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© David McKean
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Papi está de nuevo en su butaca. No pudo aguantar a esperar la muerte tranquilamente, como cualquiera otra persona. No, no. Él tiene que estar hasta su última hora, augurando desgracias y cinturones más apretados cada año. He’s a real celebrity: no puede sustraerse a las cámaras, las luces, el nerviosismo de la performance. Y claro, ¿quién lo para? ¿Quién se atreve a decirle que la gente, cada día más, lo único que hace es reírse de él?
Además de todo lo negativo, destructivo y monstruoso que ha significado en nuestras vidas (que eso: “hoy no valen ni siquiera un poco…”), ahora se convierte en la vergüenza del país. Siempre se vuelve a los momentos culminantes de la vida, y él quiere regresar a la emoción que le provocaba ser lidercillo de la Facultad de Derechos, y desde arriba del todo de la escalinata de la universidad, lanzar su discurso. Sueño con ser un fantasma que se para detrás de él y lo empuja escaleras abajo.
David Lago
2 comentarios:
Quiero acompañarle en su aventura onírica...Buenas noches y felices sueños!
Un texto del innegable poeta que eres, a pesar del tema.
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