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domingo, 18 de julio de 2010

LEYENDO EN WOOSTER (domingo, 18 de julio de 2010)

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Ya este domingo volví a Wooster, después de mi regreso de Celtiberia. Como me acosté y me levanté tarde, aquello estaba en la hora infernal en que la gente desayuna antes de adentrarse en El Rastro a comprar basuras y a que les cartereen. Un matrimonio de indígenas de no sé qué parte del Cono Sur y que parecen salidos de una fotografía del célebre brasileiro Salgado, seguía cantando “Una Paloma” tal cual los dejé la vez anterior que les vi. A mí esa canción me gusta porque me recuerda a mi madre, a la que también le gustaba. En cambio, a ella no le gustaba Olga Guillot, ni a mi familia tampoco, ni ninguna de esas cabareteras: no doubt we were a peculiar kind of Cuban people… En Wooster casi ni puedo hacerme con mi mesita de siempre, porque en la contigua había tres locas implacables que no hacían absolutamente nada por la tolerancia y la coexistencia pacífica de Nikita Kruschov, y una de ellas (la que estaba de espalda a mí, pero que en realidad mantenía su silla esquinada de modo que lo hacía todo más difícil, para mí) fumaba como una antigua lavandera en Cuba. Me acordé de Olga la de Silverio cuando iba a lavar a mi casa y se dejaba el cigarrillo colgando de una de las comisuras de los labios y la parte que da a la boca se le iba humedeciendo porque se lo ponía y se lo quitaba con la mano mojada de la colada, que allí se llamaba lavado y ahora mismo no sé por qué aquí le llaman colada si nada se cuela.

No me dio mucho tiempo para leerme el periódico, porque uno de mis exs me había llamado a las nueve cuando aún dormía para avisarme que venía –él vive ahora en la Jerusalén de Occidente— y yo contesté dormido y seguí durmiendo, de modo que aquel aviso no se me fijó en el hardrive, cosa que frecuentemente me sucede aun estando de lo más despierto. Así que no pude leerme todo el Journal do Madri. Pero sí pude leerme el magnífico artículo de Moisés Naím (verdaderamente un excelente periodista) sobre el tema del Irán nuclear (que yo no sabía que eso se remontaba a tiempos del Sha y a la insistencia de la CIA, y lo ví hace semanas en La Noche Temática), y también otro trabajo escrito por Ángeles Espinosa sobre la fiebre lapidatoria del cro. Ahmadineyad, que ya va a lapidar hasta a su propia madre (¿tendrá?) si se atreve a dar los buenos días al vecino de al lado. En fin, los horrores del mundo, aquellos de los que nos enteramos a pesar de vivir en esta era de saturación informática. Esto se ha convertido en algo tan misterioso como descubrir de dónde nacen los chistes o los power point shows, porque es como si de repente alguien dijera “vamos a hablar de los tutsis” y entonces todo el mundo se pone a escribir sobre los tutsis, y después a otro se le ocurre llevar a primera página el vertido de petróleo de la BP y, ¡hala!, todos los periódicos hablando de lo mismo, pero curiosamente cada vez con más información (más frecuencia) y al mismo tiempo con menos información (menos profundidad). No se crean que no me he dado cuenta… que uno no será listo y yo no supe arreglármelas para bien-vivir en el comunismo ni en el capitalismo, pero, como decía mi madre, “la luz del conocimiento indica” que la sensibilidad y la inteligencia inútil son mis peores enemigos.

© David Lago González, 2010

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MOISÉS NAÍM El desafío iraní

Dos preguntas atómicas

MOISÉS NAÍM 18/07/2010

http://www.elpais.com/articulo/internacional/preguntas/atomicas/elpepiint/20100718elpepiint_6/Tes

Primera pregunta: cuál es el país de Oriente Próximo cuyo embajador en Washington acaba de decir: “Nuestros militares se despiertan, sueñan, respiran, comen y duermen pensando en la amenaza iraní. No hay ninguna otra amenaza convencional para la cual nuestros militares planean, se entrenan y se arman. No hay ningún otro país en la región que sea una amenaza para nosotros; solo Irán. Por tanto, tenemos gran interés en que Irán no tenga tecnología nuclear”.

a) Israel, b) Jordania, c) Irak, d) Emiratos Árabes Unidos.

