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domingo, 26 de junio de 2011

MOISÉS NAÍM - Inmigrantes, periódicos y periodistas

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MOISÉS NAÍM

Inmigrantes, periódicos y periodistas

MOISÉS NAÍM 26/06/2011

http://www.elpais.com/articulo/internacional/Inmigrantes/periodicos/periodistas/elpepiint/20110626elpepiint_9/Tes

La noticia en otros webs

"Esta es mi casa. Pero mi país no me trata como a uno de los suyos", dice el reportero Vargas

La primera sorpresa es que The New York Times acaba de publicar un importante artículo que fue originalmente conseguido, revisado y preparado por su rival, The Washington Post. La segunda sorpresa es que esto ocurrió con el consentimiento del Post. La tercera es que un joven periodista estrella, ex empleado del Post, utiliza ese artículo para confesar un delito que lo puede llevar a la cárcel o a ser deportado de Estados Unidos, país donde vive desde los 12 años. La cuarta sorpresa es que todo esto ilustra los prejuicios colectivos, las tragedias personales y los espinosos dilemas que afrontan los Gobiernos a la hora de tratar a los inmigrantes. Por ello, y finalmente, esta es una sorprendente historia individual con enormes repercusiones globales: pocos países saben cómo manejar la cuestión migratoria, a pesar de que cada año se torna más problemática.

Comencemos por el principio. José Antonio Vargas es un periodista nacido en Filipinas, que ha trabajado para los más prestigiosos diarios estadounidenses, compartido un premio Pulitzer y entrevistado a importantes personalidades, incluyendo a Marc Zuckerberg, el fundador de FaceBook. Desde marzo pasado venía trabajando con el director de la sección dominical de The Washington Post, Carlos Lozada, en un importante artículo que iba a ser publicado este domingo. En él, Vargas confiesa que es un inmigrante ilegal y que ha falsificado documentos y mentido sobre su nacionalidad desde los 16 años. Había decidido hacer pública su historia con el propósito de ilustrar vívidamente al público estadounidense sobre las contradicciones y crueldades de las actuales leyes migratorias.

Pocos días antes de la publicación, Lozada fue informado de que sus jefes habían decidido no publicar el artículo. Al enterarse, Vargas contactó The New York Times. Sus directores se dieron cuenta inmediatamente de que les había caído del cielo un tesoro periodístico. Cambiaron los planes para su revista dominical y publicaron allí el texto de Vargas, ya diligentemente revisado, corregido y verificado por Lozada y sus colegas. Los jefes de Lozada aún no han explicado por qué tomaron esa decisión, que ha provocado un encendido debate en círculos periodísticos.

Pero aún más feroz es el debate que ha suscitado la revelación de Vargas. Para muchos fue una sorpresa descubrir que no todos los inmigrantes se dedican a cuidar niños o a recoger tomates. Se han enterado, por ejemplo, de que desde 2007, en EE UU, los inmigrantes con títulos universitarios son más numerosos que aquellos que no terminaron la secundaria. Otros no saben cómo responder a lo que plantea Vargas: "He crecido aquí. Esta es mi casa. No obstante, a pesar de que me considero americano y considero que América es mi país, mi país no me trata como a uno de los suyos". Vargas cuenta cómo, al ganar el premio Pulitzer, telefoneó a su abuela. En vez de felicitarlo, su primera reacción fue preguntarle: "¿Y qué pasa si la gente se entera?". Vargas no pudo responder: "Dejé el teléfono, corrí al baño de la redacción de The Washington Post, me encerré y me puse a llorar", escribe. También cuenta que, al igual que muchos indocumentados en todas partes, hace 18 años que no ve a su madre o a su hermana. Nunca se ha encontrado con su hermano de 14 años.

Vargas forma parte de los millones de inmigrantes que -siguiendo una vieja tradición estadounidense- están transformando el país y contribuyendo a su progreso. La población hispana, por ejemplo, se va a triplicar en los próximos 50 años. Su poder adquisitivo se incrementa a una tasa tres veces mayor que el promedio nacional, al igual que su ritmo de creación de nuevas empresas. La clase media hispana de Estados Unidos es hoy una de las de mayor crecimiento del mundo: en 20 años aumentó un 80%.

El problema, por supuesto, es que de acuerdo con las leyes vigentes, cerca del 28% son delincuentes: son inmigrantes ilegales.

Por lo tanto, para algunos estadounidenses, la situación de Vargas es clara: violó varias leyes, debe ser enjuiciado, penalizado y luego deportado. Estados Unidos, dicen, es un país cuyo éxito se debe al respeto por el imperio de la ley -the rule of law -. Otros, en cambio, enfatizan que ese éxito también se debe a que Estados Unidos es un melting pot, un país que se fortalece gracias a su capacidad para atraer y absorber a gente de todas partes.

En todo caso, Vargas está apostando por otra característica del país: su flexibilidad política. Acaba de lanzar un amplio movimiento nacional cuyo objetivo es cambiar las leyes inmigratorias. El artículo es solo su primera salva.

Sígame en Twitter @moisesnaim

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Efectivamente.  Pero en España el reportero Vargas, cuando mucho, solamente habría llegado a limpiar los waters de Miguel Yuste (redacción sede de El País).  Porque los que se abren “paso” son los que vienen “recomendados” por la oficialidad hermana de Cuba, y ya me extraña que no suceda lo mismo con Venezuela, país de origen de Moisés Naím.

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domingo, 12 de junio de 2011

MOISÉS NAÍM - La conversión del idiota

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Alessandro Bavari5946986

Alessandro Bavari

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MOISÉS NAÍM

La conversión del idiota

MOISÉS NAÍM 12/06/2011

http://www.elpais.com/articulo/internacional/conversion/idiota/elpepiint/20110612elpepiint_6/Tes

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"Cree que somos pobres porque ellos son ricos y viceversa, que la historia es una exitosa conspiración de malos contra buenos en la que aquellos siempre ganan y nosotros siempre perdemos (él está en todos los casos entre las pobres víctimas y los buenos perdedores), no tiene empacho en navegar en el ciberespacio, sentirse online y (sin advertir la contradicción) abominar del consumismo... ¿Quién es él? Es el idiota latinoamericano". Esto lo escribió Mario Vargas Llosa en 1996 como introducción al Manual del perfecto idiota latinoamericano, el excelente libro de Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa, su hijo. Tanto la introducción como el libro hacen una demoledora disección de las malas pero populares ideas que han tenido a América Latina empantanada en el subdesarrollo y la corrupción. También ofrecen un muy preciso retrato hablado del tipo de personas que creen en estas ideas y las promueven.

La pregunta inevitable es si el Humala que gobernará Perú es el original o el que abrazó el liberalismo

Ollanta Humala, el recién electo presidente del Perú, calificaba hace dos meses como uno de estos perfectos idiotas. El programa de gobierno que inicialmente ofreció al electorado peruano pareciera haber sido copiado casi textualmente del Manual... Pero mientras que el libro se burla de esas ideas, y muestra cómo han fracasado dondequiera que han sido puestas en práctica, Humala y sus aliados las proponían seriamente como su plan para gobernar al Perú. La trayectoria política del exteniente coronel Humala, sus declaraciones, discursos y entrevistas, su cercanía a las pamplinas de la doctrina etnocacerista (ni pregunte de qué se trata), su golpismo y militarismo y su alianza con Hugo Chávez y otros personajes similares lo hacen un ejemplo icónico de lo que describe el Manual.

