martes, 30 de noviembre de 2010

LEYENDO EN WOOSTER (martes, 30 de noviembre de 2010)

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Hoy me ingresaron la pensión. Así que pasé por mi banco, saqué dinero y empecé a pagar deudas y recibos. Pero pude también volver a desayunar en Wooster. Por misteriosas razones que tendrán que ver con el mal funcionamiento del suministro del diario El País, no compré ninguno en el kiosco pues ya se habían agotado, y, sentado a la barra del café, comencé a hojear un ejemplar de El Mundo que allí tenían, pero al llegar a esta página que aquí ex/pongo se me atragantó la magdalena (o “la madalena”, hablando en madrileño). Lo juro por el pobrecito de mi viejito Fidel que reviente ahora mismo sin llegar al año que viene en que seguro que le van a dar el premio Nobel, si digo alguna mentira. Enseguida vinieron corriendo las muchachitas de Wooster a darme golpes en la espalda y hasta el dueño me sirvió un vaso de agua con sus propias manos (o “E.S.M.” como se decía antes). Final y felizmente, bajó el trozo de masa horneada.

Y es que yo recordaba que recordaba que me parecía recordar que éste era el mismo médico cubano que durante las jornadas sobre la represión de la homosexualidad en Cuba que se desarrollaron en Casa de América hace algunos años, él intervino desde el público en un evidente intento de desviar la atención de lo que se estaba tratando en ese momento, y creo recordar que hasta hubo necesidad por parte de la mesa de ponentes de hacerle públicamente más evidente la evidencia de que no continuara con su treta barata. Creo que después estuvo otro día, pero no se hizo notar mucho.

Pasa el tiempo y comienza la pandemia cubana de huelgas de hambre que llevó a Zapata a la muerte y a Fariñas al Sajarov (reparar, compañeritas y compañeritos, en el abismo de la diferencia), y hete aquí que un día me lo veo fugazmente en un telediario o algo así haciendo no sé qué disquisición sobre las huelgas de hambre, y hasta me parece recordar –no me hagan mucho caso porque yo tengo la cabeza, huuyyy… muy mala, malísima –que el galeno hubo de asegurar algo así como que él era especialista en huelgas de hambre, lo que me dejó profundamente conturbado porque nunca este cerebrito mío de Camagüey de 1950 pudo imaginar que existiera tal especialidad científico-médica (¿o científico-técnica?)

Ahora, dicho lo dicho, les invito a leer y, SOBRE TODO, a ver y escuchar atentamente la entrevista grabada por El Mundo Investigación.

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POLÍTICA | Denuncia de un asesor del PP

La Habana retira el visado a un médico cubano

por 'ser del partido de Aznar'

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Roberto Bécares | Fede Chicou (vídeo) | Madrid

"Me dijeron que sabían que formaba parte del partido de Aznar, y de Esperanza Aguirre, que era un partido que había hecho mucho daño a Cuba en Europa". El pasado julio, Guillermo Ponce, un médico cubano que lleva residiendo en España desde hace 13 años, se llevó el susto de su vida. Mientras disfrutaba de sus vacaciones en la casa de su familia en Santa Clara (Cuba), le citaron para a acudir a los Oficinas de Inmigración.

"Me habían estado controlando desde que había llegado a la isla; agentes de Inmigración e Inteligencia me dijeron que sabían que iba dando conferencias y charlas por otros países diciendo que en Cuba había racismo", asegura Ponce, al que en la reunión los agentes le comunicaron que no iban a tomar medidas contra él porque no habían encontrado ninguna "irregularidad" desde su presencia en la isla.

Fue un toque de atención. Un 'Oye, sabemos lo que estas haciendo'. Ponce, que lleva muchos años forjando el movimiento afro en España, es fundador de la asociación de afrocubanos en nuestro país y asesor de la comisión regional y nacional del PP de Inmigración y de la regional de Sanidad. "Yo les dije que sí era cierto, pero que era un uso democrático de pensar y opinar libremente y que me había cuidado mucho de no hacer política en Cuba, contraviniendo las leyes del país", asegura Ponce.

