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viernes, 18 de marzo de 2011

Más vale tarde que nunca -Shame on you, Europe (5)

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c1930 by Lucien Vogel

c1930 by Lucien Vogel

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LIBIA | La ONU da luz verde a 'todas las medidas necesarias'

Francia, preparada para atacar a las tropas de Gadafi 'en unas horas'

http://www.elmundo.es/elmundo/2011/03/17/internacional/1300399346.html?a=7d42c596267e8c5e04ec9606fc5a7a5a&t=1300449820&numero=

 

Suele decirse que más vale tarde que nunca. La muchedumbre en Benghasi se mostraba gozosa esta madrugada (hora de España) de que por fin los veladores del Buen Mundo --ciertamente mucho mejor que el Mal Mundo— hayan alcanzado esa pujada decisión de salvar sus intereses comerciales y la pésima promoción de haber tenido relaciones tan comprometidas con un loco mesiánico revolucionario (¿me repito o vale la redundancia?) y criminal. Gaddafi era ya un cadáver político que ha mostrado la verdadera cara de tantos otros dictadores, sátrapas populistas y revolucionarios exportadores de lo que antes se llamó “movimientos de liberación nacional” y ahora es conocido como “terrorismo” según el Diccionario de lo Políticamente Correcto. ¿Necesito aportar nombres? Pues bien, para los que no lo quieran reconocer y crean que existen diferencias, aquí van algunos: Fidel y Raúl Castro y toda su romántica Revolución del Siglo XX (featuring Ernesto ‘Che’ Guevara, indeed); Chávez el bolivariano; ETA llamado indistintamente terroristas, movimiento de liberación nacional o independentistas vascos. Recuerdo --y os recuerdo que existen las hemerotecas— las amenazas repetidas por parte de Fidel Castro de que antes barrería toda la isla y la reduciría a arena y a escombros si existiera la posibilidad real de caer en manos del imperialismo “yanqui” (parece que el neo-imperialismo comercial-político español es más pasajero: al fin y al cabo siempre hubo una predilección de los metropolitas por la carne prieta –en su acepción de color). ¿Algún parecido con las intimidaciones de Gaddafi? Yo diría que sí.

Y otros parecidos más.  Si hoy el vergonzante presidente italiano Berlusconi guarda discreto silencio y ofrece sus bases militares para la operación No-Flight, después de sus mutuos lametazos con el libio, me pregunto ¿cómo reaccionarían personalidades del gobierno español que, como Carme Chacón (a través de su esposo Sr. Barroso) pisan sin garbo propiedades robadas y confiscadas por el Estado cubano llamándolas suyas, en el supuesto caso de que al “carismático” comandante –tan sui generis como el propio Gaddafi, ahora en desgracia total— le sobrevenga un ataque de locura ultimísima?

Por suerte, las alfombras persas de “Las 1000 y 1 Alfombras” del madrileño Paseo de Recoletos, están en proceso de liquidación total debido a la crisis. Apresurarse, pues, a comprar muchas para esconder bajo ellas sus vergüenzas.

© 2011 David Lago González

miércoles, 16 de marzo de 2011

El té de las cinco (Shame on you, Europe 4)

Focus on Japan, killing in Libya BY AREND VAN DAM

(Focus on Japan, killing in Libya BY AREND VAN DAM)

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Creo que a estas horas, la baronesa Ashton, en un vano intento salivoso de ocultar sus enormes dientes blancos mientras contiene la sonrisa, estará sacando unas pasticas compradas en Lidl (“donde la calidad no está reñida con los precios”) para entre la ONU y la UE tomar el té de las cinco para brindar por la rápida recuperación del revolucionario Muammar al Gaddafi.  Están también invitadas las colonias, representadas por sus amas de llave: las Hermanas D’Castro, el colluza Chávez, el Ortega, el aimara, el otro, y el otro y el otro, y la otra.  En fin, toda La Peste Mayor  (que no “la plana mayor”).

Lástima que no se “atoren” todos al unísono con la pepita de chocolate de una cookie.

Rebel fighters sit on a sofa at a check point in Ajdabiyah, March 15, 2011. (GORAN TOMASEVIC, Reuters)

Rebel fighters sit on a sofa at a check point in Ajdabiyah, March 15, 2011. (GORAN TOMASEVIC, Reuters)

sábado, 12 de marzo de 2011

LEYENDO EN WOOSTER (sábado 12 de marzo de 2011)

(de cine, literatura, museos, gente sensible; política asquerosa, mierda, basura; y, al final del túnel, los brotes verdes)

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just add

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REPORTAJE: IDA Y VUELTA

Vidas adultas en el cine

ANTONIO MUÑOZ MOLINA 12/03/2011

http://www.elpais.com/articulo/portada/Vidas/adultas/cine/elpepuculbab/20110312elpbabpor_11/Tes

Una pregunta insistente me venía a la cabeza mientras estaba en el cine, viendo Poetry, y cuando salí luego a la calle y seguía habitado por esa película, habitando en ella, acordándome del rumor de las aguas de un río y de una voz de mujer que dice la mitad de un poema y se convierte en una voz de niña que dice la otra mitad, o de la actitud de atención y cortesía con que esa señora mayor y un poco cursi que se ha apuntado en el centro cultural de su barrio a un taller de literatura decide escuchar el sonido de la brisa en las hojas de un castaño. Volví al cine solo unos días después a ver otra película, de otro mundo, en otra lengua, De dioses y hombres, y la pregunta ya familiar de tan persistente apareció de nuevo, esta vez desde el mismo principio, desde las imágenes del despertar del día en un convento cisterciense en los montes de Argelia y en una aldea próxima que tiene algo de tibetano y de alpujarreño en sus pobres casas escalonadas con tejados planos. En ambas películas, no empieza habiendo más música que los sonidos del mundo natural, o los de la presencia y el trabajo humanos, pasos, herramientas, una azada cavando la tierra, el trajín de una mujer mayor en una cocina, el de un monje que cuida un huerto, la concentración silenciosa con que otro monje vierte en un tarro la miel que ha cosechado él mismo. Las dos tratan de la belleza y del horror, de la compasión y el crimen, de las consecuencias tremendas que pueden tener las decisiones que se toman. En las dos está el retrato de lo que hacen los años en las caras de las personas. En Poetry hay un sentido del paisaje que tiene mucho que ver con la pintura china y con las visiones zen de la naturaleza; en De dioses y hombres el sentido de los espacios interiores habitados por macizas figuras de monjes nos recuerda inevitablemente a los cartujos de Zurbarán, las caras estáticas y a la vez castigadas por la edad, la intemperie, el trabajo, el juego de claridades y sombras de los hábitos blancos en interiores iluminados por velas.

Me cuesta imaginar que una película como 'Poetry' o como 'De dioses y hombres' llegue a hacerse entre nosotros

Mi pregunta era, es: por qué es tan difícil que pueda haber películas así en España. Ninguna de las dos, desde luego, es común: la maestría siempre tiene algo de inesperado y de excepcional. Pero aun así, me cuesta imaginar que una película como Poetry o como De dioses y hombres llegue a hacerse entre nosotros. No creo que sea una cuestión de dinero. Nuestra poquedad industrial nos veda hacer películas sobre superhéroes voladores o batallas de carros de combate o naves espaciales, pero no sobre una abuela que en una ciudad de provincias vive sola con su nieto adolescente y un día decide que le gustaría escribir poemas, y menos aún sobre siete monjes que hacen poca cosa más que rezar y ocuparse de un huerto y de auxiliar en la medida escasa de sus posibilidades a la gente de una aldea vecina. Tampoco creo que sea por falta de historias: la de Poetry es perfectamente común, incluyendo la noticia de una chica humillada y violada por los machotes de su instituto, hijos de padres que aspiran a que sus niños no se lleven ningún mal rato, ni siquiera por haber cometido un delito inmundo. Y De dioses y hombres trata de la naturaleza misteriosa de la fe, pero sobre todo del coraje de mantener la propia dignidad frente a la amenaza cierta de un terrorismo sanguinario: y de la necesidad moral de mirar de frente a ese monstruo sin contaminarse de él ni rendirse a él ni convertirse en él.

Me consta que muchas personas han vivido y viven en España historias parecidas o equivalentes a las que se cuentan en esas dos películas. Y no me cabe duda de que hay escritores capaces de construir relatos e inventar diálogos de una veracidad semejante, y actores que podrían interpretar a esos personajes de una manera tan pudorosa y tan honda que se nos olvida del todo que son criaturas de ficción, y directores con un sentido visual y rítmico lo bastante sutil como para volver memorables y hasta en cierto modo sagrados lugares tan de todos los días como una capilla, un puente de autopista sobre un río, una parada de autobús, un bosque, el cobertizo o el huerto de una casa campesina. En Poetry el profesor de literatura se queda quieto delante de una pizarra y en lugar de escribir en ella unos versos se saca del bolsillo una manzana y les pide a los estudiantes que la miren. ¿Cuántas veces han visto esa cosa vulgar, una manzana? ¿Mil, diez mil, cien mil? ¿Cuántas veces se han fijado de verdad en ella? En De dioses y hombres el monje anciano que se ocupa de la enfermería ha atendido a una madre y a una hija y al fijarse de verdad en ellas advierte que no sólo les hace falta una medicina: rebusca entre sus cosas, y un poco después la madre y la hija salen de la consulta calzadas cada una con buenas zapatillas, usadas, desde luego, pero sólidas y mucho mejores que las chanclas rotas con las que habían llegado.