Pero eso era antes. Ahora -y súbitamente- Ollanta Humala es otro. Se ha convertido. Botó su programa de gobierno inicial y propuso otro purgado de las ideas que el Manual llama idiotas, se distanció de sus más estridentes familiares y de aliados inconvenientes como Hugo Chávez, se puso corbata y adoptó un discurso moderado y más sereno. También se tornó más conciliador con sus anteriores objetos de escarnio: los empresarios, Estados Unidos, los inversionistas extranjeros, las empresas mineras de las que tanto depende el Perú y de adversarios políticos como, por ejemplo, el expresidente Alejandro Toledo, contra quien auspició un golpe de Estado en 2005.

¿Qué pasó?

Pues que Ollanta Humala no tiene nada de idiota. Se dio cuenta de que si no se convertía no ganaba las elecciones. En la primera vuelta de las presidenciales peruanas el 70% de los votos fueron para candidatos que repudiaban las ideas que Humala entonces defendía. Era obvio que si no ajustaba su oferta a lo que el país pedía, en la segunda vuelta sería derrotado por Keiko Fujimori, la hija del expresidente. Humala cambió y ganó.

Ahora la pregunta inevitable es si el Humala que gobernará al Perú es el original, el seguidor del Manual, o el recién converso -el que abjuró del etnocacerismo (repito: ni pregunte)- para abrazar el liberalismo. Todo parece indicar que, por ahora, el próximo presidente del Perú intentará emular más a su actual mejor amigo, Luiz Inácio Lula da Silva, que a su exmejor amigo, Hugo Chávez. Y ¿por qué no? Brasil es uno los grandes éxitos del momento y Venezuela una de las grandes oportunidades perdidas. Habría que ser idiota para no darse cuenta. Y las realidades políticas económicas, institucionales e internacionales del Perú le imponen a Humala limitaciones que Chávez nunca tuvo. Además, no hay nada más educativo que estar en el palacio presidencial y descubrir que las ideas que parecen buenas en la oposición son en realidad imposibles de implementar desde el Gobierno.

Nadie, sin embargo, puede garantizar que de la misma manera que Ollanta Humala experimentó una repentina conversión al liberalismo económico y político no vaya a sufrir una recaída en la cual reaparezcan los instintos, ideas y mentores que guiaron su conducta hasta hace un par de meses. Afortunadamente, su pragmatismo nos da una pista acerca de cómo monitorear su compromiso con sus nuevas creencias: los precios internacionales de los minerales que exporta el Perú. Si se mantienen altos, las políticas de Humala se parecerán más a las de Lula. Y si los precios caen, se le enreda la economía y se le hace más tentador apelar a las tácticas usuales de los populistas, sus políticas se parecerán más a las de Hugo Chávez. Al final, su cálculo será determinado por factores tan poco ideológicos -y tan poco idiotas- como estos.

Sígame en Twitter: @moisesnaim

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lunes, 28 de marzo de 2011

La decencia

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La decencia

Primero, el artículo Moisés Naím en El País de ayer. Después, otras hierbas…

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MOISÉS NAÍM Intervención aliada en Libia

¿Qué tiene que ver Auschwitz con Bengasi?

MOISÉS NAÍM 27/03/2011

http://www.elpais.com/articulo/internacional/tiene/ver/Auschwitz/Bengasi/elpepiint/20110327elpepiint_2/Tes

¿Qué hubiese pasado si en la II Guerra Mundial los aliados hubiesen bombardeado las cámaras de gas o las líneas de ferrocarril que llevaron a millones de inocentes a la muerte en Auschwitz y otros campos de exterminio? No se podía. No sabíamos. Hubiésemos distraído recursos de otros frentes. No era una prioridad estratégica. Estas son algunas de las respuestas que se le han dado a esta difícil pregunta. En Auschwitz fueron asesinados más de un millón de hombres, mujeres y niños.

En Bengasi pudo haber pasado algo parecido. Claro que las magnitudes y circunstancias son muy diferentes. En Bengasi viven 700.000 personas y, de haber entrado las tropas leales a Muamar el Gadafi a cumplir la misión que les encomendó -"eliminar a las ratas grasientas"- seguramente no hubiesen asesinado a toda la población de esa ciudad. Pero el dilema es el mismo. ¿Deben otros países intervenir militarmente en una nación para impedir el exterminio de miles de inocentes? No lo hicieron en Ruanda, donde 800.000 civiles fueron masacrados en 1994, ni tampoco en Srebrenica, donde las fuerzas armadas serbias asesinaron en 1995 a 8.000 hombres y adolescentes bosnios.

Estos conocidos episodios son relevantes para el debate sobre la intervención extranjera en Libia. A Barack Obama se le está criticando ferozmente tanto por haber intervenido como por haber tardado en hacerlo. Por haberse integrado en una coalición internacional, en vez de haber actuado unilateralmente. Por haber permitido que, en la etapa inicial de los bombardeos, los aviones y misiles norteamericanos tuviesen el protagonismo. Por haber intervenido sin saber quiénes son los rebeldes libios y cuáles sus motivaciones y alianzas. Por carecer de planes para una Libia pos-Gadafi. Por la hipocresía de actuar en Libia y no en Bahréin (donde EE UU tiene una importante base naval). Pero la crítica más fundamental a Obama es que la situación en Libia no afecta a los intereses vitales de Washington y, por tanto, es inaceptable gastar dinero y arriesgar vidas estadounidenses en ese conflicto. Ni siquiera el petróleo lo justifica, dicen los críticos. Libia extrae solo el 2% del total mundial, y Gadafi tenía excelentes relaciones con las petroleras extranjeras. ¿Y cómo termina esto? ¿Actuará EE UU, de aquí en adelante, como el gendarme mundial que interviene militarmente cada vez que un dictador masacra a su pueblo? ¿Lo haría en China, si hay una revuelta y el Gobierno la reprime como lo hizo Gadafi? ¿En Rusia o Venezuela?

Detrás de estas críticas hay tres suposiciones básicas: la primera es que un jefe de Estado solo debe actuar cuando dispone de información completa y confiable. La segunda es que la consistencia y los criterios universalmente aplicables son posibles (y deseables) en las relaciones internacionales. Y la tercera es que los criterios morales no pueden tener mayor peso en el brutal mundo de las relaciones de poder entre países. Las tres suposiciones son erradas.

Las decisiones importantes que se toman con una información completa y totalmente confiable son excepcionales. La norma es que los jefes de Estado actúen casi siempre sin tener todos los elementos, ya que el coste de esperar a tener información completa puede ser demasiado alto. Por otro lado, la consistencia en todas las actuaciones no es posible y, con frecuencia, es poco deseable. Por ejemplo: Estados Unidos hostiga a la Junta Militar de Myanmar por sus violaciones a los derechos humanos, pero recibe con honores a los mandatarios chinos. El doble rasero es obvio. ¿Preferimos entonces que, para evitar esta contradicción, Washington deje de presionar a los carniceros de Myanmar? ¿O que se agrave el conflicto con China? Todos los países que interactúan ampliamente con el resto del mundo se enfrentan a dilemas que no pueden ser resueltos tratando de ser totalmente consistentes.

