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jueves, 4 de agosto de 2011

EL AMIGO DE KAFKA (Carlos Victoria, “Seis poemas para mi madre loca en Camagüey”)

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1931

(1931)

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Como hiciera el amigo de Kafka con respecto a la obra de uno de los más grandes escritores de la historia de la literatura, yo no destruí los originales de este y otros poemas que devolví a Carlos Victoria hace años, una vez ambos fuera de Camagüey, aunque él me hiciera jurar –bajo compromiso de terminar definitivamente nuestra amistad- y asegurarle su destrucción total.  No respeté su deseo, y de ello me alegro mucho y me complazco.

Resulta verdaderamente inimaginable el espíritu aniquilador de la Revolución Cubana entre personas que hemos compartido momentos muy importantes de la vida, nos hemos querido, nos hemos admirado hasta casi rozar el fanatismo.  Lo cierto es que en cierta forma rechazo pensar muy detenidamente en por qué Carlos Victoria hasta públicamente defendió y justificó su relación de compañeros universitarios durante dos años con Abel Prieto y de cuya presunta continuación más allá (o más acá) nunca tuve la menor constancia, creo que como el resto de amigos de CV de Camagüey.  Tuve serios problemas con Carlos Victoria a partir de que –ignoro por qué- decidiera acercarse a la revista Encuentro y sus fundadores, Anabel Rodríguez y Jesús Díaz, incluso con declaraciones a favor de este monstruo que todos detestábamos, no ya indignantes sino totalmente babosas.  En fin, me es un tema sumamente desagradable de tratar.

Carlos Victoria sentía vergüenza de Estrella, su madre, debido a su locura y su comportamiento nada agresivo pero evidentemente ajeno a la realidad.  Durante muchos años ignoramos incluso dónde vivía exactamente Carlos con su madre.  Y fuimos Nikitín y yo quienes nos impusimos y una mañana o una tarde emprendimos la calle del Reparto Jayamá y nos aparecimos allí.  Así conocimos también a los tíos que habían hechos de padres de CV, Caco y Roselia (junto con su hijo Leonel, más joven que CV y nosotros), personajes entrañables e inolvidables, a quien la hondureña con la que Carlos se casó para dejarle la nacionalidad americana intentó recurrir el pago de un seguro de vida que él había dejado a nombre de Roselia.

La vida después se complicaría más, tocándome el desagradable papel de mentir hasta el infinito a su madre Estrella Victoria Olivera, en la sala de mi casa, cuando desesperada iba en busca de noticias, y de la verdad, en los 52 días que duró la detención de CV entre Villa María Luisa (Camagüey) y Villa Maristas (La Habana), y que a ella le habían dicho que correspondía a un premio y unas vacaciones en la R.D.A., que su hijo se había ganado.  Esas necesarias mentiras mantenidas fueron uno de los peores episodios de mi vida.

Por esa y por otras ya infinitas razones, NO PERDONO a la Revolución Cubana y rechazo y desprecio totalmente a los que me quieran vender otra cosa.

David Lago González (Madrid, 4 de agosto de 2011)

--o--

Carlos Victoria  -  SEIS POEMAS PARA MI MADRE LOCA EN CAMAGÜEY

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I

El invierno vino sólo por ti,

mujer que cruzaste desde la vieja

escuela

hasta la muerte de tus padres,

y tus hermanos y primos se casaron

y procrearon

como Dios manda en

El Libro.

Nada de viernes ni fiestas ocultas,

sólo el invierno fue

en tu corazón.

El azar despoblando

tus hermosos labios

me vuelve a recordar

la niña que dejaste,

abandonada y fría

en un pozo de Marzo,

y el invierno la olvida

y la dibuja

contra toda ceniza de ti misma.

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Niña y madre,

el reposo tardío busca

en vano

tu cuerpo en otro cuerpo.

Tus muñecas, las pálidas y sucias,

juegan a perecer

en el frío y la tristeza.

Y tú eres la novia de mis tardes,

siempre adiós, no me olvides,

y hacia inviernos más tuyos,

donde nadie te besará jamás

los ojos y los labios

solos.

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II

Solías decir:

“el jardín es un cielo inviolable,

y los ángeles flores”.

Tu pañuelo a capricho se ocultaba

en el verde,

y tu madre, llena de ingenuidad,

creía en las flores.

La tierra del jardín

fue una sombra de muerte

hasta el día de tus lágrimas.

Y años más tarde llegaron

los claveles, rosas de dedos rojos,

amapolas contritas,

girasoles con cabeza llorosa,

lirios temblando,

todos te conocieron.

Y tú empolvabas rostros dentro

de cada flor,

la cara de mi padre,

la de tus dos abuelos cuando fuiste pequeña,

las de tus más queridos novios,

viajeros de muy lejos, fatigados,

y en los ojos una tibia nostalgia.

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“El jardín ya se puebla

de flores...”

y tú estabas llorando, laboriosa,

en medio de recuerdos y de ángeles.

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III

¡Qué isla desierta la locura,

la paz de manos grises,

la añoranza!

La tarde en que mi madre

tuvo el único hijo,

todas las calles se le volvieron muerte.

Cabezas de tiniebla

y animales sin labios

merodeaban la cuna de sus noches.

Y sus pechos estaban helados.

las salamandras llenaban

las paredes,

aunque nunca mostraban los ojos.

Y mi madre, que soñaba

con un dios en la puerta,

sentía a los muertos acercarse.

De rezos y de amor

me abrigaba en su blusa.

Y los muertos entraban

sólo a tocar

su sombra,

junto a la mecedora gris

donde ella cada noche me

arrullaba. Y había voces y llaves más reales.

Los dos éramos eco de otra eternidad.

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IV

Fue amargo

el ángel en tu cuerpo

dentro de los muros altos y habitados

que conociste.

El aire puebla allí

los meses dolorosos,

las cabezas enfermas de muerte

y vida,

la eternidad de nunca.

El niño que yo fui

te visitó tres domingos

en un largo año,

quieto y torpe como un pájaro herido.

Y hay un parque con árboles

y una nueva imagen

de la muerte

en aquel frío espacio.

Allí una mujer intentó besarte,

y otra te arrojó piedras

desde su desgracia.

Yo lloré sobre mi pubertad caída

todo el tiempo.

Un asilo más alto que un reino

vendría a ser el resumen,

una foto de angustia

o miseria

a tus veintiséis años.

Y la memoria posee esos dedos

en el rostro

de una mujer vivida,

con los ojos llenos de ceniza,

de un puñado de lágrimas,

una mujer tan dueña

del poema

como de sus dementes ojos.

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V

Los días,

presurosos en la blanca cabeza

de las nubes,

no vuelven a traer el hilo de alegría

que supieron dar en otros tiempos.

Tu rostro amarillea

el espejo del primer cuarto,

donde Dios y su fiel enemigo

luchan por poseerte cada noche.

Mientras los ojos y las manos,

mi madre,

te envejecen inolvidablemente.

Ahora todos se fueron,

te olvidaron,

y dejaron postales y nostalgias

en lugar del olvido.

Tu locura los espantó a todos,

y te quedaste con la Biblia

y la más primitiva soledad.

Camagüey ya no espera

tocar tu adolescencia,

sólo la cartera y el vestido blanco

de la justa mitad de tu vida.

Y los sueños todavía te despiertan,

aunque ya demasiado

oscuros

para ser sueños.

Sin embargo,

las calles que conoces,

los árboles del patio, las tristezas,

todo trata de imaginar acuerdos

para así parecerse a

tu infancia.

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VI

Ah mi madre,

cuando el dolor sea sólo una estatua de huesos,

un tibio y dulce polvo,

cómo voy a recordarte entonces.

Todos los manicomios del mundo

serán mi última casa, mi guarida,

porque el hogar se nos habrá quebrado

en dulces terrones y lluvia.

Y los poemas de la carne y los ojos

serán un breve sueño

desterrado.

Para el portal tendré los balances

y las persianas rotas,

y el ángel te mirará soñando.

Las faldas y los peines

de cuando eras muchacha

serán los enemigos de tu viaje.

Ah, qué cristal agudo,

qué memorias,

los nuevos niños habrán desconocido.

Cerradas con aldabas de oro y sombra

para toda la vida.

Cómo será la huida de tu boca,

de tus años y de tus visiones,

en mi propia estancia.

Colocar el mantel, las cucharillas,

la fuente junto al pan,

los platos blancos,

sentarme en la mesa frente a tu nostalgia,

y ya nunca más estarás conmigo.

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(Agosto 1969)

© Carlos Victoria Olivera 1969

miércoles, 6 de julio de 2011

ANTONIO DESQUIRÓN - Un Fantasma

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MADRID NOV 22 029

San Cayetano ¿reflejado?, Madrid 2010

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Yo no soy un fantasma.
Los fantasmas tienen una serie de ventajas, entre las que se cuenta el
estar muertos
-y ya se sabe que después que nos morimos
Desaparece todo lo que molesta a los
Tronos y las Dominaciones (que son categorías de ángeles)
Además,
Los fantasmas pueden atravesar paredes,
Pueden ir de un sitio a otro
Por el espacio, a toda velocidad,
Sin papeles y
De gratis
No los moja la lluvia ni los
Quema el sol.
Yo estoy expuesto a que me empujen,
a que me metan en una lista
O me saquen
A que me incluyan
O me excluyan- según sea necesario-
A que me relativicen
A que me encojan
O me abulten
A que me aprieten
Pero más que todo a eso: que me relativicen
Y me pospongan

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Como no hay que exagerar
Pues es cierto que a veces tengo cosas de fantasma
No hago ruido
O hacen como que no oyen
-como si gritara mi monólogo dentro de una casa
En una calle muy transitada-

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Yo soy  ese tipo de seres
- pertenezco a una kilométrica familia -
Que molesta casi siempre
Y todo  sale mejor
Cuando no está
Y más vale que se quede callado
Pues en definitiva
Se pierde demasiado tiempo
Soportándolo
Y total,
para nada
A pesar de ello
(Malgré tout),
Vivo “en el plano terrenal”,
Lo cual sé que es un incordio

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Yo soy
Ese tipo de gente
Que trasluce casi todo lo que los personajes
- Y los que no son tan personajes pero se lo creen-
Se sentirían mejor
Si nadie lo sintiera
Lo pensara,
Y mucho menos lo dejara ver.

