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miércoles, 21 de julio de 2010

A Coruña

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(A Coruña – Gaviotas)

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El graznido de la gaviota

No es un canto que denote mucha alegría.

Al menos eso me parece a mí.

Es como una conversación

Mantenida en un dialecto que no entiendo pero me gusta.

No se qué hablan, si se insultan o cortésmente se saludan,

Pero adoro que vuelen allá arriba sobre mi cabeza,

Y de pronto inunden mis oídos

Como si el agua del mar bajara volando del cielo,

Como si una ola reventara contra el paredón de mi silencio.

De A Coruña quiero resguardar en mi baúl

Este sonido de mar inverso,

La mística de A Praxa de Azcárraga, las copas entrecruzadas

De los magnolios inmensos,

Y esa flor que hoy ya es ocre resto

De la magnolia deslumbrante

Que un par de días atrás retuve en mi universo.

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(A Coruña, Praxa da Azcárraga, magnolia)

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(Praxa de Azcárraga, A Coruña, 12 de julio de 2010)

© David Lago González 2010

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sábado, 13 de febrero de 2010

Una de las mejores y más completas definiciones que he leído sobre LA POESÍA

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Está escrita por Antonio Muñóz Molina en su recensión (Babelia) sobre la última novela del escritor norteamericano Don DeLillo, "Point Omega".  PURO MISTERIO titula a su reseña, pero más allá del primer párrafo  --que reproduzco a continuación--  no continué leyendo porque, de cualquier forma, yo carezco de eso que supuestamente a nadie le interesa y todos se refieren a él  con desdén, pero que hace la vida más agradable y con lo cual se puede pagar desde un café hasta un libro.

El escritor español dice:

"La última novela de Don DeLillo se lleva en el bolsillo como un libro de poemas y para ingresar de verdad en ella hace falta una actitud más propia de la lectura de poesía que de la prosa.  Pero me equivoco en la disyuntiva: la prosa no es lo contrario de la poesía, sino del verso.  La poesía es un estado de máxima intensidad expresiva que muchas veces está ausente de los libros de versos y sin embargo puede saltar como un chispazo en medio de una novela, o en una música, o en las imágenes de una película.  La poesía es aquello que sólo puede percibirse con una forma peculiar de atención, algo que está materialmente en el sonido de las palabras pero también en el silencio y el espacio en blanco que hay detrás de ellas y en la resonancia que provocan.  La poesía es un primer impacto que ha de ser continuado por una larga revelación, por la conciencia de un significado que es a la vez más claro y más misterioso en cada lectura y nunca se repite idéntico.  La poesía es para ser leída en silencio unas veces y otras veces en voz alta, y su lectura no se acaba nunca, ni siquiera cuando nos sabemos los versos de memoria."

http://www.elpais.com/articulo/portada/Puro/misterio/elpepuculbab/20100213elpbabpor_12/Tes

viernes, 13 de noviembre de 2009

DAVID LAGO GONZÁLEZ - Bette Davis eyes (Homenaje a los intelectuales cubanos, 1959-infinito)

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Juega.

(No juega.)

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Juega, chico, que la cosa está buena.

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(No juega.)

Ni siquiera mis hijos son chicos:

son el fruto de las constelaciones

que han alumbrado el nuevo hombre.

Eso fue lo que me dijiste.

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Tú no entiendes: tienes que jugar.

Juega a estar dentro o a estar fuera, pero no puedes "no jugar".

El juego no está prohibido;

lo verdaderamente prohibido es no hacerlo.

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(No juega.) Me niego.

¿Quién eres para obligarme a hacerlo?

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Soy El Gran Crupier. ¿No te habías dado cuenta?

La ruleta lleva mucho tiempo abierta, ¿no ves cómo gira?

¿Es que no te atrae el vértigo de la suerte?

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(No juega.)

Los casinos estaban cerrados: son "cosa mala",

me lo dijo un babalao.

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Además de crupier, soy El Gran Orisha.

Te digo que juegues, que te conviene.

¿Qué más da? Es sólo un juego.

El casino nunca se ha cerrado, cariño: jugábamos en la trastienda.

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(No juega.)

Y si no juego, ¿qué me pasará?

¿No puedo quedarme a un lado de la mesa,

mirando cómo juegan los demás?....

