Adela, la del cha-cha-chá, la nacional Adela, la internacional Adela, me dijo hace unos días que la madre de crianza (su tía política Roselia) de Carlos Victoria (Olivera), que reside en el Reparto Jayamá, de Camagüey (que originalmente fue una especie de barrio de campesinos emigrados a la ciudad bajo la sombra pentecostal norteamericana), está cobrando o ha cobrado ya el seguro que su sobrino Carlos le dejó a su nombre al fallecer, y que la india zapinga y zacateca y metalecalacalaca, con la que cometió el error de casarse en pago a que la angelical centroamericana cuidaba de su madre en los últimos momentos (y seguramente despreciaba con todas sus fuerzas oscuras, ancestrales y profundas de raza trasquilada que traslada su odio al resto de la humanidad), intentó impugnar para, además, de la nacionalidad norteamericana, la posible pensión de viudedad y la miseria de la librería de Carlos subastada en un patético garage-sale, auxiliada por Daniel Fernández (t.c.c. Truca Pérez), quedarse con el dinero que Carlos había destinado a quien lo crió, persona verdaderamente especial y angelical que sufrió por él todo el sufrimiento y cariño impagable de una madre.
ME ALEGRO infinitamente que a la india zapinga se le haya torcido su aviesa intención.
David Lago
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