Finalmente, está el peso que se le da a la decencia en la definición del interés nacional. Exigir que la moral sea la guía única en la conducta internacional de los Estados es ingenuo. Los intereses económicos, militares y geopolíticos siempre van a primar. Pero tenerlos como único factor y olvidarse de lo que nos define como seres humanos es inaceptable. Defender principios humanitarios fundamentales también debe ser parte del interés nacional de todo país decente. Afortunadamente para los libios, en este caso prevaleció la decencia. Y no importa que lo que venga después de Gadafi también sea indecente. Es un riesgo que vale la pena correr.

mnaim@elpais.es

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Otras hierbas…

Cuando yo era niño en Camagüey, por allá por los años 50-60, y quizás todavía un poquito después, la decencia se aceptaba como carta de presentación que aseguraba el buen desenvolvimiento de las interrelaciones posteriores y a ella debidas. Luego, el mundo cambió bruscamente y “la condición de revolucionario” pasó a sustituir a la decencia y a cualquier otra cosa. No importa que fueras lo que fueras, o lo que hubieras sido, mientras te inventaras un buen curriculum “revolucionario” que impresionara lo suficiente como para que nadie metiera las narices en él (frase que en sí es una falacia, porque en ese cambio de nuestro pequeño gran mundo todos dejaron de tener derechos y era El Estado el que los acaparaba todos, hasta el día de hoy).

Pero, en fin, hay muchos que se creen y se aprenden la canción. ¿El “no a la guerra” constituye algo puntual o es una corriente filosófica que desplaza la ya conocida de Gandhi? ¿Por qué yo tengo que creer en “la decencia” de un Gaspar Llamazares que se va a hacer un doctorado en Salud Pública a la universidad de un país que tristemente ostenta la dictadura más férreamente sutil --o más sutilmente férrea— de todo el mundo? (Y eso, considerando que el neo-bolchevismo de Cayo Lara me asusta aún mucho más.) Por supuesto que el mundo lo mueven los políticos según intereses determinados. ¿Creen acaso que los intereses del pueblo eran los mismos de los de la dictadura del proletariado? ¿Cómo tienen coraje de manifestarse en contra de los intereses de los países intervinientes y no de los desmanes de Gadafi y compañías? Pues no, como dijo la gran filósofa madrileña Nuria Bermúdez: “¡O todas putas, o todas señoras!”

A los hippies de los 60-70 de la Brigada Venceremos los engatusaba Jesús Díaz y sus secuaces o sus superiores con liberalizadores trips gratuitos de mariguana. Hoy se sabe que la cocaína en Cuba es de las mejores por su pureza (ya que al camello de poca joroba le es muy difícil avituallarse de éter y sustancias con que adulterarla). Y a la comparsa le va mucho el colocarse…  ¿O no?

© 2011 David Lago González

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El “no a la guerra”…

http://www.elpais.com/articulo/espana/guerra/reverdece/intervencion/Libia/elpepinac/20110327elpepinac_15/Tes

¡O todas putas, o todas señoras!

Nuria Bermúdez

domingo, 27 de febrero de 2011

¿Qué va a pasar?

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King Of The Black Isles ~ Maxfield Parrish

King Of The Black Isles ~ Maxfield Parrish

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Como decía anteriormente en un brief-post antes de irme a comer, El País de hoy (domingo, 27 de febrero de 2011) viene cargado. (Parece) Bastante completo en cuanto a información y a análisis de la situación del mundo árabe que, para nada, se circunscribe solamente a esas comunidades sino que afectan y de alguna manera tendrán (o deberían) que variar la forma de actuar de Occidente, no sólo frente a Oriente sino, sobre todo, ante sí mismo, tanto en lo externo como de forma mucho más importante y profunda, en lo interno. Si los árabes están dando estos pasos verdaderamente sísmicos para bien de ellos, la experiencia se constituye por sí misma en una llamada de atención a los occidentales que, de ninguna manera, debería caer en saco rato. Como simple observador a ras de suelo, mi escepticismo abarca a los dos bandos. Por una parte, los militares no han abandonado en lo absoluto su papel hegemónico; potencialmente, puede derivar en la repetición renovada de lo ya conocido, o puede complicarse de manera infinitamente proporcional a la locura si se conjuga con el tema “religión”. Que sigan pasando los días sin que se limpie de forma más contundente la basura heredada y se “civilice” lo militarizado, representa uno de los mayores peligros para que la posibilidad de que el fundamentalismo religioso musulmán o islamista –perdón si por mi parte no hay una precisión exacta al respecto— aproveche el vacío de poder.

Por otra parte, es evidente de que el mundo en general vuelve a dar un giro radical y las circunstancias reales imponen otro comportamiento en concordancia. En mi humilde opinión, considero que éste es un momento aún mucho más crucial que cuando se vino abajo el sistema comunista y el capitalismo (el capitalismo malo) se adueñó del vacío de poder para dar entrada a un liberalismo feroz. Ese error de cálculo, ese punto de la avaricia, continuando la marcha galopante de una euforia vana, han catapultado la crisis económica hasta presiones insoportables por parte de los cimientos de paja de estas “torres gemelas” que hincaban todopoderosas el cielo y se vinieron abajo en escasa media hora. Pieza de esos cimientos es el ser humano que habita esos ricos territorios que contienen la marcha del mundo en el subsuelo de palacios de encanto e inconcebibles escenarios de miseria. Otro elemento somos, en la versátil ribera occidental primer-mundista, las clases pobres y medias pero considerablemente más ricas en comparación con las de esas sociedades. Acepto indiscutiblemente que un grupo de personas debe ocuparse de que todo eso se coordine y marche en función de que las diferentes y numerosas partes interactúen aceptablemente y con la más ínfima y lejana perspectiva de roce, enfrentamientos e injusticias posibles. Acepto, por supuesto, que halla ricos y pobres.  Mas no se puede volver a la esclavitud ni al medioevo para unos sí y para otros no.  Quizás, sólo estoy hablando tonterías y, como apuntaba un verso de Alexander Blok, “el Universo es un lugar perdido”.

© 2011 David Lago González

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MOISÉS NAÍM Ola de cambio en el mundo árabe - La diplomacia

Ni Facebook, ni Twitter:

son los fusiles

MOISÉS NAÍM 27/02/2011

(http://www.elpais.com/articulo/internacional/Facebook/Twitter/fusiles/elpepiopi/20110227elpepiint_6/Tes)

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La de Túnez fue la Revolución de Wikileaks y la de Egipto fue la Revolución Facebook. Gracias a Wikileaks, los tunecinos conocieron el cable donde el embajador estadounidense revelaba la extraordinaria corrupción del dictador y su familia. En Egipto, fueron los jóvenes hartos de Hosni Mubarak y su régimen quienes se encontraron y organizaron a través de Internet. Facebook y Twitter hicieron posible que, por fin, el pueblo se lanzara a las calles. El resto es historia.

