jueves, 18 de noviembre de 2010

Mi amigo Oscar (I)

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Raymond Depardon

© Raymond Depardon

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Mi amigo Oscar* (I)

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La última vez --y muy pocas veces anteriores más –que mi amigo Oscar estuvo en mi casa (en ésta que habito ahora, y que sabrá Dios lo que pasa con los recortes de las Esperanzas y los Gallardones) fue como dos años antes de morir (lunes de la Semana Santa del año pasado y encontrado el Jueves Santo), para hacerme partícipe de su miedo, terror, pánico y total seguridad de que algo muy raro le estaba pasando por dentro. Él sabía que iba a morir pronto. En aquel momento, sentado en la mecedora de mi madre, tuvo una crisis de ansiedad y llanto. Nos abrazamos, yo creo que nos abrazamos ya eternamente. De ahí a su muerte física pasaron, ya lo he dicho, unos dos años. Dos años de brotes sicóticos, internamientos en hospitales especializados, e infierno, verdadero infierno. Yo pasé de ser el más querido al más odiado, y finalmente rehabilitado de nuevo.

Hace dos noches soñé con él. Cada vez que eso sucede, el sueño se convierte en un aviso de algo que desconozco. El anterior fue para avisar que muy pocos días después el puto venezolano y para colmo chavista al que le había hecho el favor de casarse con él para que pudiera empezar a obtener la ciudadanía española, se había metido en su casa, contraviniendo así su deseo expreso de que esa propiedad recayera en su hermana.

Hace algunas semanas recibí un libro, que tengo que leerme, sobre el tema de la Embajada del Perú en el año 80, y de inmediato pensé lo mucho que le habría gustado leerlo. Él siempre se quejaba de que El Mariel y su mal llamada “generación” habían opacado todo lo que aquello significó. Personalmente añado que es ésta es sólo una agrupación de vencedores por pura suerte o destino y que muy poco han tenido en cuenta a los de la Embajada del Perú y a los “marielitos” que nos quedamos en “plataforma insular” con menos libertad, mucho más terror, más hostigamiento, y el rechazo y la lapidación de muchos de los que antes éramos todos amigos. Hace poco leí en un comentario o en un post de algún blog que apenas existía documentación fotográfica de aquellos “amores en tiempos de cólera”, y realmente me quedé anulado por la imbecilidad del cuestionamiento: ¿es que acaso no recuerdan que no existían apenas máquinas fotográficas? ¿es que pensaron que alguno de los implicados pensó que aquello podía ser el “picnic” de Kim Novak y William Holden? Y ¿qué hacían entonces nuestros heroicos neo-patriotas desde sus bureaus de mayimbes, periodistas oficiales, o sus ratoneras-armarios de oportunistas al acecho que en muchos casos ni siquiera sabían que lo eran?

En fin, Oscar tenía razón. Los héroes son los perdedores. Y para estos héroes sólo hay locura, miseria, menosprecio. Porque al fin y al cabo, ¿qué heroicidad hizo Oscar en toda su vida? Pues SER ÉL MISMO, tanto allí como aquí, pero no veo que el mundo vaya en la dirección de premiar alguna vez LA DIGNIDAD.

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*Oscar León Morell (Florida, Camagüey, 1950-Madrid, España, 2009)

© 2010 David Lago González

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7 comentarios:

Fermina dijo...

Desgarrador, cierto.
Y que con la memoria, no?
Tengo varias fotografias, tomadas por mis ojos, colgadas por todo mi ser. Ni siquiera tenia que salir de la escuela, miraba, a traves de la cerca de marpacificios rojos abriendo espacio con mis manos,a las familias tiradas en aquel hierbazal repartiendose algun poco de comida , cargando ninnos que lloraban mientras la policia les ladraba y la gente les gritaba 'gusanos" "que se vayan". El corazon me latia apresurado, siempre senti miedo. En la tarde los policias me cruzaban la calle de un lado a otro para regresar a casa y yo iba en silencio, mirando al suelo, mirando la punta de mis colegiales negros. Un dia le cayeron a golpes a un negro grande que andaba con unos bultos, todos los "pioneros" vimos aquello. Cuando me cruzaron la calle esa tarde habia sangre en la acera. Esa noche me dijeron que mi madre "se fue" tambien.
Si, hay muchos que, no son los heroes, pero llevan cientos de calcos, de fotografias, de memorias estampados por todo su ser.
Saludos, buen fin de semana!