Segunda pregunta: a qué país pertenece el alto funcionario que recientemente afirmó: “Un ataque militar contra Irán sería un desastre. Pero Irán con armas atómicas sería un desastre aún mayor… Yo estoy dispuesto a asumir las consecuencias [de un ataque militar a Irán] a cambio de la seguridad de mi país… Quienes hablan de contener y disuadir a Irán me preocupan y me ponen nervioso… Si nadie ha sido capaz de contener y disuadir a Irán de apoyar a grupos terroristas como Hamás y Hezbolá, a pesar de que no tiene un arsenal nuclear, ¿por qué habría Irán de ser más cauteloso una vez que lo tenga? Nada me indica que la contención y la disuasión funcionen con Irán”.

a) Israel, b) Egipto, c) Estados Unidos, d) Emiratos Árabes Unidos.

La respuesta correcta a ambas preguntas es la d. Quien así se ha expresado es Yousef Al Otaiba, el embajador de los Emiratos Árabes Unidos en Estados Unidos.

Al Otaiba no es un diplomático más. Antes de su nombramiento en Washington fue, durante siete años, el director de Asuntos Internacionales de la corte del emir de Abu Dabi y consejero principal del jeque Mohamed bin Zayed Al Nahyan, el príncipe heredero de Abu Dabi, quien también es el vice-comandante supremo de las Fuerzas Armadas de los Emiratos Árabes Unidos. Si bien Al Otaiba la expresa más públicamente que otros, la posición de su país con respecto a Irán también es compartida por un gran número de naciones árabes. Un alto funcionario del Gobierno saudí me confirmó hace unos meses en Riad que, para su país, la posibilidad de un Irán con bombas atómicas es una amenaza vital. Similares sentimientos son fácilmente detectables en los círculos gubernamentales de Egipto, Jordania y otros países de Oriente Próximo.

Irán defiende sus ambiciones nucleares con dos argumentos. El primero es que su programa tiene fines pacíficos y que no pretende desarrollar armas atómicas. El problema es que el único que parece creerse esto es el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. Ni siquiera países con enormes intereses en mantener relaciones armoniosas con Irán le creen, y por ello han decidido imponerle severas sanciones económicas para forzar al Gobierno a que abandone sus planes. Según Dmitri Medvédev, el presidente de Rusia, “es obvio que Irán está cerca de alcanzar el potencial para crear armas nucleares… Irán se está comportando de una manera que está lejos de ser la mejor”.

La segunda línea de defensa de Irán es denunciar la hipocresía de un mundo donde a Israel se le deja tener bombas atómicas y a sus vecinos no. Tienen razón. Pero la hipocresía y el doble rasero son preferibles a un mundo donde todas las naciones que lo deseen puedan tener armas nucleares. En un mundo ideal ningún país debería tener bombas atómicas. Pero en el mundo real, cuantos menos países las tengan mejor estaremos todos. Además, Israel nunca ha definido como uno de sus objetivos estratégicos el acabar con sus países vecinos o “echarlos al mar”, tal como repetidamente ha planteado Mahmud Ahmadineyad refiriéndose a los israelíes. Pero la debilidad más grave del argumento de Teherán es que son los demás países árabes quienes no tolerarían pasivamente un Irán nuclear. La gran paradoja de todo esto es que, durante décadas, el mundo árabe suní ha estado dispuesto a convivir con Israel como potencia nuclear sin que ello los haya impulsado a tener su propia bomba. En cambio, les resulta una amenaza inaceptable que sean sus correligionarios chiíes de Irán quienes tengan armas nucleares.

El peligro, por tanto, no es solo que Irán posea bombas atómicas, sino que ello dispararía una carrera nuclear en una de las regiones más explosivas, políticamente y militarmente, del planeta.

Impedir que Irán tenga bombas atómicas es importante. Impedirlo sin necesidad de recurrir al uso de la fuerza es también muy importante. Por eso el éxito de las sanciones económicas a la hora de disuadir al Gobierno de Irán de que continúe en su senda suicida es esencial para el mundo entero. Estas sanciones son imperfectas, engorrosas, burocráticas y pueden suscitar desdén. Pero su fracaso desencadenaría una tragedia inimaginable.

mnaim@elpais.es

 

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Ángeles Espinosa - Cuando la ley es lapidar

http://www.elpais.com/articulo/internacional/lapidar/ley/elpepuint/20100718elpepuint_3/Tes

 

 

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Y sobre esto pasé. Simplemente pasé, como una señora en tacones que llega tarde a misa. Para falsificaciones de la Historia del patio donde nací ya es más que suficiente con Rafael Rojas desde Méjico, Distrito Federal. Así que qué puede aportar el hijo de papá Vicent. No, no me leí: podría habérseme cortado la leche del café-latte.