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No. No. Mil veces no.

¿Es que no lo entiendes o eres especial?

Aquí juega todo el mundo; incluso los que no están dentro del casino:

juega el españolito de izquierda, el "blondie" de Berkeley,

el estirado de Oxford, y hasta el "caballerito valiente" no es más que un simple peón.

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(No juega.)

¿Y qué pasó con las reglas del juego?

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Juega.

Sólo hay excepciones: en los grandes casinos nunca se salta la banca.

Juega, que te conviene, cariño.

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(No juega.)

No me gusta el juego.

Mi voluntad es débil: puedo acostumbrarme.

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Juega. De eso se trata: que te adiciones.

Es una droga.

Y si ahora juegas, aprenderás a seguir jugando cuando salgas del casino.

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(No juega.)

Yo no juego, decididamente.

¿No dijiste que era libre?

Pues entonces no quiero fichas,

no quiero naipes,

no quiero monedas engañosas

ni osos de peluche como símbolos de triunfo.

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Juega. No seas testarudo: ya me estás cansando.

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(No juega.)

Y si no juego, ¿qué pasa?

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Se te pasará factura.

¿Por no jugar?...

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Precisamente por eso.

Por no jugar: precisamente por eso.

Precisamente por eso.

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(No juega.)

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¿Es que no te das cuenta que nunca serás nada si no aprendes a jugar?

Tómalo como un simple ejercicio: lo que hoy se siembra será fruto mañana.

Y si no juegas ahora, tampoco sabrás

aplicar ese aprendizaje cuando visites otros casinos.

¿Crees que te van a apreciar por tus versos?

¿Crees que eso va a llegar a alguna parte?

Cretino, no eres más que el alelado que se alela con sus propias horas muertas.

Y no sabes jugar: incompetente.

Sólo los jugadores tienen baza en los tugurios de la noche.

Y los antros de la noche son tan infinitos como los caminos de El Señor:

están aquí y están allí, están por todas partes, y en todos se aprestan a jugar.

Aquí el último nunca será el primero.

Juega ya.

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(No juega.)

¡Cuánto de mal hice en volver!

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¡No lo sabes tú bien! ¿Qué creíste?

¿Que los tahúres se transmutan en ajuiciados coraleros?

¿Que recobran el discernimiento de la sinceridad

porque el agua que les circunde cambie de nombre

o porque el suelo de las ciudades varíe su testimonio?

¿Es que nadie sabía lo que pasaba desde el principio?

¿Es que todos son unos mocitos recién salidos de algún villorrio?

Las mismas lentes, las mismas barbas, idénticas chepas de bibliotecas,

semejante blandura en el macho y semejante dureza en la hembra

(tal vez eso que Djuna Barnes llama "belleza militar"),

igual destreza en la maestría de contar los cuentos, convencer, imponerse,

apabullar al oído lento con tantas palabras como puede una boca gorjear

para que los falsos naipes pasen desapercibidos

y así confundir con que el interés es otro cuando sigue siendo el mismo:

ocupar lugar, tomar posesión de la silla,

posar los codos sobre la mesa,

ganar terreno,

ganar terreno,

ganar terreno,

esperar,

esperar,

esperar,

esperar toda la vida si es preciso,

y esconder otra carta en la manga por si es necesario cambiar de nuevo.

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No tienes más que mirar a los ojos de Bette Davis:

sabe convencer con una mirada firme de que su mentira

es la gran verdad.

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(Madrid, 1 de junio de 1999)

© David Lago González, 1999

miércoles, 21 de octubre de 2009

DAVID LAGO GONZÁLEZ - La Etiqueta

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Soy "contrario al normal desarrollo de las actividades".

Me lo dijo un policía en tiempos remotos, desde mi juventud más temprana.

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Lo de "contrario" es casi un término lezamiano

que podría tomarse como una fuerza metafísica, espiritual,

con la que opongo resistencia o me rebelo

ante la aceptación de algo que no solamente quieran imponerme,

sino simplemente a algo que exista por sí mismo.

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Lo de "normal"

puede ir desde un estado natural a un precepto jurídico,

pasando por una línea recta perpendicular a otra línea,

todo lo cual abarca desde la geometría hasta la astro-física,

o el cuerpo humano, que es lo más natural que hasta el momento conozco.

