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miércoles, 9 de marzo de 2011

HAROLD ALVARADO TENORIO - Cultura, despilfarros y exclusiones (Colombia)

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(Enviado por Harold Alvarado Tenorio.)

NOTA DEL BLOGGER:  Un amigo, de compartida naturaleza nativa caribeña, a quien hube de enviar algunas de estos textos que el (magnífico) poeta colombiano Harold Alvarado Tenorio me manda de vez en cuando, hubo de decirme un día: “No entiendo nada, y además no me interesa.  Lo cual puede darte una imagen exacta de lo que pueden sentir los demás antes todos esos pormenores cubanos que ni siquiera nosotros podemos entender bien.”

Pero, en fin, yo creo que Harold Alvarado Tenorio es también alguien “contrario al normal desarrollo de las actividades”, lo cual, con independencia de que tal condición o circunstancia sea aprovechada por ideologías y (des)gobiernos, me hace sentirme en cierta forma compañero suyo.

DLG

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Cultura, despilfarros y exclusiones.

Por Harold Alvarado Tenorio

Se anuncia con cautela la celebración del cuarto de milla de Casa Silva, una de las plataformas donde hizo política María Mercedes Carranza, la única constituyente del 91 que votó a favor de la extradición de narcotraficantes, así departiera y recitara versos con Armando Holguín Sarria o Cornelio Reyes. Según Semana el 63% de los colombianos cree que el dinero, que es siempre público, va a parar a las arcas de los ladrones de cuello blanco. The Economist sitúa a Colombia de segunda en materia de fraude y los ejecutivos dicen que en 88% de los casos sus empresas serán víctimas de la rampante podredumbre inventada durante el Frente Nacional y lubricada por el narcotráfico, que ha pervertido desde la Suprema Corte de Justicia hasta las Fuerzas Armadas de la Revolución Colombiana FARC. Con recordar que el contralor del Distrito Capital ha sido destituido y el personero está hasta la corona de líos, basta.

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En un país descompuesto, el sector cultural no sale indemne de los tiovivos de la contratación y malos manejos. Comenzando por los salarios descomunales de gestores culturales como Ramiro Osorio, 25 Millones [1] del Centro Cultural Julio Mario Santo Domingo, el mismo personaje que sacó, para gloria de los hermanos Rodríguez Orejuela [2], de la manga de Ernesto Samper Pizano el Ministerio de Cultura de Colombia; Catalina Ramírez, 18 Millones, de la Secretaría de Cultura del Distrito Capital; el “violinista” Santiago Trujillo, otros 18 Millones, electo a dedo por el honorabilísimo Yuri Chillán, sangrador de unos 16.000 Millones de pesos del Instituto Distrital de las Artes de Bogotá; Gloria Zea, de Botero Angulo, Holguín Holguín, Uribe Campuzano y Antei Codazzi, 16 Millones y un apoyo anual del Ministerio de Cultura cercano de los 1000 Millones, del Museo de Arte Moderno; la “Doctora” Carmen Barvo Bárcenas, 16 Millones, de Fundalectura; Ángela María Pérez, 15 Millones, con un presupuesto descomunal ignorado por todo el mundo pero controlado sólo por ellos mismos en la Sub-Gerencia Cultural del Banco de la Republica; los 15 Millones del Ministerio de Cultura y Ana María Alzate, 10 Millones, de la Fundación Alzate Avendaño. La nota de Arcadia no dice cuánto gana el “Doctor” Pedro Alejo Gómez, de Casa Silva, hijo del ex ministro de Gobierno y Educación de Guillermo León Valencia, embajador de Colombia en Rusia y la Corte de España, etc.

CULTURA_El Doctor Ramiro Osorio, gerente comercial del Centro Santodomingo con 25 Millones de sueldo mensuales.

El Doctor Ramiro Osorio, gerente comercial del Centro Santodomingo con 25 Millones de sueldo mensuales.

La corrupción, según Manuel Carvajal Sinisterra, ha sido peor para los colombianos que la prolongada guerra contra las insurgencias políticas y delincuenciales. El Frente Nacional, con la paridad política y económica para dos partidos fue la sopa de cultivo donde la peste del narcotráfico invirtió el todo “en cuanto voy yo allí”, sin mediar el trabajo o la creación. Decir que ahora vivimos sus peores momentos es una falacia. Hoy, por el contrario, puede hablarse abiertamente de ello porque la existencia y fortalecimiento de los partidos y sus organismos de prensa o los intereses de cada grupo en lucha por el poder, permiten la denuncia o la penalización. Corruptos han sido todos los gobiernos desde la misma caída del partido liberal y los que inaugurara Alfonso López Michelsen con su cuatrenio de marimba, coca y M-19 y así hasta llegar al horror de Belisario Betancur, los años de terror de Virgilio Barco y su ministro César Gaviria, y la apoteosis de corrupción, perversidad y crímenes de estado de Ernesto Samper Pizano.

CULTURA_4_El Doctor Darío Jaramillo Agudelo haciendo alardes de republicanismo en El Pais de Madrid.

El Doctor Darío Jaramillo Agudelo haciendo alardes de republicanismo en El País de Madrid.

Quienes creen que el incremento en los presupuestos culturales ha sido una conquista popular o del arte mismo, pecan por ingenuos y desinformados. Las instituciones culturales creadas o fomentadas por la clase política colombiana son otro instrumento para saquear el erario, con el Ministerio de Cultura a la cabeza. Una institución, que para referirse sólo a un tema, desde su creación en cuanto a la protección de las letras apenas ha servido en exclusivo a la ingesta despiadada de bienes literarios producidos por empresas españolas, que terminaron comprando El Tiempo o Caracol. La creación y dotación de cientos de bibliotecas públicas [PNLB: 1565 “bibliotecas”, 2200 libros, 5 maletas de cine, UN ordenador para administrar la “biblioteca”, un televisor, un VHS, un DVD y una grabadora], donde nadie lee un libro ni ve una película ni oye un disco, en los años de los ordenadores, Google Books, Wikipedia y la banda ancha, lo demuestra. La mediocridad, la ambición y la vida fácil de muchos de esos chicos y chicas que han pasado por las gerencias y mandos medios de esas instituciones ha sido el gancho para que prestaran depredadores servicios contra la cultura de un país que necesita mas y mas reformar su educación y enseñar a leer y escribir a los más pobres. Encarnaciones de ese prototipo pueden ser Darío Jaramillo Agudelo, Carmen Barvo Bárcenas, Ramiro Osorio, Catalina Ramírez o Pedro Alejo Gómez.

CULTURA_5_Juan Gelman, perseguido por Videla; García Montero del PC andaluz y el SubGerente Cultural del Banco de la República de Colombia.

Juan Gelman, perseguido por Videla; García Montero del PC andaluz y el Subgerente Cultural del Banco de la República de Colombia.