"Pasamos mucho miedo, la reunión duró dos horas, y mi mujer y mis hijos estaban muy preocupados, no sabían lo que me podía pasar". Ponce, aun así, pensó que aquello quedaría en anédocta, pero su pesadilla acababa de comenzar. Cuando volvió el pasado 27 de octubre a la isla a visitar a su abuela, que "tiene un delicado estado de salud", se encontró en el aeropuerto con que su visado -conocido en Cuba como permiso de Residencia en el Exterior y que le permite entrar y salir de la isla cuando quiera- estaba cancelado.

Tras dos horas retenido, pasó el control de Inmigración pero con el visado convertido en papel mojado. "Me dirigí de nuevo a las oficinas de Santa Clara, y no supieron decirme porque [sic en prensa] tenía cancelado el permiso, pero volvieron a hacer mención a mi actividad política en España", afirma el médico, casado con una española y con cinco hijos. Días después, le bajaron del avión en el que iba a ir a una reunión en Quito porque "no tenía autorización".

"En otra sala dos agentes me volvieron a insistir en los logros que había tenido la revolución para los negros en Cuba; yo les di mi opinión", asegura este responsable del servicio de Urgencias de Salamanca. Dos días después, consiguió salir del país con un 'salvoconducto' tras tener que comprar otro billete.

Ahora, cuando vuelva a Cuba, tendrá que hacerlo como turista o como si hubiera sido expulsado del país. La Habana decidirá si le deja entrar y cuándo, precisa. "Me han mandado un mensaje, me mandan callar. Saben de mi cercanía a la comunidad cubana y la comunidad negra y nuestra visión sobre la falta de libertad y la necesidad de democracia en Cuba", asegura Ponce.

"Es un mensaje para todos los inmigrantes cubanos, nos les importa que vivamos en un país libre; no quieren que nadie hable contra el sistema", dice el doctor, que no está precisamente contento con la actuación de la Embajada Española.

"En el segundo incidente, cuando acudí a ellos me dijeron que no podía hacer nada porque era una ciudadano cubano para ellos; me hubiera gustado una sensibilidad mayor", asegura Ponce, que pide al Gobierno español y a la UE que no mire para otro lado después de convertirse en el primer cubano vinculado a un partido político español que sufre represalias.

"No se puede permitir que nos persigan por nuestras actividades en países democráticos", concluye el doctor, que ha recibido apoyos de solidaridad de su partido y también de sectores de la izquierda, y que asegura que proseguirá con más fuerza aun su lucha "por los derechos humanos y por la libertad".

http://www.elmundo.es/elmundo/2010/11/25/espana/1290707105.html

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Ese vídeo. ¡Ese vídeo! Francamente me pregunto si él habla para los infantes parvularios del PP o del país en general (el país, por supuesto, es España; Cuba es cualquier otra cosa menos un país)… Qué historia es la que cuenta… Cuánta inocencia acumulada en un solo cuerpo… Llego a dudar si él nació en Cuba bajo lo único que conoció o viene de Marte. ¿Es, acaso, Ziggy Stardust? Llego a dudar también que no sé qué cosa es más grave: que el PP cuente con personas como ésta entre sus activos, o que él considere un honor militar en el PP. Creo que ambos se desprestigian mutuamente. Punto más, un puntito más solamente, y es otro “papelazo Neira”.

Quiero colgar este texto en la noche de hoy, pero si se desmenuza la entrevista da para varios artículos. Es posible que me ponga a la tarea. Es posible, quizás, no sé. Solamente es posible. En definitivas, a quién coño le importa Cuba, y no ya lo que pasa en la imprevisible Cuba, sino todo lo que ha pasado desde el principio de los tiempos, en el que, para no desmerecer la contradictoria fluidez del pobre expulsado, LO PRIMERO FUE SIEMPRE EL VERBO, el verbo DE LA DEMAGOGIA, LA MENTIRA Y LA INFAMIA.