En España hay muchas personas con esa capacidad doble de contemplación y cordialidad, de ensimismamiento apacible y trabajo serio y competente. Pero si es tan difícil que se hagan películas sobre ellas es porque son invisibles en el discurso público. Una clase política omnipotente y omnipresente ha usurpado todos los espacios de la vida cívica, imponiendo el sectarismo y el clientelismo por encima del mérito, la demagogia halagadora sobre cualquier sentido de la responsabilidad personal, el griterío y el sambenito partidista por encima de los debates verdaderos y prácticos sobre una realidad que sería menos grave si al menos aceptáramos mirarla con los ojos abiertos. Como el mérito, el esfuerzo, el trabajo apasionado, no sirven para ascender ni merecen reconocimiento público, los millones de personas que a pesar de todo hacen cada día escrupulosamente su tarea permanecen invisibles, y muchas veces han de pagar con la marginación y hasta el sarcasmo el ejercicio de su dignidad. En un país con casi cinco millones de parados a la gente la echan del trabajo por tener cincuenta años. En un país de economía en quiebra se recorta el gasto en educación y en investigación pero no en coches oficiales ni en gabinetes de imagen ni en suntuosos viajes internacionales de gerifaltes ni en soeces televisiones corrompidas por la propaganda y el clientelismo. Robar dinero público es menos grave que pedir seriedad o que no acatar el juvenilismo o el victimismo o el narcisismo oficial.

Quién va a hacer películas que sean un ejemplo de trabajo inflexiblemente bien hecho y que traten de la nobleza de dedicarse a algo con los cinco sentidos, que recuerden que cada acto implica responsabilidades y consecuencias, o que existe belleza en la experiencia y en la vejez, que tan necesaria como la justicia es la compasión, que la fe religiosa puede no ser oscurantista ni ridícula, que se puede ser radical y heroico sin levantar la voz, haciendo cada día el oficio de uno.

Poetry (2010), de Chang-dong Lee. De dioses y hombres (2010), de Xavier Beauvois. antoniomuñozmolina.es

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EN PORTADA / Opinión

Odiar 'El Gatopardo'

JAVIER MARÍAS 12/03/2011

http://www.elpais.com/articulo/portada/El_Gatopardo/Odiar/Gatopardo/elpepuculbab/20110312elpbabpor_10/Tes

 

La obra de Lampedusa "es sobre todo una novela sobre la muerte, la preparación para ella y su aceptación"

Ningún libro ni ningún autor son imprescindibles por sí solos, y se puede asegurar que el mundo sería exactamente como es si no hubieran existido Kafka, Proust, Faulkner, Mann, Nabokov o Borges. Quizá no sería tan igual si ninguno de ellos hubiera existido, pero la falta de uno solo es indudable que no habría afectado al conjunto. Por eso resulta muy tentador -una tentación fácil, si se quiere- pensar que la novela representativa del siglo XX es la que tuvo mayores posibilidades de no existir, y la que nadie habría echado de menos (al fin y al cabo Kafka no dejó una obra única, y una vez que se supo que había otras, además de La metamorfosis, cualquier lector podía permitirse "añorarlas" o desear leerlas). La que ya en su día fue vista por muchos casi como una excrecencia o una intrusión, como algo anticuado y completamente alejado de las "corrientes" predominantes, tanto en su país, Italia, como en el resto del globo. Como una obra superflua, anacrónica y que no "añadía" nada ni "avanzaba", como si la historia de la literatura fuera algo progresivo y en cierto sentido parecido a la ciencia, cuyos hallazgos van siendo arrumbados o eliminados a medida que son superados o que se demuestra la parcialidad, insuficiencia o inexactitud de cada uno de ellos. Cuando la literatura funciona más bien de la manera opuesta: nada de lo que se le agrega borra o anula nada de lo ya escrito, sino que, por así decir, se pone a su lado y convive con ello. Lo más antiguo y lo más nuevo respiran al unísono, y a veces cabe pensar si todo lo escrito no es más que la misma gota de agua cayendo sobre la misma piedra, y si lo único que de verdad varía es el lenguaje de cada época.

"¿Cómo podía uno ensañarse con quienes, sin duda, iban a morir?... Sólo tenemos derecho a odiar lo que es eterno"

Es necesario, claro está, que lo viejo aún aliente pese al tiempo transcurrido desde su creación o su aparición: desde luego hay obras que se borran y anulan -y son la inmensa mayoría-, pero lo hacen por su propia cuenta, no porque nada venga a ocupar su lugar ni a suplantarlas ni a jubilarlas: languidecen y mueren por su escaso brío o porque -precisamente- aspiraban en su nacimiento a ser "modernas" u "originales", lo cual les facilita luego el pronto envejecimiento, o, como también se dice, quedar demasiado "fechadas". "Esto es de tal periodo y sólo de ese", nos decimos al leerlas fuera de su época, y, con la incontenible y siempre creciente aceleración del mundo, "fuera de su época" significa a veces, hoy en día, tan sólo un decenio después de su alumbramiento. Algo de eso sentimos incluso con las narraciones de los más grandes autores contemporáneos: con Kafka, con Faulkner, con Borges en ocasiones, casi siempre con Joyce. De puro innovadores, de puro arriesgados, de puro voluntaristas, de puro distintos o de puro ambiciosos, pueden resultarnos, en ocasiones, levemente anticuados, o, si se prefiere, tan sólo "fechados".

No ocurre eso con Isak Dinesen, ni con El Gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa. Ésta no es en modo alguno una novela decimonónica, como algunos, confundidos acaso por el siglo en que se sitúa su acción, llegaron a afirmar en su momento. Es sin duda alguna una novela contemporánea de las de los escritores mencionados, su autor no desconocía las nuevas técnicas ni los "avances" del género, si es que puede llamárselos así, e incluso tuvo la modestia de descartar una posibilidad -contar una sola jornada en la vida del Príncipe Fabrizio di Salina- con la siguiente frase: "No sé cómo escribir el Ulises". Pero sí sabía, por ejemplo, hacer un uso magistral de la elipsis, relatar fragmentariamente, sin subrayar y hasta sin contar del todo, dejar sin explicación lo que al lector le basta con vislumbrar o intuir, llevar a cabo iluminadoras asociaciones entre elementos dispersos y en apariencia secundarios o meramente anecdóticos, combinar sin fatiga ni trampa lo dicho y acaecido con lo sólo pensado (todo ello mucho más propio de la novela del siglo XX que de la del XIX), y sobre todo observar, reflexionar, insinuar, matizar.

Como es sabido, El Gatopardo pudo no publicarse, y de hecho así ocurrió para su autor, que no llegó a verla impresa y que pocos días antes de su muerte, el 23 de julio de 1957, recibió una nueva carta de rechazo de una de las mejores editoriales italianas, que de ese modo se sumó en su "ojo clínico" a otra no menos prestigiosa. Pero no es sólo eso, sino que El Gatopardo muy bien pudo no escribirse: Lampedusa no era escritor, o resultó serlo tan sólo después de su muerte; y si en los últimos años de su vida acometió su novela fue, al parecer, por causas enteramente menores: el relativo éxito tardío de su primo el poeta Lucio Piccolo, que lo llevó a hacer la siguiente consideración en una carta: "Con la certeza matemática de no ser más tonto, me senté ante mi mesa y escribí una novela"; otro de los alientos recibidos fue el de su mujer, Licy, quien lo animó a escribir -se supone que cualquier cosa, sin pretensiones- por ver si con esa actividad se le aplacaba un poco la nostalgia; una tercera razón pudo ser su soledad: "Soy una persona muy solitaria", señaló. "De mis dieciséis horas de vigilia diaria, al menos diez transcurren en soledad. No pretendo, sin embargo, pasarme todo ese tiempo leyendo; a veces elaboro teorías literarias...". Lo cierto es que sí se pasó la mayor parte de su vida leyendo y acarreando muchos más libros de los que necesitaba, en una cartera, durante sus cotidianos recorridos rutinarios por la ciudad de Palermo. Por leer (lo hacía en cinco o seis lenguas), leía hasta a los escritores mediocres y segundones, que consideraba tan necesarios como los grandes: "También hay que saber aburrirse", opinaba. De manera que poco ímpetu y escasa ambición hubo detrás de El Gatopardo. En verdad era muy fácil que jamás hubiera existido, y el propio Lampedusa tenía sus dudas acerca de su oportunidad y su valor: "Es, me temo, una porquería", le dijo en una ocasión a su discípulo Francesco Orlando, y por lo visto se lo dijo sin coquetería y de buena fe. Al mismo tiempo creía que merecía la publicación (lo cual no es mucho creer, dado todo lo que se publicó en el siglo XX bueno, mediano y malo: no digamos lo que se lleva ya publicado en el XXI). En su texto de "Últimas voluntades de carácter privado", escribió: "Deseo que se haga cuanto sea posible para que se publique El Gatopardo...; por supuesto, ello no significa que deba publicarse a expensas de mis herederos; lo consideraría como una gran humillación". No hubo mucho ímpetu ni mucha ambición al iniciar la tarea; al menos sí hubo algo de orgullo al terminarla.