Darío Jaramillo Agudelo envejeció 25 años al frente de la Sub-Gerencia Cultural del Banco la República erigiéndose una estatua de poeta con favores a empresas e individuos que controlan el mundo cultural hispanoamericano como [Anna María Rodríguez de Casa de América; Antonio López Ortega de la Fundación Bigott; Daniel Samper Ospina de SoHo; Esperanza López Parada de la Universidad Complutense; Javier Rodriguez Marcos de Babelia; Juan Camilo Sierra del Centro García Márquez; Juan Muñoz de la Residencia de Estudiantes; Luis García Montero de Visor; Manuel de la Fuente de ABC; Maria Luisa Blanco de El País de Madrid; Marco Antonio Campos de la UNAM; Mario Jursich de El Mal pensante; Pilar Reyes de Alfaguara; Sergio Pitol del Fondo de Cultura Económica; Wiston Manrique Ardila de Babelia]. Cientos de miles de pesos costaron al pueblo de Colombia la decena de publicaciones en pro de una gloria literaria que ha desaparecido el mismo día que dejó su cargo. Porque aun cuando sea una figura de relleno en ferias y festivales, nadie cree que haya escrito algo meritorio. Manuel Borrás, el editor español que más aire ha respirado [11 libros en 10 años] en las bibliotecas públicas americanas de la mano del omnipotente gerente cultural cree que Jaramillo Agudelo ha logrado su más grande deseo: ser invisible. A él y al Banco de la República debemos la aparición de dos de sus réplicas: Piedad Bonet y Juan Manuel Roca.

Juan Manuel Roca, el Hijo de Mutis, la crítica Adriana Urrea, el Honestísimo Samuel Moreno y Eligio Burgos Cantor, del Grupo Trementina.

Carmen Barvo, fullera corista del Grupo que Daniel Samper Pizano apodó Promasa [Maria Mercedes Carranza, Pilar Tafur, Aseneth Velásquez viuda de Ucrós y Marta Álvarez], es gestora de Fundalectura, posición heredada de Silvia Castrillón directora de Asolectura, empresas que han contribuido a la distorsión de nuestras tradiciones literarias a través de la venta de libros para niños producidos en países del primer mundo, traducidos e ilustrados con gramáticas y diseños anodinos. Más del ochenta por ciento de los libros que esas instituciones promueven, sirven para elevar a largo plazo las ventas de empresas como Norma y Prisa. Castrillón, Barvo y Ana Roda han dilapidado formidables sumas de dinero público editando obrillas que obsequian, a través de los ladrones de Transmilenio, a los libreros de lance de San Victorino.

Otro tanto podría decirse de Ramiro Osorio y Catalina Ramírez, curtidos alfiles de los comerciantes españoles de bienes culturales. Ramírez como Osorio han vendido a los colombianos la increíble idea de que más allá de la Banda Ancha hay que hacer más bibliotecas para colocar en sus estantes más libros españoles y hay que fomentar la importación de bienes y producciones culturales exclusivamente peninsulares. Catalina Ramírez colabora estrechamente con la institución neocolonial Casa de América y Osorio acaba de abandonar el cargo más fastuoso que colombiano alguno haya ocupado jamás en la capital del reino: director de la División de Asuntos Culturales de la Secretaría General Iberoamericana. Héctor Facio y Lince que les conoce sostiene que gracias a una decisión de la señora Ramirez recuperamos al competente gestor cultural: “Ramiro Osorio -dice el ilustre huérfano- está detrás de proyectos benéficos ¿? como el Ministerio de Cultura, el Festival Iberoamericano de Teatro y algunas de las becas y estímulos que el ministerio diseñó para artistas plásticos, músicos, escritores, cineastas y teatreros colombianos.” Lo que no dice es que esos proyectos son rimbombantes despilfarros para entretener grupos que luego pagaran con votos los buenos ratos recibidos con el dinero público. El grueso del dinero que el ministerio de cultura invierte en planes concertados se va en pagar las parrandas de los Carnavales de Barranquilla, De negros y blancos de Pasto, Feria del Libro, Festival de Poesía, de Teatro de Bogotá, Museo de Arte Moderno de Bogotá, Festival de Buenaventura, Festivales de Cine, Música y Hay de Cartagena, Festival de la Leyenda Vallenata de Sincelejo, de Música de Popayán, de Poesía de Medellín, Reinado Nacional del Bambuco, o el Torneo Internacional del Joropo, etc., cuyos auxilios oscilan entre los 200 y los 1000 millones de pesos anuales. Para el resto de las entidades populares los aportes no superan ni los 40 millones de que habla el manual del ministerio.

CULTURA_7_Los poetas Pedro Alejo Gómez y Juan Manuel Roca Vidales cobrando en honor de José Asunción Silva.

Los poetas Pedro Alejo Gómez y Juan Manuel Roca Vidales cobrando en honor de José Asunción Silva.

Pero la figura egregia, por excelencia, de este grupo de eminencias es el Doctor Pedro Alejo Gómez, insigne Encargado de Casa Silva. Hijo de Pedro Gómez Valderrama, ministro de gobierno y educación de Guillermo León Valencia cuando se implementaron en Colombia los planes decenales Atcon para la disolución de las humanidades, las ciencias sociales y todo aquello que hiciera recabar en las tradiciones de la lengua y la historia y el Lasso [Latin American Security Operation], que permitió la creación de las Farc.

Ex embajador en Holanda, delegado por Colombia ante la Corte Permanente de Arbitraje de la Haya, conjuez del Consejo de Estado en las secciones Primera y Quinta y delegado ante la Organización para la Prohibición de la Producción de Armas Químicas, este hijo del autor de La otra raya del tigre, uno de los más cínicos cantos al fracaso de los nacionales socialismos inspirados en las aventuras germánicas en América, suerte de enciclopedia de las vergüenzas ideológicas de los liberales derrotados por Rafael Núñez en La Humareda, a la muerte, por suicidio de Maria Mercedes Carranza, optó, con el apeo de Ernesto Samper y Jacquie Strouss, por arrebatar a los herederos naturales o poéticos el lugar de la fundadora, tapando en la mano los motivos que le llevaron a quitarse la vida ante las ambiciones de la esposa venezolana de un ex presidente conservador, autor del Holocausto del Palacio de Justicia y otros hechos nada memorables. Desde entonces Casa Silva es una suerte de manicomio, donde como una vez dijo Ernesto Samper a Pedro Alejo: aquí debe estar todo el mundo, menos los poetas.

Como todo el mundo sabe, Pedro Alejo Gómez Villa, El poeta de las tirantas, como gusta hacerse llamar de su perro Ganda, único ser al que permite entrar y salir como pedro por su casa de Casa Silva, sólo ha favorecido a un vate y medio, a Juan Manuel Roca Vidales, y su discípulo, el castrista vergonzante Alberto Rodriguez Tosca, dilectos miembros del Club Trementina, quien siendo tan dipsómano como su jefe, ha logrado cubrirle las espaldas desde hace 25 años. Nadie sabe cuánto dinero público se han ingurgitado entre pecho y espalda este par de fanáticos de la metáfora y el anisado. Lo único que se sabe es que Don Pedro Alejo se atornilla cada mes unos 12 Millones de pesos, algo así como la media friolera de 200 Millones anuales con los cuales bien se podría dotar a las escuelas públicas del barrio de La Concordia, el más antiguo de Bogotá y vecino de Casa Silva, con unos 200 ordenadores con banda ancha para sus niños.

CULTURA_8_Fernando Rendón Merino, propietario del Festival de Medellín rodeado de su familia a la espera de los Millones del erario público.