© 2010 David Lago González

domingo, 28 de noviembre de 2010

LOLA GALÁN (para El País) - Generación VIH

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REPORTAJE: HIJOS DEL SIDA

Generación VIH

Han luchado desde la cuna contra el virus de la inmunodeficiencia humana que les transmitieron sus padres. Son un colectivo único, un grupo aislado en la historia médica, objeto de investigación, porque ya apenas nacen niños como ellos. Esta es su historia

LOLA GALÁN 28/11/2010

http://www.elpais.com/articulo/reportajes/Generacion/VIH/elpepusocdmg/20101128elpdmgrep_1/Tes

 

Pese a su juventud, María está curtida en la pelea contra el enemigo invisible que se aloja en su cuerpo. Convive con él desde que nació, infectada por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) que le transmitió su madre. La batalla contra ese enemigo que recibió en herencia comenzó cuando tenía tres años. "La primera pastilla que me dieron era supergrande, lo recuerdo porque la vomité y le puse perdida a la enfermera", cuenta. Desde entonces, no ha dejado de tomar pastillas de todos los tamaños, de todas las clases, todos los días de su vida. Ahora le espera un nuevo tratamiento porque los últimos fármacos le han afectado al hígado y le han debilitado los huesos. María se queja de que las medicinas le dan más guerra que la enfermedad. Sabe que tendrá que posponer un año las clases porque el nuevo tratamiento será fuerte, y estudiar le cuesta. Por más que se aplique, la memoria no responde. "Estudio, pero cuando llego a los exámenes se me queda la mente en blanco", dice. La vida de María ha estado y está supeditada a la infección por VIH. Pese a todo, se considera afortunada. "Nadie quiere estar enfermo, pero yo he asumido lo que tengo y hago mi vida. Además nací en un momento en el que pudieron tratarme ya con antirretrovirales. Y la medicina avanza mucho. Puede que se encuentre una vacuna pronto y ya no tengamos que tomar más medicinas", dice. Ella no tiene cuentas pendientes con la vida. Ni se atormenta pensando en por qué nació sana su hermana, 14 años mayor. "La explicación es fácil: cuando la tuvo a ella, mi madre no estaba infectada".

Anais dijo que era seropositiva en su primer trabajo. "Me dijeron que no". Todavía le duele el rechazo

Al morir su padre, que se había tomado religiosamente las pastillas, Carla dejó de medicarse dos años

A los tres años, María tuvo que tomar la primera pastilla. Era enorme, y vomitó encima de la enfermera

"A mi niño lo putearon mucho en la escuela. Le sentaban a él solo en una esquina del comedor", cuenta Teresa

Antes de la llegada de los antirretrovirales, un tercio de los niños moría o desarrollaba sida a los seis años, dice el doctor Ramos

María creció con "dos madres", como ella dice. "Mi abuela era la de los regalos; mi hermana, la de los castigos". Su madre biológica murió cuando ella tenía poco más de dos años, pero oyéndola hablar nadie pondría en duda que ha crecido en un ambiente seguro y cálido. Viste vaqueros grises, zapatillas deportivas y un suéter de algodón ceñido. La melena negra le cae sobre los hombros. Tiene rasgos agradables y el aspecto alegre de una chica de su edad. Pero hay en ella la madurez prematura de los que han crecido luchando. Una madurez que deriva del trato constante con su enfermedad. Del ir y venir al hospital, del estar pendiente de los análisis, del estado de la carga viral, del nivel de linfocitos CD4, y de las pastillas, por supuesto.

María forma parte de la primera generación de niños nacidos en España con el VIH por transmisión vertical, es decir, de madre a hijo. Son un colectivo pequeño, unos pocos cientos todo lo más, que nadie se atreve a cuantificar porque los únicos registros oficiales que existen se refieren a enfermos de sida, es decir, de personas que han desarrollado ya el síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Los mayores tienen más de 25 años, los menores están en la adolescencia. Víctimas entre las víctimas que, a menudo, han sido tratados como culpables. Auténticos supervivientes que han visto caer a muchos compañeros como ellos en la batalla. "En la etapa anterior a los tratamientos con antirretrovirales, un tercio de los niños moría o desarrollaba sida a los seis años", dice José Tomás Ramos, jefe de pediatría del hospital universitario de Getafe (Madrid) y uno de los principales expertos españoles en VIH pediátrico.

Con una particularidad: los medicamentos que había a disposición de los pediatras estaban pensados para adultos, porque los laboratorios centraron la investigación de los fármacos contra el VIH en las víctimas más numerosas de aquellos años, el colectivo homosexual. "Al final nos dimos cuenta de que los niños necesitaban dosis proporcionalmente más elevadas que los adultos", dice este médico, que atiende casos de niños infectados por transmisión vertical desde 1984. Esta laguna no se circunscribía solo al VIH. "Hasta 2007, la Agencia Europea del Medicamento no implantó la necesidad de la investigación pediátrica en los fármacos", añade.

