lunes, 25 de octubre de 2010

JACOBO MACHOVER - CÓMO CASTRO ENGAÑÓ A LOS INTELECTUALES FRANCESES (entrevista realizada por Axel Gyldèn para el diario L’Express)

NOTA DEL BLOGGER:  Esta entrevista, que ha levantado polémica en la vecina Francia, es publicada en este blog gracias a la cortesía (y traducción) del escritor entrevistado, Jacobo Machover.  Gracias por su palabra y por su amistad.

David Lago González

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CÓMO CASTRO ENGAÑÓ A LOS INTELECTUALES FRANCESES

El exiliado Jacobo Machover cuenta en su último ensayo cómo el régimen cubano supo manipular a los intelectuales franceses

Entrevista realizada por Axel Gyldèn

(L’Express, París, 20 de octubre de 2010)

Catedrático en la universidad de Aviñón y profesor en la Escuela Superior de Gestión de París, el opositor cubano Jacobo Machover publica un libro, Cuba : l’aveuglement coupable (ediciones Armand Colin), que denuncia las complicidades de los intelectuales franceses (y del mundo entero) con la dictadura castrista. Desde Jean-Paul Sartre hasta Oliver Stone, el autor, exiliado en París, analiza los mecanismos de esa “ceguera culpable”.

¿Por qué los intelectuales franceses, más que otros, han sentido esa fascinación por la revolución cubana?

Algunos de sus rasgos recuerdan la revolución francesa, sobre todo sus excesos – el Terror (la Terreur). Desde los primeros días de la revolución castrista, las ejecuciones públicas son cotidianas y se exhiben en primera plana de los periódicos y en los documentales proyectados en los cines. La muerte no sólo no se esconde sino que se transforma en un espectáculo. La revolución cubana, desde sus orígenes, muestra su verdadero rostro: ejecuciones diarias, condenas demenciales (a veinte o treinta años), censura de prensa. Y, sin embargo, los intelectuales franceses aprueban y hasta santifican lo que ocurre a cerca de 7 000 kilómetros de París.

¿Por qué?

El diario Le Monde jugó un papel importante. Su enviado especial, Claude Julien, relató la situación imperante en Cuba sin ninguna distancia crítica, haciendo creer que las ejecuciones eran el producto de una movilización espontánea, cuando en realidad la sed de venganza era exacerbada por la revista Bohemia, que comparaba la dictadura de Batista al nazismo y la justicia sumarísima cubana al tribunal de Nuremberg. Le Monde retomó también la cifra inventada de las “20 000 víctimas de Batista”. De hecho, fueron probablemente diez veces menos. Los intelectuales de Saint-Germain-des-Prés se tragaron la versión oficial sin cuestionarse absolutamente nada. Es exactamente lo contrario de lo que debe ser la posición de un intelectual, sobre todo tratándose de una dictadura. Así fue cómo Fidel Castro engañó a los intelectuales franceses.

¿Quién retomó en Francia su punto de vista?

En primer lugar, Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir. Entre febrero y marzo de 1960, efectuaron un largo viaje dentro de la isla. Subyugado por Fidel y fascinado por la juventud de los revolucionarios cubanos (tan distintos de los burócratas moscovitas), Sartre publicó una serie de artículos admirativos en el diario France Soir. Simone de Beauvoir, por su parte, justificó las ejecuciones sumarias en varias entrevistas. Luego empezó la procesión: centenares de intelectuales franceses, entre ellos los escritores Françoise Sagan, Robert Merle, el periodista Philippe Gavi, la cineasta Agnès Varda o el actual ministro de Asuntos exteriores Bernard Kouchner realizaron el viaje a La Habana. Era el sitio donde había que mostrarse. Che Guevara comprometió a varios de sus visitantes, invitándolos a asistir, junto a él, a diversas ejecuciones en la fortaleza de La Cabaña, como lo confesó el escritor rumano-brasileño Stefan Baciu en su libro Cortina de hierro sobre Cuba. En Francia, de un centenar de textos y de libros publicados en aquella época, son pocos los que formularon críticas públicas, entre ellos Castro l’infidèle, de Yves Guilbert, y Autopsie du castrisme, de Léo Sauvage. Hay que precisar que el régimen castrista sabe ofrecer a sus invitados (intelectuales, periodistas, universitarios, hombres de negocios) las condiciones más envidiables, brindándoles prostitutos(as) de ambos sexos, tomando la precaución de tomarles fotos a escondidas para poder chantajearlos.

En 1971, sin embargo, el caso Padilla significó un giro.