Fernando Rendón Merino, propietario del Festival de Medellín rodeado de su familia a la espera de los Millones del erario público.

La cultura, como recordó una memorable nota Antonio Caballero, no puede ni debe depender del arbitrio de los empleados de los estados, sean democráticos y menos, totalitarios. Porque justamente La Cultura nada tiene que ver con los establecimientos o es el fundamento de la crítica a esos estados. Creer que Ramiro Osorio, Catalina Ramirez o Pedro Alejo Gómez pueden controlar la cultura de las ciudades colombianas o de la nación es delirio. Ni Franco, Goering, Jdanov, Fernández Retamar, Fernando Rendón, doña Guillermina Carvajal o alguno de sus Golem o ilustres huérfanos podrán impedir que cuestionemos y critiquemos sus despilfarros y exclusiones. También caerán, como ruedan en un mundo cada día mas libre, gracias a la Internet, aquellos que han hecho del fraude y la corrupción fundamento de sus poderes.

Producir espectáculos, shows, no es función de los intendentes de la cultura de un país. La Cultura y sus productos crean maneras de ser y pensar, son la identidad de un pueblo, cambian y corrigen los rumbos de las políticas y corrientes del pensar. Pero si la música, el baile, las narraciones, el poema, el cine, la radio y las televisiones son cultura, no pueden ser reducidas a un espectáculo, tienen que hacer pensar para vivir, para borrar de nuestras conciencias las perversas conjeturas de la vanidad y el dinero. Y eso es precisamente no hacen los señores y damitas de quienes he venido hablando.

¿Qué irá a hacer Sergio Trujillo, me pregunto, con esos 16.000 mil Millones que han puesto en su bolsillo?

Averígüelo Nadie, es decir Juan Manuel Roca.

http://www.haroldalvaradotenorio.com
Cartagena de Indias

martes, 20 de julio de 2010

Salida definitiva

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LE CHEMIN.LOW

© Serge Cornellet

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Iba a comentar este post en el blog de mi amiga Zoé Valdés (http://zoevaldes.net/2010/07/20/el-pasaporte-de-la-hija-de-normando-hernandez-tambien-dice-salida-definitiva/#comments) pero prefiero pasármelo al mío y hacerlo en mi penthouse, porque tal vez mi manera de enfocar las cosas pueda molestar a otros comentaristas y así mi amiga queda eximida de tener que intervenir en ningún sentido.  Me parece mucho más saludable así.

 

“Pues OJALÁ mi pasaporte hubiera dicho SALIDA DEFINITIVA (Y REGRESO PROHIBIDO), pero si hablamos de limbos, además del cónsul español negarme la recuperación de la nacionalidad española --que ya estaba en espera desde antes de cumplir los 21 años-- engañándome con que no tenía derecho, salí (salimos) de Cuba con un VISADO DE TURISTA POR 7 (SIETE) DIAS, que teníamos que sustituir en la comisaría de policía por un permiso de permanencia que tenía validez por tres meses.  Esto era formalmente así, pero informalmente era de la forma contraria, lo que pasa que de eso uno se iba dando cuenta paulatinamente mientras iba pasando la vida, e ibas acomodándote a los vaivenes de lo cotidiano.  YO NO QUISE SOLICITAR ASILO POLITICO por razones que ya explicaré en mi blog. 

Lo siento mucho, pero me es imposible sensibilizarme porque en el pasaporte de la hija de Normando Hernández diga "salida definitiva".  Al menos eso, si se toma semánticamente, da una cierta seguridad de que no la devolverán.

Con todo ese tipo de cosas de recién llegados (no me refiero a los liberados sino en sentido  general) yo me he vuelto una persona muy dura.  Mi casa no era humilde y pobre ni de extracción ni de construcción, y no tengo que decir una cosa por otra, pero a veces creo que es muy saludable pasar un poco de trabajo, y recibir demasiada ayuda acabado de llegar puede ser más perjudicial que positivo.

Yo no tuve el apoyo del Centro Cubano (ni del gallego tampoco) ni de Annabella Rodríguez ni de Jesús Díaz ni de Calvo Sotelo, Fraga, Giscard D’Estaing o Truman Capote, ni de ningún partido ni de ninguna fundación ni de ninguna universidad.  Ni mi salida de Cuba se debió a la intervención de nadie.  Yo solo quise dejar aquella mierda para siempre y yo solo me las arreglé para sobrevivir, vivir y hacer vivir.  Solamente debo el amor que algunas personas me dieron, de una forma u otra, y por desgracia tengo que admitir que la amistad de una de ellas se jodió precisamente por la Revolución cubana, de la que yo sólo viví la mitad de su existencia (y la mía) y ella ni siquiera la mitad de la suya.  Puedo decir que este particular es lo único que lamento seriamente.  Por lo demás, doy gracias a Dios (o a lo que sea) por no haber tenido nunca ningún tipo de relación con nadie importante públicamente y no deber la vida ni a derechas ni a izquierdas ni al más remoto de los ismos.

Solamente he agradecido, y agradezco, la presencia y la ausencia de las personas que he querido y quiero, y de aquellas que me han brindado su cariño.”

 

David Lago González

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martes, 23 de febrero de 2010

ROLANDO H. MORELLI - Los tiranos mueren. ¿Sobrevive la vileza?

http://www.cubanet.org/CNews/y2010/feb2010/23_O_1.html

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Los tiranos mueren. ¿Sobrevive la vileza?

(Los que son, los que están y los que las pintan calva).

Rolando D. H. Morelli, Ph. D.

FRASE: Entre tales servidores bien aprovechados he conocido a no pocos en mis años de exilio, disfrazados de periodistas, de libre pensadores, de hombres de negocio, de banqueros, de actores y actrices, de directores teatrales, de activistas, síndicos o sindicateros, de profesores universitarios, de escritores, poetas y no sé de cuántas cosas más

FILADELFIA, Pensilvania, febrero, www.cubanet.org -Un chiste procedente de Cuba, cuenta que desde su lecho de muerte el Primer Tirano en Jefe oye un murmullo de voces, e inquieto pregunta al segundo de la tiranía y su primer acólito e intérprete: «¿Y eso que es, Raúl?»  El adulón de su hermanito, que ha organizado para la ocasión una masiva manifestación de duelo popular, le responde prontamente: «Es el pueblo, Fidel, que viene a despedirse…» En ese instante, como si hubiera sido picado por un tábano se sacude el comatoso, intenta incorporarse sin ayuda y pregunta con una ferocidad renovada en la voz: «¿Y a dónde creen esos que van sin mi consentimiento?»

El cadáver de la tiranía ha entrado en movimiento estos días. Imposible saber de seguro qué murmullos o estímulos lo animan. No se trata de Lázaro redivivo, asombrado y dispuesto a aprovechar una segunda oportunidad que de tal modo se le presenta, para redimirse. Oportunista, a la manera de los virus y las alimañas, la tiranía castrista sobrevive a costas de su pueblo, y de cualquiera que se ponga al alcance de su uña, de oportunidad en oportunidad, y gracias a los oportunistas de toda laya que la sirven a la vez que se cobijan a la sombra enferma que proyecta.