No le faltaban motivos para ello a Lampedusa. El Gatopardo, libre de servidumbre, de temores críticos, del agarrotamiento que se apodera a veces de algunos novelistas por el solo hecho de sentirse responsables ante sí mismos y ante su propia trayectoria anterior, libre de ínfulas y de presunciones y de ansias de originalidad, sin ninguna intención de deslumbrar ni de escandalizar ni de "abrir nuevas vías", se lee, más de cincuenta años después de su publicación y ya en otro siglo, como una obra maestra solitaria por partida cuádruple: por ser la única novela completa de su autor; por haber aparecido cuando éste ya estaba muerto y haberse echado a rodar por el mundo sin acompañamiento alguno, por así decir; por provenir de un isleño apartado de la literatura "pública" hasta el fin de sus días; y por resultar extraordinariamente original, sin haber aspirado a ello, además. Sobre semejante novela se ha escrito mucho en el tiempo transcurrido, y sería presuntuoso por mi parte querer añadir algo más. La novela de Sicilia, bien; la novela de la unificación de Italia, bien; el fin de una época y el declinar de todo un mundo, de acuerdo; el retrato del oportunismo con la famosa frase de cuya cita tanto se ha abusado -"Si queremos que todo permanezca como está, hace falta que todo cambie", o bien "...que algo cambie"- y que repiten hasta la saciedad quienes jamás han leído El Gatopardo, de acuerdo; aunque esa frase sea sólo anecdótica en el conjunto del libro, un afortunado elemento más. Para mí es sobre todo una novela sobre la muerte, la preparación para ella y su aceptación, incluso sobre cierta impaciencia por su advenimiento. De manera nada insistente, tenue y respetuosa y modesta, casi como una parte de la vida y no por fuerza la más importante, la muerte va rondando. Quizá dos de los pasajes más emotivos de la novela sean la contemplación, por parte del Príncipe di Salina, de la breve agonía de una liebre que acaba de abatir durante una cacería; y el último párrafo, en el que, casi treinta años después de la desaparición del propio Don Fabrizio, su hija Concetta se decide por fin a arrojar a la basura al perro disecado que fue de su padre y por el que éste sintió debilidad, Bendicò.

De la liebre se dice: "Don Fabrizio se vio contemplado por dos grandes ojos negros que, invadidos rápidamente por un velo glauco, lo miraban sin rencor pero cuya expresión de doloroso asombro era un reproche dirigido contra el orden mismo de las cosas; las aterciopeladas orejas ya estaban frías, las patitas se contraían enérgica y rítmicamente, símbolo póstumo de una inútil fuga; el animal moría torturado por una angustiosa esperanza de salvación, imaginando, como tantos hombres, que aún podía superar el trance, cuando ya estaba condenado...". Y de la momia del perro Bendicò se dice: "Mientras se llevaban a rastras el guiñapo, los ojos de vidrio la miraron con la humilde expresión de reproche de las cosas que se descartan, que se quieren anular", y esto lleva al lector a acordarse de otra cita, muy anterior, en la que, al hablarse del mundo de Donnafugata, se dice: "...desprovisto, pues, incluso de ese resto de energía que en toda cosa pasada aún alienta ...".

Lampedusa sabe que todo tarda en desvanecerse, que todo se toma su tiempo; hasta lo que ya es "cosa pasada" remolonea y se resiste a marcharse; hasta la vieja momia de un perro que abandonó el mundo decenios atrás. Y a esa lenta desaparición, pero desaparición al fin, sólo se atreve a oponer un humilde reproche hacia el orden mismo de las cosas, sin ni siquiera alcanzar el rencor. Quien conoce o intuye ese orden se va acostumbrando a la idea y a la perspectiva, incluso cuenta con ella como "salvación": "...había conseguido la parcela de muerte que es posible introducir en la existencia sin renunciar a la vida", se lee en otro momento; y en otro: "Mientras hay muerte hay esperanza...". No se trata sólo de los lugares y de los animales, que no comprenden (y menos aún comprenden los ojos que ni siquiera son ojos, sino los vidrios de taxidermista que imitan los del perro Bendicò disecado). Se trata también de las personas, la mayoría aún ignorantes y llenas de vida, aún en la creencia de que la muerte es algo que concierne a los demás, y sin embargo ya dignas de compasión. En la famosa secuencia del baile se dice: "Los dos jóvenes ya se alejaban dejando paso a otras parejas, menos hermosas, pero tan enternecedoras como ellos, cada una sumergida en su propia y efímera ceguera. Don Fabrizio sintió que se le ablandaba el corazón: el desagrado se había transformado en compasión por aquellos seres fugaces que trataban de gozar del exiguo rayo de luz cuya gracia les había sido concedida entre las dos tinieblas: la que había precedido a la cuna y la que los arrebataría tras los últimos estertores. ¿Cómo podía uno ensañarse con quienes, sin duda, iban a morir?... Sólo tenemos derecho a odiar lo que es eterno".

Cincuenta o más años son sólo un instante "en los dominios donde reina para siempre la certeza", como asimismo se lee al final de la Sexta Parte. Pero quizá sean suficientes para que todos los novelistas aún vivos, aún fugaces, aún ciegos y enternecedores entre las dos tinieblas, nos estemos ya ganando el derecho a odiar El Gatopardo.

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REPORTAJE: ARTE - Reportaje

Historias oscuras de grandes museos

FIETTA JARQUE 12/03/2011

http://www.elpais.com/articulo/portada/Historias/oscuras/grandes/museos/elpepuculbab/20110312elpbabpor_33/Tes 

 

El Louvre, el Metropolitan o el British Museum poseen piezas monumentales y grandes colecciones de diversas civilizaciones que sus países de origen reclaman. El libro Saqueo, el arte de robar arte realiza una inmersión en ese conflicto

El sombrero que suele (o solía) llevar Zahi Hawass recuerda inmediatamente al de Indiana Jones. Su actitud también es semejante en muchos aspectos a la del arqueólogo aventurero. Hawass ha sido, hasta su dimisión el pasado día 3, secretario general del Consejo Superior de Antigüedades de Egipto durante una década y ministro unas semanas. Y el azote de autoridades y directores de museos a los que denunció repetidamente por posesión ilegítima de algunos de los grandes tesoros de la civilización de los faraones, reclamando su devolución. Respaldado por el depuesto gobernante Hosni Mubarak, el mediático y controvertido arqueólogo parece haber abandonado de momento la enardecida misión que lideró con golpes de efecto que hicieron temblar a más de uno.

"¿A quién le interesaría la escultura griega si toda ella estuviera en Grecia? Estas piezas son grandes porque están en el Louvre"

Museos tan prestigiosos como el Louvre de París, el Metropolitan de Nueva York, el British Museum de Londres o el J. Paul Getty de California tienen un oscuro historial en la adquisición de piezas procedentes de saqueos, robos y compras ilegales. Desde hace más de tres décadas se suceden reclamaciones de los países de origen de las antigüedades que se exhiben en las salas de estos y otros centros de conocimiento universal. La polémica no deja de avivarse y los argumentos de unos y otros se enfrentan con sus razones y sinrazones. La periodista norteamericana Sharon Waxman ha realizado una investigación que la ha llevado no solo a entrevistarse con los directivos y expertos de estos museos, sino también con algunos de los defensores de la tesis de la devolución de piezas significativas a los países de origen, anticuarios y policías. Detrás de muchas de las obras reclamadas hay fabulosas historias, escandalosas maniobras, venganzas, injusticias y también argumentos de peso de ambas partes.

Todo parte de preguntas como las que se puede hacer casi cualquier visitante cuando ve, por ejemplo, la piedra de Rosetta en las salas egipcias o los monumentales frisos del Partenón griego en el Museo Británico; el busto de Nefertiti en Berlín o el zodiaco de Dendera en el Louvre, ¿qué hace esto aquí y cómo llegó? Los museos no suelen facilitar esa información.

Hay capítulos que a los ojos de hoy resultan siniestros o escandalosamente trágicos. Uno de ellos es el caso del zodiaco de Dendera, un bajorrelieve único en su especie que posee la clave de los conocimientos astronómicos del antiguo Egipto, extraído del techo del templo en la década de 1820 mediante explosiones que dañaron otras estatuas cercanas, remolcado sobre rodillos que no evitaron que cayera a un lodazal, transportado a París y comprado por Luis XVIII. El templo original luce un oneroso techo negro. A la pregunta de Waxman sobre este tema, la conservadora del Louvre responde simplemente: "¿De qué otro modo desprendería usted un techo de piedra?".

Es cierto que, sin la participación de los franceses, la egiptología moderna no existiría. Fueron las expediciones napoleónicas las que desataron la fiebre por la civilización de los faraones y quienes hicieron los primeros estudios serios. Se hicieron todo tipo de excavaciones sin los más rudimentarios criterios arqueológicos, como los actuales, que priman el estudio del conjunto de los hallazgos para establecer relaciones entre los objetos y deducir sus nexos. La dispersión de miles de objetos extraídos de las tumbas y templos ha destruido para siempre valiosos datos. Y eso vale para piezas de todas las culturas. Otra portavoz del museo parisino explicaba a la autora: "Puede que los griegos estén indignados ahora por la procedencia de esta o aquella estatua, pero ¿a quién le interesaría la escultura griega si toda ella estuviera en Grecia? Estas piezas son grandes porque están en el Louvre".

Tampoco es desdeñable el papel de preservación, estudio y difusión de otros de los grandes museos enciclopédicos. Después de que el Partenón fuera usado como polvorín por los turcos en el siglo XVII y volara en pedazos por bombas venecianas, el embajador británico en Constantinopla, lord Elgin, decidió en el siglo XIX desmontar buena parte de los frisos decorativos y vendérselos al British Museum. Hay que tener en cuenta que en esa época si encontrabas algún objeto antiguo, simplemente te lo llevabas o lo comprabas a intermediarios de dudosa reputación. No existía miramiento alguno hacia la población local y en muchas ocasiones eran los propios gobernantes los que facilitaban dichos desplazamientos a cambio de algún beneficio. Las reclamaciones de los mármoles de Elgin llevan cerca de dos siglos, pero la respuesta ha sido siempre negativa. Sería catastrófico sentar un precedente que podría cuestionar por completo el patrimonio y la función de los museos. ¿Habría que restituir cada pieza al lugar donde fue extraída? ¿Quién lo cuidaría? ¿Habría que viajar por todo el mundo para hacerse una idea de las diferentes culturas? Hay ideas que se podrían desarrollar hasta el absurdo.