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Pero, qué remedio!
Estoy vivo
Y ese es mi problemita
Yo no soy un fantasma

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© 2011 Antonio Desquirón

24-25 de junio de 2011
Día de San Juan

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Alberto Lauro - Distante al Paraíso

http://editionshoynohevistoelparaiso.wordpress.com/2011/07/05/ha-salido-en-bubok-y-librerias-de-espana-distante-el-paraiso-de-alberto-lauro/

martes, 7 de junio de 2011

(When you) Wish upon a star

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Yo no he bajado al abismo,

no he descendido ni un solo peldaño de la escalera

que conduce al foso.

Todo lo contrario.

He subido hasta la estrella más alta

desde donde puedo vigilar tanto al cantor como al soñador.

No vigilarlos exactamente, porque poco

me interesa lo que hacen. Solo

es que desde aquí puedo mirar

si cantan o si bailan,

si gritan y se matan,

si roban o se insultan,

y entre todos se echan la culpa

de quién eliminó el firmamento.

Y desde aquí arriba, con todo el peso que me da la gravedad,

puedo estrellarme contra ellos

y dejarlos irreconocibles.

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Y es lo que haré uno de estos días

en que los astros y las miradas se confundan de cielos.

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(Madrid, 7 de junio de 2011, 1:00)

© 2011 David Lago González

viernes, 3 de junio de 2011

Revisitando LA RESACA DEL ABSURDO

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RESACA ABSURDO_TAPA

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Ahora que he estado repasando este libro que se fue escribiendo a trompicones para ser editado finalmente en 1998, veo que el tiempo pasa sobre uno, pero, paradójicamente, casi se mantiene inalterable. Leeré tres poemas de él (los más cortos) en la presentación de LOS SONIDOS DEL SILENCIO y los he estado escogiendo y midiendo el tiempo. Concibo la poesía leída como un espectáculo, al menos un esfuerzo de plasticidad que pueda convertir las palabras en imágenes. Si no, ¿para qué leer en voz alta?

Seguramente haré el ridículo una vez más porque esta jornada alternativa ha sido tan alternante que no conozco otros posters colocados y distribuidos por Madrid que los que yo, como invitado, he colgado en algunos sitios y café-librerías. Un desastre. Ya está comprometido, y, en fin, estoy acostumbrado a hablar conmigo mismo (algunas veces no sólo en silencio) y también con y contra las paredes de mis blogs.

Desempolvo, pues, uno de sus poemas, y lo mezclo al desorden que siempre ha existido en mí, y que cada día crece más y más.

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Oficio de poeta

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Si los espejos no le sirven para soñar

con que una rama iluminada de improviso

ante el roce de uno solo de sus viajes

pueda asumir una forma real, es porque

como un pez ha saltado de las aguas

y cruzado sobre islas enteras.

Si se ha despojado de su sombra

como a su tiempo se desentiende

la cuna de la mano que la mece,

es porque el eco que guarda siente el mismo recelo

que si escuchara venir de muy lejos

un zumbido de flechas totalmente emponzoñadas.

¡Ha cedido, St. John-Perse, ha cedido!

Ha vencido el ángel de todos esos desconocidos amigos

cuya vieja muerte real le ha sido siempre inadmisible,

porque le rescatan y le llevan consigo a su dolor.

Para él, la luz brilla dentro de lo invisible y el misterio,

y aquellos que le enseñaron a amar lo hermoso y lo terrible

vienen a sus ojos como la caricia de un padre: severa y frágil.

Ha cedido. Han penetrado en él el fuego,

la noche perfecta, la soberbia voz humana,

la zozobra del náufrago y la demencia del héroe,

la esperanza.

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Y algún que otro dios.

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(Camagüey, 1977)

© 1977 David Lago González

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Ya no escribo así. Luego me dio por desnudar el poema de metáforas y he dejado el verso en puro hueso. Por eso tal vez ahora hincan más las palabras.

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© 2011 David Lago González

KARIN ALDREY - Aceite

KARIN ALDREY_Aceite

Me complazco en presentarles el nuevo libro publicado por LINDEN LANE PRESS en su Colección Poesía: ACEITE, por Carmen Karin Aldrey, poeta cubana residente en Miami, y fundadora y directora de La Peregrina Magazine. Con 19 ilustraciones a todo color de la obra plástica de esta autora.

Un libro precioso.  Un catálogo, a su vez, de la obra pictórica de nuestra querida Karin. A todo color y en papel de brillo.  Edición de lujo.

Solicite hoy su ejemplar a LINDEN LANE PRESS.

Escríbame a BelkisBell@Aol.com para informe de dónde enviar su cheque o money order.

Gracias y bendiciones,

Belkis

www.belkiscuzamale.blogspot.com

www.lacasaazulcubana.blogspot.com

martes, 31 de mayo de 2011

JORNADAS LITERARIAS ALTERNATIVAS - ALBERTO LAURO

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Caspar David Friedrich - Frau am Fenster, 1822

Caspar David Friedrich - Frau am Fenster, 1822

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JORNADAS LITERARIAS ALTERNATIVAS Cuesta de Moyano, Madrid 2011 

ALBERTO LAURO

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Literalmente “enclavado” en el marco inconfundible y sin par de la tradicional Cuesta de Moyano deformada por el mal gusto y la incomprensible inclinación arquitectónica SOVIÉTICA de nuestro bien ponderado alcalde Alberto Ruiz Gallardón (que Dios y el Opus Dei guarden por muchos años –pero fuera del cargo público y recluido en algún balneario de lujo bien lejos de la sociedad, y de la suciedad), hubo de celebrarse ayer tarde 30 de mayo de 2011, y con cierto retraso (tanto mental como en tiempo), una breve pero sentida lectura de tres poemas escritos por el poeta Alberto Lauro y extraídos de su libro editado más reciente, “Regreso a la hermana de Lázaro” (Editorial Voces de Hoy, Miami, 2011).

ALBERTO LAURO253

Entre el numeroso público que se agolpaba frente a la caseta número 13, cual si de Luisito Aguilé se tratara cuando debutó en el cine Encanto o Casablanca (donde pillaron infraganti a Senel Paz con “adminículo de hombre” en la mano, parafraseando el comentario de Lezama Lima en el caso de no recuerdo qué director de teatro, que fue pillado de igual forma pero en los urinarios que daban al Parque Central) en la augusta ciudad colonial y gusanísima de Camagüey, yo me senté en el suelo y fui desplazándome sobre lo que de mis cachas nalgas cuelga, hasta los mismísimos pies de El Poeta. Los dos primeros poemas apenas si pude dejarme envolver por ellos porque Chago se obstinaba en filmar un vídeo –no sé pa’qué carajo— e importunaba entre la multitud y el lauro. Pero, gracias a todos los dioses del Olimpo y a que the film-maker parece que había terminado ya su labor a lo Oliver Stone, me abandoné al tercero y último de los poemas leídos, y esto fue lo que estas orejitas mías de Camagüey de 1950 escucharon:

Mi vida anterior no vislumbraba. Todo mi ayer y mi mañana eran un presente: él.  Ahora era él lo único que de este mundo me importaba. No pedí volver pero me dio resplandores de amanecida y nuevas lunadas. Cuando me incorporé los lienzos apretaban mis entumecidos miembros. Marta presurosa comenzó a rasgar con una daga la mortaja. María apretaba contra su pecho una docena de rosas amarillas tal palomas salvajes que fueran a escapar.

Los pocos testigos me recibieron con alborozo. Más tarde extraños se sumaron con abrazos y fuegos y fuegos de artificio. Mas él tenía pronto que partir para que todo se cumpliera. Entonces ninguna fiesta me fue tan ajena como estar acompañado de una multitud –lobos olfateaban mi andar, cordero en medio de una jauría de hienas hambrientas— que me observaba entre atónita y deslumbrada. Ciego caminando entre ciegos. Unos me admiraban; otros me execraban ante la evidencia del hecho: insólita verdad para seres disipados que a deshora van y vienen por antros y callejas donde todo vicio se apura con premura de vicio.

Pronto me fue cotidiano el vituperio, también la adulación.

Mi único consuelo fue hallarle a él. Encontrarme a solas con el que estoy unido con férreas, indestructibles ligaduras. Ya sé que la alegría es un antifaz pueril, un frívolo disfraz que visto en público, la máscara trivial y necesaria en una pantomima divertida e igual de aborrecible. ¿O tal vez tú esperabas que saliera de la entenebrecida e ignota tumba, nido que incuba huevos de rencor, novia mía, revoloteando en torno a ti, rayo en la aurora, como si nada hubiera pasado, siendo apenas yo sombra de una mariposa nocturna?

No era digno de que él entrara a mi casa, pero una sola palabra suya bastó. Antes no tuve miedo de morir, pero ahora lo tengo de vivir… sin él. Sin él soy campana que retañe y el mundo es una inmensa tumba.

Obviamente, el libro está dedicado a las hermanas Loynáz y del Castillo.

Luego, me diluí en la fantasmagoría de las ánimas en pena y, cual Lázaro (que, además, es mi primer nombre) volví a mi tumba de la calle de Embajadores.

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© 2011 David Lago González

domingo, 22 de mayo de 2011

Tertulia Literaria Hispanoamericana Rafael Montesinos - Fernando Beltrán

Tertulia Blog. Sesiones 1665ª y 1666ª.

Tertulia Blog. Sesiones 1665ª y 1666ª.

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TRAMPAS PARA PERDER

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Mi madre me enseñó a hacer trampas.

Trampas para perder.

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Ganar era tan fácil que lloraba de noche

y no podía conciliar el sueño.

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Cogidos de la mano me calmaba

relatándome historias que sucedieron luego.

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La culpa fue mía.

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Madre me preguntaba

si las quería reales o inventadas,

y yo pedía siempre que le hubieran

sucedido a ella.