Entre tales servidores bien aprovechados he conocido a no pocos en mis años de exilio, disfrazados de periodistas, de libre pensadores, de hombres de negocio, de banqueros, de actores y actrices, de directores teatrales, de activistas, síndicos o sindicateros, de profesores universitarios, de escritores, poetas y no sé de cuántas cosas más. En infinidad de casos se trata, pura y simplemente de oportunistas avezados. En otros tantos casos se trata de verdaderos convencidos de su causa. Estos últimos, no son ni siquiera comunistas, si por tal se entiende a un individuo poseído por el equívoco complejo del llamado igualitarismo que ha de terminar, como siempre ha terminado, donde mismo empezó: ¡Todos somos iguales, pero algunos somos más iguales que otros!, que diría Orwell. ¡No! Se trata de resentidos de todo orden. De gente a fin de cuentas desesperada (y desesperante) inconforme con su condición humana, o desterrada, o frustrada de cualquier manera, que halla la manera de reivindicarse a sus propios ojos y a buen resguardo, mediante la idealización de un fauno, por demás decrépito.

A mi regreso de uno de los tantos viajes que di a Cuba cuando mi madre moría lenta y penosamente de cáncer, coincidí por puro azar en el aeropuerto de Rancho Boyeros con un viejecito de apariencia limpia y algo espiritado que resultó ser periodista en Miami, y lo había sido antes en Cuba. El nombre no me era del todo desconocido pues que de niño había leído yo, todavía en Cuba, algún escrito suyo. Luego le habían calumniado acusándolo de todo lo posiblemente vil cuando se marchó del país, antes de que sobre su nombre cayera el silencio más absoluto.

Y ahora, este viejecito —incluso simpático— que al parecer contaba con ciertas facilidades (o bien mentía al respecto) para ir y venir de los Estados Unidos a Cuba, me contaba cómo era que en Miami no se podía ya vivir por causa de los cubanos que seguían llegando en oleadas, y razonaba disparatando que la Revolución había querido adecentar el país, pero que Fidel no lo había conseguido por culpa de esos mismos cubanos que no lo comprendieron. Fidel tenía razón. Y él se había equivocado al juzgarlo comunista. Ahora se había reconciliado con la verdad y Fidel hasta lo recibía de vez en cuando o lo había recibido alguna vez. No consigo precisar qué fue exactamente eso que me dijo y reiteró en varias ocasiones. «A mí me acusan ahora de comunista y de infiltrado. ¡Ahí en ese Miami que usted seguramente conoce también! Y no me permiten escribir en los periódicos de ahí. Claro que yo soy un bicho, y me cuelo hasta por el ojo de una aguja. ¡Yo soy un sobreviviente! ¡Un bicho! Y escribo lo que me da la gana donde me lo publiquen».

Aunque me daban ganas de dejar al enajenado señor con la palabra en la boca, opté por quedarme sentado donde estaba y oír cuánto tuviera que decir. Un escritor no sabe nunca en qué momento habrán de servirle ciertos diálogos y confesiones ni siquiera buscados, que las impredecibles Musas le sirven en bandeja de plata y es de buena educación no rechazar. Al cabo, el indignado viejecito puso en mis manos varios ejemplares de otras tantas publicaciones miamenses que reproducían impresiones habaneras o viceversa. No tuve ocasión, naturalmente, de preguntarle de qué censura se quejaba entonces. A lo mejor el exilio simplemente no estaba interesado en oír sus patrañas o puntos de vista, pero de eso a creer que se le censuraba por el mero hecho de no ser popular o muy leído había su distancia.

Desde entonces he perdido de vista al señor periodista, pero he oído decir de él en Miami y otras partes (incluso a algunos amigos en Cuba) que en efecto, es comunista.  Lo que en realidad buscan decir, no es que sea comunista comunista, sino que tiene alma, pluma y voluntad de servicio a la causa que se proclama tal (¿entonces por qué habíamos de dudarlo?) y que representa con ventaja Fidel Castro. Noto y anoto como cosa curiosa, que este señor que fuera aliado y simpatizante del joven revolucionario Castro, y que se apartara del régimen cuando aún era joven y presuntamente idealista, haya retornado al seno del tirano en su vejez para entregársele y proclamar su lealtad, devoción y arrepentimiento. Todo ello se presta a conjeturas que se hacen y sirven para dar volumen al personaje miamense, que de otra manera carecería de relieve. ¿Se trató siempre de un infiltrado en tierras del exilio verdadero? ¿Obran en las manos de la Seguridad del Estado cubana algún o algunos trapos sucios con los que amenaza al viejito de marras? Me inclino por la hipótesis más benigna de que, las inclemencias de la edad y el destierro, y acaso mucho de vanidad herida, le inclinaran hacia lo que no es sino traición a sí mismo. ¡Pobre diablo, víctima por partida doble de la tiranía que aúpa a conciencia o sin conciencia! ¡Da lo mismo!

La eximia y nunca olvidada Lydia Cabrera me dijo una vez en Miami, en ese tono conversable que era el suyo de toda ocasión, que “antes que ser escritor o artista o lo que [fuera], uno [era] persona con dignidad, y cubano entero”.  Es decir, que no se trata de una cuestión de conveniencia o de “tener opiniones distintas” —como a veces se afirma— sino de ser consecuentes con unos principios fundamentales, que son también fundacionales: de nuestra persona, de nuestra integridad, de nuestra nacionalidad. Lydia Cabrera vivió ignorada en España a su salida de Cuba, como asimismo ocurrió con el gran poeta Gastón Baquero y tantos otros  —ella que en su patria era conocidísima, por ser ella misma y por ser hija del patricio don Raimundo Cabrera y cuñada de don Fernando Ortiz— y modestamente en Miami, donde murió a los noventa y tantos, hace unos años, consumida por la edad, mas no vencida. Invicta en su pobreza no indigna, siguió trabajando y escribiendo sobre Cuba y costeándose ella misma o con la ayuda de algunos amigos sus libros, que el régimen prohibía leer en Cuba, y a la muerte de Lydia comenzó a editar para consumo externo de turistas despistados o viajeros alertas que paguen en dólares contantes y sonantes por una edición pirata de El monte, que sólo puede encontrarse en el aeropuerto José Martí.

Sin embargo, ni Lydia ni Gastón rogaron al final de sus vidas ser acogidos al redil del tirano. ¡Ésa ha sido y es la regla de nuestros intelectuales exiliados! Ser ellos. Primero personas con dignidad y respeto por sí mismos. Primero cubanos que tener un país cautivo por público que los lea, y un gobierno despótico que pague la infamia de sus servicios con las ediciones de sus obras. Sin embargo, las excepciones no sólo confirman la regla sino que sirven de caja de ecos al tirano, allá, acá y acullá. Se las dan de mártires, hablan de reconciliación con lo irreconciliable, siembran a su alrededor la confusión en que viven y prosperan, para ocultarse en las marañas. Al final, puede que hasta lleguen a creerse lo que dicen. No son ‘comunistas’ en sentido lato, ni en sentido estrecho. No son sino arrepentidos por auto-persuasión o disuasión y conveniencias oportunas de su persuasión primera: apóstatas de su apostasía.  No son iconoclastas con causa. Ni siquiera son todos ancianos vencidos por la nostalgia o las aflicciones de la preterición. ¡No son! ¿Han dejado de ser? Tal vez nunca fueran nada. La tiranía es una absurda maquinaria sin alma cuyo combustible más preciado son los desechos que consigue por la fuerza, o que fomenta con su capacidad de seducción sobre algunas materias maleables y ciertas naturalezas predispuestas. 

