Mostrando entradas con la etiqueta Miami. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Miami. Mostrar todas las entradas

lunes, 4 de julio de 2011

One-sided love affair

.

Stephanie Lostimolo

Stephanie Lostimolo

.

One-sided love affair

(o “La embajada cultural del estado cubano hacia La Yuma”)

.

One-sided love affair es una muy agradable canción del early Elvis Presley cuando éste verdaderamente valía la pena y había revolucionado el mundo del rock’n’roll, antes de que cayera en el pozo sin fondo de Las Vegas, la voz impostadamente abaritonada y el kitsch de mal gusto y drogas que acabó con él. Se pudiera traducir algo así como “Amor de una sola vía”, “Romance no correspondido” o “Paja mental con una chica a la que le importo un pepino”.

Luego he añadido el subtítulo de “La embajada cultural del estado cubano hacia La Yuma.” Jamás me refiero a los EE.UU., como La Yuma, ni a ningún norteamericano como yanqui o gringo, porque son cosas que me parecen de mal gusto y a mí no me gustaría que se refirieran a mi país de origen de la misma forma en que lo hacen los chicanos con respecto a los Estados Unidos. No soy chicano, y por tanto tampoco no padezco ese odio-amor mejicano que exterioriza mucha de esa gente y que, como todo lo malo, es lo primero que se pega y ya es muy común escuchar a cubanos de Miami expresarse de esa manera.

¿Pero de qué va este “romance sin correspondencia”?

Pues va de que no hace muchos días fue recibida en la Alianza Francesa de Miami, bajo su anagrama y el de ZuGalería, una poeta cubana de pro, que se hizo famosa por las lecturas que se daban en su azotea y por un espasmódico poema que eleva la figura de Fidel Castro a la que ella por entonces consideraba correcta: la de un dios.

Ya no es necesario arrepentirse o entonar el viejo cuentecito de “yo estaba equivocado”. En fin de cuentas, hacer eso siempre fue una hipocresía. Da lo mismo tocar los timbales, las maracas, rascar la quijada o rasgar la sensiblera guitarra de los cantautores, que aparecerse con un poema. Al fin y al cabo todos tenemos un pasado, también Himmler, Pol Pot, el sobrino de Pinochet, Migdalia la de Vigilancia del CDR y Chucho el Gordo que era jefe de abastecimiento, miembro del núcleo del Partido y en sus ratos libres (los más) robaba para enriquecerse contra natura. Reina María Rodríguez es poeta –asegura la UNEAC— y por lo único que será recordada es por haber ensalzado la dulzura de los discursos de Fidel, voz que desgraciadamente he tenido que oír más que la de mi propio padre, que era muy parco.

A esto creo que los pro-revolucionarios le llaman “Intercambio cultural CUBA-USA”, pero que yo sepa, Luis de la Paz, ni Reinaldo García Ramos, ni Ángel Cuadras ni Prats Sariol, ni siquiera Manny (no me acuerdo el apellido y no tengo ganas de buscarlo) han sido invitados por el Gobierno cubano a leer sus poemas o sus textos en la ruinosa Habana. Luego, pues, no comprendo qué materiales, ideas o personas se intercambian. (Yo soy bruto, muy bruto, elemental y básico, y no entiendo de subterfugios.)

Más allá de ser una vergüenza, considero y afirmo el carácter totalmente ASQUEROSO y DELEZNABLE, no de la Reina María de las Azoteas –que, como la Yoani, y todo el mundo allí/allá, lo que quieren es viajar, viajar, viajar, Dios mío, pero sin pasar por los sacrificios del inmigrante— sino de los ghetteros que acuden a esos ágapes y luego quieren y exigen que les traten con respetabilidad y honor, y que en vez de decentes inmigrantes se les considere merecidos asilados políticos, porque, oh, Dios mío, nadie es capaz de imaginar lo que hemos sufrido fingiendo más de medio siglo. Y eso merece una consideración. Y una compensación, preferiblemente material y en dinero.

Que El Diablo los mantenga bien unidos.

.

© 2011 David Lago González

.

.

REINA MARÍA RODRÍGUEZ

(La Habana, 1952)

 

Hoy habla Fidel

.

aunque no supiéramos

qué iba a decirnos

aunque solo fuera verlo

sentirlo detrás de la pantalla

la casa se acomodaba en silencio

y las palomas quedaban quietas.

hoy habla Fidel y yo he crecido.

por sus pequeñas arrugas ha pasado este tiempo.

vuelvo por su voz

que va llenando el barrio

de una calma que todos conocemos:

lo esperan nuestros pechos

rápido fugaz

siempre cerca de lejos en las concentraciones

--alguno tropezó con sus ojos en la fábrica

y ya no le olvidó—

abuela lo guarda en la cartera

junto con sus lirios y los amores que se fueron.

comprendo por qué allá en la Sierra

ponían su retrato como un santo.

sólo hay un forma de quererlo:

hemos crecido dentro de él como un gran árbol

por eso lo cuidamos

con tanta vanidad y tanta fuerza.

hoy habla Fidel

mis hijos quieren boinas y barbas

no saben del hambre y de la guerra

no pueden con la palabra Nicaragua

pero se sientan frente al televisor

y cuando pasan por los parques

las calles las escuelas

lo reconocen.