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Y casi sin quererlo

una noche mi madre inventó la realidad.

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CASA DE FIERAS

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Torpe, lento, cansado,

seguro

de mí mismo.

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La mansa certidumbre

del elefante gris de esta tristeza.

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El cisne que no sale del agua

para ocultar el mal de su cojera.

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El anciano avestruz

que escondió su valor en mi cabeza.

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La oscura condición

de los coyotes

que proclaman

aullando

su inocencia.

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El remoto

corazón de algún tigre

asustado quizá

por próxima extinción

y selva sin respuesta.

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TIERRA

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Otra forma de amar.

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La tierra de uno.

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Ese extraño paisaje

en el que entras a veces

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como se entra en un cuerpo

como se entra en un túnel

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como se entra en el verde,

sin saber si es un clima,

unos ojos abiertos

o un color.

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ANIVERSARIO

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Treinta años después

y el frío de la edad a las espaldas.

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Y sin embargo el mar, y las gaviotas

y el tibio y firme sol de cada tarde.

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Los pasos que hemos dado.

La larga estancia ya.

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Y estas manos cogidas por el frágil

secreto de estar bien, sin pedir más a cambio.

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Milagro de las sangres derramadas.

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Recuerdo el primer día.

No juramos la luz ni eternidad alguna,

pero el fiel perro lobo de este viaje

nos acerca al sinfín.

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Y si esto era la estancia de la vida,

esta casa es contigo.

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© Fernando Beltrán

ALENA COLLAR - Joan Margarit: La Dignidad

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Joan Margarit: La Dignidad.

Publicado el mayo 21, 2011 por alenar

http://alenacollar.wordpress.com/2011/05/21/joan-margarit-la-dignidad/

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Llevo leyendo a Joan Margarit muchos años. Y lleva llegándome su escritura hace muchos años. Siempre me ha conmovido. Siempre me ha zarandeado emocionalmente.

Ahora, con su No estaba lejos, no era difícil, me ha reafirmado en algo que siempre he creído. Escribir sobre el dolor sólo puede- haciéndolo bien, quiero decir- quien ha sufrido.

clip_image002El dolor, el silencio, la ausencia, la nostalgia, las heridas del tiempo, no están al alcance de cualquier escritor. Una vez se me ocurrió decir que “es fácil escribir del dolor desde la alegría”. Y no se me quiso entender. Porque lo que estaba yo expresando es que sólo sabe del dolor quien lo sufre. El resto son malas copias. Literariamente el dolor viste mucho, salvo a quienes lo tienen. Que entonces escriben para dejar de morirse.

El dolor, el abandono, la nostalgia, lo que suelen instaurar en nosotros es el reino del Silencio. Y quien escribe bien, sólo cuando se distancia puede empezar a transcribir, a transcribirse.

Margarit, a través de toda una vida tallada en dolor, renuncias, abandonos, soledades, esperanzas, llega a una conclusión a la que jamás llegará un mal poeta: no estaba lejos, no era difícil llegar a la Dignidad. Y a ella se llega a través de la asunción del miedo y su transmutación en lucidez.

Estos poemas nos hablan de eso. De la estación término, de su aceptación lúcida, de cómo se puede poner en pie la Vida a través del dolor y la ausencia.

Y dan testimonio, marcan, nos llevan casi de la mano por un país de lluvia, sí, pero al acabar de leerlos nos da la sensación de que estamos menos solos.

© Alena Collar

(Cortesía de la autora)

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Dos poemas de Joan Margarit

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Horarios nocturnos
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Acostado a tu lado, oigo los trenes.
Cruzan mi frente sus fugaces luces
rasgando el horror tibio de esta noche.
La pausa de silencio me deja una luz roja,
una nota sobre este pentagrama
de cables y de vías oscuras y brillantes.
Acostado a tu lado,
oigo cómo se alejan con el ruido más triste.
Quizá me he equivocado no subiendo a uno de ellos.
Quizá el último acierto
sea -abrazado a ti-
dejar pasar los trenes en la noche.

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La combinación

                                                          A Mari Carmen Parma
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Sola entre dos infiernos
-el de la libertad y el de la edad-,
ya no he podido abrir la caja fuerte.
La puerta con sus cifras giratorias,
es la ruleta en la que ya no sé
de qué forma apostar:
desde el primer suspiro conservé,
acorazada luz, aquella rosa.
Estoy desnuda en nuestro dormitorio
con la ventana abierta y la lámpara apagada,
oigo el rumor urbano de la noche
mientras la leve brisa me acaricia.
Ahora, la muchacha y el muchacho
que tú y yo un día fuimos permanecen
siempre muy cerca, están dentro mí:
un olor conocido o una canción
puede hacerlos salir, pero si quiero hablarles,
ya han desaparecido. Vivimos a merced
de lo que de nosotros ignorábamos,
tal si entre los derechos que tuviese la vida
hubiera un misterioso derecho a no saber.
El metálico nido custodia nuestros sueños.
Estoy llorando. La combinación
era esta: la fecha de tu muerte.

lunes, 2 de mayo de 2011

Juan Carlos Recio Martínez - La pasión del ignorante (Ediciones “Hoy no he visto el Paraíso”)

Ha salido en BUBOK y librerías de España LA PASIÓN DEL IGNORANTE, de Juan Carlos Recio.

Margarita Garcia Alonso | 2 mayo 2011 at 8 08 13 05135 | Categorías: La pasión del ignorante, Juan Carlos Recio. | URL: http://wp.me/pZSUZ-cO

Un poemario sobre la mesa como un tarot donde la levedad lleva el eco grave del viaje, de los amigos, de nombrar los deberes del condenado, del rey, del que avista la bondad como posibilidad infinita. Generoso y universal, ha sido un placer editarlo – con la primera mirada de la poetisa Sonia Díaz Corrales, y el punto de riesgo de mi lectura, con la fiereza que me da presentar en Editions Hoy no he visto el paraíso, este libro – estos libros- que honran las letras cubanas.

EN VENTA

Un avance...

SIGO SOÑANDO A SER REY.

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Puedo nombrar reyes, puedo deponerlos, pero de mi corazón yo no puedo responder.

Jean Baptiste Racine.

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Alguna vez fui el héroe de mi hija

y estuve en una celda tapiada,

la persona que leía sentado

en la estación del pueblo cerca de los rieles,

solo para contar los mismos coches del tren

tres veces por semana.

Quien vivía con los zapatos prestados de un primo

ahora muerto,

el que fue dos veces a la capital

deslumbrado con las ruinas y olor a salitre

de los negros que en el malecón se me parecían a San Lázaro;

el guajiro apasionado con el poema de las yeguas

y que no podía entender por qué a las caña bravas de los ríos

el color se les caía en ciertas épocas

y tampoco podía despertarse del sueño constante

de vivir como un rey sin poder tocar la dinastía.

Aquellas posas profundas donde viví, brevemente,

el estar con Dios, puro, sin necesidad de otro sueño o paraíso.

Aquellos veranos mirando el vapor que la tierra alzaba

para que se elevaran en ello nuestros destinos

y ver perderse el mío sin comprender

que por encima del techo del cielo tenía otro horizonte.

Un rey, no una arquitectura de espinas,

west side, close to the river,

a la espera con sombreros y lombrices

de que los peces crisol mordieran el anzuelo.

Juan Carlos Recio Martínez. Cuba, 1968. Tiene publicado El buscaluz colgado, premio de la ciudad de Santa Clara 1990. Ha obtenido primera mención en el Julián del Casal de la UNEAC en 1991, con su libro inédito Hay un hombre en la cruz. Vive en New York desde el año 2000 . Escribe en su blog Sentado en el aire.

A usted de hacerlo suyo, de linkearlo, de pasarlo y que llegue lejos. La venta de libros virtuales mueve el universo de los manuscritos.

COMPRAR

miércoles, 20 de abril de 2011

HOMENAJE A ALEJANDRA PIZARNIK

HOMENAJE A

ALEJANDRA PIZARNIK

A 75 AÑOS DE SU NACIMIENTO

Alejandra signature

Palacio de Cañete

C/ Mayor, 69

Madrid

todas las actividades con entrada libre y gratuita

Alejandra Pizarnik, 1965, copia de época. Archivo Centro de Arte Moderno

Alejandra Pizarnik, 1965, copia de época. Archivo Centro de Arte Moderno

El próximo 29 de abril Alejandra Pizarnik cumpliría 75 años, por este motivo, y por primera vez en España, el Centro de Arte Moderno y la Casa Sefarad Israel han organizado este homenaje, que consiste en una serie de actividades alrededor de la vida y la obra de la poeta argentina.

Cronograma

26 de abril 19.30 h: Inauguración de la exposición foto-biblio-hemerográfica, patrocinada por Casa Sefarad y comisariada por Raúl Manrique Girón (Centro de Arte Moderno) y que permanecerá en el Palacio de Cañete durante aproximadamente dos meses. Fotografías, manuscritos, cartas, dibujos, primeras ediciones de libros y revistas, y una galería de fotografías de autores coetáneos, conforman una magnífica composición de la figura de Alejandra Pizarnik. Además de Raúl Manrique Girón y de Diego de Ojeda intervendrá Claudio Pérez Míguez (Director de Del Centro Editores). El acto contará con la intervención  del guitarrista Adam Levin.

Reunión familiar, Alejandra Pizarnik, es la primera de la izquierda, Elías Pizarnik y Rosa Pizarnik,

Reunión familiar, Alejandra Pizarnik, es la primera de la izquierda, Elías Pizarnik y Rosa Pizarnik,

los dos sentados de la derecha, el resto parientes y amigos, ca. 1950,

copia de época. Archivo Centro de Arte Moderno

27 de abril 19.30 h: La Noche de los Libros. En coincidencia con esta brillante iniciativa de la Comunidad de Madrid, la sede de Casa Sefarad acogerá un doble homenaje a Alejandra Pizarnik. En primer lugar Sandra Buenaventura -Université de Paris Sorbonne (Paris IV)- disertará acerca de la figura de Alejandra Pizarnik en una conferencia titulada “Alejandra Pizarnik: Diarios como novela”. Posteriormente Esther Bendahan y Claudio Pérez Míguez presentarán la obra Dos poemas iniciales”-cuyos 100 exclusivos ejemplares han sido producidos por Del Centro Editores-  y que incluye sendos facsímiles de los mecanoscritos originales de los poemas “Humo” y “Reminiscencia” y dos dibujos de la autora.