Waxman no pierde de vista las luces y sombras de las historias y personajes que aborda. Señala que "la batalla por los tesoros de la antigüedad tiene como base un conflicto acerca de la identidad y al derecho de reclamar aquellos objetos que son sus símbolos tangibles", por un lado. Por el otro, está el papel que han cumplido estas instituciones, surgidas a la luz de la Ilustración y que han logrado crear un asombroso mosaico de diversas culturas para ponerlas al alcance de millones de visitantes. Además, por supuesto, del trabajo historiográfico y científico que se desarrolla en estos centros. Uno de los argumentos que suelen usar es que en los países de origen normalmente no serían capaces de preservar y conservar ese patrimonio. O que el número de visitantes sería ínfimo. Algo que, si bien es cierto en muchos casos, hoy está cambiando. Como también esa perspectiva paternalista y eurocentrista. No obstante, casos de depredación reciente, como la destrucción de los budas de Bamiyan, los saqueos en los museos de Irak y de Egipto en las recientes revueltas, hacen pensar en qué es lo más conveniente.

De todas formas, hoy las cosas están mucho más complicadas para los grandes museos y cada objeto que se ofrece a estas instituciones requiere un informe prístino sobre sus antecedentes y procedencia desde que en 1970 la Unesco dictó una resolución que prohibía la exportación y traspaso ilegal de la propiedad cultural. Algunos países también han actualizado su legislación en ese sentido.

El conflicto no es nuevo ni tiene visos de resolverse de manera sencilla. Pero lo que propone Waxman en sus conclusiones sí podría servir de base a un código de comportamiento que sería beneficioso para todos. Para empezar, es deseable mayor transparencia. "La historia del saqueo y la apropiación debe ser admitida, y debe salir a la luz para que la gente comprenda los verdaderos orígenes de estas grandes obras de la antigüedad", escribe. "Constituiría un gran gesto de integridad y humildad que desde hace tiempo viene faltando en nuestros grandes templos culturales". En cuanto a la restitución, una de las posibles fórmulas que se podrían estudiar es la colaboración entre los países ricos y los más pobres o diversas fórmulas de préstamo o alquiler. Hay quienes sostienen, por otro lado, que la posibilidad tecnológica actual permite hacer reproducciones perfectas de todo tipo de obras, casi indistinguibles del original. Una posibilidad abierta a los sitios arqueológicos, donde la cantidad de visitantes daña con su presencia el estado de conservación.

Si bien Saqueo. El arte de robar arte empieza con un capítulo dedicado a la gesta de Hawass, su salida de escena no le resta a este libro toda su actualidad. Casi el mismo día de su dimisión, en otro extremo del mundo, se confirmaba un triunfo contra la posesión ilegal de objetos de patrimonio histórico tras un largo litigio. La Universidad de Yale, que tenía en custodia desde hace un siglo un gran número de piezas extraídas por el descubridor oficial de la ciudadela inca de Machu Picchu, Hiram Bingham, ha accedido finalmente a devolver 363 de ellas en las próximas semanas. Se ha anunciado ya que serán transportadas con todos los honores en el avión presidencial peruano.

En ese sentido, el libro de Waxman tiene sus limitaciones. Su investigación abarca los cuatro museos citados. En torno a ellos construye una serie de relatos, muy documentados y de escritura ágil, que abarcan a algunos de los más relevantes -y elegantes- saqueadores de la historia. También las historias de héroes menores que, si bien lograron desentrañar misterios, desenmascarar engaños y rescatar con los tesoros parte del orgullo por la historia de su país, terminaron por verse envueltos en venganzas y enrevesadas acusaciones.

El tráfico ilícito de obras de arte se da en todo el planeta. En América Latina (territorio no contemplado en el libro de Waxman) hay peligrosas mafias que saquean a diario yacimientos, templos, palacios y museos. Solo en México, de los 35.000 sitios arqueológicos registrados, han sido expoliados 10.485. Según Fernando Báez, autor de El saqueo cultural de América Latina (Debate, 2009), se ha perdido el 60% del patrimonio tangible e intangible de la región. Una depredación que se agudizó a lo largo del siglo XX. Él mismo sufrió graves amenazas por parte de los traficantes durante su investigación. Detrás de la plácida contemplación de obras de arte en las vitrinas de los museos suele haber historias, personas y pasiones. También hay héroes y villanos, pero no siempre es fácil distinguirlos.

Saqueo. El arte de robar arte. Sharon Waxman. Traducción de José Adrián Vitier. Turner. Madrid, 2011. 423 páginas. 25 euros.

 

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EDITORIAL

Una Europa inane

Los líderes de la UE eluden cualquier acción contundente contra un Gadafi a la ofensiva

12/03/2011

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Europa/inane/elpepuopi/20110312elpepiopi_1/Tes

La diplomacia está siendo una vez más devorada por los acontecimientos sobre el terreno en Libia, donde casi un mes después de que comenzaran las protestas Gadafi ha recobrado plenamente la iniciativa, sus fuerzas retoman ciudades y su aviación y sus tanques diezman a los rebeldes. Rebeldes en Libia significa personas en absoluta inferioridad de condiciones que, mirándose en el espejo de países vecinos, han decidido levantarse contra una brutal opresión. Y que ahora, a la vista de la parálisis internacional, van perdiendo la esperanza de derrocar al tirano.

La Unión Europea -como el Consejo de Seguridad de la ONU, como Estados Unidos- también da largas a la guerra civil libia. No cabe interpretar de otra manera la vaguedad semántica de un acuerdo, ayer, en el que se reconoce como "interlocutor político fiable" al consejo nacional de los sublevados; o que considera, a estas alturas, que antes de intervenir contra Gadafi tiene que "demostrarse la necesidad de actuar".

Para sobrevivir, el movimiento rebelde en armas, por confuso y desorganizado que aparezca a los ojos occidentales, necesita imperativamente del reconocimiento formal internacional, abanderado por Francia y que le escatima la UE. La prevista ayuda humanitaria no sirve para canalizar apoyos políticos ni para vender petróleo. Europa, dividida, tampoco está por secundar una zona de exclusión aérea que podría resultar decisiva.

Es poco probable que a un rufián tan curtido como Gadafi le impresione mucho la beata petición de la UE para que renuncie al poder. La retórica europea -pese a su incansable prédica sobre derechos humanos, libertad y democracia- no puede ocultar el hecho de que los escaldados poderes occidentales, con Washington a la cabeza, prefieren seguir esperando, cualquiera que sea el precio de hacerlo, antes de promover una acción militar en otro país musulmán. Exigir para cerrar el cielo libio la anuencia plena de la Liga Árabe, una organización básicamente inútil, es un burdo escapismo.

Comienza a ser pertinente preguntarse qué pasara en Libia -cuántos muertos y cuántos refugiados más- con Gadafi ganando la partida. Si la contraofensiva gubernamental continúa en medio del estupor internacional, las derrotas de los sublevados y las represalias llevarán presumiblemente al pánico y luego a la desbandada. ¿Qué argumentos invocarán la ONU, Washington o Bruselas, cada uno esperando que el otro dé el primer paso, para no haberlo evitado a tiempo?

La ausencia de una contundente respuesta exterior no solo refuerza la crueldad de Gadafi. Envía también un devastador mensaje a otros déspotas regionales sobre las ventajas de resistir despiadadamente. Y no puede ser más desmoralizadora para todos aquellos que a riesgo de su vida buscan libertad en una zona del mundo que, desde su independencia de los poderes coloniales, ha sido puesta de rodillas por sus propios dirigentes.

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NOTAS (INSIGNIFICANTES) DEL (INSIGNIFICANTE) BLOGGER:  Mi admirado Antonio Muñóz Molina se pregunta por qué no se filman en España películas como las que he describe.  Pues por lo patéticamente pretenciosos que suelen ser las personas ligadas al séptimo arte en este país, que siempre pretenden tirarse el pedo por encima de su cerebro y termina saliéndoles por el talón: ése es su Aquiles.  Obviando las comparaciones que el escritor quiere establecer, agradezco cada Babelia sus crónicas sobre el cine que ve en New York y que yo, persona tan sensible como él y otros muchos más, no podré ver en Madrid porque ir al cine para mí es prácticamente un lujo inalcanzable.

Pero como decía en el subtítulo de este post, me tranquiliza comprobar al final del túnel los brotes verdes:  los Bekham han confirmado que la Especiada Chica que siempre posa con una pierna adelantada a la otra espera por ¡una niña! que les colmará de dichas infinitas, y con ellas a toda la crónica social global, tanto la más chic como la más barriobajera.  En fin, el mundo está salvado, y comienza aquí una nueva era.

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viernes, 11 de marzo de 2011

La suerte de los malos (SHAME ON YOU, EUROPE! 3)

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Stela of the lector priest of Amun Siamun and his mother the chantress Amenhotep ca. 1420 B.C.

(Stela of the lector priest of Amun Siamun and his mother the chantress Amenhotep ca. 1420 B.C.)

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La suerte de los malos

Dícese que mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer. Yo me iría más al extremo y enmendaría el refrán por “mejor lo pésimo conocido que lo malo por conocer”, y tanto “pésimo” como “malo” pueden, a su vez, ser cambiadas por una numerosa batería de posibilidades --no me digan que ya no estoy aprendiendo a expresarme como los gobiernos… ¿eh?— La baronesa Ashton esgrime que deben actuar como UE (UE significa Unión Europea, pero perfectamente también puede interpretarse como “Únete y Escapa”); a la ONU ni nombrarla siquiera. ¿Para qué existe? ¿Sólo era para la guerra de Irak? ¿Cabe, a todas estas organizaciones internacionales, algún crédito perdido, alguna moral rescatable? La decisión de Sarkozy y Cameron de reconocer a los rebeldes libios y deslegitimar al revolucionario criminal (o viceversa) Muammar al Gaddafi, obviamente tardía, ya al menos es algo, aunque no les exonera de haber sido sus compañeros de jaima. Zapatero busca “legitimidad”. Da risa. Todos dan mucha risa. Mientras tanto, Gaddafi ataca y se recobra. Ahora se dice que bajo su colchón tiene toneladas de dólares –ay, son tan elementales los nativos españoles que hasta pueden llegar a imaginarse al asesino sacándose un pañuelito atado de entre las tetas… ¿En qué quedaron las confiscaciones o congelaciones de la neutral Suiza, de pronto aquejada de un virus letal de buena moral?

