontracivilizada.

La tercera característica sería pues, la capacidad de recreación lingüística de mundos imposibles.

Y naturalmente tenemos la faceta más controvertida de Vargas Llosa, que se desvela en ensayos y artículos periodísticos.

Las opiniones políticas o las ideologías personales de los escritores parecen estar sometidas a las críticas de los críticos, que, según corre el aire de la historia, así juzgan, olvidando por supuesto la literatura y dejando que las marcas de la opinión dominante se peguen al escritor porque “ es lo políticamente correcto”. De manera que a Galdós nunca le dieron el Nóbel porque los muy progres escritores de izquierdas de su tiempo pusieron el grito en el cielo, acusándolo poco menos que de servidor de la clase media y vendido al capital; eso sí, no se molestaron en leer Nazarín.

Y a Vargas Llosa se le acusó en su primera época de comunista tremebundo y en sus últimos años de fascista. Vaya por diox, o por Marx… Naturalmente se olvidaron de que a Dios lo mató la generación de Sartre y a Marx, el pobre, ya no le leen ni los marxistas, entre otras cosas porque es aburridísimo. Quiero decir con esto, que, basta que Vargas Llosa escriba que Cuba es una dictadura para que se alcen los bujujús correspondientes, olvidando que en su día apoyó- como casi todos- aquella Revolución.

Y por supuesto no leyendo- vaya a ser que se enteren de algo- libros como Lituma en Los Andes, que vienen a ser un ensayo novelado de los movimientos guerrilleros de la época y del terrorismo de Estado existente. Ni tampoco leerán – por si se les pegara algo de inteligencia- los ensayos sobre escritores, La Orgía Perpetua (sobre Flaubert), o el último, sobre Victor Hugo, La Tentación de lo Imposible, o sus ensayos, Contra Viento y Marea.  En los que despliega un espíritu libre para analizar, sin importarle un ardite lo que los sacrosantos críticos decidan sobre el nuevo cliché en el que meterle.

Porque Vargas Llosa no tiene clichés. Es decir, es inclasificable. Dirá lo que le parezca que deba decir, guste o no. Expondrá juicios razonados, lo hará con un estilo que se distingue porque cualquiera puede entender lo que dice- otra característica de su escritura, la naturalidad- y finalmente nos dejará el solo testimonio de sus palabras para juzgarle.

Molesta que apoye a EEUU – visión maniquea naturalmente, como la de que García Márquez apoyaba a Cuba-, o que diga que los nacionalismos son un obstáculo para la democracia. Y entonces le agitan fanáticamente las banderas nacionalistas en la cara, demostrando que lleva razón.  Y naturalmente, no le leen, demostrando que son mucho más antidemócratas que él.

No importa. Quienes le farfullan soflamas nunca escribirán La Guerra del Fin del Mundo; están muy ocupados en prepararla.

© Alena Collar

(Se publica este artículo por cortesía de su autora)

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