Portada del libro - Alejandra Pizarnik dos poemas iniciales,

Portada del libro: Alejandra Pizarnik dos poemas iniciales,

Del Centro Editores.

28 de abril 19.30 h: Diálogo entre Ana Becciú y Raúl Manrique Girón. La escritora y traductora argentina compartió horas de amistad y de literatura con Alejandra Pizarnik, durante esta sesión explicará algunos aspectos esenciales de su vida y su obra. Como colofón del Ciclo, se llevará a cabo una lectura de poemas de Alejandra Pizarnik a cargo de diferentes poetas.

Tapa de La tierra más ajena, primer libro de la autora y único en el que aparece firmado

Tapa de La tierra más ajena, primer libro de la autora y único en el que aparece firmado

como Flora Alejandra Pizarnik, edición de Botella al Mar ,

editorial dirigida por Arturo Cuadrado y Luis Seoane,

tapa y retrato de la autora por Luis Seoane, Buenos Aires, 1955.

Alejandra Pizarnik  nació en Buenos Aires en 1936, fue la hija de Elías Pizarnik y de Rejzla (Rosa) Bromiker, ambos inmigrantes judíos rusos, los que podrán verse en una de las fotografías del álbum familiar que serán exhibidas. Creció en un barrio de Avellaneda, un suburbio de Buenos Aires, en un ambiente de familias obreras. En 1954, tras el bachillerato, ingresó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Permaneció como estudiante de la Facultad hasta 1957, tomando cursos de literatura, periodismo y filosofía, pero no acabó sus estudios. Paralelamente tomó clases de pintura con Juan Batlle Planas.

Lectora profunda de muchos y grandes autores durante su corta vida, intentó ahondar en los temas de sus lecturas y aprender de lo que otros habían escrito, en una búsqueda constante de alcanzar la perfección en el manejo del idioma en sus textos. Así se motivó tempranamente por la literatura y por el inconsciente, lo que a su vez hizo que se interesara por el psicoanálisis.

Luego de estar ingresada en el hospital psiquiátrico Pirovano, de Buenos Aires, por un cuadro depresivo, se suicidó a los 36 años de edad, en 1972, con una ingesta de barbitúricos.

Es una de las grandes poetas en lengua española, admirada por escritores de la talla de Octavio Paz, quién le escribió el prólogo del libro “Árbol de Diana ”; Julio Cortázar o Enrique Molina.

Entre sus libros caben mencionar: La tierra más ajena; Árbol de Diana ; Extracción de la piedra de la locura; El infierno musical; Los trabajos y las noches; La condesa sangrienta; entre otros.

casa sefarad

centro de arte moderno

TEL: 34-914298363

www.centrodeartemoderno.net

www.libreriadelcentro.net

www.delcentroeditores.net

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miércoles, 23 de marzo de 2011

Tertulia Literaria Hispanoamericana Rafael Montesinos - Alfredo Piquer

  Tertulia Literaria Hispanoamericana

Rafael Montesinos

Curso LVIII 

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La Directora de la Fundación de Colegios Mayores MAEC-AECID

y la Directora de la T. L. H. Rafael Montesinos

se complacen en invitarle a la

sesión 1660ª

Martes, 29 de marzo de 2011 - 19´30 horas

Alfredo Piquer leerá poemas publicados e inéditos

presentado por Teodoro Rubio

Tertulia Literaria Hispanoamericana Rafael Montesinos

Colegio Mayor “Nuestra Señora de Guadalupe”

Avenida de Séneca, 4 28040-Madrid

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Para mayor información sobre las sesiones de la Tertulia, consulten

http://rafaelmontesinos.blogspot.com/

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I

Mas zarparán todos los barcos
hacia la lejanía de un horizonte inédito
bajo los cúmulos de sombra de este mundo de aquí
ya tumefacto, ajado, desabrido;
partirán , puede ser, en busca de la luz
de un alba diferente.
Me quedaré en el puerto preso de la derrota,
perplejo y arrasado de llanto solitario
sin haber entendido la gris oscuridad de la tormenta
que ha azotado la costa,
la densa opacidad de su amargura,
sentado sobre el muelle, la mirada perdida
sobre el líquido abismo, verde oscuro,
que me llama en silencio
bajo los pies helados.

 

II

Como un ángel vencido, cada vez más oscuro

más turbio, más confuso
oculto en la tiniebla del tiempo que enmudece
creyendo que asesina cada sueño quebrado
y es él el que agoniza sumando poco a poco
verdes manchas de lluvia, sobre la piel,
las grietas  y hendiduras  de la edad transcurrida;
pájaro de la noche que muere en el vacío
sin pretexto, sin norte ni argumento,
frente al mar desolado como eterna resaca
que socava sus pasos donde sus alas pliegan
su inerte envergadura, su escondido plumaje…
Así mi trayectoria, mi itinerario errático,
mi vuelo derrotado, ya inútil en la sombra.

Alfredo Piquer

domingo, 20 de febrero de 2011

ROGER SALAS - La pasividad de Oblomov (mensaje y poema)

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Andrei Tarkovsky - film still from Zerkalo [The Mirror], 1975

Andrei Tarkovsky - film still from Zerkalo [The Mirror], 1975

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subject: la pasividad de Oblomov

...

De: ROGERSALAS@…………

Para: david2305@yahoo.es


me he vuelto a leer tu artículo y por eso debemos conceder su lugar, el que merece, a la poesía en nuestra vida (a pesar de lo que dice Olga Savonarola o La Cruel). En 2008 yo escribí LAS NIEVES DE OBLOMOV y te lo dediqué, cuando regresamos de aquella manifestación en Sol que, al menos a mí, marcó un antes y un después en mi condición de exiliado. ¿Por qué Oblomov? Hoy, más de dos años después, tenemos la respuesta. El personaje homónimo de la gran novela de Iván Goncharov de 1858 se ha convertido en el paradigma de la pasividad ante los hechos de la historia en tanto sus dimensiones mayores o domésticas, a la que agrego eso que decía mi madre machaconamente:

"no hay nada que hacer: en Cuba edificaron el odio encima de la miseria".

Para que no tengas que buscar, te lo pego aquí en su versión definitiva del libro.

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LAS NIEVES DE OBLOMOV

 

(para D.L.G. Manifestación en Sol)

 

Merecemos la nieve, no es ajena ni copiosa

como extraño podemos entender su silencio.

Al bajar en forma de telón abisal, su gesto

se transforma sobre nosotros en gran sudario.

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¿A quién conocerá cuando derretida, sucia

arrastre nuestras mejores ideas o recuerdos

que pueden contener banderas, otra bandera?

Cada enseña es un puñal, un torpe afeite.

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No podría levantar la voz ni tampoco escuchar.

Es tan simple como agitar un jirón de la mortaja.

Estamos rodeados de cientos de banderas

Como vestiduras de hielo, sangre, o cristal.

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Banderas a rayas azules y nieve espolvoreada.

Pero advierte que el distante triángulo rojo

es una lámina de sangre seca, húmeda

por mor de los copos que cayendo sentencian.

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La pintura es tan trágica como presumible:

cuando el dique teatral da paso a la escarcha

las sombras bajo abrigos anticuados corren

y abandonan el sendero de abedules desnudos.

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Respiran costosamente desdichados incautos

invocan la letanía de los mártires destronados,

recitan la hebra del fruto confitado en hiel,

la que se adorna con bayas de la cobardía.

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Ansia estúpida del orante al deseo de la nieve

que no cuaja bajo la tierra y se hace peor barro

en la torpe memoria de la isla cruzada a cuchillo.

Alzan aves muertas, complacen como banderas.

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Migajas en la mesa del banquete de Oblomov

respetable entonces como ahora, mintiéndose;

hay triángulos rojos, trozos del pastel baratario

en aguanieve trufados de sangre, hielo, cristal.

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(Madrid, 2008)

© Roger Salas

martes, 15 de febrero de 2011

ROGER SALAS - REALPOLITIK

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SOVIET VINTAGE POSTER- LA LAMPE D’ILITCH

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REALPOLITIK

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Los viejos lobos comunistas se posicionan de nuevo,

Mantienen intacto su prestigio de supuestos luchadores

Pero ¿por qué luchan con el ahínco de un constructor?

Y ¿Quién dijo que todo acabó con la caída del Muro?

A mí (nada importante por decir) se me sigue mirando

Como apestado en medio de la nueva selva diseñada,

Esa orfebrería de nuevos buenos y recuperados malos;

Y en la isla de las promesas no hay pan, leche, huevos.

No es nada nuevo ni es noticia ni nos llega a importar.

¿Con qué factores del lenguaje debe jugarse esta vez?

Ponte cómodo ¿De qué podemos hacer un poema político,

Dónde está la materia necesaria si uno no juega al twitter?

Puedes escandalizarte sin recato ante estos titulares,

Venden cuarto y mitad de héroe en cualquier esquina,

Te lo adornan con los laureles (plásticos) de democracia

Y tendrán lista una larga biografía de sus grandes gestos.

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En la Casa de los Locos de La Habana han muerto de frío

Un montón de internos. La cifra exacta es un misterio.

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No es hipócrita el que miente, sino quien acepta la mentira.

Discutes citando a Emerson como un triste recurso

Cuando la radio manda escupiendo esos mismos himnos.

Dependiendo del informador, murieron de inanición

O de frío junto al poder letal de la molicie burocrática.

Es también el resultado de una brutal corrupción política.

Hasta la versión de los corresponsales extranjeros

Sonrojaba al más prudente de los analistas diplomáticos.

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Los locos, antes, daban vueltas a un patio con césped,

Parecía siempre recién cortado y brillante, casi artificial.