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Lo del "desarrollo" se interna casi en un terreno desalmado:

¿Deshago un rollo o entorpezco la acción?

¿Acreciento lo físico, lo intelectual, lo ético,

o como una japonesa tradicional someto mis pies

a la tortura de un zapato de madera para que no crezcan?

¿Explico alguna teoría?

¿Calculo alguna expresión analítica?

¿Sucedo, ocurro, acontezco de algún modo, en algún lugar?

¿O me inhibo y me fantasmo?...

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Y... ¿"las actividades"?

¿Se refiere a la prontitud en el obrar?

¿O a las tareas que corresponden a una persona? ―o a una sociedad, ¡uuhhh!―.

¿Habla de una esfera de actividad determinada o tal vez

va mucho más allá y entra ya dentro del número de átomos

que se desintegran por unidad de tiempo?

¿Quizá intenta recordar el nombre de algún volcán "en actividad"?

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Yo, sea lo que sea, no sé muy bien lo que soy.

Pero creo que en el fondo el policía llevaba razón,

porque cuando creo haber encontrado un lugar,

resulta que no, que estoy en sitio inadecuado;

cuando intento contar algo sobre mi pasado, resulta que no,

que los que no lo vivieron me dicen que no fue así, que estoy equivocado;

cuando me enamoro de alguien, quiero irme hacia lo ajeno;

y cuando estoy solo, quiero estar acompañado,

o cuando tengo compaña, añoro la soledad;

cuando voy por una calle, quiero ir por la otra;

cuando me dicen que lo mejor es callarme, hablo,

y cuando debo hablar, enmudezco.

Así que, perdone usted, señor policía, su etiqueta me ha marcado.

Soy eso mismo que usted dijo:

  • desarrollo las actividades de forma contraria a lo normal,
  • actúo según el normal desarrollo de la contradicción,
  • normalizo lo contrario del desarrollo activo,
  • contrarío lo normal desde el desarrollo de la actividad.

O sea, que me ha convencido: yo no tengo remedio

y soy un peligro a la sociedad, al estado de derecho,

a la democracia, al proletariado y a los ricos,

a sus hijos, a su madre la pobre viejita, al conductor del autobús,

a Dios, a María Santísima, a todo lo que usted quiera.

Llevaba razón: no me debo el mundo,

no me debo la vida,

no me merezco ser feliz.

¡Enciérreme usted!

Usted sí que entra dentro del "normal desarrollo de las actividades"

y su deber es impedir que yo lo entorpezca, así que, por favor,

actúe en consecuencia ¡y elimíneme de una santa vez!

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(Madrid, 21 de octubre de 1999)

© 1999 David Lago González

lunes, 19 de octubre de 2009

ARS ATELIER, París, 16 de octubre de 2009 - David Lago González, Lectura de Poesía.

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(Crónica 1)

Cuelgo aquí a continuación la plaquette que los señores Zoé Valdés y Ricardo Vega tuvieron a bien encargar para distribuir entre los asistentes a la lectura.

En los días anteriores inmediatos, apenas llegado de Philadelphia y casi sin tiempo, un amigo en Madrid me decía, divertiéndose a mi costa: "Tal parece que vas a estrenar en La Ópera." Aplicado al caso, no me importa la magnitud de tal institución o de la Academia Sueca donde se entregan los Nobels, pero realmente me sentía, y me siento, muy honrado por la deferencia que han tenido conmigo, agradecimiento que perdurará en el recuerdo.

Yo no sé si lo digo bien en francés o no, pero repito eso que se dice en cubano cuando se está muy orgulloso: je ne peux plus un autre grain de mil dans le cul. Si lo he escrito mal, por favor corrígeme Tonino.

Merci.

David Lago

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jueves, 8 de octubre de 2009

DAVID LAGO GONZALEZ - Casa de America, Madrid


a los mecenas de la cultura cubana “en el exilio”

 

 

 

 

Lo peor no es llegar,

abrir la mesita plegable,

colocar los poemarios

y parapetar visiblemente el reclamo:

 

“OTRA CARA DEL EXILIO CUBANO:

POETA

VENDE SUS LIBROS ANTES DE COMÉRSELOS.”