Quitar los privilegios al Ejército egipcio exigirá mucho más que el uso de las redes sociales

Pues no. Esta no fue ni es la historia. Esta incompleta visión de lo que allí sucedió no ayuda a entender la marea árabe y su posible evolución de aquí en adelante.

No hay duda de que las redes sociales, en especial Facebook y los mensajes a través de Twitter, o las filtraciones de Wikileaks, tienen algo que ver con los alzamientos populares en el mundo árabe. Algo. Pero explicar lo que sucedió en Túnez, Egipto o Libia primordialmente en términos del impacto que allí han tenido las nuevas tecnologías de información es una exageración.

Esta perspectiva no nos explica, por ejemplo, por qué Libia, un país con una bajísima penetración de Internet (cerca de 350.000 usuarios en una población de más de seis millones) o en Yemen, con índices aún más bajos, han sido de los países más sacudidos por las revueltas populares. Una de las sorpresas de las protestas callejeras en Egipto ha sido su diversidad social, religiosa, generacional y regional. Y aunque en Egipto hay proporcionalmente más usuarios de Internet que en el resto de la región, cabe suponer que un porcentaje importante de quienes participaron en las revueltas no tiene una cuenta en Facebook ni tuitea; muy probablemente ni siquiera usa regularmente Internet.

Claro que, una vez que surge un grupo de líderes coordinados por Internet y que logra movilizar a un número mayor de seguidores, muchos otros que comparten sus exigencias y deseos de cambio se les unen, habiéndose enterado a través de canales distintos a Internet. Aquí, la frase más importante es "que comparten sus exigencias y deseos de cambio". Es esta frustración generalizada, producto de décadas de malas políticas económicas, combinadas con vasta corrupción, creciente desigualdad y una amplia desesperanza, lo que crea la motivación para tomar las plazas. Y ver por televisión que en otros países esto da resultados y que el pueblo en la calle logra derrocar a un dictador que hasta hace poco era intocable también es una potente fuerza movilizadora. Y en esto los canales de noticias en árabe que llegan vía satélite han sido una fuerza mucho más poderosa que Internet.

Pero, quizás, lo más relevante es que la fascinación con el papel de las nuevas tecnologías en los cambios políticos en el mundo árabe ha opacado la importancia que en todo esto ha tenido una vieja tecnología: los fusiles. El papel de las Fuerzas Armadas en lo que sucedió en Túnez o Egipto ha sido tanto o más determinante que Facebook. En estos países, los militares les quitaron el apoyo a los dictadores, y a estos no les quedo más opción que irse. Si bien inicialmente fueron los grupos en Facebook quienes convocaron a los egipcios a la plaza de Tahrir, fue el Ejército el que hizo posible que la plaza se transformara en el lugar donde las familias podían ir sin miedo a manifestar su repudio al régimen. Afortunadamente, los militares egipcios no tuvieron la propensión genocida de algunos de sus colegas libios. En Libia, las Fuerzas Armadas se han fragmentado y algunas unidades y los mercenarios de Gadafi han estado dispuestos a liquidar a sus opositores. Otros uniformados están luchando al lado del pueblo. Si los militares no se hubiesen dividido y todos hubiesen acatado las órdenes de Gadafi de "matar como ratas" a quienes protestan en las calles, el futuro del régimen libio no estaría en duda.

Como ya he escrito en otras columnas, al final los que definen cuándo y cómo muere una dictadura son los militares. ¿Y qué tiene que ver Internet con todo esto? Mucho menos de lo que estamos leyendo y oyendo en las noticias de estos días.

Reconocer esta realidad ayuda a vislumbrar mejor el futuro político de los países sacudidos por estas revueltas populares. En Egipto, por ejemplo, a menos que la presión popular continúe, obligando a las Fuerzas Armadas a aceptar reformas más profundas, la revolución solo habrá servido para reemplazar una pequeña élite corrupta por otra. Los militares egipcios son un importante factor económico y obtienen enormes beneficios de las malas políticas que tienen a miles de jóvenes egipcios sin empleo y sin futuro. Y quitar los privilegios al estamento castrense seguramente exigirá mucho más que montar una página en Facebook o denunciarlos en Twitter. mnaim@elpais.es

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REPORTAJE: EL NEGOCIO DEL TIRANO

No era Saladino, era Nerón

Gadafi, por extraño que parezca ahora, fue un joven guapo y que se pretendía revolucionario

JAVIER VALENZUELA 27/02/2011

http://www.elpais.com/articulo/reportajes/era/Saladino/era/Neron/elpepusocdmg/20110227elpdmgrep_5/Tes

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Este Nerón greñudo, de rostro acartonado y estrafalaria vestimenta que vocifera mientras acribilla a su pueblo quiso ser Saladino en su juventud. Lo fue, de hecho, por un tiempo en los más salvajes y húmedos sueños de algunos. Lo sé, resulta difícil de aceptar para los que no vivieron los años setenta y ochenta del pasado siglo, para los que tan solo lo han seguido en los últimos tres o cuatro lustros. Pero, créanme, Gadafi fue guapo en su juventud y no iba de tirano, sino de revolucionario. ¿Como Fidel Castro? Algo así.

"Vestía uniformes de jefe de pista de circo austrohúngaro y andaba protegido por una guardia de amazonas vírgenes..."

Beduino, hijo de un pastor de camellos, Gadafi fue uno de los jóvenes oficiales -tenía 27 años- que en 1969 derrocaron al reyezuelo Idris Senussi, para el que, tras la II Guerra Mundial, las potencias anglosajonas habían creado un país llamado Libia en un territorio que había sido colonia de Italia y, antes, tres provincias del imperio otomano. Como tantos árabes de la época, Gadafi estaba fascinado por el panarabismo del egipcio Nasser, quien, desde Radio El Cairo, predicaba la unidad sustancial de los pueblos que van del Atlántico al golfo Pérsico. Una unidad que proponía cimentar no solo en la lengua, la cultura y la historia comunes, sino en un modelo laicista, socializante y antiimperialista.

En 1969, Nasser ya era un caudillo avergonzado por su derrota militar frente a Israel dos años antes y que se moría a chorros de tristeza. Cuentan que cuando conoció en persona al nuevo caudillo libio, Nasser dijo que le había parecido "escandalosamente puro e inocente".

El rais egipcio falleció en 1970, los árabes fueron vencidos de nuevo por Israel en 1973 y Egipto terminó firmando la paz con el Estado judío. Ahí llegó el gran momento del militar beduino. En los setenta y ochenta, la Libia de Gadafi, siguiendo la senda de Nasser, firmó, sin materializar jamás, uniones con otros países árabes, incluido, pásmense, Marruecos. Se convirtió en portaestandarte de la idea de la aniquilación de Israel. Encabezó el embargo de petróleo a Occidente. Compró armas soviéticas. Acogió o financió a cualquier grupo guerrillero o terrorista que le presentara supuestas credenciales de izquierda: el palestino Abu Nidal, el venezolano Carlos, los irlandeses del IRA, el Frente Moro filipino, el Ejército Rojo japonés, la banda alemana Baader-Meinhof... Entretanto, los servicios secretos libios asesinaban por todo el mundo a cualquier opositor.

