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a Galicia perdida
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Volver a la casa del padre.
Retomar su lengua, repasar las palabras
por las que la curiosidad preguntaba
entre las viandas y las carnes y los vapores del apetito
de la tierra cercana pero invisible, escondida
tras la trama de una ruta tropical hacia lo exótico equivocado.
Reducirme al misterio del silencio, su sabio silencio;
o simplemente un lapso a la espera de algo confirmado.
Difícil adivinar lo que piensan los hombres de su tierra
porque la gravedad a veces oculta una verdad afilada,
un dolor que transporta a lo definitivo,
una certeza de lo verdaderamente importante
para poder sobrevivir a tanta inmundicia que agolpa la vida.
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© 2010 David Lago González
(Madrid, 2-3 de abril de 2010)
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En estos últimos dos o tres días he estado pensando seriamente en escapar. La única forma de emigrar nuevamente que veo posible sería volver a Galicia. La poquísima gente que me quiere bien en Madrid me dice que es una locura. Yo sé que sólo es un deseo.
Lamento en serio el error de mis ancestrales sefarditas maternos y de mis celtibéricos paternos el destino que les llevó a una tierra que sólo existió en la mente de los mercaderes de especias.
-o-
2 comentarios:
Los locos somos cuerdos, José Martí.
Estimado David,¡como comparto su desolación!
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