Ramos reconoce que la situación clínica ha cambiado radicalmente. "Ahora es infinitamente mejor. Los nuevos tratamientos han permitido que la infección se convierta en una enfermedad crónica". Y no solo eso. Ya no nacen prácticamente niños infectados por VIH en España. Nuevos fármacos y un control mayor de las madres gestantes han permitido minimizar este porcentaje, que hoy día es ínfimo, circunscrito a casos de embarazos que escapan a controles médicos. La primera generación que nació infectada ha quedado por eso en el historial clínico de la epidemia de VIH como un grupo aislado, una rareza. Sus integrantes se han visto obligados desde la infancia a cargar con el fardo de un mal estigmatizado por la sociedad.

"En el hospital tenemos niños con diabetes, niños con cardiopatías, y la sociedad les mima, y todo son consideraciones para ellos. Pero esta infección provoca mucho rechazo", dice María José Mellado, pediatra especializada en enfermedades infecciosas del hospital Carlos III de Madrid y presidenta de la Sociedad Española de Infectología.

Ese estigma explica los silencios que rodean a estos chicos. La negativa de la mayoría a figurar en los medios con nombre y apellidos, el secretismo que les rodea y la hostilidad que despiertan las preguntas de la periodista entre algunos médicos. "En Guipúzcoa se les escolarizó normalmente y son como cualquier otro adolescente o joven con una patología crónica. Tienen una normalidad social total", dice la doctora Juncal Echeverría, neonatóloga del hospital Donostia de San Sebastián, que trató casos de niños infectados con VIH desde 1984 hasta 2004, cuando dejaron de nacer niños seropositivos. Pero esa normalidad social es fruto de muchos silencios. El miedo al rechazo ha obligado a familiares y tutores a criar a estos niños manteniendo en secreto su enfermedad. Cualquier indiscreción podía costarles cara. "Ha habido niños que han tenido que cambiar de casa, de barrio y hasta de ciudad cuando se ha sabido lo que tenían", dice la doctora Mellado. "El mensaje para la sociedad es que el VIH solo se contagia por los fluidos corporales: la sangre, el semen, el fluido vaginal, la leche materna".

Anaís, de 26 años, tiene motivos para no dar su nombre verdadero. Quiso ir con la verdad por delante cuando la contrataron en su primer empleo como auxiliar de enfermería. "En cuanto lo supieron, me dijeron que no", cuenta con la voz entrecortada por la emoción. La taza de café descafeinado con leche que sostiene le tiembla en las manos y no consigue dominar las lágrimas cuando hace memoria. "Yo era muy ingenua, sufrí mucho ese rechazo. Era mi primer empleo y estaba feliz. Ahora, en el nuevo trabajo no he dicho nada".

César tampoco da su nombre. Tiene 21 años y estudió también protegido por el secreto. Nació infectado con el VIH. A su madre la contagió su padre, toxicómano. A César lo criaron los abuelos. "Ellos me daban la medicación, y un día, tendría yo 11 o 12 años, me dijeron lo que tenía. Bueno, me dijeron que estaba bajo de defensas y tenía que tomar unas pastillas". Poco a poco fue comprendiendo la verdad. César, de grandes ojos castaños, ha logrado crear un espacio de sinceridad en su vida. Un círculo de afectos donde no hay disimulos. "Mis amigos más íntimos lo saben, y también lo he dicho en el trabajo". Lo más difícil es sacar el tema cuando conoce a una chica que le gusta. "Tuve una pareja tres años, y se lo conté también, sin problemas. Rompimos por otras cosas". Lo importante es saber si esa persona te va a responder o te va a rechazar. "Tú te das cuenta de a quién se lo puedes decir y a quien no", dice.