Mauricio Vicent - Cuba ahora… o nunca

http://www.elpais.com/articulo/internacional/Cuba/ahora/elpepuint/20100718elpepiint_11/Tes

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jueves, 15 de julio de 2010

El cambio del cambio

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From the Smithsonian

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Mauricio Vicent ha debido trabajar a jornada completa en estos días desde la Isla de la Siguaraya bajo ese inclemente 90% de humedad ambiental que fatiga La Habana con tanta impiedad, aun para los pocos privilegiados que puedan moverse en coches con aire acondicionado y dar el salto a grandes salones oficiales donde también funcionan a pleno rendimiento los aparatos, y El Aparato del Gobierno. Esta ola de efervescencia, por suerte me pilló en Galicia de vuelta a mis orígenes celtibéricos y con una temperatura de miedo, que escasamente algún día rondó los 30 grados. No es que quedándome en Madrid yo hubiera ido a formar parte de “la comisión de embullo” [(término acuñado por una antigua compañera de trabajo, Martha Verdugo, gusanísima ella pero de las primeras que quiso organizarme el correspondiente acto de repudio cuando los sucesos de El Mariel --casualmente vivía en la calle San Ramón, frente a Heriberto, su penthouse, sus muchachitas y sus muchachitos (el uso del diminutivo sólo obedece a tipicismos regionales y nacionales, y para nada está vinculado con la pederastia, aclaración hecha)], pero mi distancia, subjetiva y objetiva, digamos que se vio fortalecida por unos cuantos cientos de kilómetros más, no sólo geográficamente sino también en el plano mental.

“La distancia me ha hecho comprender tantas cosas de tu querer…” cantaba Meme Solís con su voz aterciopelada en una canción que creo se llamaba “El Hastío”. Es curioso cómo algunas cosas prevalecen, o toman importancia muchos años después de que se hayan iniciado. Y para confiar y entregarse mínimamente a una causa, a una creencia, incluso un amor o una pasión, hay que tener una cierta fe de la cual partir. Sucede que en lo religioso mi confianza no está ligada a ninguna institución sino que es algo muy personal y profundo. Sucede que desde hace ya algunos años dejé de estar enamorado y no tengo saudades de ninguna nueva pasión que me lleve como un loco a interesarme en y por la vida de alguien. Sucede que en lo político mi fe es nula. No crea nadie que esto me hace subir un peldaño por encima de nadie, aunque tampoco es lo contrario. Simplemente carezco de esa disposición a la entrega que tanto en religión como en política, me haría la vida un poco más llevadera, menos aislada, con muchas menos rozaduras y me dejaría menos expuesto a la perplejidad que advierto en ciertas caras que al verme no saben si saludarme o volverse. Pero en eso los expertos de la Sécurité de l’Etat cubana y el pingajo colgante de todas sus consideraciones comunistas, represivas y enjuiciadoras, no es que me hayan castigado con una etiqueta, no, sino que con precisión milimétrica definieron mi juventud y el resto de mi vida: soy contrario al normal desarrollo de las actividades.

Sé que no son una misma cosa, pero con el mismo tedio y/o con el mismo enfado asisto al juicio que pueda emitir Alpha-66 como al que pueda pergeñar Antonio José Ponte para decir sin decir y pasar por mi vida sin saber que pasabas; o a la heroicidad de un antiguo mercenario (me acostumbré a llamarles así, lo siento) de la Brigada 2506 o a la de Martha Frayde u Orlando Fondevila; o cualquier diatriba entre Silvio Rodríguez y Carlos Alberto Montaner pasando por Hernández Busto y Dinio García; o cualquiera de los “mayimbes in reverse” y Pío Serrano o el falsario historiador del rosado exilio mejicano (en el que todos toditos todos acceden con una facilidad extrema a doctorados universitarios en un país y con unas instituciones que se han caracterizado siempre por ser pro-Estado cubano), el Sr. Rojas; la hija de Fidel, la hija de La Guardia o el hijo de Almeida, o Víctor Batista, si es que alguna vez dijera algo; Germán Puig o una de las momias de Las Mulatas del Fuego; o todos los que aparecen y aparecerán, o los que leo en algún periódico definidos como “uno de los prisioneros de conciencia más conocidos” y yo veo por primera vez su nombre (lo que no es extraño porque no practico ningún tipo de profesión política), o los recién hace poco militares y psicólogos a los que le publican libros y son presentados en la Fundación Ortega y Gasset, lo cual supone el aval de El País; o los que ayer dieron actos de repudio y luego se inmolaron de hambre; o los condecorados por la SEC y luego son símbolos representativos de la Contrarrevolución (perdón, la Disidencia Pasiva, que a las cosas no se les puede llamar por su nombre –pero a lo mejor soy yo el que me equivoco); o todos esos doctorados de universidades norteamericanas que de pronto representan a todo el pueblo cubano; en fin, toda esa gente que una vez –oh, equivocadamente— nos hicieron polvo cuando empezaba a vivir, y ahora que comienzo a acercarme al tránsito infinito, siguen haciendo polvo del polvo, y de pronto todo se olvidó, volvieron a borrar mi vida, y la vida comenzó con la negra primavera y la especial hambruna de un periodo que no inventó la inhumanidad sino que simplemente la continuó. En fin, que tanto la politicheskoĭ intelligentsii como la osnovnoĭ politiki me ofrecen el mismo grado de vacuidad porque en ellas no advierto nada de lo que se puede leer concerniente a lo que en verdad sucede en la gente y con la gente (aquí).