El jardín desapareció y allí excavaron fosas para desechos:

Resultaba pavoroso verles cavar y cavar de sol a sol.

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Como buen ateo creo a pie juntillas en los milagros

Y rezo todos los días por no morir antes de ver ciertas cosas;

Algunas ya están pasando a una velocidad no esperada

Pero también deberé hacer la necrológica de la ballerina

(Unos dicen que está ciega, otros que murió hace años)

Más generaciones se han ido sin ver la caída de Castro.

Me libré en dos claras ocasiones de terminar en Mazorra.

No pretendo exaltar mi biografía frente a la de los locos,

Pero la realpolitik tiene en los grandes y pequeños hechos

Su irónica manera de hacerse presente incluso aquí dentro.

Después de cerrar las fosas vinieron los carros militares

Y construyeron apresuradamente un barracón de uralita.

No sé nada más y esto intuyo merecía ser al menos contado.

Hay un tipo de compasión que te deja sin respuesta. ¿Los oyes?

El piano siempre empieza a afinarse por el La natural central,

Es una costumbre convertida en rito aunque hay discrepancia.

Podemos cambiar la música de fondo o también el decorado

Pero nunca el desarrollo del argumento ni el final de la trama.

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Cuando me masturbo siento una creciente ternura por mí,

No me siento responsable de lo que hago, pero no me detengo

Ni razono alrededor de esos absurdos sentidos de culpa,

No me propongo soluciones elevadas ni pretendo ser libre:

Es mi triste desnudo de anciano frente a un gran espejo,

La carne rota y vencida debe tener algún orgullo desconocido,

No hay alivio en recordar el vértigo loco de otros tiempos

Pues tampoco fue exactamente así como hoy lo dibujamos,

La fraudulencia de reconstruir nuestra vida es perdonable.

Me he dividido en dos y una mitad mía le dice a la otra:

“Es tan difícil alcanzarte, no sé si podremos reencontrarnos”.

Salen apenas dos gotitas de semen con un hilillo rosáceo,

Un acto violento desde su quietud más cerca de la muerte.

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En algunos periódicos salen de nuevo fotografías enormes

Del hospital de los locos de La Habana (llamado Mazorra),

De nuevo han pintado la fachada toscamente neoclásica y

El jardín del gran patio central parece estar en construcción.

Es un capricho mío hilar la trenza entre dos locuras ajenas

Pero no hay tanta diferencia entre mi intimidad y aquella.

Nada ha cambiado aunque el miedo tenga un traje nuevo.

No tengo ganas de polemizar y mucho menos con un muerto.

 

Madrid 2010-2011

© Roger Salas

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viernes, 11 de febrero de 2011

HAROLD ALVARADO TENORIO - La poesía de Hernán Vargascarreño

(cortesía de Harold Alvarado Tenorio)

La poesía de Hernán Vargascarreño

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pais intimo

Como se sabe, desde la aparición de las vanguardias nuestra época ha usado de la sintaxis del cinematógrafo para crear los correlatos imaginarios que las tensiones, entre realidad y deseo, otros tiempos resolvieron con la ayuda de metros y rimas. Pero entre nosotros los ejercicios poéticos han estado dominados desde el nadaísmo y sus continuadores, por un lenguaje y unas sintaxis repetidoras de modelos difuntos. Los jóvenes sin educación se han acogido a esos lenguajes y sujetos. Parece como si viviéramos un retorno a hacer del poema una de las manchas de la psicología experimental de Hermann Rorschach, cuando el paciente ve una tinta china y sólo lee lo que desea ver. No importan las recuperaciones o invenciones del individuo sino el ofrecimiento al público de las glosolalias, desarticuladas exploraciones combinatorias, rosarios de metáforas y neologismo, sin sonido ni músicas que no alcanzan ni la nada, esa "otra cara de la existencia" que buscaba Huidobro. Un lenguaje sin correspondencias, sin referentes a la realidad o a la invención, expresión del naufragio de la vida que padecemos.

Es muy poco, en verdad, lo que se de la vida, digamos poética de Hernán Vargascarreño y aun cuando he leído en alguno que otro de sus libros anteriores, es en este donde mejor he demorado mi atención por motivos que expondré más adelante.

Vargascarreño cree haberse deslumbrado con la poesía ya bien entrado en años, luego de leer en unas traducciones, quizás de José Manuel Arango, de la solitaria de Amherst, la señora Dickinson. Más que haber buscado la musa, Vargascarreño fue invadido por ella, mudándole, como acontece desde el origen del mundo, en uno de sus médiums, más que en su beneficiario. Un elegido de los dioses, que dirían en las culturas del mundo arcaico. Por eso, a diferencia de muchos de los poetas actuales, Vargascarreño carece de un sistema de composición y no practica la poesía como fábrica sino como estremecimiento. Todas esas virtudes y defectos circulan por Piedra a piedra.

Un libro que explora cuatro estancias, momentos y alucinaciones que padece el poeta: la mar como signo de vida, los trenes como raíles del destino, la palabra como instrumento de penetración en el mundo y cincel que talla la belleza y la muerte, enigma de la existencia.

Aun cuando desconozco si Vargascarreño ha frecuentado directamente las tesis de pensadores como Confucio y los taoístas Lao Zi o Zhuang Zi, que encarnan dos de las principales tendencias de la poesía china, enfatizando uno en las responsabilidades del individuo con sus allegados y compañeros de trabajo [decir la palabra correcta en cada caso es rectificar el camino errado] [ming jiao] y los otros, resaltando la naturaleza y espontaneidad con que debemos actuar en este mundo de acuerdo con las leyes eternas del cosmos [zi ran], clasicismo y romanticismo, Apolo y Dioniso concurren en Piedra a piedra con un alarde y tesón por acertar en un blanco que sea el poema.

La sección primera de Piedra a piedra, Visiones marinas, es un doble homenaje al puerto de Santa Marta, donde viviera Vargascarreño varios lustros, y a Héctor Rojas Herazo, a quien cita. Pero ni la una ni el otro son retratados o reseñados en sus poemas. Se trata aquí de un viaje interior al encuentro con los más ligeros eventos de ese paso por las costas de la mar y los barrios del puerto, con sus jóvenes mulatos desfilando entre la sofocación y el jolgorio de las noches. Como si la voz que celebra la vida pasada fuese un viejo recaudador de impuestos para los patronos del algodón y no el joven disoluto e insaciable que sucumbe ante la luz y los lances del paisaje.

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10

Olvidemos la bahía

bajo la noche,

sin ciudad,

sin nosotros.

Cifremos la dicha

de su mar verde azul.

Abandonémosla a su propio duende

soñando un lugar del mundo

sacudiendo en sus aguas

pájaros, ramajes y delirios

bajo el designio de los dioses.

Alguna crueldad oculta tanta dicha

llevando la bahía en nuestro viaje.

Y aun lejos

–espejo del olvido–

veré en la mar de mis pupilas

su angustia que profunda

ruge en la noche.

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La sección Trenes nacionales es un ejercicio oriental cuyo modelo parece ser algún o algunos poemas de Álvaro Mutis o el recuerdo de El Guardagujas de Juan José Arreola. Aquí vuelve Vargascarreño a incurrir en una memorable practica china: manosear tanto el modelo hasta hacerlo desaparecer en otro ser. El otro, el mismo.

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2

Se sabe también de los trenes que regresan entre neblinas, en religioso mutismo, antes del amanecer. Leves, invaden con su larga sombra la estación, y allí se instalan en absoluto silencio, como respirando alivio a su memoria de tantas rutas ya vejadas. Apenas clareando, huyen con su esperpento sin rumbo conocido, pero antes borran su jornada de toda memoria humana para no atreverse siquiera a humillar la vida.

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10

Para todos puede haber un tren destinado en su justo momento. Ya se acerca uno conocido para ti. Asómate a la ventana y apréstate para su paso. Observa su estela tenebrosa y no le temas a su estruendoso silencio ni a su gélida vaharada. Busca en sus ventanillas tus rostros familiares –ellos te reconocerán– y lánzales tu desolado y breve saludo. Mañana serás el pasajero del eterno itinerario anhelando el más leve descanso en cualquier estación del olvido.

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En el siguiente capítulo Vargascarreño encara el dilema de usar de signos que ni son la cosa o el acto y por abuso, engaño o deterioro, deben ser rectificados como quiso Confucio. Lo que ya no significa debe ser corregido o borrado. Piedra a piedra, palabra a palabra, es también cumplido a Rafael Cadenas, y sin duda a José Saramago para quien "vivimos en el paraíso de la palabra inútil y la imagen que no sirve, un mundo donde la audiencia es venerada en todos los altares y el sistema ha convertido en cómplices a sus propias víctimas”. Para el silencioso Cadenas “pasamos por alto que las palabras son intentos de representación no la realidad misma. Olvidamos lo inaccesible de los representado, sobre todo cuando el objeto no es un objeto sino un intangible, un sentimiento”.

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10

Se puede cosechar una palabra

como un buen rencor.

Es posible que la palabra reloj se mueva,

pero su tiempo es inmóvil.

Hay algo indescifrable en la palabra enigma,

pero una vez resuelto,

el enigma es más profundo.

Todos gritan una sola palabra al unísono,

pero cada uno, míseramente,

reclama lo suyo.

Un misterio no develado

yace en la palabra misterio.

Cuando descubrimos

la desolación del hombre,

comprobamos lo animales que somos

de mudas y estériles palabras.

Piedra a piedra,

palabra a palabra

hemos levantado

las más oprobiosas ignominias.

Piedra a piedra,

palabra a palabra,

también las hemos sabido

derrumbar.

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Y así hasta el fin. Vargascarreño sabe que nada llevaremos al Hades, a los Campos Elíseos[i] , o al Tártaro y es bien inútil contratar a Caronte para un viaje como ese. Mejor, parece decir el poeta de Zapatoca, hacer el viaje que proponía Lezama Lima entre la sala del comedor y el retrete, recorriendo mentalmente la vida.

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Vuelvo al inicio de mi viaje.

Regreso al final de todo hombre

sabiéndome soñado.