Gadafi se veía como un revolucionario con una visión cósmica. Se inventó el concepto de yamahiriya o república asamblearia de las masas. Y, cual Mao árabe, editó su Libro Verde, un revuelto indigerible de socialismo, panarabismo, populismo e islam, como base de una "tercera teoría mundial" alternativa al capitalismo y al comunismo. Todo pagado con el muchísimo dinero de los pozos de petróleo libios.

En 1986, por órdenes de Reagan, aviones estadounidenses bombardearon Libia con la intención de liquidar a Gadafi. No lo consiguieron, pero sí mataron a una hija adoptiva suya. En búsqueda de venganza, sus servicios secretos estuvieron detrás de los atentados contra un avión de Pan Am en Lockerbie, en 1988, y un avión francés de UTA sobre Níger, en 1989.

Vi a Gadafi a finales de los ochenta en Marraquech, Argel y Trípoli. Se tomaba por un nuevo Saladino capaz de reconquistar por las armas Palestina y alzar su estandarte en Jerusalén. Ya era un anacronismo incluso para la mayoría de los demás dirigentes árabes, incluido Arafat, que iban aceptando la imposibilidad de una victoria militar sobre un Israel protegido por Estados Unidos y el carácter inevitable del Estado judío. Gadafi cultivaba su estilo: llegaba tarde o no llegaba a las reuniones; levantaba el puño cada dos por tres; calzaba botas con tacones altísimos; vestía trajes seudobeduinos diseñados en Italia o uniformes de jefe de pista de circo austrohúngaro; transportaba camellas en su avión para beber su leche; andaba protegido por una guardia personal de amazonas vírgenes... Era un niño caprichoso, de reacciones imprevisibles. Una vez, se cubrió la mano derecha con un guante blanco para estrechar la de Hassan II sin que su carne tocara la de aquel monarca que había saludado a dirigentes israelíes.

El 2 de marzo de 1988, Gadafi habló ante una asamblea en Ras Lanuf: "Una pesadilla me acecha día y noche: no soy carcelero, me da pena que haya detenidos". El día siguiente, se subió a un bulldozer y embistió contra los muros del centro penitenciario de Trípoli. Por los agujeros así abiertos salieron decenas de estupefactos prisioneros. Muchos pensaron que solo hacía eso para seguir apareciendo en las televisiones occidentales.

Estuve en Trípoli en septiembre de 1989, en el vigésimo aniversario del derrocamiento del rey Idris. Ni tan siquiera en el Irak de Sadam me había sentido menos libre. Me "albergaron" en un viejo buque varado en los muelles y de donde solo podía salir escoltado para asistir a los actos de masas protagonizados por Gadafi: desfiles de hasta seis horas en los que sus amazonas ululaban al paso de las delegaciones y cuyo único interés eran los modelitos que lucía el caudillo. Solo puedo compartir lo escrito esta semana por el marroquí Tahar Ben Jelloun a propósito de una experiencia semejante en Trípoli: "Uno siente que ha llegado a un país imaginado por George Orwell y Franz Kafka juntos. Todo es fingido, absurdo y extraño".

En los noventa, decepcionado por sus "hermanos", Gadafi declaró que ya no se sentía árabe, sino africano. En 1999 celebró en Trípoli una cumbre extraordinaria de la Organización para la Unidad Africana (OUA), cuya principal novedad fue la presentación de un coche deportivo parecido al usado por Batman y fabricado en Libia, del que se afirmaba que no solo era el más rápido, sino también el más seguro del mundo. El propio Gadafi había dedicado muchas horas a colaborar en el diseño del llamado Cohete Libio.

El resto ya es más conocido: las sanciones económicas terminaron forzándole a entregar a agentes libios implicados en los atentados y a pagar indemnizaciones millonarias. A partir del 11-S comenzó su "rehabilitación" internacional. Se hizo socio en la "guerra contra el terror" de Bush, se abrazó con Blair, le regaló un caballo a Aznar, se hizo amigo de Berlusconi, plantó su jaima en Roma, Madrid y París, contrató a azafatas italianas para darles un curso sobre el Corán, denunció que enfermeras búlgaras al servicio del Mosad infectaban con el sida a los libios... Entretanto, bajo el manto del ominoso silencio impuesto por su régimen, crecía el descontento de una juventud libia que vivía en la estrechez económica y no podía ni respirar libremente. Esta semana, ante el estallido de la revolución popular, el narcisismo brutal y grotesco de Gadafi reveló su último personaje: Nerón.

domingo, 13 de febrero de 2011

LEYENDO EN WOOSTER (domingo, 13 de febrero de 2011)

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Wooster a tope: parece que comienza a remitir la resaca de la Ley Antitabaco, para alegría de sus propietarios, empleados y clientes (sobre todo, los habituales, que hemos encontrado un sitio agradable y ya al margen de los bares del Madrid profundo que todavía sobreviven por estas calles del Rastro y Lavapiés, donde pasar un rato tranquilo para leer el periódico, abrir el portátil o conversar con parroquianos y personal del local).

Pero escribo rápido unas pocas impresiones sobre lo leído en la prensa (El País) porque estoy invitado a algo que hay llamado “asopao de mariscos”, plato que está siendo guisado en estos momentos por un norteamericano de Carolina del Sur, así que no sé lo que saldrá de ahí. Aunque creo que por “peculiar” que sea, con vino, pan y buena intención se pasará todo: at last, we are all peculiar men…

Análisis de Moisés Naím sobre los cambios en el mundo árabe. Ahora cuando entro al País virtual, encuentro como última hora que las tropas del ejército exigen que ya todos los manifestantes abandonen la plaza Taqhir (o como se llame). Yo iba a resaltar algo que me parece digno de mencionarse, y es el sentido cívico que han tenido los habitantes de El Cairo al ocuparse ellos mismos de limpiar la basura y pintadas que se han ido acumulando durante todos los días de ocupación, cosa que contrasta sobremanera con “el sentido cívico” de la violencia neo-anarquista (y por ahí pa’llá, pues no acabo de vislumbrar hasta dónde se extiende ese fenómeno) de la que hace ostentación una buena parte del Primer Mundo, sobre todo europeo y en el que España y Madrid no se quedan atrás. Bueno, de cualquier forma --y hasta el momento-- me parece un buen ejemplo que da el bárbaro mundo árabe al civilizado mundo europeo. Vale.  Da la impresión que esas personas aman a su país y a sus ciudades, (mal) asunto que no florece mucho por Madrid.

ANÁLISIS: Ola de cambio en el mundo árabe - El análisis EL OBSERVADOR GLOBAL

¿Cómo muere una dictadura?