Yo quiero que no me suelten la monserga mediática admisible y admitida de la libertad de expresión y la democracia (enarbolada y defendida por personas que nunca han vivido en tales estados de gracia) y que alguna de estas personas que han llegado ahora me diga, en público y claramente, lo que quiere decir cuando hablan de “cambio”. Porque si el cambio al que se refieren es sobre la misma estructura socio-política, entonces creo que hice muy bien en no confiar en nadie.

Durante mi retiro galego, he podido leer cosas en los periódicos como “El objetivo de este trámite era comprobar que no se trataba de una deportación, sino que su salida del país era voluntaria.” (Mauricio Vicent, El País, 13.07.10)

O “Según el acuerdo, los familiares de los presos podrán regresar a Cuba libremente, mientras que los ex reclusos deberán obtener una autorización para volver.” (Mauricio Vicent, El País, 13.07.10)

O, dado el “gran papel libertador del ministro Moratinos” --en mentideros de la Siguaraya se comenta que el Cardenal Ortega va a proponer su beatificación al Vaticano…--, “la mayoría de los observadores de línea moderada señalan que la aserción de Moratinos es una exageración monumental.” (Andrés Oppenheimer, ¿Una nueva etapa en Cuba?, El País, 13.07.10)

O lo dicho por José Miguel Vivanco (director de Human Rights Watch), preguntado por Oppenheimer: “Obviamente, estamos muy felices por los presos y sus familias, pero nunca se me ocurriría felicitar a un Gobierno por liberar a gente que jamás debió haber estado presa.” (Andrés Oppenheimer, ¿Una nueva etapa en Cuba?, El País, 13.07.10)

Periódicos y otros medios de comunicación españoles han insistido posteriormente en calificar esta puesta en libertad a cambio de distancia por medio. No suelo escatimar epítetos para nada ni para nadie que no se los merezca, pero si ellos firmaron un documento como que abandonaban Cuba voluntariamente, técnicamente no se le puede llamar a eso “destierro obligatorio” (u obligado). Por supuesto, por supuestísimo que lo es, pero insisto en que técnicamente no. Para abandonar Cuba yo tuve que firmar la entrega de mi casa –que era nuestra y no facilitada por la Reforma Urbana--. Por supuesto era condición sine qua non y un chantaje, pero existe un documento en el que yo accedo a entregar mi casa; por lo tanto, el Gobierno no me la expropió. Y si hablamos de libertad y democracia tenemos que entender que éstas son las leyes, aun cuando vayan contra nosotros y, como suele suceder, aquellos que no respetan ninguna regla son los primeros en hacer (mal) uso de ellas.

Supongo que el posible “permiso” que prometen dar a estos ex reclusos si quieren retornar a su Siguaraya, es una mera formalidad estúpida (por falsa y timadora) dirigida a las organizaciones internacionales de derechos humanos y a los distintos gobiernos del mundo (más) libre.

