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“Crucifixión de Francois Sagat” por Ross Watson
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Mi amigo Rolando (Morelli) leyó anoche (horario español) el post inmediato inferior que yo había escrito acerca del homenaje a Reinaldo Arenas en el que no estuve presente, y me mandó este poema que había escrito no sé cuánto tiempo antes, o si es más o menos cercano porque no lo fecha.
En cierta forma coincidimos. La amistad también es no tener que estar hablando todo el tiempo.
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Elegía casi
(A Reinaldo Arenas)
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Yo prefiero al que fuiste.
No al que han hecho de ti, ya casi. O al que van perfilando
manos turbias. En silencio empeñadas
en transformarte de un modo inocuo
inaparente. Con el otro podía no estar de acuerdo
Librar ciertas batallas. Y hasta abofetearte
en mis silencios. (Intercambiamos cartas
donde hubo a veces
tajos y emboscadas).
Pero a pesar de cartas y palabras
más o menos ingenuas o ingeniosas
admiraba tu hechura
de campesino terco. Tu integridad de cardo
Tu ironía sin tasa y hasta el fondo
imprescindible de las cosas
Porque en el fondo estaba siempre tu verdad
¡Eras tú el verdadero! Lo verdadero
estaba en ti como está en pocos
Por eso, sólo algunos escuchaban
Y esos, a veces tampoco comprendieron
la furiosa miga en tus palabras
.
Muchas veces, a la Verdad no hay modo de mirarla
a la cara. Harían falta lentes gruesos,
ahumados cristales, catalejos para una oscura geografía
de estrellas
distantes e improbables
Y la gente es cobarde
Se disfraza. (Nos disfrazamos
de piltrafa o de perro)
según sean los tiempos,
las condiciones y el hombre
Naturalmente que hay llamados
gente con vocación que aguarda
y se realiza
Tú lo sabes, Reinaldo,
que sabías del miedo
Y comprendías
que hay un miedo invencible
que nos roe
y nos rinde, y nos corrompe
.
Todo eso, al cabo, estaba contra ti
Y por si acaso fuera poco, tampoco fuiste nunca un tipo
lo que se dice popular,
Allí sobre todo, en los recintos
del engaño trastocado en letras
donde los chupatintas
y los chupamedias
y los mamaletrones
se juntan
a masturbarse sin deleite
en un corrillo sin orgasmo:
universidades de poco universal;
Humanidades,
sin un ápice de humana trascendencia;
Cátedras de un gárrulo saber
de conventillos...
.
En fin, ¿a qué nombrarlos
por sus nombres de pila
sin bautismo?
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Además, obraban contra ti
todas y cada una de las palabras
que empecinadamente
te empeñabas en decir,
contra el consejo sabio
y cobarde
de quienes te advertían
que “aún no era el momento”…
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Castro no era —a menos que fuera una ironía— el inconspicuo nombre de una calle
del San Francisco gay. (Gay San Francisco que en Cuba era un ultraje
a las buenas conciencias del régimen de Castro).
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No,
Castro era la plaga. ¡Nuestra plaga!
Nuestra ‘gay’ ‘plague’ —si prefieren—
Anticipada y terca
e incurable también. Inescapable.
Nuestro Sida sin remisión
y sin perdón
y sin piedad alguna
.
Quien lo dude aún que escuche
y oiga bien lo que tienes que decir
con tus palabras.
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Del Umap al Sidatorio: Castro
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Castro en nuestros sueños
Castro en nuestras pesadillas
Hasta en nuestros rencores
(Generaciones de hombres y mujeres
fueron
machacados por esa maquinaria
de aplicaciones varias).
El innombrable mensajero
de las malas y peores noticias:
El portador. ¡El virus!
.
Te preguntabas con desdén retórico. (Y hacías esta pregunta
en público y con luces)
¿De qué modo podía ser posible
que otro gay: un gay americano
no alcanzara a ver la diferencia
entre una calle llamada Castro, en San Francisco
y la abominación de un régimen?
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Yo tampoco lo entiendo
—lo confieso—
Y recuerdo encuentros…
¡Palabras como dardos!
Un afro-americano me llamó fascista
sin pensarlo dos veces,
por haber dicho que así era
Yo veía las llamas en sus ojos
de una conflagración que lo quemaba. El veía la hoguera
¿Cómo decirle que Jessie Helmes y yo,
no podíamos ser idéntica persona?
—¿Que estaba equivocado?
¿Cómo explicarle que entre Castro y Helmes
es donde radica el parecido?
.
No te fuiste conforme, Reinaldo. Ni siquiera
el gusto de ver el fin de aquel reinado
de crimen y mal gusto te llevaste
al lugar sin límites donde seguramente te llamaban
.
Ahora comenzarán los homenajes. ¡Ya comienzan!
Los ciertos, y los otros… Te pondremos en fila
con los muertos que fueron venerables
en vida. (O pueden serlo)
A blanquear tu sepulcro vamos todos
en llegado el momento
con palabras más o menos sentidas
.
Pero yo aquí te recuerdo de otro modo
(Como eras. Como fuiste)
Perdóname si alguna vez llego a olvidar
al verdadero
y me sumo a las voces
y a los homenajes
.
No todos poseemos
.
tu integridad de roca,
.
que termina en el polvo.
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