Y ya por último, con Los Malos siempre aparece algo que de pronto les salva del juicio: la búsqueda de una exoneración de culpabilidad (que es lo que expende la ONU a manera de mandatos) amenaza con convertirse en más lenta que la justicia española; o de pronto, una desgracia natural que casi barre Japón y borra como un tsunami (palabrita que como “hoja de ruta”, ha devenido en parte del diccionario de esquemas, frases hechas y palabras dadas) lo que parecía una revancha plenamente justificada.

Mi libertad de no ser nadie me vuelve a dar la posibilidad de repetir algo que escribí hace pocos días: están esperando que, después de los ríos de sangre, todo vuelva a ser como antes y no pare de correr el otro río negro del que todos estamos colgados como de una droga dura por la cual mentimos, matamos, olvidamos, obviamos, y estamos dispuestos –ya ni siquiera de forma consciente— a hacer cualquiera otra cosa, inclusive protestar enérgicamente.

© 2010 David Lago González

miércoles, 9 de marzo de 2011

Libia: Zona de Exclusión Aérea (SHAME ON YOU, EUROPE!)

 

(Enviado por Harold Alvarado Tenorio)




Queridos amigos y amigas,


El Consejo de Seguridad de la ONU decidirá dentro de 48 horas si impone una zona de exclusión aérea en Libia para detener los mortales ataques aéreos del gobierno contra la población civil. Anteriormente, la presión ciudadana mundial ha servido para que el Consejo de Seguridad tome una posición común. Eso es precisamente lo que necesitamos ahora:

Sign the petition!

Mientras los aviones de Gadafi bombardean al pueblo libio, el Consejo de Seguridad de la ONU se prepara para decidir en 48 horas si impone una zona de exclusión aérea que obligue a los cazas del gobierno a quedarse en tierra.


Juntos, ya hemos enviado 450 mil emails a los miembros del Consejo de Seguridad. La avalancha de mensajes no sólo ha sorprendido al presidente del Consejo; también ha contribuido a lograr sanciones contundentes contra el régimen libio y a iniciar procedimientos para llevar justicia al pueblo libio. Ahora, para acabar el derramamiento de sangre, necesitamos generar una protesta masiva exigiendo una zona de exclusión aérea en Libia.

Si Gadafi no logra dominar el espacio aéreo, perderá un arma fundamental en un conflicto en el que la población civil está pagando el precio más alto. Pero mientras sus helicópteros de combate y cazas sigan sobrevolando, el número de muertos en Libia seguirá aumentando. Sólo nos quedan 48 horas --  mandemos un millón de mensajes para frenar los ataques mortales de Gadafi antes de que sea demasiado tarde:
http://www.avaaz.org/es/libya_no_fly_zone_1/?vl

La oposición libia ha hecho un llamado a la comunidad internacional para que ayude a "proteger al pueblo de Libia contra los crímenes de lesa humanidad que están siendo cometidos en su contra". El Secretario de Estado de Asuntos Exteriores del Reino Unido ha dicho que "hay informes creíbles acerca del uso de helicópteros de combate del gobierno en contra de los ciudadanos".

Mientras tanto, el Secretario General de la OTAN, ha dicho que cualquier esfuerzo para crear una zona de exclusión aérea en Libia requiere, como primera medida, una resolución de la ONU. En muchas crisis como esta, siempre ha habido algún país de la ONU que ha vetado la adopción de medidas firmes. Pero con Libia, algo muy diferente ha comenzado. Las sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad son reales. Los embajadores de la ONU dicen que los delegados están "considerablemente unidos", mostrándose de acuerdo en que Gadafi tiene que irse. Lo que se necesita ahora es otro empujón por parte de ciudadanos de todo el mundo.

Una resolución de la ONU no es el remedio perfecto -- implementar una zona de exclusión aérea es peligroso y complejo. Pero incluso la mera amenaza de su establecimiento serviría para mostrarle a Gadafi que ha llegado su hora. Nuestros gobiernos necesitan saber que estamos acompañando al pueblo libio, y que no aceptaremos demoras. Envíales este mensaje, y después reenvíalo a amigos y familiares:

http://www.avaaz.org/es/libya_no_fly_zone_1/?vl

Los movimientos no violentos en pro de la democracia en el mundo árabe están siendo fuente de inspiración para gente en todo el planeta. Sin embargo, Gadafi ha escogió la ruta más funesta: la represión violenta para aplastar una revolución valiente y pacífica. En estos momentos, caben dos posibles futuros para Libia: un largo camino de violencia ejercida por un dictador en contra de su gente, o un camino en el cual ciertas medidas internacionales puntuales sirven para apoyar las aspiraciones del pueblo libio.

En estos días decisivos debemos reconocer que nuestras acciones, como ciudadanos de todo el mundo, afectan la suerte de nuestros hermanos y hermanas en Libia. Debemos unirnos en solidaridad: con todos aquellos que ya se han ido, y con quienes están luchando por sobrevivir.

Con esperanza,
Ben, Luis, Graziela, Benjamin, Ricken, Stephanie, Rewan, y todo el equipo de Avaaz

Más información:

Libia/ONU: Francia y GB preparan un texto sobre zona de exclusión aérea
http://noticias.terra.com.ar/internacionales/libiaonu-francia-y-gb-preparan-un-texto-sobre-zona-de-exclusion-aerea,350553aa7119e210VgnVCM4000009bf154d0RCRD.html

Libia: los planes para zona de exclusión aérea ganan terreno
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/03/110307_libia_zona_exclusion_aerea_en.shtml

Países del Golfo piden creación de una zona de exclusión aérea en Libia
http://surtitulares.com/noticia/29127/pa%C3%ADses-del-golfo-piden-creación-de-una-zona-de-exclusión-aérea-en-libia.html

EEUU reflota posible acción militar por la crisis en Libia
http://www.eldia.com.ar/edis/20110307/20110307173943.htm

Libia: Gobierno continúa bombardeos en zonas rebeldes
http://www3.espectador.com/1v4_contenido.php?id=207195&sts=1

lunes, 7 de marzo de 2011

Los domingos -SHAME ON YOU, EUROPE (2)

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LOS DOMINGOS

 

LOS DOMINGOS, cuando luce el sol, me gusta irme a una taberna del barrio de Lavapiés (exactamente en la convergencia de las calles de Lavapiés y de Caravaca), donde por 8 euros se puede comer muy decentemente. Lo pidas o no, lo primero que te ponen es un plato de ensalada muy ricamente aliñada, y luego lo que tú quieras. Ayer me tomé unas lentejas y, de segundo, croquetas caseras; y te ponen media botella de vino o una entera a beber a discreción, pero no esa cosa miserable de servir una copa, lo que inmediatamente, sólo por llevar la contrario, a mí me dan deseos de beberme la botella completa. De postre, unas natillas [y como hay ciertas costumbres a las que no quiero renunciar –aunque la gente piense que estoy loco (cosa que es un poco verdad)--, le echo un poquito de sal a las natillas y las revuelvo (esta es una costumbre específicamente “camagüeyana”: se hervía la leche con una pizca de sal para darle “más cuerpo”; no acostumbran hacer lo mismo en el occidente de la isla porque mi madre nació en la provincia de Matanzas y era criticada –sanamente… no se me sulfuren los muertos-- por sus hermanas por haber adquirido “odiosas manías camagüeyanas”)].

En fin, allí terminé de leerme El País. Buen artículo –como suele ser— el de Moisés Naím(http://www.elpais.com/articulo/internacional/Muamar/Hugo/Dani/elpepuint/20110306elpepiint_9/Tes), que ya Zoé Valdés referencia en su blog. Y así también me leí los dos de Bernard Henry-Lévi, que en uno de ellos se preguntaba por qué el mundo no acababa de dar reconocimiento moral a los rebeldes libios como legítima fuerza potencial política en vez de continuar validando a Muammar al Gadafi en su puesto de jefe de estado. Ayer pensé por qué, pero ahora acabo de leer (en El País virtual) que Francia e Inglaterra consideran reconocer diplomáticamente a los rebeldes. Al mismo tiempo, el revolucionario y ahora --¡oh sorpresa, sorpresa!— asesino, loco y criminal Gadafi, parece que recobra poder y fuerza gracias a sus bombardeos y su ejército de mercenarios. Y ayer pensé por qué, y pensé PORQUE ESTÁN ESPERANDO POR SI GADDAFI VUELVE A RECUPERAR EL PODER total DE LIBIA, LOS POZOS DE PETRÓLEO, EL GAS y todas las corrupciones y sucios billetes que tanto gustan a todos, para no tener que enfrentarse al hecho de tener dos mandos de poder reconocidos, lo que los haría asumir obligatoriamente una nueva decisión vergonzosa: devolver el reconocimiento global al revolucionario de antes ante los revolucionarios de ahora. Ya se sabe: más vale malo conocido que bueno por conocer, y en definitiva los muertos y los que huyen van a ser siempre los primeros en ser olvidados.

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At last again, SHAME ON YOU, EUROPE!

 

© 2011 David Lago González

domingo, 27 de febrero de 2011

¿Qué va a pasar?