MOISÉS NAÍM 13/02/2011

http://www.elpais.com/articulo/internacional/muere/dictadura/elpepiint/20110213elpepiint_8/Tes

¿Por qué Egipto y no Marruecos? ¿Por qué en China sigue mandando el Partido Comunista, pero se hundió la Unión Soviética? ¿Por qué Fidel Castro ha sobrevivido en el poder y Augusto Pinochet no? En fin, ¿qué determina que algunas dictaduras sean depuestas y otras se perpetúen? Las razones son tan variadas como la naturaleza misma de estos regímenes. Hay dictaduras que son totalitarias y brutalmente represivas. Otras son dictablandas que intentan hacerse pasar por democracias: organizan elecciones que nunca pierden, toleran una oposición anémica y permiten periódicos "libres" que pocos leen. Muchas necesitan del sostén de potencias extranjeras. Arabia Saudí depende de Estados Unidos, Bielorrusia de Rusia y Corea del Norte de China. Y claro está, la historia, la cultura y la religión fortalecen ciertas monarquías despóticas. Aunque cuando un pueblo se harta y sale a la calle dispuesto a morir por la libertad -y el Ejército no lo masacra- no hay cultura, historia, religión o potencia extranjera que salve a un déspota. Pero ¿qué hace que esto ocurra?

Los militares son siempre el actor determinante. Todas las tiranías dependen de ellos

- El cambio. Los cambios económicos, sociales o internacionales pueden disparar procesos matadictaduras. Los autócratas no conviven bien con las reformas. Incluso los Gobiernos revolucionarios que inicialmente promueven grandes transformaciones terminan manejando mal los cambios. En la Unión Soviética, la liberalización económica, que comenzó siendo gradual, escaló hasta desbordar al régimen. El sah de Irán pagó las consecuencias de una modernización que resultó demasiado acelerada para su pueblo. En contraste, en la China de hoy un súbito freno a su veloz crecimiento económico es la principal amenaza al régimen.

- La vejez. Los Gobiernos también envejecen. Ver y oír a Hosni Mubarak pronunciando discursos totalmente desconectados de lo que estaba pasando en las calles de su país es el más reciente ejemplo de una dictadura aislada de su pueblo y del mundo, lenta en reaccionar y que, a pesar de sus costosos servicios de inteligencia, estaba patéticamente mal informada. Hay dictaduras que fallecen por "viejas" no solo debido a la avanzada edad o a la muerte de sus líderes, sino por la esclerosis de sus vetustas estructuras de gobierno.

- La pelea por el botín. A veces la caída de un régimen se produce por peleas entre las élites en el poder y no entre el pueblo y su Gobierno. Las dictaduras habitan en un ecosistema de privilegios, alianzas y codependencias con los más variados actores: los militares, líderes regionales, grupos económicos y políticos, medios de comunicación, líderes religiosos, aliados extranjeros, etcétera. A veces este delicado equilibrio de poderes se rompe, desencadenando enfrentamientos que pueden llevar al fin del régimen. Algo de esto pasó recientemente en Túnez.

- Errores mortales. Las autocracias pocas veces pagan altos precios por sus equivocaciones. Esto, en combinación con la propensión de los dictadores a rodearse de ayudantes que temen criticarlos o expresar desacuerdos, crea un ambiente donde los errores son frecuentes. Y alguno puede llegar a acabar con el régimen. Sadam Husein es un buen ejemplo de esto. O el general Leopoldo Galtieri, el jefe de la Junta Militar argentina quien, en 1982, decidió que era una buena idea invadir las islas Malvinas. Su derrota contribuyó a poner fin a la dictadura en Argentina.

- El contagio. La democratización de Portugal y España vinieron muy juntas. También la de los países del Cono Sur de América. Y la de Europa central. Ahora, después de Túnez, ha venido Egipto. No hay duda de que la muerte de una tiranía irradia esperanzas en otros países gobernados por dictadores, y sirve de ejemplo y estímulo para quienes se oponen al régimen. La libertad es contagiosa.

- La información. Un pueblo mejor informado de los abusos y la corrupción de sus autoridades, enterado de cómo se vive y se gobierna en otros países y que, además, se puede conectar y coordinar fácilmente con otras personas que, en su misma ciudad o en el otro lado del mundo, piensan igual, es un pueblo peligroso para una dictadura. Está claro que las tecnologías que informan y conectan a la población son un nuevo dolor de cabeza para los autócratas.

Esta lista no es exhaustiva y además siempre hay más de uno de estos factores en juego. También es cierto que estos elementos a veces no bastan y hay dictaduras que, a pesar de todo lo anterior, sobreviven. Pero, siempre, el actor determinante -y poco predecible- son los militares. Todas las tiranías dependen de ellos. A veces los militares están exclusivamente al servicio del tirano. En otros casos, cambian de parecer y deciden defender a su patria, y no al régimen. Al final, lo único que cuenta es si los militares están dispuestos a disparar contra sus compatriotas. Cuando se niegan a hacerlo, nace la libertad.

mnaim@elpais.es

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Aquí, bueno, otra muestra más de LA HIPOCRESÍA IMPERIAL española, que lo mismo se va a la cama con Obiang, con Chávez, con Fidel y Raúl (a threesome), con Mubarak, con Putin, o con Chai Kai Cheng (no recuerdo cómo se escribe) si resucitara.

Hace años, José Bono ciertamente no me caía mal, me parecía simpático. Hoy ya creo que su populismo nacional-católico-socialista y el perfecto implante capilar que debe haberle costado una fortuna, me lo hacen demasiado empalagoso.

Por cierto, he advertido cierta similitud entre las apariencias momificadas en vida de Hosni Mubarak y de Silvio Berlusconi… ¿No se han dado cuenta? Para mí que comparten el mismo cirujano-estético y los mismos consejos de ¿belleza?

Pero como soy como Muriel -y volviendo al inicio de este párrafo--, me regocija cochinamente que España haya terminando comportándose de igual manera (imperialista) que su odiado y admirado y envidiado Estados Unidos de América --al que guardan ese rencor genético noventaiochentista en que Las Islas Desafortunadas (en la confusión y el error que arrastran desde su descubrimiento) figuran estelarmente en forma de Perla (para ambos, que no para las ostras).

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La oposición a Obiang clama por el "egoísmo" de España en Guinea

El escritor Juan Tomás Ávila, en huelga de hambre, tilda a Bono de "cómplice de la maldad asesina"

http://www.elpais.com/articulo/espana/oposicion/Obiang/clama/egoismo/Espana/Guinea/elpepinac/20110213elpepinac_9/Tes

 

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Y reservo espacio todavía limpio para comentar la entrevista de Mauricio Vicent --“who else?” parafraseando el spot del maravilloso y único e incansable follador George Clooney-- a ese escritor (a-tercios)pe®lado llamado Leonardo Padura, que escribe novelas negras (¿con KGB a la cubana? ¿con el MININT? ¿sobre detectives en Marte y Saturno?) y al que acaban de dar la nacionalidad española  (¿en base a qué?) cuando dilatan durante años procesos legales y en completo orden de otras personas (sencillas, normales, trabajadores por cuenta ajena y propia) incumpliendo la ley de plazos en la que la Administración debe manifestarse.  Pura cosmética, y ni siquiera de L’Oreal porque esa gente anónima y que no colabora con ninguna dictadura, parece que no lo merece.

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En fin, “hasta más ver” (traducción literal del fonema ruso utilizado para despedirse).

