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(Camagüey, paisaje bucólico con cerdo para asar, 2010)
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XX: ………………..
YO: Sí, ciertamente parece Haití. No parece Camagüey, sino como un pueblo de campo.
Me intriga lo de la zanja en medio de la calle. Es para que corra el agua cuando llueva? Eso se remonta a las calzadas romanas (romanas de Roma pero de cuando Nerón y Calígula)
XX: La zanja en medio de la calle es (o fue) un proyecto creado por el JEFE DEL DISTRITO unas semanas antes de las elecciones y destinado a resolver el problema de las inundaciones. Eso fue en el ano 2004. Era profunda como para albergar esos tubos que se instalan usualmente para el desagüe hacia el río. Creo que sabrás que mi familia vive a dos cuadras del río, pegados a la planta eléctrica. Te acuerdas de la planta eléctrica?? Que bueno que la recuerdas. Se derrumbó hace mas de diez años y la van a reconstruir, creo que junto a las tuberías que pasan por la zanja frente a la casa de mi madre.
Los vecinos de la calle de la zanja (Nada que ver con la Habana) como prácticos y acostumbrados a convertir el revés en victoria, contentísimos están de que la zanja exista pues por los últimos años se han visto liberados de los inconvenientes que acarrea el tener que levantarse de madrugada para plantar las bolsas de basura en la puerta del vecino sin que éste se entere y en el caso extremo, al otro día por la mañana encontrarlas de regreso en la puerta porque el vecino, que no duerme para saber quién lo hace, con la misma las devuelve a su puerta de origen para entonces, por la mañana, compartir su tacita de café juntos.
Pues esa es la historia de la zanja.
(2010)
NOTA DEL BLOGGER: Sí, son detalles de la ciudad donde nací. Antes era una ciudad; ahora, como digo, parece un pueblo de campo. Creo que tanto la imagen como el texto de mi amigo, distan bastante de las postales para turistas y fundamentalistas observantes de la fe más absoluta y anormal que muestran otros blogs y que la misma Generación Y narra en sus textos ¡oh! tan artísticos.
Hace poco fue otra amiga. A Camagüey directamente (la verdad es que los de Camagüey sólo nos interesa Camagüey, qué le vamos a hacer, somos así de “exclusivos”, como los catalanes). Allí no hay coches, no hay tráfico, no hay “carros”. Pero cuenta que lo que más le impresionó es el ruido que se oye por todas partes, una especie de murmullo continuo que no para ni por la noche, y es que la gente ya no habla sino grita, de balcón a balcón, de acera a acera, todo el mundo habla cuanto más alto mejor. Debe deberse, seguramente, al grado de educación que hemos recibido de la Revolución.
DLG
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