Heberto Padilla, autor de un poemario “subversivo”, tuvo que hacer una autocrítica pública particularmente humillante, en la que se acusaba de ser un enemigo de la revolución. Eso provocó un gran escándalo. Decenas de intelectuales, entre los cuales Sartre, abrieron los ojos y publicaron un manifiesto en Le Monde, en un tono muy respetuoso. Los firmantes le pedían al “Comandante en jefe” que volviera a los principios iniciales de la revolución… que eran, como se ha podido ver, ¡el terror y el derramamiento de sangre! Uno de ellos era el premio Nobel de literatura de 2010, el peruano Mario Vargas Llosa – quien se volvió a partir de ese momento uno de los principales críticos del castrismo. Pero otros retornaron al redil, Gabriel García Márquez por ejemplo. En Francia, L’Express, dirigido en aquel entonces por Jean-François Revel, se distinguió con la publicación de una entrega titulada “¿Adónde va Cuba?”, extremadamente crítica. Pero Fidel puede contar con apoyos indefectibles: Jack Lang, asiduo visitante de la isla, Danielle Mitterrand, un caballo de Troya utilizado por Castro para que lo invitaran a los escenarios europeos o, también, Ignacio Ramonet, el ex - director de Le Monde diplomatique, cuya “castrolatría” es de sobras conocida. Hoy día, los cineastas Oliver Stone y Michael Moore toman el relevo. El primero está acabando actualmente su tercer documental dedicado a Fidel, después de Comandante y de Looking for Fidel. El segundo, que canta los logros del sistema de salud cubano en su documental Sicko, no duda en pronunciar discursos particularmente despectivos hacia los exiliados cubanos, entre los cuales (pero eso, él seguramente no lo sabe) hay muchos ex – guerrilleros que lucharon contra la dictadura de Batista. Al igual que los que los precedieron, esos dos cineastas americanos no se dignan en ir a hacerles preguntas a los cerca de 2 millones de exiliados, contentándose con la descripción caricaturesca que hace de ellos el régimen castrista. Sin embargo, la voz del pueblo cubano sólo se puede expresar libremente en el exilio.

Aparte de esas celebridades, ¿cuáles han sido los apoyos más importantes al régimen cubano?

Fidel Castro entendió muy pronto que la base principal de apoyo a la revolución era la educación, es decir el adoctrinamiento. Y que, por ese medio, podía difundir una imagen positiva más allá de sus fronteras. Desde siempre, el gobierno invita a la isla, con todos los gastos pagados, a una cantidad impresionante de profesores universitarios, esencialmente franceses y americanos. Cuando éstos regresan a sus países respectivos, esos inestimables forjadores de la opinión pública están colocados en los lugares claves para difundir la buena nueva a través de ciertos libros de texto – en particular los de historia y de filología hispánica. Así, en un libro publicado en 1979, titulado simplemente Cuba, la jurista Francine Demichel “demostraba”, junto con su esposo, que la Constitución de 1976, totalmente copiada de la soviética, era un modelo de “democracia pluralista”. Esa admiradora del castrismo llegó más tarde a ser la presidenta de la universidad de Paris VIII entre 1987 y 1991 para, después, ser nombrada directora de la Enseñanza superior en el ministerio de la Educación nacional bajo el gobierno socialista de Lionel Jospin entre 1997 y 2002, es decir la más alta autoridad en el seno de la universidad francesa.

Consecuencia de todo ello: desde hace cincuenta años, innumerables lazos se fueron tejiendo entre las universidades francesas y cubanas, que cuajaron en la organización de muchos coloquios y en la publicación de un sinfín de libros. La universidad de Burdeos (Bordeaux III) tiene firmado desde hace tiempo un acuerdo de cooperación y de intercambio con la de Santiago de Cuba. La universidad de Cergy-Pontoise está dirigida por una propagandista conocida de la “cultura” castrista, Françoise Moulin-Civil. ¿Otro ejemplo? En el año 2007, una de las pruebas en las oposiciones para ser profesor de español en Francia ( concurso que había que preparar a través de un libro firmado por el procastrista Jean Lamore) consistía en explicar “las etapas de la construcción de la democracia socialista” en Cuba. ¡La “democracia en Cuba”! ¿Quién se puede aún creer eso?

© Jacobo Machover

© Axel Gyldèn

© L’Express

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Este escrito me recuerda al la carta que escribió Miguel Angel Quevedo propetario y director de la revista Bohemia en Cuba cuando el régimen de Castro se la robó. En esa carta explica cómo el régimen de Castro manipuló las noticias que se daban y cómo el participó en decir que el gobierno de Batista habia asesinado 20,000 personas siendo mentira.

Perla dijo...

Este escrito me recuerda al la carta que escribió Miguel Angel Quevedo propetario y director de la revista Bohemia en Cuba cuando el régimen de Castro se la robó. En esa carta explica cómo el régimen de Castro manipuló las noticias que se daban y cómo el participó en decir que el gobierno de Batista habia asesinado 20,000 personas siendo mentira.