La concesión a sus familiares de no perder sus propiedades (muy posiblemente entregadas por la Revolución y no pertenecientes a ellas desde antes) es, para el resto de nosotros, un insulto y una gran carcajada. Por otro lado, según las normas que actualmente rigen sus condiciones consulares, eso debería implicar el pago mensual de las cuotas consulares de por vida (revolucionaria), y, además, el chantaje de un comportamiento cuando menos anodino o fantasmal en su vida en el exilio (o como coño quieran llamarle). O sea, tú tranquilita --cuando más publica en CubaEncuentro o hate amiguita de Ponte-- porque, si no, pierdes la casita que la Reforma Urbana te dio y a lo mejor era la mía porque tú no eras la verdadera propietaria. ¿Es que todavía hay algún estúpido que se cree más inteligente que La Revolución? Sí, seguro que lo habrá porque está en la naturaleza del cubano: naturalmente para el onanismo mental no existen límites.

En algunos blogs he leído del secretismo que hubo con la llegada. Una prolongación de sus cárceles, nada más. Hay que acostumbrarse poco a poco, puede que hasta sintieran frío, estos gusanos contrarrevolucionarios no entienden los cuidados que pone la Revolución con la salud de sus ciudadanos. Pero tuvieron suerte que no se movilizó Cayo Lara y sus muchachitas para recibirlos con un acto de repudio, porque a los 500 asilados en la Embajada del Perú en abril del 80 los recibieron con gritos e insultos tales como “aquí no queremos chorizos”. Los pobres, muertos de hambre como estaban, pensarían que les iban a repartir chorizos en Barajas.

Y lo de la pensión en Valle del Kas… Prácticamente una humillación cuando pase el tiempo y se den cuenta dónde les metieron. Pero no todos podemos llegar con bequitas de la Universidad de Cádiz ni con El Mundo ni con La Razón bajo el brazo. Y aseguro que también forma parte del aprendizaje de la libertad y la democracia saber lo que vale un peine.

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(PD. He leído que algunos siguen teniendo miedo. Eso, aseguro, no deja de sentirse NUNCA.)

 

© David Lago González 2010.

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domingo, 22 de noviembre de 2009

LEYENDO EN Wooster

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Una de las cosas que más aprecio de la vida en la horrible sociedad capitalista y su sistema de consumo atosigante es la normalidad. La normalidad de, cada sábado y domingo por la mañana, pasar una o dos horas en la cafetería preferida de mi barrio, leyendo el periódico. Claro, he pasado por etapas peores y por momentos mejores, pero esa tranquilidad de la que disfruto cada fin de semana es impagable, y por eso afirmo que me devuelve a una normalidad que sólo puedo comparar con la de mi padre al coincidir con sus paisanos en el Hotel Europa —propiedad de Riestra y Peón— y algunas otras veces en el Hotel París, que era también un punto de reunión de los emigrantes españoles en Camagüey. Por esa simple tontería, por ese hecho nimio, ha valido la pena haber dejado Cuba y la vida que me tocó asumir.

Leyendo en Wooster El País de este domingo doy con un magnífico editorial escrito por Santos Juliá acerca de la permanencia de la ideología comunista. Comparto totalmente su opinión, que termina, lamentable y dolorosamente, con la mención de ese país donde nací y que se presenta como la sustitución ideal (y mucho más cutre) a la Unión de los Soviets. Considero absolutamente importante y de primer orden que, los que por una u otra razón estamos enrolados en la intelectualidad cubana, no cedamos al intento sistemático de desgajar el Castrismo de su todo, el Comunismo. Es evidente que los esfuerzos de una parte de la intelectualidad, tanto dentro como fuera de Cuba, hacia una neutralización ficticia esconde este propósito. La oficialidad de los países comunistas del este europeo no tuvo tiempo para reciclarse y sucumbió mayormente por su propio peso y por ser tan falsa y vana como la ideología que la había creado, pero los veinte años transcurridos han dado tiempo de sobra en Cuba (y esa otra parte de Cuba que ni está dentro ni está fuera, pero que obedece más a la primera por sus propios intereses, ya que es en el único lugar donde se pueden sertir “alguien”) para validar, en la más absoluta y profunda confusión, el who’s who en aras de una prolongada supervivencia y la pretensión de un reconocimiento perdurable por encima de toda realidad y de toda valía.

Reproduzco a continuación el editorial de El País al que hago referencia:

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SANTOS JULIÁ  -  OPINIÓN

Comunismo: memoria y fe

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Comunismo/memoria/fe/elpepusocdgm/20091122elpdmgpan_4/Tes

SANTOS JULIÁ 22/11/2009

El comunismo, escribió George Steiner, y no como juicio derogatorio sino como explicación de su fuerza para generar grandes obras de literatura en comparación con la pobreza del fascismo, es una "mitología del futuro humano, una visión de las posibilidades humanas rica en exigencia moral". Los mitos, como las visiones, pertenecen al orden de la fe, de las creencias, y los grandes relatos mitológicos, los que se viven a fondo porque prometen amaneceres que cantan, a la par que suscitan obras de arte plantean grandes exigencias morales. No se puede creer en otra vida y conducirse en ésta como un miserable.