Carla, que tiene 25 años y se contagió con el VIH a través de la leche materna, no se esconde, pero tampoco va contando por ahí su vida. "Todas las personas tenemos derecho a nuestra intimidad, tampoco hay que sincerarse con todo el mundo". Ella no tiene inconveniente en dar su nombre y hasta ha salido en la televisión en un reportaje sobre personas seropositivas. Vive con su abuela y su hermana menor. La mayor se ha independizado ya. Ninguna de las dos tiene el virus. "Cuando nació la mayor, mi madre no estaba infectada. Y la pequeña fue prematura y no tuvo lactancia materna", cuenta. A Carla se lo detectaron a los tres años. Y el diagnóstico no fue bueno. "A mi abuela le dijeron que no pasaría de los siete años", cuenta. Al principio la trataron con lo que había a mano, el AZT, un fármaco para adultos. Luego llegaron muchos otros. Carla creció sin traumas. "Creo que han discriminado más a mis hermanas que a mí. A mí no me han hecho daño". Hoy es una activista. Acude a conferencias, seminarios y encuentros de todo tipo para divulgar las verdades sobre una enfermedad crónica que suscita tanta desconfianza.

"La gente asocia VIH con sida y el sida con las drogas, y te miran mal", dice Anaís. Por eso ella prefiere callar y confesar la enfermedad solo a quienes pueden comprenderla. "Salí con un chico y no le conté nada. ¿Por qué iba a hacerlo si tampoco sabía si la relación iba a cuajar o no?". Luego conoció a su actual pareja, con la que vive desde hace seis años y que ha venido con ella a la entrevista en esta tarde lluviosa. "Tardé un año en decírselo, pero en ese tiempo no tuvimos relaciones sexuales completas", aclara. Él lo aceptó bien, "y eso que soy hipocondríaco", admite. Se hizo la prueba del VIH y le dio negativa, como ya suponía.

"Todos los que tenemos el virus nos hacemos la misma pregunta: ¿lo cuento o no lo cuento? Para mí es muy fácil, lo cuento; quien me quiera, que me quiera como soy, y quien no me quiera, ya sabe dónde está la puerta", dice María. Es cierto que ha tenido momentos muy malos, momentos de pánico, pensando que confesarse con los amigos le acarrearía la exclusión total. Es cierto que ha tenido experiencias amargas. Como cuando se lo dijo a su mejor amiga, y a ella le faltó tiempo para ir a contárselo a todo el mundo. "Pero luego a ella la dieron de lado y a mí no", cuenta. María cree que el problema está en la desinformación. Lo que se cuenta en la escuela sobre el VIH es poca cosa. Y nadie se molesta en saber realmente en qué consiste la infección y los pocos riesgos que entraña en una relación de amistad o en una convivencia superficial. "¡Si la gente supiera con la cantidad de seropositivos que se cruza en el metro o en un restaurante!", dice. Pero también cree que los afectos deberían tener más valor. "Decimos que hay mucho rechazo, pero somos nosotros los que nos rechazamos porque con los conocimientos que tenemos no deberíamos de pensar que la sociedad nos va a dar la espalda".

María reconoce que no ha experimentado mucho rechazo. "Y de los momentos malos, como han sido muchos más los buenos, prefiero no acordarme".

Teresa prefiere olvidar también los malos tragos que lleva pasados desde que, hace 17 años, se enteró de que era seropositiva. El hombre con el que había convivido cinco años le pasó el virus, y ella se lo transmitió al bebé que tuvieron. Teresa es una luchadora y no se esconde, pero el niño lo pasó mal en la escuela. "Lo putearon mucho. Lo sentaban en una esquina en el comedor, alejado de los otros críos", cuenta. Las cosas llegaron a tal punto que Teresa le cambió de colegio. Los problemas se reprodujeron en el instituto, "porque había muchos niños de la primera escuela". Pero gracias a la energía de la jefa de estudios, el problema acabó. Jorge está a punto de entrar en la Universidad y forma parte de ese tercio de pacientes que viven con una sola pastilla al día.

Jorge, que nació hace 18 años, pudo beneficiarse desde el principio de los antirretrovirales, los fármacos que empezaron a utilizarse a mediados de los años noventa y han cambiado la vida de las personas seropositivas. "Los primeros tratamientos eran horribles y te pasaba de todo", cuenta su madre. "Yo tomaba hasta 40 pastillas diarias, y el niño, por lo menos 30. Ahora es mejor. Jorge prepara las pastillas para los dos con nuestros vasos de leche".