David Lago González dijo...

Muchas gracias por tu comentario, Fermina. Me ha llegado mucho por su tremenda sinceridad y porque está dicho desde la mirada de otra generación que venía detrás de nosotros.
Buen fin de semana para ti también.

calabacita exiliada dijo...

Pienso en esos años y recuerdo a mi madre recortando en el Granma los artículos donde se recogía la cifra de personas(escoria) que había salido por el Mariel, como si se tratara de un trofeo. Estuve en medio de al menos un acto de repudio, de lejos, más por curiosidad, del adolescente que entonces era, que otra cosa, no he podido olvidar aquel carro (un almendron) huyendo por los jardines de "La Lenin", en medio de un enjambre de adolescentes que gritaba improperios, la familia aterrorizada en el interior del carro, nunca alcancé a verles el rostro, les lanzaban cuanta cosa hubiera a mano. No puedo imaginar lo que debe haber sentido esa familía, pero si tengo claro lo que yo siento cuando pienso en aquel día, aún hoy siento verguenza.

David Lago González dijo...

Agradezco mucho los dos comentarios. Son muy sinceros. Aunque haya imágenes dolorosas que a veces no queremos ni evocar, ni siquiera que se nos aparezcan de repente, sin previo aviso, creo que es muy importante de vez en cuando sacar esas memorias a tomar el aire, desapolillarlas, ponerlas en el balcón a tomar el fresco, para que muchos otros se enteren de que la historia de la infamia no comenzó cuando ellos comenzaron a contar, sino que viene sucediendo lo mismo, con distintas variantes, desde hace más de medio siglo.

Ibis García Alonso dijo...

Muy fuerte este post. Como la de muchísimos cubanos de por aquella época, mi familia era políticamente mixta. De ahí que para mí, que cuando aquello sólo tenía diez años, más que confusión y caos, los sucesos de El Mariel fueron puro trauma. Me imagino entonces lo que serían para mis coetáneos que partieron en medio de huevos y palos, viendo incluso sangrar a sus padres. Así pues, qué se dejen de comer catibía los que piden fotos. Si tienen problemas de memoria, que se hagan un escaneo cerebral, que de seguro hasta videos en estéreo van a encontrar de aquellos días. Claro, de no encontrar imágenes, pues que se hagan con urgencia uno del corazón, porque me temo que están a un tilín de un coma cardiovascular.
David, particularmente pienso no hay mayor heroicidad que la de tu amigo Oscar: SER ÉL MISMO. Hace poco, alguien (con una ironía desbordante) me preguntó por qué nunca me maquillaba. Haciéndome la loca, le respondí con otra pregunta: ¿No ves que estoy maquillada de Ibis? Aquí entre nos, David, tengo la ligera impresión de que no, que no lo ve. Me temo que el rimel corrido de su alter ego no se lo permite.
Gracias, David. Conmovedor este post.

David Lago González dijo...

Más comentarios sobre el post en Chez Zoé.

http://zoevaldes.net/2010/11/20/mi-amigo-oscar-por-david-lago-gonzalez/#comments

Merci.

Anónimo dijo...

(de Odalys León, hermana de Oscar, mensaje a Yahoo)

"Hola Carino.
Hoy sabado es que pude mirar mis correos con calma, me gusto mucho, lo que escribiste de mi hermano.
Ademas de causarme tanto sentimiento y pena, el mes proximo cumpliria anos y ya vez no esta entre nosotros.
Diciembre es un mes muy cargado de recuerdos para mi, y dificil de pasar.


Buen fin de semana.
Besos."