.

(tomado de internet)

***

(posts vinculados: http://heribertopenthouse.blogspot.com/2011/07/acto-de-celebracion-por-los-50-anos-de.html)

miércoles, 27 de enero de 2010

DAVID LAGO GONZÁLEZ - MIAMI

En una de las pocas cosas en que nunca complací a mi madre fue en trasladarnos a Miami. No es que ella lo pidiera jamás ni se sintiera grandemente entusiasmada por la idea (pues le tocó vivir también la vanidad social del cubano de otras épocas anteriores a la Revolución, cosa que incluso yo recuerdo de algunos personajes que, por coincidencias de holganza económica, pasaban por la sala o la saleta de mi casa en algunas ocasiones), pero comprendo que quizás en un principio de nuestra “transterración” le habría resultado más fácil para aceptar la separación definitiva de Cuba y de todas sus raíces. Pero mi rechazo —podría perfectamente ampliarlo, pero tendría que explicar más cosas y estoy cansado a veces de explicarME— a Miami, “la nueva Cuba”, se remonta a los mismos tiempos remotos en que comenzó mi rechazo hacia todo lo nacional autóctono debido a la apropiación inmediata que hizo Fidel Castro y su compañía de fanáticos, seguidores bien intencionados e ilusionistas de la peor calaña. Lo primero de ningún modo fue tan fuerte como lo segundo —que me ha tarado para siempre y ya estoy en el umbral de la vejez—, pero todavía se mantiene y se renueva al menor tropezón, por pequeña que sea la piedra. Por suerte, bastante poco después de volver a Madrid desde una fugaz Galicia, conocí a quien sería mi pareja durante once años, Ángel del Río Hornos, judío sefardita al que debo muchas consecuencias de índole psíquica, pero también la gran suerte de haberse involucrado con mi madre (mutuamente) desde el mismo principio y habernos facilitado el paso a un cosmopolitismo que fue la voluntad primera con la que dejé Camagüey, al punto de que mi madre (persona muy criolla —en el mejor y más antiguo y tradicional y elegante sentido del término—) asumió de inmediato la cocina y otras costumbres no tan cerradamente cubanas para abrirse a una verdadera y armoniosa integración, sin renunciar ni negar el origen más inmediato de toda ella (y también sin necesidad de los estúpidos “contratos de integración” que propone Mariano Rajoy, candidato a la presidencia española por el Partido Popular).

Hace poco tuve otro tropezón. Este vino en forma de documental, de esos documentales aparentemente apolíticos y medio bobos en que se quiere poner de manifiesto las maneras y expresiones de un pueblo. Este no versaba sobre la Cuba insular sino sobre la sustitutoria: Miami, y sobre todo —ya que los tópicos pesan sobre cualquier otra cosa y todo este tipo de filmaciones está más bien dirigida hacia la mass media más imbecilizada e impersonal—, la Calle Ocho, pasarela de La Pequeña Habana o Little Havana, ahora cuando ya ni siquiera existe prácticamente pues la mayor parte de sus habitantes cubanos han salido de allí y ha sido sustituidos por toda clase de latinoamericanos. Pero la verdad es que en ese documental —que se filmaba en una especie de “carnaval” que para nada me recordaba un verdadero carnaval sino que para mí era reflejo fiel de las bebederas populares con que el Estado cubano regalaba al pueblo por el ataque al Cuartel Moncada durante los días 26, 27 y 28 de julio, fecha a la que también fue trasladada la celebración del Día de Reyes, no con su carácter religioso, sino como festejo infantil— lo más que apreciaba era un espíritu netamente cubano, de la Cuba urbana profunda actual y post-Fidel, ésa que me obliga a no volver y que desgraciadamente ha terminado engulléndose a la que una vez fue auténtica, ésa en la que viví y me emborraché hasta el peligro de la inconciencia y el alcoholismo. El peligro de la peligrosidad con el que el comunismo me había re-bautizado, contagiándome de un virus más destructor que el del VIH.

Lamentablemente parece que las cosas se igualan por el peor rasero. ¿A eso es a lo que se refieren los dialogantes? Crecí, me formé-deformé, en una época radical, de ahí que el producto también resultara serlo —como dice el tío ése de Penúltimos Días: “ya sabemos, David, que tú eres el más radical de todos”—, no logré ceder yo mismo a la domesticación. Tuve otros patrones, otras “lacras”, como se decía. Entre mis tiempos y otros posteriores (que sobre todo florecieron a partir de la segunda mitad de los años 80 y durante los 90s) hay un abismo insalvable: el de la domesticación. No hay manera de entendernos.

Y, además, a quién le importa.

Lo peor de todo es que ahora hay una nueva forma de “identificarnos”: todos somos la Calle 8.

(Madrid, 27 de enero de 2010)

© David Lago González, 2007.

.

Calle Ocho Street Festival Takes Over Little 9zy6UIWNtknl

.