Rolando D. H. Morelli, Ph. D. Escritor, académico e intelectual cubano residente en Philadelphia, es asimismo el fundador y director de las Ediciones La gota de agua.

miércoles, 17 de febrero de 2010

DAVID LAGO GONZÁLEZ - La Expresión Obviada (I)

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A MODO DE INTRODUCCIÓN

Creo que cursaban todavía los años 80 cuando una tarde, recorriendo la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión que ocupaba la mayor parte del Paseo de Recoletos, en Madrid, hubo de dar con un libro de tapa dura gris en cuyo lomo se leía “Literatura Rusa Clandestina”. Sin pensármelo mucho, decidí birlar a mis deberes la para algunos exigua cantidad de 500 pesetas y hacerme con el libro de marras. Era una recopilación de relatos escritos por patronímicos desconocidos, que han seguido siéndolo a lo largo del tiempo transcurrido y a pesar de las sorpresas históricas acontecidas. Habían sido editados artesanal e inicialmente en los célebres Samizdat, “publicaciones clandestinas” que circularon en la Unión Soviética y cuyo nombre era una abreviatura con alusión irónica a la de Gosizdat, que correspondía a la Editora estatal rusa.

Años después vendría la lectura de los demoledores testimonios de los “Archivos Literarios de la KGB”, pero esos relatos ya me habían impresionado lo suficiente como para sentirme siempre reflejado en el espejo de esos artistas que prácticamente perdieron sus nombres, sus obras y el significado de sus vidas bajo el anonimato impuesto por una ideología bestial y sutil que me ha hecho hermanarme a sus destinos.

En ellos pienso también cuando escribo este trabajo.

El Autor

-o-

 

Perteneció a esa generación de artistas que, como gorriones de Mao, la Revolución obligó a volar lejos de su habitat, hasta reventarlos. No tuvieron respiro, ni pudieron llegar. Cuando entraron a la Universidad, los expulsaron. Y cuando salieron a la calle, los encarcelaron. Después los deportaron, y los mandaron a ese campo de concentración que es Miami. El Exilio se presentaba como un inmenso arrozal donde, ya por costumbre o por miedo, evitaron posarse. Muchos artistas desahuciados y desconocidos deambulan por las calles de la ciudad: son como muertos vivos.

                                                                                     Néstor Díaz de Villegas

                                                                                 (In memoriam Carlos Victoria)

 

En el panorama cubano de la creación literaria y artística existen especialmente dos generaciones (grupos generacionales, grupos, grupos circunstanciales) que han sufrido o experimentado, con mayor crudeza y consecuencias, el rigor represivo de La Revolución y su comunismo insular.

La primera fue el llamado grupo de EL PUENTE, que reunía espontáneamente a jóvenes artistas, mayormente literarios, que al triunfo de la Revolución habían alcanzado ya una definición en el primer paso de la evolución creativa. Es lógico y totalmente admisible que este conjunto de sensibilidades diversas, pero provistas todas del germen anárquico (y también contestatario) de todo acto creativo, se sintiera esperanzado y entusiasmado ante lo que les parecía —y aparecía— como “un cambio”, algo nuevo y fresco que políticamente estuviera más en la línea de sus irreverencias hacia los estrechos cánones de una sociedad burguesa y socialmente obsoleta que rechazaban. Muy pronto iban a saber cuán más estrechos aún eran y serían para siempre los parámetros de aquel cambio de dirección con que la Historia, y la terrible historia de las confusiones, comenzaba a cercenarles y a definir los destinos de sus vidas y carreras, y no solamente las suyas propias sino las de todo un pueblo, tanto para bien como para mal, a lo largo de los próximos 70 o 100 años futuros, ya fuera por contacto directo como por las consecuencias de por vida derivadas de la experiencia. Es de significar que esa “terrible historia de las confusiones” no iba a limitarse a las cotas jurisdiccionales de su pequeño e insignificante territorio nacional, sino que contagiaría a la mayor parte del mundo, sobre todo occidental, tanto desde lo más primario como hasta lo más intelectual y “pensante”, lo cual serviría de muro de resonancias para la represión que ya experimentaban en casa. EL PUENTE simplemente no estaba previsto en el “stablishment revolucionario” (aún incluso no auto-declarado como comunista), y sucedía por iniciativa propia y personal de un conjunto de jóvenes que ese gran poder incipiente (pero excesivo y totalitario desde su cimiente) no había creado ni controlado, y que al intentar lo segundo dio al traste con el movimiento, dispersándolo y anulándolo a través de la represión y el terror, sirviendo de involuntarios e inocentes conejillos de Indias en los que experimentarían todos los métodos posteriores de disuasión y control de la personalidad artística individual. La Revolución, lejos de ser un elemento aglutinador, es un monstruoso elemento y mecanismo de separación y anulación de la voluntad individual, así mismo como de la manipulación colectiva y de una tergiversación propagandística, amén de maquiavélica, convincente a los seguidores con una fe de base (irracional, como suelen ser todas las variantes de la fe). A los jóvenes de EL PUENTE les tocaría ser los primeros en estrenar toda la gama de métodos de disuasión: exilio temprano, represión carcelaria, asociación con extranjeros y expulsión del país, métodos “correctivos” psiquiátricos, sujeción, auto-control, auto-censura, ostracismo, resignación acomodaticia y oportunismo voraz, pasando, claro, por todo tipo de traiciones y contradictorios lazos umbilicales mitigantes de la mezquindad que en ocasiones furtivas reúnen a comensales antagonistas alrededor de una mesa (que no es precisamente “La Mesa de la Verdad”). Todo un lamentable y tristísimo muestrario de lo que entonces se perfilaba como futuro inevitable.

La segunda generación a la que quiero referirme y que es el objeto de este trabajo es la que atañe principalmente a personas que habíamos nacido alrededor del año 1950 y que al triunfo de la Revolución estábamos entre la niñez y la pubertad, gente que en un momento vital de tránsito y formación del carácter, recibimos de lleno el impacto de un fenómeno político-histórico-social, único en sí mismo, que se permitió cambiar todo el orden establecido, con sus valores correspondientes, en apenas unas 24 horas que se hacen eternas y que dejan desnudo —o al menos, sumamente confundido— al protagonista y receptor involuntario de tal cambio. Fue como hacernos hombres y mujeres en el transcurso de una noche, de una forma nada natural. Esta aceleración brusca de la historia nos ponía en la disyuntiva de aceptar o rechazar drásticamente lo que el paso natural de la vida nos había ido enseñando y abrupta -y puedo decir también que violentamente— debíamos dilucidar sobre lo bueno y lo malo, lo acertado y lo errado, de la educación, forma de vida, costumbres, tradiciones, que habíamos ido recibiendo desde nuestro nacimiento. Nos forzaba a decidir cuando aún no teníamos la capacidad suficiente para hacerlo por nosotros mismos y el acto de decidir era una labor y un deber que mayormente correspondía a nuestros progenitores, a nuestros mayores.