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King Of The Black Isles ~ Maxfield Parrish

King Of The Black Isles ~ Maxfield Parrish

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Como decía anteriormente en un brief-post antes de irme a comer, El País de hoy (domingo, 27 de febrero de 2011) viene cargado. (Parece) Bastante completo en cuanto a información y a análisis de la situación del mundo árabe que, para nada, se circunscribe solamente a esas comunidades sino que afectan y de alguna manera tendrán (o deberían) que variar la forma de actuar de Occidente, no sólo frente a Oriente sino, sobre todo, ante sí mismo, tanto en lo externo como de forma mucho más importante y profunda, en lo interno. Si los árabes están dando estos pasos verdaderamente sísmicos para bien de ellos, la experiencia se constituye por sí misma en una llamada de atención a los occidentales que, de ninguna manera, debería caer en saco rato. Como simple observador a ras de suelo, mi escepticismo abarca a los dos bandos. Por una parte, los militares no han abandonado en lo absoluto su papel hegemónico; potencialmente, puede derivar en la repetición renovada de lo ya conocido, o puede complicarse de manera infinitamente proporcional a la locura si se conjuga con el tema “religión”. Que sigan pasando los días sin que se limpie de forma más contundente la basura heredada y se “civilice” lo militarizado, representa uno de los mayores peligros para que la posibilidad de que el fundamentalismo religioso musulmán o islamista –perdón si por mi parte no hay una precisión exacta al respecto— aproveche el vacío de poder.

Por otra parte, es evidente de que el mundo en general vuelve a dar un giro radical y las circunstancias reales imponen otro comportamiento en concordancia. En mi humilde opinión, considero que éste es un momento aún mucho más crucial que cuando se vino abajo el sistema comunista y el capitalismo (el capitalismo malo) se adueñó del vacío de poder para dar entrada a un liberalismo feroz. Ese error de cálculo, ese punto de la avaricia, continuando la marcha galopante de una euforia vana, han catapultado la crisis económica hasta presiones insoportables por parte de los cimientos de paja de estas “torres gemelas” que hincaban todopoderosas el cielo y se vinieron abajo en escasa media hora. Pieza de esos cimientos es el ser humano que habita esos ricos territorios que contienen la marcha del mundo en el subsuelo de palacios de encanto e inconcebibles escenarios de miseria. Otro elemento somos, en la versátil ribera occidental primer-mundista, las clases pobres y medias pero considerablemente más ricas en comparación con las de esas sociedades. Acepto indiscutiblemente que un grupo de personas debe ocuparse de que todo eso se coordine y marche en función de que las diferentes y numerosas partes interactúen aceptablemente y con la más ínfima y lejana perspectiva de roce, enfrentamientos e injusticias posibles. Acepto, por supuesto, que halla ricos y pobres.  Mas no se puede volver a la esclavitud ni al medioevo para unos sí y para otros no.  Quizás, sólo estoy hablando tonterías y, como apuntaba un verso de Alexander Blok, “el Universo es un lugar perdido”.

© 2011 David Lago González

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MOISÉS NAÍM Ola de cambio en el mundo árabe - La diplomacia

Ni Facebook, ni Twitter:

son los fusiles

MOISÉS NAÍM 27/02/2011

(http://www.elpais.com/articulo/internacional/Facebook/Twitter/fusiles/elpepiopi/20110227elpepiint_6/Tes)

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La de Túnez fue la Revolución de Wikileaks y la de Egipto fue la Revolución Facebook. Gracias a Wikileaks, los tunecinos conocieron el cable donde el embajador estadounidense revelaba la extraordinaria corrupción del dictador y su familia. En Egipto, fueron los jóvenes hartos de Hosni Mubarak y su régimen quienes se encontraron y organizaron a través de Internet. Facebook y Twitter hicieron posible que, por fin, el pueblo se lanzara a las calles. El resto es historia.

Quitar los privilegios al Ejército egipcio exigirá mucho más que el uso de las redes sociales

Pues no. Esta no fue ni es la historia. Esta incompleta visión de lo que allí sucedió no ayuda a entender la marea árabe y su posible evolución de aquí en adelante.

No hay duda de que las redes sociales, en especial Facebook y los mensajes a través de Twitter, o las filtraciones de Wikileaks, tienen algo que ver con los alzamientos populares en el mundo árabe. Algo. Pero explicar lo que sucedió en Túnez, Egipto o Libia primordialmente en términos del impacto que allí han tenido las nuevas tecnologías de información es una exageración.

Esta perspectiva no nos explica, por ejemplo, por qué Libia, un país con una bajísima penetración de Internet (cerca de 350.000 usuarios en una población de más de seis millones) o en Yemen, con índices aún más bajos, han sido de los países más sacudidos por las revueltas populares. Una de las sorpresas de las protestas callejeras en Egipto ha sido su diversidad social, religiosa, generacional y regional. Y aunque en Egipto hay proporcionalmente más usuarios de Internet que en el resto de la región, cabe suponer que un porcentaje importante de quienes participaron en las revueltas no tiene una cuenta en Facebook ni tuitea; muy probablemente ni siquiera usa regularmente Internet.

Claro que, una vez que surge un grupo de líderes coordinados por Internet y que logra movilizar a un número mayor de seguidores, muchos otros que comparten sus exigencias y deseos de cambio se les unen, habiéndose enterado a través de canales distintos a Internet. Aquí, la frase más importante es "que comparten sus exigencias y deseos de cambio". Es esta frustración generalizada, producto de décadas de malas políticas económicas, combinadas con vasta corrupción, creciente desigualdad y una amplia desesperanza, lo que crea la motivación para tomar las plazas. Y ver por televisión que en otros países esto da resultados y que el pueblo en la calle logra derrocar a un dictador que hasta hace poco era intocable también es una potente fuerza movilizadora. Y en esto los canales de noticias en árabe que llegan vía satélite han sido una fuerza mucho más poderosa que Internet.

Pero, quizás, lo más relevante es que la fascinación con el papel de las nuevas tecnologías en los cambios políticos en el mundo árabe ha opacado la importancia que en todo esto ha tenido una vieja tecnología: los fusiles. El papel de las Fuerzas Armadas en lo que sucedió en Túnez o Egipto ha sido tanto o más determinante que Facebook. En estos países, los militares les quitaron el apoyo a los dictadores, y a estos no les quedo más opción que irse. Si bien inicialmente fueron los grupos en Facebook quienes convocaron a los egipcios a la plaza de Tahrir, fue el Ejército el que hizo posible que la plaza se transformara en el lugar donde las familias podían ir sin miedo a manifestar su repudio al régimen. Afortunadamente, los militares egipcios no tuvieron la propensión genocida de algunos de sus colegas libios. En Libia, las Fuerzas Armadas se han fragmentado y algunas unidades y los mercenarios de Gadafi han estado dispuestos a liquidar a sus opositores. Otros uniformados están luchando al lado del pueblo. Si los militares no se hubiesen dividido y todos hubiesen acatado las órdenes de Gadafi de "matar como ratas" a quienes protestan en las calles, el futuro del régimen libio no estaría en duda.

Como ya he escrito en otras columnas, al final los que definen cuándo y cómo muere una dictadura son los militares. ¿Y qué tiene que ver Internet con todo esto? Mucho menos de lo que estamos leyendo y oyendo en las noticias de estos días.

Reconocer esta realidad ayuda a vislumbrar mejor el futuro político de los países sacudidos por estas revueltas populares. En Egipto, por ejemplo, a menos que la presión popular continúe, obligando a las Fuerzas Armadas a aceptar reformas más profundas, la revolución solo habrá servido para reemplazar una pequeña élite corrupta por otra. Los militares egipcios son un importante factor económico y obtienen enormes beneficios de las malas políticas que tienen a miles de jóvenes egipcios sin empleo y sin futuro. Y quitar los privilegios al estamento castrense seguramente exigirá mucho más que montar una página en Facebook o denunciarlos en Twitter. mnaim@elpais.es

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REPORTAJE: EL NEGOCIO DEL TIRANO

No era Saladino, era Nerón

Gadafi, por extraño que parezca ahora, fue un joven guapo y que se pretendía revolucionario

JAVIER VALENZUELA 27/02/2011

http://www.elpais.com/articulo/reportajes/era/Saladino/era/Neron/elpepusocdmg/20110227elpdmgrep_5/Tes

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Este Nerón greñudo, de rostro acartonado y estrafalaria vestimenta que vocifera mientras acribilla a su pueblo quiso ser Saladino en su juventud. Lo fue, de hecho, por un tiempo en los más salvajes y húmedos sueños de algunos. Lo sé, resulta difícil de aceptar para los que no vivieron los años setenta y ochenta del pasado siglo, para los que tan solo lo han seguido en los últimos tres o cuatro lustros. Pero, créanme, Gadafi fue guapo en su juventud y no iba de tirano, sino de revolucionario. ¿Como Fidel Castro? Algo así.

"Vestía uniformes de jefe de pista de circo austrohúngaro y andaba protegido por una guardia de amazonas vírgenes..."

Beduino, hijo de un pastor de camellos, Gadafi fue uno de los jóvenes oficiales -tenía 27 años- que en 1969 derrocaron al reyezuelo Idris Senussi, para el que, tras la II Guerra Mundial, las potencias anglosajonas habían creado un país llamado Libia en un territorio que había sido colonia de Italia y, antes, tres provincias del imperio otomano. Como tantos árabes de la época, Gadafi estaba fascinado por el panarabismo del egipcio Nasser, quien, desde Radio El Cairo, predicaba la unidad sustancial de los pueblos que van del Atlántico al golfo Pérsico. Una unidad que proponía cimentar no solo en la lengua, la cultura y la historia comunes, sino en un modelo laicista, socializante y antiimperialista.

En 1969, Nasser ya era un caudillo avergonzado por su derrota militar frente a Israel dos años antes y que se moría a chorros de tristeza. Cuentan que cuando conoció en persona al nuevo caudillo libio, Nasser dijo que le había parecido "escandalosamente puro e inocente".