Me despojo de esta máscara

y ajusto el rostro a la Nada.

Mañana fue un día,

No recuerdo cuándo.

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Harold Alvarado Tenorio

www.haroldalvaradotenorio.com

asdfghjkl.123456@arquitrave.com


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[i] Donde dicen vive el Director del Festival de Poesía de Medellín.

sábado, 5 de febrero de 2011

MIRZA L. GONZÁLEZ - Dos poetas cubanos en Madrid

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HILOS TAPIZ_TAPAHILOS TAPIZ_TAPA 001

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Dos poetas cubanos en Madrid.

Poesía en exilio: la contemplación del tiempo.

Mirza L. González

Profesora Emérita, DePaul University

 

“Blanco poroso del dril cubre su sombra en la fila de los muertos / Blancas alas de su pamela varonil, por donde asoma su cara…/ Cantó boleros como el dios que habita las cocinas de los restaurantes orilleros, / ahíto de alcohol y hierba, que en pleno mediodía rapta a una mujer…/ Al regresar cada tarde y cerrar la puerta con tres vueltas de llave / para que su palomita no escape, le dice no sé decirte cómo fue./ Fueron tus ojos que venían por debajo del mar / moviendo sus raicillas de lascivia pulposa. / O tu boca, pretendida e ingenua red / donde se agolpa el agua que no pudo escapar de la noche./ Fueron tus manos o tu voz, resurgiendo de bañistas temblorosas./ Fue a lo mejor la impaciencia de tanto esperar / la extensión del conocimiento recorriendo el cristal de la gruta / desde el vórtice hasta el pensamiento / zumbando como un animalito ebrio, tu llegada.”David Lago.“ Tríptico de la noche musical en la Isla de la Siguaraya. 3 El rapto (Benny Moré).” La resaca del absurdo.

“Sufrió lo indecible por una tierra que le laceraba / sumergido en un pantano reseco por la lejanía / miraba sus poros como si fuesen el universo / extraño siempre extraño frente al espejo desnudo. / Su presente fue una ausencia prolongada / marchito caminaba las calles ajenas / descoloridas las ciudades que transitaba./ Nunca estuvo vivo sino más bien muerto:/ un fantasma rebelde que todo criticaba / irreverente hasta con sus sentimientos / arremetía contra lo injusto por ser justo / heterodoxo de carácter por antonomasia / no comprendía la pobreza por no padecerla ni de espíritu./ Aquí yace el que en realidad jamás nació.”

Felipe Lázaro. “Epitafio para un aprendiz de poeta.” Los muertos están cada día más indóciles.

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Sirvan de presentación los fragmentos anteriores como expresión de la realidad vivencial de dos poetas cubanos en el exilio, cuyas visiones del mundo difieren en el estilo pero se acercan en el contenido. El poema de Lago, en el que recuerda a Benny Moré y su popular bolero “Como fue,” es parte de un cuadro desdoblado en tres homenajes a cantantes cubanos. “El rapto,”evidencia y se enraíza a la memoria de un tiempo, compensador de la realidad inmediata. En “Epitafio para un aprendiz de poeta,” el hablante se sume en un intimismo aniquilante y nos transmite el dolor de la ausencia y la enajenación.

Los desplazamientos territoriales de estos y otros escritores, además de otras circunstancias existenciales, marcan con un fuerte toque de cosmopolitismo y/o universalismo a la literatura cubana del exilio a través de su historia, haciendo difícil, a la vez, determinar con precisión las influencias que un entorno específico ha ejercido en sus autores. Así como también hacen del establecimiento de fechas concretas y lugares de permanencia para propósitos generacionales, y de la creación de otros paradigmas agrupadores o sintomáticos, una ardua y compleja tarea. Son dignos de encomio pues, los esfuerzos realizados en los Estados Unidos y en España por ordenar de alguna manera esa disgregación. En un empeño de integración y actualización literarias, substanciales estudios bibliográficos, críticos y antológicos, han ordenado lo que de otra manera hubiera sido un caos clasificatorio.[1] En los Estados Unidos existen núcleos fuertes de poetas exiliados en Nueva York y Miami, y por diversas regiones españolas hay numerosos poetas cubanos que han producido una obra valiosa. Algunos poetas radicados en España han contribuido a nuestro acervo cultural no sólo como creadores sino también por medio de su labor editorial. Es decir, publican obras de escritores latinoamericanos, especialmente de cubanos residentes fuera de la isla, facilitando un espacio que hubiera sido muy difícil de crear.[2] Específicamente en el campo de la poesía sobresalen, entre otros trabajos, tres antologías publicadas en Madrid: La última poesía cubana (1973), de Orlando Rodríguez Sardiñas; La poesía de las dos orillas (1959-93), (1994), de León de la Hoz, y Poesía cubana: La isla entera, (1995), de Felipe Lázaro y Bladimir Zamora.[3]

El enclave madrileño, incrementado con el pasar del tiempo, es autor de un telar poético amplio, recio, y de singular urdimbre.[4] Dos poetas cubanos residentes en Madrid, David Lago y Felipe Lázaro, contribuyen, definitoria y substancialmente, a la consolidación de la poesía cubana.

David Lago (Camagüey, 1950), salió de Cuba en 1982 hacia España, y desde entonces reside en Madrid. Dos de sus poemarios, Los hilos del tapiz ( 1994) y La resaca del absurdo(1998), han sido publicados en la capital española.[5] Lht incluye como secciones, y con el mismo título, las colecciones inéditas de Lago concebidas en Cuba: “Paisaje” (1976), “Júbilos” (1977) y “Los hilos del tapiz” (1978). En Lra pueden encontrarse poemas concebidos en la isla y en el exilio. Este estudio incluirá poemas del “acá” y del “allá,” de estas dos colecciones, con el propósito de ofrecer una visión más abarcadora y que muestre una lógica continuidad en su trayectoria poética.

Como dato importante debe mencionarse que, en la etapa cubana, Lago escribe varios de sus poemas desde una perceptible distancia física y espiritual. Entre ellos cabe destacar “Matajíbaro”( Lht, 17), “A las tres de la tarde”(Lht, 19), y “Figuración de cuadro familiar en Cuabitas”(Lht, 23). A pesar de la inmediatez de su concepción, y el poco tiempo transcurrido entre la inspiración o creación poética y la palabra escrita, dichos poemas representan vivencias del pasado. El distanciamiento temporal y estético se explica por la capacidad de aislamiento o auto-marginación del poeta. [6]

En la poesía de Lago, en su mayoría narrativa-descriptiva, hay imágenes originales muy bien logradas. La morosa delectación, de tonalidades eróticas, al estilo de Leopoldo Lugones, en la creación ambiental de “Retirada”(Lht, 29), alterna en ocasiones con el “paseo” contemplativo y deleitoso, como en la mejor poesía “ambulatoria” de Eliseo Diego, de“Puerto Príncipe”(Lht, 24), “Atardecer en Varadero”(Lht, 47), y “Atardecer en el Hotel Europa.”(Lht, 54). También “eliseana” es la observación complaciente y sabrosa del entorno inmediato, la convivencia y la vida familiar, notables en el ritual cafetero de “A las tres de la tarde.”[7]

La re-creación del paisaje cubano, que aparece con profusión en Lht, y en menor escala en Lra, es uno de los aspectos notables de su obra. En Lht se destaca, en un estilo expresionista, la finura del paisaje. El sol aparece a distintas horas del día, en amaneceres, mediodías y ocasos, dándole nombre a poemas tales como “La mañana”(Lht, 13), “(La tarde)”(Lht, 64), y “(La noche)”(Lht, 65), entre otros. El conjunto de “Atardeceres”(Lht, 45-55) en Varadero, o en Altagracia, donde ríe y se mueve la lorquiana Celia Cutiño; o en San Diego de los Baños, o en el Hotel Europa, conforman una galería de cuadros de elevados valores artísticos.

Las descripciones coloridas del paisaje complementan, como fondo y marco, la escena hogareña de “Figuración de cuadro familiar en Cuabitas.” La loma “donde el verde delira...” es el punto de referencia, y engloba de manera total significante y significado. Es el alfa y el omega que, simultáneamente, sirven como si “fuese el telón que hace concluir el espectáculo y allí terminase la isla y todo el universo/... /El padre inicia el rito tabacalero con un habano espumoso,/ y en reciprocidad nuestra primera palabra es una nubecilla/ que ejercita en el aire innumerables sugerencias./” Este poema nos revela una clave poética. Es decir, la poesía paisajística fija la escena y plasma el recuerdo familiar, y será el vehículo que facilitará el viaje memorioso hacia experiencias significativas del pasado cuando el poeta se haya marchado. De esta manera culmina “el equilibrio pictórico de la familia y de la casa./ Y al final... todos... /enriquecidos por lo increíble de la figuración,/ entresacamos del sueño un verso que asciende... /y lleva nuestra primera palabra,/ el color traslativo del silencio y la contemplación del tiempo/ a la fundida poesía crepuscular de la casa.” (Lht, 23)

En ocasiones, el paisaje se funde con una situación o relación, ya sea familiar o erótica, o con el recuerdo de la misma. En estas poesías, Lago fusiona con la descripción la alquimia del alimento y los olores del ritual casero, ofreciendo un cuadro familiar de exquisito dramatismo lírico en el que las imágenes se tergiversan con el despertar de las sensaciones táctiles y olfativas . Buen ejemplo de ello es “Matajíbaro”, cuadro de metamorfosis y síntesis culinaria, donde “El plátano quiere escabullirse como una hormiga/ perseguida por los dientes del tenedor,/...El cochino, por igual, se resiste: sus ojos prefiguran el fogonazo crujiente/ de un chicharrón machacado/.” Hay remedos de la gastronomía lezamesca en sus imágenes, donde la muerte, en consorcio con el amor, parece hacer un referente erótico: “Y plátano y marrano, dos machos cubanos, se revuelcan en la caldera, ungiéndose/ los cuerpos sin forma en manteca y rumor de ajos” (Lht, 17).