 

Lo peor es irse,

cerrar la mesita plegable,

guardar los libros y el reclamo en la mochila,

y ponerse en pie

sabiendo lo que no sabe aquel que pasa: que no has vendido

ni uno solo.

 

 

(Madrid, 24 de marzo del 2001)

(C)2001 David Lago Gonzalez


miércoles, 26 de agosto de 2009

DAVID LAGO GONZÁLEZ - INTOLERANCIA

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(Yeros Dimitris)

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Harta ya de estar harto, ya me cansé

Joan Manuel Serrat

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Sí, la verdad es que no sé por qué he cogido esta majomía con el desconcierto por venir (Concierto de Paz sin Fronteras, Miguel Bosé, Juanes & demás). Pienso, claro, que... es que tampoco hemos tenido respiro en cincuenta años, y en muchos de nosotros esa cantidad de años conforma nuestra vida entera. Las demás dictaduras pueden haber sido horribles, espantosas de la death, e infinitamente peores que la Revolución Cubana --digo esto para complacer al respetable que gusta de escuchar que cualquier cosa ha sido peor que lo que ellos consideran romántico, utópico y hermoso--, pero han pasado. HAN PASADO. Ya. Pasó. Y la presencia es la presencia, igual que su contrario. Aunque no hayan cerrado las heridas (porque nada se cierra realmente), ha habido un punto en el que a partir del cual la gente puede considerar que comienza una nueva etapa. El asunto que tan dolorosamente nos atañe, a nosotros, a todos los cubanos no importa en dónde estemos ni de qué forma (y es probablemente en lo único que podamos ser iguales, y hasta hermanos), es que no termina. Parece que va a terminar pero continúa. Así, durante 50 años, que son, al mismo tiempo, medio siglo de escuchar los mismos insultos y descalificaciones que los estúpidos acólitos repiten una y otra vez como cotorras que se aprenden una frase y la multiplican hasta la extenuación, el hastío o la reacción violenta, asesina, criminal, ejecutora, que puede provocar en algún aquejado por la dictadura de marras.

Por eso anoche me desperté una vez en plena madrugada, y a pesar de haber sido la única noche en semanas en que corría brisa por mi balcón, yo no podía volver a conciliar el sueño, y me martillaba en la cabeza ahora un nuevo insulto: "intolerante," intolerante, intolerante, intolerante, hasta que en plena hoguera del insomnio pude retener los versos finales del poema que esta mañana, hace un rato, he escrito, y ahora lanzo desde la terraza del penthouse que da a la calle San Ramón, frente a la casa de Martha Verdugo, que fue una de las compañeras de trabajo que quiso darme actos de repudio durante El Mariel.

Para todos ustedes, de mi propia inspiración, mi canción INTOLERANCIA.

INTOLERANCIA

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Que se calle la orquesta antes de comenzar a tocar.

Que sea el único concierto sin voz.

Que a partir de entonces sus cantores no tengan paz,

por haber ido a cantar a la tierra de Dios y el Diablo

bajo el sol que la nieve disparó un día para cegarnos para siempre.

Que se ahoguen todos en la gran sopera de cerámica blanca

llena del óptimo merengue, virgen de cortes y éter,

que muchos dicen el mejor del mundo.

Que la negra única no pueda volver a gozar de mujer ninguna,

ni tampoco de un solo hombre.

Que el blanquito patético reciba la bala

que lo haga por fin tan hombre como para no serlo.

Que el paisa bonito se funda en negro, de camisa y corazón.

Que el minero y la mujer del minero vuelvan a su mansión,

pero realmente contaminados por el estercolero;

que lo que ellos consideran piedras con las que me han golpeado,

palabras con las que me han insultado,

gestos con los que me han humillado,

se ensuelva todo en sí mismo como un polluelo enfermo,

conjurado por el dolor de mi madre y la herida de mi padre,

y el dolor de todos

y la risa de todos

y la basura de todos.

Que abran y cierren la boca

con la frustración de darse cuenta que de ellas no sale nada.

Que dejen ya de creerse que piensan.

Que me dejen en paz.

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Que el pálpito de la miseria del hombre

vuelva a reposar tranquilo sobre mi párpado,

asumido como vida irremediable, gozosa y sufrida;

al fin y al cabo, mi única vida.

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(Madrid, 26 de agosto de 2009)

© 2009 David Lago González