© 2011 David Lago González

domingo, 18 de julio de 2010

LEYENDO EN WOOSTER (domingo, 18 de julio de 2010)

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Ya este domingo volví a Wooster, después de mi regreso de Celtiberia. Como me acosté y me levanté tarde, aquello estaba en la hora infernal en que la gente desayuna antes de adentrarse en El Rastro a comprar basuras y a que les cartereen. Un matrimonio de indígenas de no sé qué parte del Cono Sur y que parecen salidos de una fotografía del célebre brasileiro Salgado, seguía cantando “Una Paloma” tal cual los dejé la vez anterior que les vi. A mí esa canción me gusta porque me recuerda a mi madre, a la que también le gustaba. En cambio, a ella no le gustaba Olga Guillot, ni a mi familia tampoco, ni ninguna de esas cabareteras: no doubt we were a peculiar kind of Cuban people… En Wooster casi ni puedo hacerme con mi mesita de siempre, porque en la contigua había tres locas implacables que no hacían absolutamente nada por la tolerancia y la coexistencia pacífica de Nikita Kruschov, y una de ellas (la que estaba de espalda a mí, pero que en realidad mantenía su silla esquinada de modo que lo hacía todo más difícil, para mí) fumaba como una antigua lavandera en Cuba. Me acordé de Olga la de Silverio cuando iba a lavar a mi casa y se dejaba el cigarrillo colgando de una de las comisuras de los labios y la parte que da a la boca se le iba humedeciendo porque se lo ponía y se lo quitaba con la mano mojada de la colada, que allí se llamaba lavado y ahora mismo no sé por qué aquí le llaman colada si nada se cuela.

No me dio mucho tiempo para leerme el periódico, porque uno de mis exs me había llamado a las nueve cuando aún dormía para avisarme que venía –él vive ahora en la Jerusalén de Occidente— y yo contesté dormido y seguí durmiendo, de modo que aquel aviso no se me fijó en el hardrive, cosa que frecuentemente me sucede aun estando de lo más despierto. Así que no pude leerme todo el Journal do Madri. Pero sí pude leerme el magnífico artículo de Moisés Naím (verdaderamente un excelente periodista) sobre el tema del Irán nuclear (que yo no sabía que eso se remontaba a tiempos del Sha y a la insistencia de la CIA, y lo ví hace semanas en La Noche Temática), y también otro trabajo escrito por Ángeles Espinosa sobre la fiebre lapidatoria del cro. Ahmadineyad, que ya va a lapidar hasta a su propia madre (¿tendrá?) si se atreve a dar los buenos días al vecino de al lado. En fin, los horrores del mundo, aquellos de los que nos enteramos a pesar de vivir en esta era de saturación informática. Esto se ha convertido en algo tan misterioso como descubrir de dónde nacen los chistes o los power point shows, porque es como si de repente alguien dijera “vamos a hablar de los tutsis” y entonces todo el mundo se pone a escribir sobre los tutsis, y después a otro se le ocurre llevar a primera página el vertido de petróleo de la BP y, ¡hala!, todos los periódicos hablando de lo mismo, pero curiosamente cada vez con más información (más frecuencia) y al mismo tiempo con menos información (menos profundidad). No se crean que no me he dado cuenta… que uno no será listo y yo no supe arreglármelas para bien-vivir en el comunismo ni en el capitalismo, pero, como decía mi madre, “la luz del conocimiento indica” que la sensibilidad y la inteligencia inútil son mis peores enemigos.

© David Lago González, 2010

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MOISÉS NAÍM El desafío iraní

Dos preguntas atómicas

MOISÉS NAÍM 18/07/2010

http://www.elpais.com/articulo/internacional/preguntas/atomicas/elpepiint/20100718elpepiint_6/Tes

Primera pregunta: cuál es el país de Oriente Próximo cuyo embajador en Washington acaba de decir: “Nuestros militares se despiertan, sueñan, respiran, comen y duermen pensando en la amenaza iraní. No hay ninguna otra amenaza convencional para la cual nuestros militares planean, se entrenan y se arman. No hay ningún otro país en la región que sea una amenaza para nosotros; solo Irán. Por tanto, tenemos gran interés en que Irán no tenga tecnología nuclear”.

a) Israel, b) Jordania, c) Irak, d) Emiratos Árabes Unidos.

Segunda pregunta: a qué país pertenece el alto funcionario que recientemente afirmó: “Un ataque militar contra Irán sería un desastre. Pero Irán con armas atómicas sería un desastre aún mayor… Yo estoy dispuesto a asumir las consecuencias [de un ataque militar a Irán] a cambio de la seguridad de mi país… Quienes hablan de contener y disuadir a Irán me preocupan y me ponen nervioso… Si nadie ha sido capaz de contener y disuadir a Irán de apoyar a grupos terroristas como Hamás y Hezbolá, a pesar de que no tiene un arsenal nuclear, ¿por qué habría Irán de ser más cauteloso una vez que lo tenga? Nada me indica que la contención y la disuasión funcionen con Irán”.

a) Israel, b) Egipto, c) Estados Unidos, d) Emiratos Árabes Unidos.

La respuesta correcta a ambas preguntas es la d. Quien así se ha expresado es Yousef Al Otaiba, el embajador de los Emiratos Árabes Unidos en Estados Unidos.

Al Otaiba no es un diplomático más. Antes de su nombramiento en Washington fue, durante siete años, el director de Asuntos Internacionales de la corte del emir de Abu Dabi y consejero principal del jeque Mohamed bin Zayed Al Nahyan, el príncipe heredero de Abu Dabi, quien también es el vice-comandante supremo de las Fuerzas Armadas de los Emiratos Árabes Unidos. Si bien Al Otaiba la expresa más públicamente que otros, la posición de su país con respecto a Irán también es compartida por un gran número de naciones árabes. Un alto funcionario del Gobierno saudí me confirmó hace unos meses en Riad que, para su país, la posibilidad de un Irán con bombas atómicas es una amenaza vital. Similares sentimientos son fácilmente detectables en los círculos gubernamentales de Egipto, Jordania y otros países de Oriente Próximo.

Irán defiende sus ambiciones nucleares con dos argumentos. El primero es que su programa tiene fines pacíficos y que no pretende desarrollar armas atómicas. El problema es que el único que parece creerse esto es el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. Ni siquiera países con enormes intereses en mantener relaciones armoniosas con Irán le creen, y por ello han decidido imponerle severas sanciones económicas para forzar al Gobierno a que abandone sus planes. Según Dmitri Medvédev, el presidente de Rusia, “es obvio que Irán está cerca de alcanzar el potencial para crear armas nucleares… Irán se está comportando de una manera que está lejos de ser la mejor”.