El rais egipcio falleció en 1970, los árabes fueron vencidos de nuevo por Israel en 1973 y Egipto terminó firmando la paz con el Estado judío. Ahí llegó el gran momento del militar beduino. En los setenta y ochenta, la Libia de Gadafi, siguiendo la senda de Nasser, firmó, sin materializar jamás, uniones con otros países árabes, incluido, pásmense, Marruecos. Se convirtió en portaestandarte de la idea de la aniquilación de Israel. Encabezó el embargo de petróleo a Occidente. Compró armas soviéticas. Acogió o financió a cualquier grupo guerrillero o terrorista que le presentara supuestas credenciales de izquierda: el palestino Abu Nidal, el venezolano Carlos, los irlandeses del IRA, el Frente Moro filipino, el Ejército Rojo japonés, la banda alemana Baader-Meinhof... Entretanto, los servicios secretos libios asesinaban por todo el mundo a cualquier opositor.

Gadafi se veía como un revolucionario con una visión cósmica. Se inventó el concepto de yamahiriya o república asamblearia de las masas. Y, cual Mao árabe, editó su Libro Verde, un revuelto indigerible de socialismo, panarabismo, populismo e islam, como base de una "tercera teoría mundial" alternativa al capitalismo y al comunismo. Todo pagado con el muchísimo dinero de los pozos de petróleo libios.

En 1986, por órdenes de Reagan, aviones estadounidenses bombardearon Libia con la intención de liquidar a Gadafi. No lo consiguieron, pero sí mataron a una hija adoptiva suya. En búsqueda de venganza, sus servicios secretos estuvieron detrás de los atentados contra un avión de Pan Am en Lockerbie, en 1988, y un avión francés de UTA sobre Níger, en 1989.

Vi a Gadafi a finales de los ochenta en Marraquech, Argel y Trípoli. Se tomaba por un nuevo Saladino capaz de reconquistar por las armas Palestina y alzar su estandarte en Jerusalén. Ya era un anacronismo incluso para la mayoría de los demás dirigentes árabes, incluido Arafat, que iban aceptando la imposibilidad de una victoria militar sobre un Israel protegido por Estados Unidos y el carácter inevitable del Estado judío. Gadafi cultivaba su estilo: llegaba tarde o no llegaba a las reuniones; levantaba el puño cada dos por tres; calzaba botas con tacones altísimos; vestía trajes seudobeduinos diseñados en Italia o uniformes de jefe de pista de circo austrohúngaro; transportaba camellas en su avión para beber su leche; andaba protegido por una guardia personal de amazonas vírgenes... Era un niño caprichoso, de reacciones imprevisibles. Una vez, se cubrió la mano derecha con un guante blanco para estrechar la de Hassan II sin que su carne tocara la de aquel monarca que había saludado a dirigentes israelíes.

El 2 de marzo de 1988, Gadafi habló ante una asamblea en Ras Lanuf: "Una pesadilla me acecha día y noche: no soy carcelero, me da pena que haya detenidos". El día siguiente, se subió a un bulldozer y embistió contra los muros del centro penitenciario de Trípoli. Por los agujeros así abiertos salieron decenas de estupefactos prisioneros. Muchos pensaron que solo hacía eso para seguir apareciendo en las televisiones occidentales.

Estuve en Trípoli en septiembre de 1989, en el vigésimo aniversario del derrocamiento del rey Idris. Ni tan siquiera en el Irak de Sadam me había sentido menos libre. Me "albergaron" en un viejo buque varado en los muelles y de donde solo podía salir escoltado para asistir a los actos de masas protagonizados por Gadafi: desfiles de hasta seis horas en los que sus amazonas ululaban al paso de las delegaciones y cuyo único interés eran los modelitos que lucía el caudillo. Solo puedo compartir lo escrito esta semana por el marroquí Tahar Ben Jelloun a propósito de una experiencia semejante en Trípoli: "Uno siente que ha llegado a un país imaginado por George Orwell y Franz Kafka juntos. Todo es fingido, absurdo y extraño".

En los noventa, decepcionado por sus "hermanos", Gadafi declaró que ya no se sentía árabe, sino africano. En 1999 celebró en Trípoli una cumbre extraordinaria de la Organización para la Unidad Africana (OUA), cuya principal novedad fue la presentación de un coche deportivo parecido al usado por Batman y fabricado en Libia, del que se afirmaba que no solo era el más rápido, sino también el más seguro del mundo. El propio Gadafi había dedicado muchas horas a colaborar en el diseño del llamado Cohete Libio.

El resto ya es más conocido: las sanciones económicas terminaron forzándole a entregar a agentes libios implicados en los atentados y a pagar indemnizaciones millonarias. A partir del 11-S comenzó su "rehabilitación" internacional. Se hizo socio en la "guerra contra el terror" de Bush, se abrazó con Blair, le regaló un caballo a Aznar, se hizo amigo de Berlusconi, plantó su jaima en Roma, Madrid y París, contrató a azafatas italianas para darles un curso sobre el Corán, denunció que enfermeras búlgaras al servicio del Mosad infectaban con el sida a los libios... Entretanto, bajo el manto del ominoso silencio impuesto por su régimen, crecía el descontento de una juventud libia que vivía en la estrechez económica y no podía ni respirar libremente. Esta semana, ante el estallido de la revolución popular, el narcisismo brutal y grotesco de Gadafi reveló su último personaje: Nerón.

SHAME ON YOU, EUROPE! (QUOTES TO REMEMBER–Javier Valenzuela)

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Gaddafi, 1973

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Este Nerón greñudo, de rostro acartonado y estrafalaria vestimenta que vocifera mientras acribilla a su pueblo quiso ser Saladino en su juventud. Lo fue, de hecho, por un tiempo en los más salvajes y húmedos sueños de algunos. Lo sé, resulta difícil de aceptar para los que no vivieron los años setenta y ochenta del pasado siglo, para los que tan solo lo han seguido en los últimos tres o cuatro lustros. Pero, créanme, Gadafi fue guapo en su juventud y no iba de tirano, sino de revolucionario. ¿Como Fidel Castro? Algo así.

© Javier Valenzuela / El País

 

El subrayado y las negritas son mías.  Naturalmente.  Y efectivamente, la cara contorsionada, colérica y terrorífica del Gaddafi actual fue una vez tan joven y agraciada como la del carismático dictador comunista Fidel Castro.  Por lo general, en nuestra juventud siempre somos hermosos especímenes que podemos esconder al mismísimo infierno concentrado en cuerpo y mente.  Y esos seres que se creen nacidos bajo la conjunción de todas las constelaciones para, aun cuando nadie se los pidiera, salvarnos de los espantosos y terribles futuros suelen por lo general conducirnos hacia alguna variante incluso hasta peor que cualquier cosa imaginable o meramente sospechable.

Y aún en este paralelismo de imagen y de fondo pero no siempre coincidente al 100%, nadie menciona entre los horrores la Ciencia del Genocidio Sutil porque, indiscutiblemente se necesita ser un ser superior (para la maldad) como lo es Fidel Castro y la ideología comunista de fina orfebrería, para poder desarrollar esas habilidades y hacer coincidir ciencia y arte en un trasunto diabólico.

Estas revueltas, revoluciones, cambios y ola de incertidumbres inmediatas y futuras, deberían hacer recapacitar a todo el mundo, no sólo a las grandes potencias europeas y a los Estados Unidos, sobre la aconsejable utilización de una cautela mayor.  Los conservadores también deberían sopesar sus odios y sus amores.  La progresía, su visceralidad y sus fascinaciones, también viscerales.  No se piensa con las entrañas sino con el cerebro.  Los progres españoles de antes y los neo-progres (nu-lefties) deberían ya aceptar que el tiempo pasa y que el espejo dice la verdad, y esa verdad no se refleja solamente en la flacidez de la carne y en las arrugas alrededor de los ojos, sino en que lo imaginario que ellos defendían (con respecto a algo que no vivían) no correspondía ni correspondió nunca con la realidad, y que los representantes y horrendos hacedores de esa (otra) realidad nunca jamás defendieron sus intereses ni sus sueños, salvo solamente para utilizarlos en beneficio propio.

Todos, TODOS, deberían avergonzarse.

© 2011 David Lago González

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Gaddafi, 2010

viernes, 25 de febrero de 2011

SHAME ON YOU, EUROPE!!!!!!!!!!!!!!!!

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“SHAME ON YOU, EUROPE!  ¡AVERGÜENZATE, EUROPA!”

(Volveré sobre este tema más tarde, pero quiero colgar estás dos magníficas disecciones de la HIPOCRESÍA EUROPEA que he leído esta mañana en el diario El País.)

Está visto que para Europa, las grandes preocupaciones “humanitarias” son:

1) IMPEDIR, o al menos controlar, la ola migratoria que se puede echar sobre las costas de nuestro primer mundo.

2) EL PETRÓLEO.  Impedir un corte de suministro y controlar el alza de precios que tanto la situación actual como un futuro inmediato imprevisible puede provocar.

3) EL GAS.  Idem al anterior.

Y después de otras innumerables razones (como la pérdida de beneficios ante la imposibilidad de la venta de armas a los regímenes dictatoriales), el ser humano que habita esos parajes que nos quedan enfrente, a un par de horas de travesía marítima.

Las revueltas (efectivamente, de consecuencias impredecibles) por el mundo árabe no sólo está sacando a la superficie toda la basura que existe entre la máxima riqueza y la máxima pobreza, sino también la catadura moral del orden civilizado, en el que las puticas de Berlusconi y sus orgías no son más que un símbolo significativo de la doble moral.

