martes, 5 de octubre de 2010

Razones para el silencio

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© Katarina Vavrova (Slovakia)

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Acéptalo: es lo que tengo.

Acéptalo, oh Dios del Cielo.

Acéptalo, igual que el mar.

Acepta el ancho caudal del río

y el del arroyo, pobre y pequeño,

que de la sierra bajando va.

(Tonada que acompañaba los oficios en Camagüey en los años 70)

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para Isora Cabrera

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No preguntes por el origen de todo esto que aquí ves.

La simiente no es la referencia de un único nombre,

y no siempre son las cosas lo que parecen ser.

Es más, casi nunca lo son.

Si no te gusta lo que ves, si no te complace lo que doy,

retoma el sendero que en la noche te puso aquí,

al lado de esta borrosa procedencia que palpas,

o calla de una vez, que agradezco más el silencio que las palabras vanas,

porque endebles son, o acaso ¿no es que con el relato de mi rastro

intentas rellenar esa inapetencia que llamas rutina?

Ya yo he visto esa película,

ya he escuchado esa canción: alquila otra, compra otro cedé.

¿Es que pretendes que en cinco minutos haga recuento de toda la Humanidad?

¿Por qué me pides tanto? Y no, que no te ofenda el tono,

ni la mímica del cansancio cuando me oyes decir groseramente “ya salió la cosa”

y me ves girar la cabeza hacia la oscuridad de la noche o del infinito,

cualquiera apetecible boca que no sea la tuya

y tenga a bien tragarme en el instante aciago.

¿Por dónde quieres que comience mi historia: los fenicios, los celtas, los sefardíes?

No, darte el gusto de acortar el trayecto

y simplificar la vastedad, no te lo voy a dar,

nada quiero saber de lo que sobre mi origen puedas pensar,

guárdatelo para la hora del café.

Tu idea no es mi vida, es sólo una especulación,

o una bonita vaguedad.

Una estrella o un infierno, lo que quieras; todo, menos la vida que viví.

Mi origen, si alguno tengo, habrá sido el brillo del aluminio de una cuna de hospital

y ni siquiera lo recuerdo. Ya ves, de dónde vengo, ni siquiera me acuerdo.

Y si todo cuanto digo es mentira, quién eres tú para llamarme a razón.

Anda, vuelve al colegio si quieres aprender malamente

lo que ya malamente te enseñaron: yo sólo me desnudo ante un motivo consistente

y el interés por el pasado no es excitante.

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(Madrid, 17 de agosto de 2001)

© 2001 David Lago González

1 comentario:

Carmen Karin Aldrey dijo...

La gran poesía, con heridas por aquí y por allá... tus palabras siempre saltan sobre la hierba como la lluvia.
Bacci
CK