Al mismo tiempo fuimos culpados abierta, públicamente, de lastres de los que no éramos conscientes. No fuimos los primeros “niños (naturales) de la Revolución”, sino los niños que la Revolución había heredado de lo que se dio en llamar poco después “la pseudo-República”, en alusión a que todo lo que no había sucedido bajo el catalizador de la pureza “revolucionaria” era en lo absoluto válido. De modo que nuestra educación en cierta forma pasó a ser un “correctivo” de supuestas desviaciones que acarreábamos de la influencia pequeño-burguesa de nuestros padres y familia. Creo que nuestros mayores intentaron protegernos físicamente ante esta avalancha de insultos vedados que propinaban a su papel de educadores a través de su apreciación de la conveniencia en aceptar los nuevos cánones, aun a costa de la posibilidad de perdernos como hijos (como sucedió en muchos casos, de ahí aquello de que los hijos denunciaran a sus padres, etc.) Intuyo el (razonable) pánico que un hecho de tal calibre despertaría en ellos, y de ahí aquella primera estampida de familias enteras con el propósito de “salvar” a sus hijos de algo que no sospechaban en toda su magnitud y que de cualquier forma sospechaban mal y entonces por debajo de toda realidad. Fue la explosión de la posible pérdida de la patria potestad, que dicho ahora suena ridículo pero que para ellos debe haber parecido simplemente atroz.

Esto ocurrió de forma generalizada con todos “los niños del 59”, pero se intensificó especialmente con aquellos de nosotros que comenzamos a experimentar “inquietudes artísticas”, y lo pongo entre comillas porque ello sirvió como motivo de recelo y persecución sistemática como posible ingrediente homosexual y de desviación de la conducta, y en general factible de dedicarnos un seguimiento personalizado. Todo parecía indicar que, más bien lejos de precaver que nuestra generación degenerara en un atajo de inservibles viciosos nada dispuestos a seguir la senda del “hombre nuevo” perfecto sólo posible en las mentes estrechas del Che Guevara y elementos afines, estuvieran absolutamente deseosos e interesados en crearnos como tal para proceder a aplicar más métodos de corrección en su afán de perfeccionamiento y exquisitez del sistema represivo totalitario y la anulación total de la personalidad individual. Incluso parecía planificado: éramos los que no íbamos a integrarnos en la maquinaria del poder, ni siquiera como oportunistas y vividores a expensas de contribuir a la mentira con la propia mentira de nuestra falsa colaboración, que, por otra parte, siempre se entendía que debía ser lo suficientemente entusiasta y dinámica como para disfrazar convenientemente cualquier atisbo de razonamiento personal: debía, tenía que ser enérgica, en pie de lucha constante, única manera de aceptar y cubrir la apariencias de cuán bien se mentía, sin importar que El Poder siempre era conocedor de la falsedad de tal simulación y se reservaba el derecho de descubrirlo y aplicar el castigo correspondiente cuando el oportunista de turno se sintiera lo suficientemente confiado como para creer que era más inteligente que La Revolución, verdadero pecado imperdonable.

Al fin y al cabo, como todos esperábamos, y todos los puntos cardinales así lo indicaban, delinquimos. Comenzamos a escribir, a pintar, a existir, al margen de las organizaciones oficiales que se supone eran las encargadas, no solamente de enseñarnos a hacerlo, sino también de conducirnos por el camino del reconocimiento y la aceptación; eludimos, despreciamos los talleres literarios, y eso no nos fue perdonado, ni por la Oficialidad ni por los que sí habían aceptado las reglas del juego. Decidimos no auto-censurarnos, sino auto-marginarnos, intuyendo ya perfectamente y anticipándonos a la marginación que el stablishment nos aplicaría o, en su caso, la labor de reconducir lo que escribíamos y producíamos a través de otros conceptos más acordes con la Revolución. No era en definitiva que hiciéramos nada abiertamente condenatorio del sistema, sino que lo que hacíamos no se ajustaba a lo establecido, ni en contenido ni en proyección, ni siquiera en la forma de decirlo o darle forma. Había un divorcio total de formas y contenidos, y para ser admitidos en las sendas que nos conducirían a ser “alguien” (Brigada Hnos. Saínz, Uniónde Escritores y Artistas, etc., aunque no muchas más), teníamos que renunciar a ser nosotros para convertirnos en ellos. En esta disyuntiva no éramos los únicos: había personas claramente pertenecientes a otras generaciones anteriores que también decidieron dejarse ser excluidos por razones semejantes o parecidas. Pienso específicamente en Raúl Ibarra Parladé (Santiago de Cuba), un poeta con el peso específico suficiente como para ser tratado con un respeto especial y que está muy por encima de cualquier poetastro que, valiéndose de su producción al servicio del Estado y su ideología, haya sido reconocido —y “reconocido”— como algo a tenerse en cuenta tanto dentro de sus fronteras como más allá de ellas (esto produciría un capítulo aparte).

De modo que lo que aquí yo (creo) bautizo como LA GENERACIÓN OBVIADA viene siendo más bien “un grupo circunstancial” de personas que nos mantuvimos al margen de los cauces oficiales cubanos y que en ese margen hemos desarrollado, sobre todo, nuestra iniciación en nuestra única razón de ser (el arte) mantenida en todo tiempo a pesar y en contra de cualquier posibilidad de reconocimiento. Como he querido sugerir hace un momento, esa marginación también en cierta forma ha viajado con nosotros dondequiera que hayamos ido y nos sigue acompañando en el llamado “exilio” (en definitiva, otra manifestación de “oficialidad”, con su propia regla del juego y su particular gama de valores, reconocimientos y exclusiones, y, paradójicamente, continuador y valedor del escritor y el artista oficial comunista, en el que existe también una gran confusión dado el prolongado tiempo del mismo y lo sutilmente preparado —por no decir “alerta”— que hay que estar para detectar precisamente la sutileza de una validación a la que el escritor o artista proveniente de los organismos oficiales insulares aspira y al que La Revolución le ha hecho creer merecedor de tal derecho).

Como fue un grupo que, salvo en cada núcleo, se desconoció a sí mismo en el sentido de su extensión a lo largo de Cuba, teniendo en cuenta que entre nosotros sólo existía el lazo de las circunstancias pero nunca fue un movimiento, y mucho menos algo organizado (como, curiosamente, quería “ver” a toda costa la Seguridad del Estado en mis visitas obligadas a sus villas y oficinas), es posible que sea una tarea a completar a partir de ahora. Estoy seguro de muchos nombres, pero carezco del conocimiento suficiente del pasado como para incluir con justicia a todo los que mantuvieron actitudes semejantes y específicamente a los que comprende ese periodo.

