.
.
Chago (Santiago Méndez Alpízar) da una lectura de poesía esta noche en el Café Libertad, cantata incluida. La cantata trovadoresca, no sé si de Pa’llá Pa’llá o de aquí, la verdad que es algo añadido que me frena; ya no puedo con eso, a no ser que sean singersongwriters americanos o ingleses, pero no, en español no, pasaron ya las etapas de Joan Manuel Serrat, las de Silvio Rodríguez cuando cantaba Terezín, incluso las de mi amiga Marieta. Uno va quemando etapas en su vida… hasta que termina quemando toda la nave.
Lo siento por Chago, que me ha insistido. Pero no puedo. Además, en todas partes se fuma: espero con verdadera devoción y frenesí la puesta en marcha de la ley antitabaco –bendecida sea Trini, si logra implantarla--. Además, a quién me voy a encontrar allí. Los que no solamente son neutros, sino también neutralizadores. La neutralización es como que te capen siendo macho (en las mujeres no sé cómo será), o algo así como una lobotomización light. No, no. ¿Y si termino discutiendo? ¿Si sale el fantasma de Cuba, que siempre está presente por ahí? No, no, no. Me niego. No quiero discutir, no quiero juzgar. No quiero ser ni hacer nada.
Las etapas… Ya yo recorrí la etapa de las lecturas en cafés con otros poetas y cantaautores. Inicialmente nos reuníamos en El Manuela. Quise ver qué pasaba desde abajo. Y de ello resultó una temporada que disfruté mucho. Claro, que a ninguna de las figuras (auto) consagradas del exilio político cubano se le ocurría pasar por allí: ¡hombre, no faltaba más! ¡con lo valioso e importantes, y el nivel que tienen ellos, cómo van a mezclarse con un grupito que no promete! Siempre buscando lo que promete, sobre todo si ello redunda luego en ellos… Creo recordar que iba solamente Oscar, aparte de mis amigos nativos de este trozo de la península ibérica; en realidad siempre fuimos más abiertos y la sombra del ghetto nos espantaba.
Desde hace algún tiempo ya me pienso más dónde voy. No tengo el más mínimo interés de someterme a explicaciones de ninguna clase, qué yo pienso sobre esto o sobre aquello, escuchar cosas con las que no estoy de acuerdo, cosas con las que en definitiva y en el fondo de los fondos tengo muy poco que ver. Ha pasado tanto tiempo… Y uno se ha dividido en un tren bicéfalo que avanza por una parte y por la otra sigue en el mismo raíl de hace 50 años. Además, no tengo nada que decir. Absolutamente nada.
Y en el Café Libertad no tengo el recurso del zapping. Una lástima. Y los capítulos se terminan, tienen que tener un final. Tan simple como cuando “fleteaba” en los urinarios y en El Retiro, y ahora ya no. Se quemó la nave: no hay manera ni deseos de volver atrás.
© 2010 David Lago González
5 comentarios:
Saludos, David: salud, prosperidad!!
Muy bueno eso del "tren bicéfalo", el mejor resumen gráfico de la pesadilla cubana.Le sigo siempre,a Usted y su autenticidad,no al tren,en ese ando subida y cada día ruego que descarrile el de la ruta cincuentenaria.Saludos!
Tienes razón, Valeria. Pero no, esas uvas no caerán. Yo creo que son de ésas de plástico o no sé qué, que ponen en los centros de mesa. Gracias. Saludos.
Te entiendo, yo estoy en esa etapa; aunque debo asumir.
A mí me pasa hace rato, cuando veo el tren venir me escondo. Decir qué, para qué...? E s emborronar cuartillas, perder el tiempo, desviarse de lo esencial. Cierto, aveces no lo puedo evitar y caigo en el bache de "lo mismo con lo mismo", pero cuando me doy cuenta me recupero y salgo inmediatamente. Por algo me fuí de allá. No puedo ni quiero vivir con el cuerpo aquí y la mente del otro lado. Si sirviera de algo...
Publicar un comentario