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I gaze in your eyes,
and to my joy I find
that every fear which used to be near,
has gone, gone from my mind.
Cole Porter
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Algunas veces la felicidad no es ya más una simple sensación
sino algo tangible, visible.
Recuerdo, hace tiempo,
una muchacha hablaba a mi sonrisa como al milagro de una luz
que iluminaba mi rostro, y de paso el suyo.
Acotando los excesos, he pensado
que el amor lleva desde magníficas palabras para el recuerdo
hasta lastimosas consideraciones para olvidar.
Sólo pocos días antes de escribir este pobre reclamo de paz para mi corazón,
yo toqué la gloria de la luz sobre tu almohada. Allí estaba,
como una luciérnaga posada sobre tus labios.
Volaba de ellos a tus ojos y volvía, y volvía a empezar de nuevo.
La funda tenía líneas azules y blancas, como la sábana,
rematada por un borde que imitaba el denim.
Estábamos debajo del mundo en ese mismo instante,
tú debajo de mí. A nada parecía tenerle miedo,
incluso asuntos tan espinosos como la muerte y la vida.
Me asomo a tus ojos, y para regocijo encuentro
Que todos los temores que solían estar cerca
Se han ido, y han volado de mi mente...
Con nada que pensar, ¿cómo podría tropezarme con ellos?
Fantasmas o piedras, qué más da lo que sean.
La luz que hace mil noches di a aquella muchacha
vuelve ahora a mí, verde también, en mi desnudez gratifica la tuya.
En la de ambos se crece.
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(Madrid, noviembre 2004)
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© 2004 David Lago González
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