Creo haber oído en el telediario de la tarde (TVE 1) que los tunecinos se están volcando en ayudas a los que huyen de Libia.  Pero Europa, para hacer eso, necesita pensárselo mucho, comentarlo hasta la extenuación –y también la extremaunción— detrás de las cortinas, gastar-gastar-gastar miles y miles de euros en comunicarse unos con otros y con Estados Unidos, para por fin convocar a una reunión extraordinaria, y gastar-gastar-gastar en faustos, coches blindados y banquetes, para que al final de todo, quizás, con muy buena suerte, lleguen a emitir un documento de condena, un embargo de armas, una amenaza de pau-pau y “severas” sanciones al régimen de Gaddafi  (o sea, que si piensan en aplicar sanciones es porque van a permitir que ese tal régimen continúe tal cual).

Suiza inmediatamente se apresura a decir que congela las cuentas de los dictadores.  Pero después nunca más se llega a saber si realmente lo hace.  Porque si así fuera, si Suiza devolviera todo el dinero robado y no sólo negro sino rojo bermellón del cual ha vivido toda su vida, los respetables ciudadanos suizos tendrían que desplazarse por todo el mundo como emigrantes económicos.

Cuento sobre el cuento.  Lodo sobre lodo.  Sangre sobre sangre.

© 2011 David Lago González

-O-

JOSÉ IGNACIO TORREBLANCA Ola de cambio en el mundo islámico - Revuelta popular en Libia

La Doctrina Zero

JOSÉ IGNACIO TORREBLANCA 25/02/2011

http://www.elpais.com/articulo/internacional/Doctrina/Zero/elpepiopi/20110225elpepiint_4/Tes

 

Mientras los pueblos de la ribera sur luchan por recuperar su dignidad, nosotros dilapidamos la nuestra a espuertas. En política exterior, una doctrina representa el intento de situar bajo un mismo principio de actuación una serie de acontecimientos que plantean desafíos similares. Sobre los principios de no-intervención y no-colonización, el presidente Monroe anunció en 1823 que Estados Unidos consideraría un acto hostil el intento por parte de cualquier potencia europea de acrecentar sus posesiones en el continente americano. En 1947, más de un siglo después de la Doctrina Monroe, el presidente Truman anunciaba que su Gobierno apoyaría “a los pueblos libres que se están resistiendo a la subyugación por parte de minorías armadas o presiones exteriores”. Dada la vuelta, la Doctrina Truman se convirtió en 1968 en la Doctrina Brehznev, que permitía a la Unión Soviética intervenir militarmente para restaurar el orden socialista en los países de Europa Central y Oriental. Y el certificado de defunción de la guerra fría vino en 1989, también en forma de doctrina, cuando el portavoz de Gorbachov, preguntado por la vigencia de la Doctrina Brezhnev en relación a las reformas democráticas en Hungría y Polonia, contestó de modo inesperado que en adelante regiría la Doctrina Sinatra, en alusión a su canción A mi manera (I did it my way), lo que provocó un efecto dominó democratizador en la región.

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Libia
A FONDO

Capital:

Trípoli.

Gobierno:

República Popular Socialista.

Población:

6,173,579 (est. 2008)

La noticia en otros webs

La UE quiere influir sin injerir, protestar sin molestar, participar sin pagar

Ahora, la Unión Europea, en lugar de buscar una doctrina para responder a las revoluciones árabes, anda de puntillas sobre ellas. Esa doctrina no tiene nombre ni contenido. No tiene nombre debido a una clamorosa falta de liderazgo en todos los niveles: en las capitales, donde los mandatarios se miran de reojo para no ser el primero en equivocarse apostando por el cambio, y en Bruselas, donde Ashton tampoco ha querido arriesgar nada. Esta crisis podía haber sido la oportunidad de Ashton de inventarse a sí misma, pero la baronesa ha aceptado con total sumisión ser la mera portavoz de lo que los Veintisiete acuerden por unanimidad cuando buenamente puedan. Así que no habrá una Doctrina Ashton. Pero tampoco hay contenido para esa doctrina, pues nuestros líderes lo quieren todo a cambio de nada: protestar sin molestar, influir sin injerir, condenar sin sancionar, ayudar sin arriesgar, participar sin pagar. Y encima, como continuación de la hipocresía con la que se han conducido hasta ahora, ni siquiera se molestan en disimular que lo que verdaderamente les preocupa son los refugiados y los precios de la energía. Como el milagro de la coca-cola sin azúcar ni cafeína, Europa ha puesto en marcha la Doctrina Zero: cambios a cambio de nada.

Buscando armar una doctrina se podrían utilizar los principios expuestos por Saif el Islam, el siniestro hijo de Gadafi, en su tesis doctoral, defendida en 2007 en la London School of Economics bajo el increíble título El papel de la sociedad civil en la democratización de las instituciones de la gobernanza global. En la tesis, Saif recoge la distinción del teórico de la justicia John Rawls entre, por un lado, sociedades “bien ordenadas”, que aunque no sean plenamente democráticas, son pacíficas, sus líderes gozan de cierta legitimidad ante los ciudadanos y respetan los derechos humanos, y, por otro, los regímenes “proscritos” o sociedades “injustas” que violan sistemáticamente los derechos humanos y que, en consecuencia, deben ser sometidas a presión y sanción, negándoles la ayuda militar o de cualquier tipo y suspendiendo o congelando los vínculos económicos con ellas.

Concluye Saif el Islam en la página 236 de su tesis (pensando en el islamismo radical): “Esta tesis muestra su conformidad con el argumento de Rawls de que a los Estados proscritos no se les debe dejar campar a sus anchas”. Y continúa en la página 237: “El aislamiento y la eventual transformación de los Estados proscritos es de importancia vital para la estabilidad global”.

Apliquemos pues los principios de Rawls (recogidos ya por Naciones Unidas bajo el concepto de “Responsabilidad de Proteger”), y hagamos una clara distinción entre los que estos días usan la violencia contra la sociedad y los que dialogan con la oposición. Al parecer, los Veintisiete todavía no parecen haberse enterado, pero Libia ha supuesto un salto cualitativo que debe ser respondido desde el Consejo de Seguridad de la ONU con un duro régimen de sanciones, una zona de exclusión aérea, la apertura inmediata de un procedimiento ante la Corte Penal Internacional y la congelación de todos los activos de la familia Gadafi en el extranjero. Es un Estado proscrito, así que tratémoslo como tal.

jitorreblanca@ecfr.eu

-O-

ANÁLISIS: ANÁLISIS

Un nuevo panarabismo

JAVIER VALENZUELA 25/02/2011

http://www.elpais.com/articulo/internacional/nuevo/panarabismo/elpepiint/20110225elpepiint_8/Tes

 

Gadafi ametralla y bombardea al pueblo para mantenerse en el poder. A diferencia de Ben Ali y Mubarak, a él solo lo sacarán con los pies por delante. No es esta, sin embargo, la principal diferencia del tirano libio con sus derrocados vecinos. Ben Ali y Mubarak eran dictadores domésticos, como lo fueron Franco o Salazar, sin pretensiones de universalidad. Gadafi, en cambio, se presentaba, sobre todo en sus primeros lustros, como sucesor de Nasser, adalid del panarabismo y líder revolucionario del Tercer Mundo.

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Muamar el Gadafi
A FONDO

Nacimiento:

1942

Lugar:

Sirte

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Libia
A FONDO

Capital:

Trípoli.

Gobierno:

República Popular Socialista.

Población:

6,173,579 (est. 2008)

La noticia en otros webs

La revolución árabe barre con Gadafi al último y grotesco caudillo 'izquierdista'

Ben Ali y Mubarak eran vasallos de Estados Unidos y no molestaban a Israel. Gadafi le plantaba cara al imperio, quería destruir el Estado judío, apadrinaba toda suerte de guerrillas y terrorismos de ultraizquierda y se decía inventor de una visión cósmica: la yamahiriya o república asamblearia de las masas. En su pesadillesco discurso del martes, aún se presentó como un "revolucionario" que levantaba el puño.

Por esto es tan relevante que la revolución democrática árabe que ya ha barrido a Ben Ali y Mubarak intente ahora abatir a Gadafi. En la guerra de 1967, Israel le dio la estocada mortal al panarabismo laico, socialistoide y tercermundista, tanto en sus vertientes baazista como nasserista. Su cadáver -estrafalario, retórico y criminal en la figura de Gadafi- está siendo enterrado ahora por los luchadores libios. Y en contra de lo que se decía, su sucesor no va a ser el islamismo, o al menos, no el único.

En Libia, la primavera árabe confirma que está por encima de las diferencias que han escindido ese mundo: pro y antiamericanos, socios o enemigos jurados de Israel, de discurso derechista o izquierdista, de orden o "revolucionarios", pobres o ricos en petróleo. El panarabismo del siglo XX ha sido sustituido por uno nuevo: el de los ciudadanos que reclaman libertades y derechos, se vistan sus regímenes con los oropeles que se vistan; el de los ciudadanos que, a través de Al Yazira e Internet, han creado una umma, una comunidad que, desde el Atlántico al Golfo, desea pluralidad -incluido, por qué no, un lugar al sol para los islamistas- y democracia sin adjetivos.

Podemos fijarnos en el bosque o en las ramas. El bosque: Libia comparte con los países norteafricanos una población mayoritariamente juvenil, hastiada de cleptocracia y frustrada en sus ansias de libertad, trabajo y trato digno. Las ramas: una escasa identidad nacional, un gran tribalismo, una salida aún más difícil a esta crisis, que puede pasar por la muerte de Gadafi, la guerra civil y la balcanización del país.

Estos últimos, dice el analista libanés Rami Khouri, "son aspectos fascinantes pero secundarios de los cambios en marcha". Lo principal, añade, es que, tanto en Libia y Bahréin como en Túnez y Egipto, en Marruecos como en Argelia, "los hombres y las mujeres árabes quieren ser tratados como seres humanos y como ciudadanos". Sí, esta es la gran novedad.