He aquí unos pocos nombres que considero podrían estar incluidos en LA EXPRESIÓN OBVIADA:

01. Raúl Ibarra Parladé              Santiago de Cuba.

02 Antonio Desquirón Oliva      Santiago de Cuba, 1946.

03 Carlos Victoria Olivera          Camagüey, 1950.

04 José Rodríguez Lastre          Camagüey, 1948.

05 David Lago González            Camagüey, 1950.

06 Rolando H. Morelli                Camagüey, 1953.

07 Osvaldo Lugo (pintor)           Camaguey.

08 Roger Salas Pascual              Holguín, 1950.

09 Delfín Prats                          Holguín, 1949.

10 Raúl Parrado (pintor)           Camagüey, 1948.

11 Manuel Cuadrado (pintor)   Camagüey, 1946.

12 Rogelio Quintana Puig         La Habana, 1951.

13 Rafael Zequeira                   Guáimaro, Camagüey, 1950.

14. Omar Cerit Beltrán             Camagüey, 1948.

15 Karin Aldrey                        Central Preston, Holguín, 1950.

16 José Abreu Felippe             La Habana, 1947.

17 Luis de la Paz                      La Habana, 1956.

18 Esteban Luis Cárdenas        Ciego de Ávila, 1945.

19 Evelio Cabiedes (Benny)     Camagüey, 194?-199?

20 Néstor Díaz de Villegas       Cumanayagua, 1956.

21 Juan Lara (actor, artista plástico)     Camagüey, 1946.

22 Valentín Álvarez (actor)     Camagüey, 1948.

23 Emilio de Armas                  Camagüey, 1946.

24 Rafael Bordao                      La Habana, 1951.

25 Rafael Bragado                    ¿?

26 Juan Abreu Felipe               La Habana.

27 Nicolás Abreu Felipe            La Habana.

28 René Ariza                           ¿?

29 René Cifuentes                    Camagüey, 1952.

30 Jesús Selgas  (pintor)           ¿?

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(Continuará...)

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© David Lago González

(Philadelphia, Sept-Oct. 2009)

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NOTA DEL AUTOR: Agradecería la aportación de otros nombres que consideren corresponden a las circunstancias antes detalladas.

sábado, 30 de enero de 2010

ELISEO ALBERTO REGRESA A CUBA

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http://contandocubanos.blogspot.com/2010/01/eliseo-alberto-y-el-huitlacoche.html

 

La noticia está, a su vez, tomada de El Excelsior, y quién la escribe --quiero suponer que mexicana--  celebra en cierta forma la libertad de elección donde vivir y morir, o recibir un riñón (en el "Cira García", el hospital destinado al turismo medicinal, debo imaginar).

Algunos tienen suerte: pueden incluso ir a fundirse, o confundirse, con el polvo de sus ancestros.  Va a vivir con su hermana Fefé, que no es mala persona.  Recuerdo un poco a Rapi, de "los años de la onda" en La Habana.  Me alegro por el enfermo, simplemente de forma humana.  Me viene ahora a la memoria que Abel Prieto quiso en los momentos de agonía de Carlos Victoria llevárselo a Cuba para intentar salvarle la vida, pero él prefirió una muerte menos cochina que la que le brindaba el compañero de universidad recobrado.

Ahora bien, tremendo papelazo se sentirán haciendo los que tanto defendieron o comentaron aquel bodrio de "Informe contra mí mismo" en los vetustos salones del Café Central (Madrid), al que decidí no ir defendiendo en una carta abierta al entonces principiante novelista Carlos Victoria (papelazo mío personal) en contra de un escritor nada ajeno al Estado cubano que quería presentar una poco convincente credencial de arrepentido.  Me alegro también por este atajo de estúpidos y amantes de lo conveniente que siempre dan crédito a los estafadores: les viene bien el escarmiento  (que ni sentirán, porque ya nadie practica la ética). (http://heribertopenthouse.blogspot.com/2009/11/david-lago-gonzalez-la-prioridad.html)

Por aquellos días en que él presentaba el libro en Madrid, comió con el ya fallecido crítico Rafael Conte y un amigo común cuyo nombre omito y que le conocía de La Habana, de tiempos muy anteriores.  En algún momento este amigo le señaló el detalle (moral) de cómo su padre  --el poeta Eliseo Diego--  se prestaba, o se había prestado, a representar y defender al gobierno cubano en no sé qué foro sobre derechos humanos.  El hijo le contestó a mi amigo:  "Ay, fulano, ésas fueron chocheras de papá, que quería visitar Suiza."

Nada más.

David Lago González

lunes, 31 de agosto de 2009

HAROLD ALVARADO TENORIO - Los premios Catire

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Los premios Catire

Hace poco, durante unas onces en una de las cafeterías de la plaza de Barichara, una señora preguntó si alguien había leído la novela ganadora del Premio Rómulo Gallegos. A lo cual otra respondió que no era Rómulo Gallegos porque el presidente Hugo Chávez lo había liquidado y ahora no era uno sino dos, para poesía y novela y se llamaban Premios Catire. A lo cual otra de las laidis respondió que eso no era cierto, que el premio se llamaba Chino Valera Mora en honor a un cantor de Stalin y se lo habían regalado hace medio año a José Mario Arbeláez, hermano de una muchacha muy conocida en los Estados Unidos, amiga de gente de Cali, dueños de droguerías y equipos de balompié y de adictos a la poesía, como un par de hermanolos que estuvieron en la Constituyente del 91 con María Mercedes Carranza.

Preguntada de nuevo por qué decía que se llamaban Premios Catire, como si fuera un chiste que sumara casi 350 mil dólares, la dama dijo que eso no era tan fácil de entender porque todo se venía cocinando desde hacía treinta años, desde cuando Enrique Hernández de Jesús, alias el Catire Hernández, se había hecho amigo, en el Café de los Poetas de Eduardo Escobar en la carrera 5, de Luis Ángel Parra, Andrés Jaramillo con su cuñado José Mario y Fernando Arbeláez, todos admiradores de la poesía de Belisario Betancur.

Miren y verán dijo la señora. Para comenzar tengan presente que el jurado del premio Chino Valera Mora que ganó José Mario estuvo integrado por Enrique Hernández de Jesús, la copista y promotora de la Nueva Novela de Alfaguara, poetisa Luz Mery Giraldo de Jaramillo y la mexicana María Baranda de Hinojosa, famosa por haber publicado un libro sobre las ballenas de Dylan Thomas y la secuencia de la mantequilla de The Last tango in Paris con María Schneider y Marlon Brando, a quien ella admira mucho; y el Rómulo Gallegos, que ganara limpiamente el tolimense William Ospina Buitrago [Páramo de las Letras, 1954], por dos valetudinarias, la mexicana Elena Poniatowska y la argentina Graciela Maturo, por el presidente del sindicato oficial de escritores de Cuba Miguel Barnet y los neo-chavistas Humberto Mata y Enrique Hernández de Jesús, que en esta honrosa ocasión reemplazaba a su ex compañera de toda la vida, Stefanía Mosca, por haber fallecido de una prolongada enfermedad que algunos llamaban rabia. Algunos escritores venezolanos retiraron entonces sus obras, pero fue un asunto de la incomprensión y la envidia, no de los 150 mil dólares del premio.