La segunda línea de defensa de Irán es denunciar la hipocresía de un mundo donde a Israel se le deja tener bombas atómicas y a sus vecinos no. Tienen razón. Pero la hipocresía y el doble rasero son preferibles a un mundo donde todas las naciones que lo deseen puedan tener armas nucleares. En un mundo ideal ningún país debería tener bombas atómicas. Pero en el mundo real, cuantos menos países las tengan mejor estaremos todos. Además, Israel nunca ha definido como uno de sus objetivos estratégicos el acabar con sus países vecinos o “echarlos al mar”, tal como repetidamente ha planteado Mahmud Ahmadineyad refiriéndose a los israelíes. Pero la debilidad más grave del argumento de Teherán es que son los demás países árabes quienes no tolerarían pasivamente un Irán nuclear. La gran paradoja de todo esto es que, durante décadas, el mundo árabe suní ha estado dispuesto a convivir con Israel como potencia nuclear sin que ello los haya impulsado a tener su propia bomba. En cambio, les resulta una amenaza inaceptable que sean sus correligionarios chiíes de Irán quienes tengan armas nucleares.

El peligro, por tanto, no es solo que Irán posea bombas atómicas, sino que ello dispararía una carrera nuclear en una de las regiones más explosivas, políticamente y militarmente, del planeta.

Impedir que Irán tenga bombas atómicas es importante. Impedirlo sin necesidad de recurrir al uso de la fuerza es también muy importante. Por eso el éxito de las sanciones económicas a la hora de disuadir al Gobierno de Irán de que continúe en su senda suicida es esencial para el mundo entero. Estas sanciones son imperfectas, engorrosas, burocráticas y pueden suscitar desdén. Pero su fracaso desencadenaría una tragedia inimaginable.

mnaim@elpais.es

 

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Ángeles Espinosa - Cuando la ley es lapidar

http://www.elpais.com/articulo/internacional/lapidar/ley/elpepuint/20100718elpepuint_3/Tes

 

 

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Y sobre esto pasé. Simplemente pasé, como una señora en tacones que llega tarde a misa. Para falsificaciones de la Historia del patio donde nací ya es más que suficiente con Rafael Rojas desde Méjico, Distrito Federal. Así que qué puede aportar el hijo de papá Vicent. No, no me leí: podría habérseme cortado la leche del café-latte.

Mauricio Vicent - Cuba ahora… o nunca

http://www.elpais.com/articulo/internacional/Cuba/ahora/elpepuint/20100718elpepiint_11/Tes

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domingo, 28 de febrero de 2010

LEYENDO EN WOOSTER (28 de febrero de 2010)

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Chavena II

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Leyendo en Wooster otro domingo por la mañana es una de esas cosas sencillas, normales y maravillosas de las que no pueden disfrutar las personas que siguen viviendo en el país donde yo nací. Verdaderamente desearía que todo el mundo fuera capaz de compartir esa dicha.

Compro El País, que hoy trae de regalo el DVD de Il Gattopardo, esa extraordinaria película de Visconti, adaptación de la novela homónima de Giuseppe Tomasi di Lampedusa. Realmente no se cuál es mejor: son las dos iguales en calidad pero complementarias y cada una vale por sí misma; lo que no vale la pena es compararlas. La actuación de Burt Lancaster es soberbia y muy bueno también el Tancredi de Alain Delon y la actuación de la bella Cardinale. Esa novela marca sentencias que prevalecen para toda el paso de la historia, anterior y posterior a ella.

El artículo del periodista Moisés Naím  es preciso y claro, diáfano como esos días madrileños del verano en que no se ve una sola nube en el cielo. Para los cubanos que no hablamos la germanía común del patrioterismo es verdaderamente un alivio encontrarse con personas, ajenas a tal condición geográfica, que utilizan un lenguaje afín. Su comentario sobre el comentario aportado por el saliente Lula da Silva es ácido y exacto como un reloj a la una implacable de la tarde, y de ahí me da para sacar dos posteriores “quotes to remember” que más tarde colgaré.

También me leo lo escrito por Mauricio Vicent y, a tanta insistencia, no dejo de reparar en la constante, cada vez más constante, del ingrediente “racista” oficial en el dejar que la vida de este muerto en vida se fuera definitivamente hacia el otro lado. Por contribuciones de amigos que han tenido que volver algunas veces y por manifestación de “personas del color” que he conocido posteriormente, aquí, he sabido del grado de racismo que ha alcanzado la realidad insular, cosa que en verdad no era todavía imaginable cuando “disfrutaba” de mis últimos días comunistamente paradisíacos.

Luego camino un poco. La “bomba meteorológica” de ayer ha dejado el día límpido, con sol bueno y mar de espuma, “divino” que diría nuestro apóstol Pepe Martí, y es otro placer dar zancadas por El Rastro, sin la sangre por la ganadería que antaño rodaba por ese nombre pero con cuidado de los pickpockets dominicales que acuden como moscas al horario pico entre las doce y las dos del mediodía. Quiero comprarme un atril para typear cosas al ordenador pero el dinero ya desde antes no me alcanza, y aun así termino comprándome un colgante de pared para todos los juegos de llave que tengo (no sé cuál es su nombre exacto en castellano). Veo cosas, miro cosas, nada me compro, todo me tienta, pero sé que a mitad de mes ya careceré del dinero para poder comer. Entro en casa con el propósito de hacer esto que ahora estoy haciendo, pero me pongo a hablar por teléfono: me revuelve y me abruma tanto todo lo que sucede. Mañana habrá una misa por el alma del difunto, en esa foto que se muestra por todas partes tiene cara de diablillo y las autoridades de la Isla dicen que en realidad era un vulgar delincuente común. Lo que sí sé es que no hay nada más vulgar que la Revolución Comunista y todos los comunismos y fascismos del mundo. A nadie que haya vivido al menos la mitad de su vida en La Isla Paraíso puede serle ajena la posibilidad, la peligrosa posibilidad de ser culpado de cualquier cosa. Y qué pasa si fue formalmente sentenciado por alguna causa común: en Madrid un drogadicto (Antonio Puerta) da un puñetazo a un profesor universitario (Jorge Neira) y de inmediato se le establece un juicio mediático paralelo acusándole de delincuente, razón que sirve de atenuante en crímenes y asesinatos, y en definitiva son los mismos que se “colocan” en habitaciones de hospitales en las que yo he ocupado la cama tercera.

Luego ya no es posible escribir, mezcla de soledad, de impotencia, de grano en el culo, de incapacidad para calentarme cualquier cosa para comer (“almorzar” en cubano) —“cualquiera cosa”, como decía mi tía Ermitas— y me vuelvo a Wooster en busca de medio menú; pero los platos se han ido terminando, de manera que tengo que comerme un menú completo, y luego de la paella, los calamares a la romana y la media garrafiña de vino tinto (“tinho de sangue”), y el helado de menta que un camarerito amigo me sirve abundantemente, decido pasarme a la barra a tomarme un express (italiano —hay que precisar para que te lo hagan bien, a lo George Clooney, what else?) y una copa de Bailey’s, licor medio de maricones medio de señoras medio pijo. Y después de conversar con los chicos y chicas de la empleomanía, me regreso al palomar y me pongo a escribir, me bebo un culín de amaro siciliano y continúo con grapa, y, ¡oh! todo suena tan italiano... que yo mismo no comprendo cómo puedo compaginar mi cosmopolitismo con mi negra oscuridad localista que dio inicio y continuidad a mis vidas paralelas, inseparables e insuperables.

© 2010 David Lago González