En otras ocasiones aparece un paisaje con motivos escondidos, difícilmente avizorados, o se aluden situaciones represivas. Referencias a lo oculto o lo enigmático, que recuerdan al Padilla de Fuera del juego, donde se percibe ese algo peligroso y subrepticio, aparecen en “Primer paseo por el Casino Campestre.” La expresión “Tal vez algo se mueve bajo el verde fresco” es el leitmotiv del poema. En contraste con la alegría inocente del verdor, es posible que ese “algo” nos “atrapará como un pulpo, soltándonos su tinta…” porque el paisaje verde “no trasluce la venida del otoño / ni el espanto del invierno…” Indicativos de intertextualidad, reaparecen en este poema los personajes y cisnes, y el mundo palaciego de la “Sonatina” de Darío donde, sorpresivamente, la magia ha sido suplantada por una cruda realidad. El recinto palaciego de Lago, “de medieval desgaste,” se puebla con “el chillido de los pequeños demonios infantiles” de princesas derrotadas, y en sus estanques hay “cuatro tristes y sucios patos encerrados,” (Lht, 14) pintando en términos generales la situación de encierro en la isla. El hablante, ante la certeza de un peligro inminente al acecho, y el ambiente decadente que lo rodea, presiente que la solución sería la partida.

Ante un posible y futuro desprendimiento físico de su tierra, ya en Lht Lago evidencia los sentimientos del exiliado perpetuo. En “Un hombre está partiendo” aparece la idea continua del viaje sin un punto definido de llegada: “un hombre siempre está partiendo, alejándose de la orilla/.../El y la orilla nunca se encuentran: un hombre que siempre parte/ y una orilla que al parecer se detiene cuando en realidad se aleja” (Lht, 70).

Los conceptos anteriores aparecen nuevamente en algunos de los poemas de Lra, específicamente en “Entre una realidad y la otra,” donde Lago se ubica en un tiempo y un espacio pendulares. Sin duda alguna, el poeta escribe este poema desde el exilio, al expresar: “Entre una realidad y la otra, la ausencia.” “/...entre una realidad y la otra/ siempre seremos la hormiga/ que hace de su vida un equilibrio/ y de una realidad, la otra." (Lra, 10). Es éste un poema trascendental, donde el hombre se divide entre el mundo de sus recuerdos, integración y caudal de vivencias, y la realidad presente. Oscila Lago aquí entre sus dos mundos posibles, el yo y la otredad, alcanzando en esta disyuntiva duales posibilidades ubicadoras del ser, tanto en el tiempo como en el espacio físico.

Para Lago, poeta del silencio, la contemplación y la memoria, sus libros son el tapiz donde se recrean los recuerdos y se “descargan” las experiencias. Por su aptitud contemplativa, capacidad de abstracción y tendencia a la auto-marginación, las escenas descritas en varios de sus poemas escritos en Cuba producen la impresión de haber sido añejadas en el tiempo. Debe destacarse cierto desarrollo entre los dos poemarios de Lago. El poeta evoluciona desde el despliegue del tapiz, con sus formas y dibujos, en Lht, hacia un acercamiento más analítico y filosófico de su experiencia personal en Lra, donde las vivencias del destierro y el desarraigo se presentan en un marco más abstracto y de connotaciones universales.

Pudiera afirmarse que los poemas de Lago en Lht y Lra, despliegan un compendio de situaciones y sentimientos enajenantes, tanto en su poesía del exilio interior, desde Cuba, como la del exterior, desde España, transmutándose los textos en galerías o escenarios donde se ordenan y exhiben cuadros lugareños, personajes e interacciones, en una aleación casi perfecta entre la Cuba del recuerdo y las experiencias del destierro. La creación poética en Lago es un proceso para representarse su mundo: el inmediato y el lejano, el asequible y el inasequible; para crear enlaces y atarse a la vida; para poder vivir y para ser.

Felipe Lázaro (Güines, 1948) sale para Puerto Rico de Cuba en plena adolescencia, en 1961. En 1967 se traslada a Madrid, donde ha vivido desde entonces. Cuenta con cuatro colecciones de poesía, todas publicadas en España: Despedida del asombro (1974), Las aguas (1979), Ditirambos amorosos (1991) y Los muertos están cada día más indóciles (1986 y 1987).[8]

La poesía de sus años juveniles se concentra en Da, cuando el poeta confronta, según sus propias palabras, “la realidad de abandonar la tierra amada en este doble destierro de una generación que está «dentro y fuera del juego a la vez».”(“Prólogo,”Da, s.n.) Lázaro considera que su generación es la del asombro, por haber vivido a muy temprana edad los años del terror batistiano, la esperanza y el desengaño revolucionarios, el camino al destierro y los avatares que esta nueva vida conlleva. De ahí que, alimentada con los ímpetus de la adolescencia y la primera juventud, en esta colección se junten temas tan variados como la solidaridad de “En crear se piensa”(Da, 13) y “Hermandad” Da, 11); y la admiración heroica en “Humboldt-7”(Da, 14), y “Manzana rebelde”(Da, 16), dedicado a José Antonio Echevarría; con la cuerda amorosa de “Cancioncilla de amor” (Da, 43), la erótica de “Cuarto trinchera”(Da, 55), y la máxima tensión del sincrético “Quiero”(Da, 59); hasta el dolor ante la muerte de“Ansío”(Da, 9) y “Flores fraternas”(Da, 83). Integran este libro poemas de variada longitud, en estilos desde el intimista al coloquial. Entre ellos destaca el brevísimo “Nostalgia:” “Tan fría es la ausencia / que el silencio / se hiela” (Da, 24), poema aforístico que ofrece una definición magistral de la añoranza con la fuerza indiscutible de cuatro palabras: ausencia, frío, silencio, hielo. Definición amplísima que abarca todos los niveles de significado, incluyendo las añoranzas posibles desde la amorosa y la filial hasta la del destierro; además de enfatizar la emoción que el sentimiento produce, sugiriendo, o implicando, que no hay palabras para expresarla, sólo el silencio helado.

Lázaro es el poeta andariego por excelencia. En su deambular por las calles, encuentra periódicos, o restos de papeles que le ayudarán a reconstruir su historia personal y aparentemente le darán calidad y constancia de vida. Pero, en estas andanzas, a veces nos deja la impresión de un divagar sin objetivo. “Transplantado” expone claramente la desubicación inevitable. Una falsa búsqueda de la verdad enterrada, inalcanzable, por su ruta desolada: “Vivir cotidianamente/ como agonizando/ mantenido por savia propia/ raspando paredes para encontrar verdades/ caminar sin leer las calles/ ni anuncios/ ni nombres de ciudades/ para hacerlo todo aún más ficticio/ así darnos cuenta de lo irreal-presente ..” (Da, 68).

“Despedida del asombro,” perteneciente a la colección del mismo título es, posiblemente, una de las composiciones poéticas mejor logradas de Lázaro. Este tour de force concreta, de manera dramática, el estado físico del poeta, las emociones y los sentimientos encontrados del desprendimiento, el viaje, y la llegada a la nueva tierra. Todo ello imbuido de recuerdos y nostalgia. El poema emana de tres focos, que se originan y establecen en cada una de sus tres estrofas con un adjetivo demostrativo: el yo poético, léase robot atónito; el estado físico y mental del hablante; y la travesía, el recorrido material y espiritual, realizado por el poeta desde el ayer, amado, familiar y conocido, hasta el ahora del presente. A partir de la primera línea en cada estrofa, las imágenes se abren como los pétalos de una flor. Veamos como muestra las dos primeras y fragmentos de la tercera:

“Este abismo de la extrañeza / el estar fuera / el brusco cambio / acostumbrarse a través del silencio / robot atónito de la nostalgia.

Esta llaga: ansiedad agrandada en el tiempo / como las nubes pasan aireando el recuerdo / las mismas manos de un ayer truncado / voz ronca de lamentar a gritos la huida /-despedida del asombro- / ese resurgir en los murmullos del agua / ser granito de arena en la inmensa playa / son las últimas olas llevándose la esperanza.

Estos ecos tropicales / en su selvática forma / repicando en el asfalto playense/ mientras contemplo / la inmensidad de distancia / lo que nos une y separa / este vaso de tinto mar…”

La primera estrofa representa la desubicación del hablante, el cual se autoidentifica con el símil, “robot atónito.” La segunda alude a su estado físico: por medio de la llaga, que metafóricamente representa la herida del desprendimiento, y que en lugar prominente encabeza la estrofa; por sus manos, truncadas de su ayer; y por su voz, ronca de gritos. Se refiere también a su estado anímico, de ansiedad agrandada y desesperanzadora, a la vez que establece puntos conectores con el recuerdo por medio de imágenes fluviales y marítimas. La tercera estrofa continúa y amplía este recuerdo, comenzado en la anterior, con la tenuidad del agua murmurante y la ternura del diminutivo “granito,” inaugurando un crescendo. Los “ecos tropicales" del inicio de la estrofa son un breve intermezzo, anunciador como repique de campana de un paisaje que va a continuar, en un agudo contraste entre el ayer y el hoy, y en un tono cada vez más ascendente, desde el selvático, hasta el chocante “asfalto playense.” También continuarán las imágenes acuáticas, comenzadas en la paz remansada del murmullo, arreciándose en estridencias tonales, embriagadoras y violentas, a partir de “este vaso de tinto mar.” El mar, contenido en un vaso es, paradójicamente, paréntesis, que une y separa la vida anterior de la presente, y sirve, además, de línea demarcatoria entre el espacio geográfico del ayer, y el hoy del destierro. Visiones caóticas “desperdicios de guerras / cuerpos mancillados,” pobladas de seres cavernarios y saturnianos “devorando a sus secuaces,” acompañan al hablante hasta el término de un viaje dantesco, el cual, con “las venas saltando como trampolín / por la sangre teñida de tierra / sin llevar pañuelo-manto, albergue,” es decir, herido y desprotegido, entra al agua universal, hasta llegar “caminando / rodando / a rastras / pero llegar…” (Da, 66).