Que tengo razón, continuo diciendo la señora, porque miren, el Catire Hernández, un muchacho de Mérida, que no terminó el bachillerato pero supo granjearse desde que vivía en La Pedregosa la amistad del embajador [Colombia, Cuba, Suiza, Chile, Haití, Israel, Dinamarca, Noruega y Polonia] y poeta Vicente Gerbasi, director vitalicio de la Revista Nacional de Cultura, a quien hizo más de un millón de fotos que pagaron muy bien los gobiernos adecos y copeyanos. Catire conoció en Cabimas a José Mario por intermedio de Edmundo Aray, quien en compañía del Catire y Carlos Contramaestre, Juan Calzadilla y Caupolicán Ovalles visitaron la capital colombiana donde en Carne de Res, entonces un ventorrillo mal oliente, le presentaron a la gestora Nubia Cubillos, que les dio luces sobre las posibilidades de Colcultura y el Conag en la impresión de grabados, la venta de pinturas y las lecturas de poemas. No en vano Catire había descolgado del Hotel Guadalupe de La Puerta buena parte de la obra del pintor Renzo Vestrini y de varias iglesias merideñas cuadros coloniales, sin contar los cientos de trabajos de artistas que colgó en La Otra Banda, la galería de la Universidad de los Andes, y que nunca volvieron a saber de ellos.

Fue así como Hernández participó en el Festival Presencia Viva de la Poesía del año 93 y cuatro años más tarde, durante la Feria del Libro de 1997, Andrés Jaramillo, José Mario Arbeláez, Luis Ángel Parra, Fernando Charry Lara, Oscar Collazos y cincuenta invitados más celebraron en Andrés Carne de Res, el 9 de Mayo, la aparición del recetario poético del Catire con una espectacular cena donde las garrafas de vino llevaban el nombre de poetas de las dos repúblicas, algunas de ellas, muy repetidas; en todas las mesas reposaban ampolletas de leche sin leche pero con grabados eróticos, con testículos de diversos colores, la ensalada era un invento al detal de Oscar Collazos y los meseros bañaron con un spray serpentina oliendo a pedos a los comensales.

Al fallecer Carlos Contramaestre, muerte anunciada por Dalita Navarro, entonces agregada cultural venezolana, el Catire presentó en la feria del libro bogotana La tentación de la carne, editada por Taller Arte 2 Gráfico y Andrés Carne de Res. Año 1998 pleno de sucesos para el merideño que participa entonces en el Festival de Poesía de Casa Silva, en la inauguración al lado de Parra y María Eugenia Niño de la Galería Sextante y su magno, junto a la Embajada y el Centro de Cultura Venezolano, el Convenio Andrés Bello y la galería Quinta Papeles de Caracas, Proyecto Mapa, con más de cien grabadores y dibujantes de ambos países.

El noviazgo del ex presidente Belisario Betancur y Dalita Navarro, ex de Teodoro Petkoff Maleç permitirá a Catire llevar a cabo tres de sus grandes proyectos culturales bolivarianos: un libro con cientos de fotos desenfocadas de Vicente Gervasi, una gran expedición cultural a la frontera de ambos países, y la gran fiesta que anunció el matrimonio del ex presidente y la caraqueña, llamado Encuentro del Amor y la Palabra, que con los auspicios del alcalde Enrique Peñalosa trajo a Bogotá más de 100 poetas del mundo, incluso colombianos, a fin de acompañar la exquisita pareja de enamorados, evento que quedó registrado en otro lujoso volumen de aberradas fotos de Catire tituladoEl Amor y la Palabra, impresos ambos por Arte Dos Gráfico. A este magno acontecimiento cultural fueron invitados por Colombia hombres y mujeres de letras como Don William Ospina Buitrago, Don Ignacio Chaves Cuevas, Don Otto Morales Benítez, Don Nicolás Suescún, Don Mario Cataño, Don Jaime Sanín Echeverry, Doña Piedad Bonnet, Don Andrés Hoyos, Dona Luz Mery Giraldo, Doña Marianne Pondsford, Don José Mario Arbeláez, Don Luis Fernando Afanador, Don Guillermo González, Doña Gloria Valencia de Castaño, etc., al lado de grandes escritores como Rafael Alcides de Cuba, Josefina Aldecoa de España, Manlio Argueta de El Salvador, Gonzalo Celorio y Elena Poniatowska de México, Marcio Veloz de Santo Domingo, Alfonso Chase de Costa Rica, Nulida Piñon y Amadeu Thiago de Mello de Brasil, Julio Escoto de Honduras y por supuesto Stefanía Mosca, Enrique Hernández de Jesús y Luis Alberto Crespo de Venezuela. Se dice que cada escritor recibió en viáticos una elevadísima suma de dólares y no sólo fueron hospedados en las Residencias Tequendama la semana que duró el evento, sino que cada uno de ellos tuvo una limosina del hotel a su servicio.

Lo que permitió que al año siguiente José Mario y Catire viajaran juntos los dos a la capital del imperio para hacer parte del evento Nadaístas en Washington. Y que a renglón seguido Sextante hiciese una descomunal exposición de las fotos de Catire en botellas de leche titulada Cajas Negras de un Poeta.

Este año, coincidiendo con la concesión del Valera Mora a José Mario, Catire prologó e hizo publicar por Monte Ávila el poemario Ávido mundo de María Baranda de Hinojosa, quien junto a 14 poetas venezolanos, uno de ellos el gobernador y poeta Tarek William Saab, acusado recientemente de la muerte de un estudiante en El Tigre y su compinche comercial en las editoriales Fabricio Ojeda y Fondo de Cultura de Anzoátegui, vendría a Bogotá donde la última semana de Abril, luego de pasearse por Cartagena y disfrutar del Hotel Santa Clara pagados por el gobierno venezolano, en el restaurante bailadero de Chía se dio inicio a la negociación del Premio Catire para el tolimense William Ospina Buitrago. Todo concluiría durante la visita de Ospina Buitrago a Caracas a finales de Mayo para participar en el Foro El desafío americano, simultáneo a la visita de Mario Vargas Llosa, que fuera detenido en Maiquetía y a quien Chaves desafió a debatir, precisamente, con Ospina. La curda entre Ospina y Catire fue digna del Rómulo Gallegos.

Un premio donde, dijo entonces uno que pasaba, que a “diferencia de ocasiones anteriores, el jurado no presentó una lista de las novelas finalistas, a lo que se sumó el ocultismo que tuvieron las deliberaciones. Esta edición estuvo rodeada de polémica desde el comienzo por los reclamos de varios participantes, que cuestionaron las políticas culturales de un gobierno que acosa, persigue e intimida a sus opositores; ocupa puertos y aeropuertos; condena militares disidentes a largos años de prisión; insulta presidentes y dignatarios extranjeros; vende como pulpa de papel 62.262 libros de las bibliotecas del estado Miranda; ataca el cine que se hace Hollywood; convierte las editoriales estatales en productoras de libros de ideologización partidista; arrodilla la investigación y la libertad de cátedra; cierra los Ateneos de Valencia y Caracas o posiciona a un coplero, caballero de industria y cabildero de oficio como jurado de los Premios Valera Mora y Rómulo Gallegos.”

Sólo falta mencionar, dijo otra de las damas de la tertulia de Barichara, que este señor Ospina primero fue poeta, luego publicista de políticos y detergentes como José Mario, y ahora, con un pantógrafo, redacta culebrones sobre la Conquista de América, luego de haber dicho que no volvería por España hasta que les devolvieran las visas a todos los colombianos. Y además, viaja en un globo, de 675 Millones de pesos bogotanos.

Harold Alvarado Tenorio
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