lunes, 23 de agosto de 2010

Encaje de bolillos

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Bolillos08

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Caperuza de Camariñas

como corona

cubre la boca de la redoma.

Dentro otra manufactura de sapiencia popular

se hace pardo licor azucarado y subido de tono.

Alambique milenario son las manos

de la buena Maruxa.

Interior de la alegría y bastilla

que acumula en su oscuridad restos secos de heno,

vida vivida y sufrida, polvo de las calizas

que conforman las lindes de todo sueño.

Hay quienes para los que los sueños se resisten

y encuentran sombras donde debía lucir la luz.

Pero la vida se acomoda en el equilibrio de los años.

Encuentra sitio propio, teje

o prepara mejunjes de exquisito paladar.

Ve la televisión. La fuente del patio

rememora la música del agua

que una vez trajeron los árabes hasta estas tierras tan arribas.

Tan arribas que sólo están a un paso del cielo y del mar. Más arriba Camariñas,

pueblos atrapados entre las olas y los riscos,

enriquecidos de contrabando y provocadora naturaleza.

Una soda en la terraza.

En una isla lejana, allá por la década del veinte del pasado siglo,

las muchachitas Fagundo también hacían encaje de bolillos, cuenta ella,

pero la más avezada era la diminuta Bertha. Vida dura

pero más dulce, quizás porque la melaza todo lo disfraza.

Camariñas y yo,

pueblos atrapados entre las olas y los riscos,

enriquecidos de contrabando seductor y provocada naturaleza ya dormida.

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(Madrid, 23 de agosto de 2010)

© 2010 David Lago González

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(De “ A Rapa das Bestas”)

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Hace un rato conversaba digitalmente con un amigo que esta costumbre (mala costumbre) que llevo ya algunos años haciéndola y consiste en estar empezando continuamente libros que luego dejo inconclusos, no es más que un pobre pretexto para tener siempre algo pendiente que terminar.

http://indiciosdedesorden.blogspot.com/2010/08/encaje-de-bolillos.html

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3 comentarios:

El Tinajón dijo...

No eres el único, puede que aveces días consecutivos empiece lo que considero es el principio de algo fundamental, único, decicivo...
Llegará a ser algo? Quien sabe...

Zoé Valdés dijo...

Es un verdadero encaje, de soledades, de tristeza; es por eso que adoro tu poesía.

David Lago González dijo...

Gracias por leerme a los dos.

Luisito, tu enigmático comentario me deja un poco en ascuas. Hoy me he pasado por tu casa (tu blog) para tomar café juntos, pero una vecina me dijo que habías salido a pasear los perros...

Zoe. Gracias, rica. Ya te contesto y amplío más a tu e-mail. Son cosas demasiado personales y que involucran a otros, y luego el populacho las coge p'al trajín.