Por eso, mientras el comunismo se organizó y creció como una especie de iglesia portadora de una mitología del futuro, fue una potente maquina de movilización en todos los órdenes de la vida, también en la política. En España, sin ir más lejos, los comunistas, que durante la República no pasaron de la dimensión ni del comportamiento de una secta, durante la guerra civil -como muestran Ángel Viñas y Fernando Hernández en su recienteEl desplome de la República- se convirtieron en el gran partido que pagó el precio más elevado en vidas por su disciplina y su determinación en mantener hasta el final la política de resistencia.

Los problemas del comunismo no surgen, pues, por el hecho de que sus militantes compartan una fe, crean en él, como al parecer vuelve a ocurrir con afiliados de las jóvenes generaciones, un fenómeno que alguna relación debe de tener con el reflorecimiento del espíritu de secta en la iglesia verdadera, la católica. Los problemas surgen, por el contrario, en el mismo momento en que el futuro humano prometido en el mito se hace presente, o sea, cuando los comunistas en lugar de iglesia de creyentes se convierten en iglesia triunfante. En este punto, no se conoce ninguna excepción: el poder comunista, se mire por donde se mire, ha sido siempre un horror. Un horror no como metáfora o cualquier otra figura retórica sino como práctica diaria de bárbaras técnicas de poder.

A esta historia de ejercicio del poder a base de purgas hacia dentro y de terror hacia fuera y al colapso final del gigantesco aparato construido sobre una burocracia de partido y una policía política es a lo que nunca se ha enfrentado en serio el Partido Comunista de España. Tampoco ahora: muy en la línea de no querer mirar de frente su pasado, elInforme al XVIII Congreso -celebrado hace unos días- ofrece del hundimiento de la URSS una explicación pintoresca: saqueadores de fuera y canallas de dentro se habrían repartido todo el botín. A eso se reduce el bagaje marxista de la nueva dirección: a explicar la desaparición de un sistema que llegó a implantarse en media humanidad por el ansia de botín de un puñado de saqueadores y canallas. ¿Canallas en la URSS, en Polonia, en Rumania, en Hungría, en Checoslovaquia, o un canalla sistemático? Y ¿qué saqueaban los saqueadores si con el botín no se podía hacer otra cosa que tirarlo a la basura?

Ah, escriben, pero el intento fue serio y las ideas que dieron vida a los procesos revolucionarios, "eran válidas, son válidas". Hay que leerlo para creerlo: de la seriedad del intento y de la actual validez de aquellas ideas, sostenidas en una fe inquebrantable, deduce el PCE que es preciso intentarlo de nuevo. Y como se trata de una historia insoportable, este resurgir del ideal comunista como mitología de futuro se acompaña, por lo que respecta al pasado, de una llamada a la memoria: que no nos hurten nuestra memoria, dice Centella; y por lo que se refiere al futuro, de una mirada hacia el continente en el que germina una nueva "sociedad de camaradas", América Latina.

En esto consiste todo el cimiento de memoria y fe sobre el que edifica el PCE su llamada a convertirse en "un referente moral, ideológico y político para muchas y muchos jóvenes": primero, en recordar la fortaleza moral y la solidez ideológica de los viejos militantes que lucharon contra la dictadura a la vez que se tiende un manto de silencio sobre lo ocurrido cuando la mitología de futuro, para desventura de millones de seres humanos, se convirtió en poder del presente; y segundo, y puesto que la URSS dejó de ser faro y guía "hace una eternidad", en dirigir la mirada a "los procesos anticapitalistas de poder popular" de Latinoamérica. Todo lo cual queda resumido en la consigna: "Socialismo, con mayúscula y sin complejos", que el nuevo secretario general recita como mitología de futuro de la nueva generación antes de emprender su peregrinaje a Cuba.

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No considero de suficiente interés extenderme en consideraciones sobre la crónica de Mauricio Vicent acerca de los últimos incidentes alrededor de Yoani Sánchez y su esposo (http://www.elpais.com/articulo/internacional/Dias/infarto/Yoani/Sanchez/elpepuint/20091121elpepuint_2/Tes), ya que, como se sabe, Mauricio Vicent sólo escribe de lo permisible y lo permitido.

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