Es evidente en “Despedida del asombro” que el exilio para Lázaro es un estado de foraneidad, un proceso agónico que comienza con una caída hacia el “abismo de la extrañeza.” El ser poético, desplazado de su medio innato, pasa del asombro de la partida, de la ruptura de la raíz, a su nueva condición de robot atónito. El término nostalgia, clave, abre un espacio por donde se filtran imágenes de la isla, percibidas a través de la distancia y el mar. Es preciso notar la corriente metamorfósica subyacente que aflora a dos niveles: el humano que, paradójicamente, es una deshumanización (el robot), y el segundo a nivel de naturaleza, consistente en mutaciones acuátiles. Los líquidos se transmutan en formas y calidades diversas, de lo simple local a la connotación universal. Arribando últimamente el poeta a la catarsis, esperando beber todo mar, hasta llegar a su meta definitiva.

La última colección de Lázaro, Lmi, gira alrededor de la muerte, tema trascendental en su poesía.[9] El libro le debe su título a un poema de Roque Dalton y abre con el epígrafe de Giorgio Bassani: “Los artistas son muertos que tratan de volver al mundo a través de la poesía”(Lmi, 11). Según Lázaro la muerte es una constante eterna, los muertos se perpetúan y trascienden en los poetas. En esta colección la voz poética, artista en desequilibrio, piruetea sobre la cuerda floja y, desde su posición precaria y riesgosa, posee la elegancia destructiva de un caballero, que ajusticia y sentencia a los demás en “The Young Gentleman”(Lmi, 21). Y también es la dama perfecta, diamante petrificado, iceberg humano que, dañinamente, acorrala, miente y salta las leyes, en “Sueños de Rábula” (Lmi, 15).

Lázaro se exterioriza, se convierte en “el otro,”y se observa en su “Epitafio para un aprendiz de poeta.” Hacia el futuro, no como esperanza de vida, sino como fin de ella, escribe Lázaro este poema, cuyas estrofas concluyentes, reminiscencias del pesimismo y el nihilismo de Schopenhauer, aparecen citadas al inicio de este artículo. La primera línea de esta composición, “Aquí yace el que nunca fue” (Lmi, 31), presenta la tumba del poeta muerto y es de una contundencia desvastadora. En imágenes que se deslíen paulatinamente, éste, sin huellas dactilares, con ojos que “ya eran unas lentillas desdibujadas,” se difumina en un afán de no ser nada, tal vez como resultado de lo infructuoso de su existencia. En oposición al concepto machadiano de que al andar se hace el camino de la vida, el hablante, cuyas “andariegas piernas jamás cruzaron un río,” va por calles que no le pertenecen. La voz poética, cada vez más difuminada, expresa el dolor de la tierra perdida en téminos como “extraño,” “lejanía,” y “ausencia.” Los sentimientos de enajenación del poeta, su estado físico, marchito y lacerado; y su imagen de incorporeidad fantasmal, se apoyan en antítesis canceladoras de lo positivo y terminan, como aldabonazo final, cerrando el poema con la absoluta negación existencial, al expresar: “Aquí nace el que en realidad jamás nació”(Lmi, 32).

Como conclusión, tanto Lago como Lázaro expresan problemáticas y vivencias comunes por medio de una poesía donde sistemáticamente aparecen recuerdos de infancia o juventud. En ocasiones, estas poesías aluden a la premura de un éxodo o travesía, a veces estrepitosa, hacia un lugar geográfico, hacia el interior del poeta, o hacia la nada. En la exploración y el proceso de ajuste a la nueva sociedad, la vida se percibe como un acto enajenante, solitario, y muchas veces doloroso; a partir de ahí se hace evidente la búsqueda de un nuevo espacio donde localizarse. Cuando falla el encuentro de un locus amenus, estos poetas se embarcan en la evasión nostálgica, creando mundos imaginarios, o reinventando la historia. Después de examinar los textos poéticos de Lago y Lázaro, se puede constatar cómo la diáspora se ha convertido en una forma de vida, nutrida constantemente por una doble realidad. La voz poética, indudablemente marginalizada, se enfrenta a un mundo ajeno, muchas veces incomprensible y extraño.

En términos generales, la poesía de estos dos autores cubano-españoles adquiere visos de viaje. Su mirada, inquisitiva y profunda, se vuelca hacia sus raíces. Y en cuadros donde se recrean el paisaje y la naturaleza cubanas y, para no olvidar, ejecutan, cada uno en su estilo, la sutil y exacta tarea de la enumeración, caótica unas veces, ordenada otras, y el despliegue de las imágenes. El poeta cubano-español bucea en su memoria o en las profundidades subjetivas de su yo; y la obra surge y se concreta en el texto en una acuciosa tarea contra el olvido, porque olvidar es dejar de ser.

Obras citadas:

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BIO-BIBLIOGRAFIA

Mirza L. González nació en Güines, La Habana, Cuba. Reside en Chicago desde 1962, donde continuó sus estudios y obtuvo una maestría (M.A.) de Loyola University, y un doctorado en Filosofía y Letras (Ph.D.) de Northwestern University en Evanston. Ha publicado numerosos artículos de crítica literaria y tres libros: La novela y el cuento psicológicos de Miguel de Carrión, (Miami: Ediciones Universal, 1979), la antología crítica Literatura revolucionaria hispanoamericana (Madrid: Betania, 1994) y una colección de cuentos, Astillas, fugas, eclipses (Madrid: Betania, 2000). Sus áreas de investigación más recientes son la poesía y el teatro cubano-americanos.Últimamente ha publicado artículos sobre el teatro cubano-americano y se dedica a revisar una segunda colección de cuentos para su publicación. Es Profesora Emérita de DePaul University en Chicago, institución en la que ocupó cargos administrativos y enseñó por muchos años.


[1] Deben mencionarse entre los esfuerzos ordenadores más completos en la poesía, la Bibliografía crítica de la poesía cubana de Matías Montes Huidobro y Yara González-Montes, de 1973; y los estudios críticos de Elías Miguel Muñoz, Desde esta orilla: poesía cubana del exilio, de 1988; y de Yara González-Montes, “Bosquejo de la poesía cubana en el exterior,” de 1990, pioneros en su género. También han contribuido a esta labor agrupadora, las antologías poéticas de Felipe Lázaro, entre otras.

[2] Las casas editoriales cubanas en España han proliferado. Entre las primeras en orden de aparición, con fecha de fundación y nombre de su director, se cuentan las siguientes: Playor (Principios del 70, Carlos Alberto Montaner), Pliegos (1982, César Leante), Betania (1987, Felipe Lázaro) y Verbum (1990, Pío Serrano). Información más amplia al respecto puede encontrarse en el artículo de Marta Fuentes. Es justo mencionar aquí al pionero de los editores cubanos en el exilio, Juan Manuel Salvat, fundador de Ediciones Universal en Miami en 1965, de larga trayectoria comercial.

[3]Los poetas cubanos que han residido, o residen aún, en España, incluidos en esas antologías son Gastón Baquero (1918-97), Rolando Campíns, León de la Hoz, José Kozer, David Lago, Alberto Lauro, Felipe Lázaro, José Mario, Lilliam Moro, Isel Rivero y Pío Serrano. El más reciente esfuerzo antológico de carácter inclusivo, La isla en su tinta, incluye, además de algunos de los anteriores, a María Elena Cruz-Varela, Ramón Fernández Larrea, Rolando Sánchez Mejías y Manuel Díaz Martínez. Otros poetas cubano-españoles destacados son: Benita Barroso, Roberto Cazorla, Paulina Fátima, Orlando Fondevila, Julio Fowler, Ana Margarita Meireles y Santiago Méndez Alpízar.

4Entre los poetas cubano-españoles deben destacarse José Mario, Isel Rivero y Lilliam Moro, conocidos integrantes de “El Puente.” Esta generación, agrupada alrededor de las Ediciones El Puente, es la primera que surge dentro de la revolución cubana, y también, desde la revolución, se rebela contra el autoritaritarismo cultural. Para más detalles, se recomienda consultar el informativo artículo de Mario, fundador y director de “El Puente,”que incluye una bibliografía muy útil.

[5]“Lobos,” el primer poemario de Lago, escrito en Cuba en 1975, ha sido publicado por la editorial artesanal Timbalito en Madrid, 2000. Referencias a Los hilos del tapiz y La Resaca del absurdo se harán, a partir de ahora, como Lht, y Lra.

[6] Los valiosos estudios sobre el exilio involuntario o exotérico, y el voluntario o esotérico, de Bettina

Knapp y María Inés Lagos-Pope confrontan esas situaciones y sus repercusiones. Knapp distingue entre:

“involuntary (one is banished or expelled from one’s native land by authoritative decree), or voluntary (one

escapes persecution, evades punishment or stressful circumstances, or carves out a new existence for

oneself). …(2)” Basándose en la psicología de Jung, Knapp asegura que dentro del tipo voluntario, existe

una sub-categoría, denominada exilio privado o esotérico, la cual define como una manera de vivir,

adoptada voluntariamente por el individuo sin necesidad de abandonar físicamente su país de origen, y

asociada usualmente con la creatividad artística y la vida religiosa y contemplativa. Lagos-Pope, asimismo,

destaca dos modalidades: la expatriación y el exilio interno, coincidente este último con el privado o

esotérico de Knapp. Robert Edwards, Paul Ilie y Paul Tabori han hecho también análisis interesantes en

este campo.

7 Comenta Alberto Lauro en su estudio, al respecto, “(que) hay un acercamiento reverente a lo cubano, tan cercano al elogio de los extraños pueblos de Eliseo Diego, con un sustrato onírico.” (99)

8 Referencias a Despedida del asombro, y Los muertos están cada día más indóciles se harán, a partir de ahora, con las siglas Da y Lmi respectivamente.

[9] Sobre este tema opina Rafael Bordao que, “Para Felipe Lázaro, la muerte no es un modo de concluir la vida, sino una forma sumamente per(s)picaz de enfrentarla”; añadiendo, “Los muertos que hostigan a Felipe no son otra cosa que la antigüedad…” (166); y “Uno de los muertos más rencorosos que asedian al poeta es la distancia, esa otredad que se contrae a la acción del recuerdo” (167).