martes, 23 de noviembre de 2010

ROLANDO H. MORELLI - Elegía casi (a Reinaldo Arenas)

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crucifixion-de-francois-sagat-por-ross-watson[1]

“Crucifixión de Francois Sagat” por Ross Watson

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Mi amigo Rolando (Morelli) leyó anoche (horario español) el post inmediato inferior que yo había escrito acerca del homenaje a Reinaldo Arenas en el que no estuve presente, y me mandó este poema que había escrito no sé cuánto tiempo antes, o si es más o menos cercano porque no lo fecha.

En cierta forma coincidimos.  La amistad también es no tener que estar hablando todo el tiempo.

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Elegía casi

(A Reinaldo Arenas)

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Yo prefiero al que fuiste.

No al que han hecho de ti, ya casi. O al que van perfilando

manos turbias. En silencio empeñadas

en transformarte de un modo inocuo

inaparente. Con el otro podía no estar de acuerdo

Librar ciertas batallas. Y hasta abofetearte

en mis silencios. (Intercambiamos cartas

donde hubo a veces

tajos y emboscadas).

Pero a pesar de cartas y palabras

más o menos ingenuas o ingeniosas

admiraba tu hechura

de campesino terco. Tu integridad de cardo

Tu ironía sin tasa y hasta el fondo

imprescindible de las cosas

Porque en el fondo estaba siempre tu verdad

¡Eras tú el verdadero! Lo verdadero

estaba en ti como está en pocos

Por eso, sólo algunos escuchaban

Y esos, a veces tampoco comprendieron

la furiosa miga en tus palabras

.

Muchas veces, a la Verdad no hay modo de mirarla

a la cara. Harían falta lentes gruesos,

ahumados cristales, catalejos para una oscura geografía

de estrellas

distantes e improbables

Y la gente es cobarde

Se disfraza. (Nos disfrazamos

de piltrafa o de perro)

según sean los tiempos,

las condiciones y el hombre

Naturalmente que hay llamados

gente con vocación que aguarda

y se realiza

Tú lo sabes, Reinaldo,

que sabías del miedo

Y comprendías

que hay un miedo invencible

que nos roe

y nos rinde, y nos corrompe

.

Todo eso, al cabo, estaba contra ti

Y por si acaso fuera poco, tampoco fuiste nunca un tipo

lo que se dice popular,

Allí sobre todo, en los recintos

del engaño trastocado en letras

donde los chupatintas

y los chupamedias

y los mamaletrones

se juntan

a masturbarse sin deleite

en un corrillo sin orgasmo:

universidades de poco universal;

Humanidades,

sin un ápice de humana trascendencia;

Cátedras de un gárrulo saber

de conventillos...

.

En fin, ¿a qué nombrarlos

por sus nombres de pila

sin bautismo?

.

Además, obraban contra ti

todas y cada una de las palabras

que empecinadamente

te empeñabas en decir,

contra el consejo sabio

y cobarde

de quienes te advertían

que “aún no era el momento”…

.

Castro no era —a menos que fuera una ironía— el inconspicuo nombre de una calle

del San Francisco gay. (Gay San Francisco que en Cuba era un ultraje

a las buenas conciencias del régimen de Castro).

.

No,

Castro era la plaga. ¡Nuestra plaga!

Nuestra ‘gay’ ‘plague’ —si prefieren—

Anticipada y terca

e incurable también. Inescapable.

Nuestro Sida sin remisión

y sin perdón

y sin piedad alguna

.

Quien lo dude aún que escuche

y oiga bien lo que tienes que decir

con tus palabras.

.

Del Umap al  Sidatorio:  Castro

.

Castro en nuestros sueños

Castro en nuestras pesadillas

Hasta en nuestros rencores

(Generaciones de hombres y mujeres

fueron

machacados por esa maquinaria

de aplicaciones varias).

El innombrable mensajero

de las malas y peores noticias:

El portador. ¡El virus!

.

Te preguntabas con desdén retórico. (Y hacías esta pregunta

en público y con luces)

¿De qué modo podía ser posible

que otro gay: un gay americano

no alcanzara a ver la diferencia

entre una calle llamada Castro, en San Francisco

y la abominación de un régimen?

.

Yo tampoco lo entiendo

—lo confieso—

Y recuerdo encuentros…

¡Palabras como dardos!

Un afro-americano me llamó fascista

sin pensarlo dos veces,

por haber dicho que así era

Yo veía las llamas en sus ojos

de una conflagración que lo quemaba. El veía la hoguera

¿Cómo decirle que Jessie Helmes y yo,

no podíamos ser idéntica persona?

—¿Que estaba equivocado?

¿Cómo explicarle que entre Castro y Helmes

es donde radica el parecido?

.

No te fuiste conforme, Reinaldo. Ni siquiera

el gusto de ver el fin de aquel reinado

de crimen y mal gusto te llevaste

al lugar sin límites donde seguramente te llamaban

.

Ahora comenzarán los homenajes. ¡Ya comienzan!

Los ciertos, y los otros… Te pondremos en fila

con los muertos que fueron venerables

en vida. (O pueden serlo)

A blanquear tu sepulcro vamos todos

en llegado el momento

con palabras más o menos sentidas

.

Pero yo aquí te recuerdo de otro modo

(Como eras. Como fuiste)

Perdóname si alguna vez llego a olvidar

al verdadero

y me sumo a las voces

y a los homenajes

.

No todos poseemos

.

tu integridad de roca,

.

que termina en el polvo.

 

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