Más duro ha sido el camino de los niños que nacieron infectados en los ochenta, cuando el arsenal farmacológico era mínimo. Y los pediatras se veían impotentes para actuar. "A mí me dijeron que el niño se moría sin remedio cuando tenía ocho años", cuenta Irene, un nombre falso bajo el que se oculta una mujer de 46 años. "Yo no quería llevarlo a Disneylandia ni nada de eso, quería que fuera a la escuela, que tuviera una vida normal". Irene no quiere dar su nombre, "no por mí, sino por el chico, que ha cumplido ya los 23 años y está estupendo. Y le digo: 'Ahora sí que veo que me vas a enterrar".

Ella vio morir a su hermana toxicómana y se hizo cargo del bebé. Lo adoptó legalmente y fue como el hermano pequeño del hijo que ya tenía. Todavía se enfurece recordando a la médica que la criticó por permitir esa convivencia. Ella sabía bien que no había riesgos. "Cada uno teníamos de un color distinto nuestros objetos de uso más íntimo, cepillo de dientes, tijeras, cosas así". Irene dedicó todas sus energías a estudiar qué era eso del VIH, y a pedir explicaciones a los médicos que trataban al pequeño, y a enterarse de qué era lo que le recetaban y por qué. "Yo me iba a la consulta con las preguntas escritas en un papelito y no me movía hasta que no me contestaban a todo". Irene se hizo una experta en VIH. "Iba a reuniones de médicos y me enteraba de lo que hablaban", dice. Y cuando uno de los fármacos le provocó al niño graves efectos secundarios, se presentó en el Ministerio de Sanidad, y pidió autorización para que le trataran con un nuevo medicamento.

Ahora se alegra de no haber tirado la toalla en aquellos años terribles. "Sí, porque está tan bien. Carga viral indetectable, defensas altas, todo bien. No tiene novia, pero sí muchos amigos. No sé lo que piensa de sus padres. Pero tiene muy buen corazón, no creo que sienta rencor". En el largo camino que han recorrido juntos, Irene tuvo que ocuparse de todo. De explicarle lo que tenía y de convencerle de la necesidad imperiosa de usar el preservativo en las relaciones sexuales. Una cuestión siempre espinosa.

María encontró ayuda en la ONG Apoyo Positivo, a la que acude desde que era muy pequeña. A través de los campamentos que organizan y las jornadas de educación ha conocido a chicos como ella, con problemas muy parecidos.

"Para estos chicos es muy importante darse cuenta de que hay otros adolescentes iguales, que no son raros, que no están solos", dice la pediatra Núria Curell, secretaria de la Fundación Lucía, de Barcelona. Esta entidad, creada hace 15 años, organiza campamentos y seminarios, y sus objetivos son los mismos, aunque se centra exclusivamente en niños, adolescentes y jóvenes. Se creó para ayudar a los seropositivos y a sus familias a sobrellevar la enfermedad. Curell cree que el optimismo es obligado ante los avances médicos que se han producido. La doctora Mellado, del hospital Carlos III de Madrid, habla con entusiasmo también de los "siete nietos" que ya han nacido en el centro de pacientes con VIH. Se refiere a los hijos que han tenido ya algunos de aquellos niños que nacieron con el virus que les contagiaron sus padres. Estos bebés, gracias a los avances médicos, están sanos. Flumen Prieto, psicólogo de Apoyo Positivo que trabaja con este colectivo, es todavía más optimista al juzgar las circunstancias que han vivido estos chicos. "No han sufrido el estigma del sida, que al principio fue tremendo. Aunque algunos han visto morir a sus padres o a sus hermanos, eran muy pequeños cuando ocurrió. Y no han sufrido una ruptura en sus vidas cuando les han dicho que tenían VIH, porque han nacido con ello, y están acostumbrados a medicarse y a ir al hospital cada tres meses".

Lo cual no significa que no haya interrogantes sobre el futuro de estos jóvenes. Un pequeño colectivo que ha vivido una peripecia única en la historia de la epidemia de VIH. Por eso son objeto de estudio en todo el mundo. "En su mayoría, son niños hijos de madre seropositiva, con antecedentes de consumo de sustancias tóxicas durante la gestación. Y llevan años con tratamientos con potencial toxicidad de consecuencias a largo plazo desconocidas", explica José Tomás Ramos, del hospital de Getafe e investigador principal de un proyecto de seguimiento de niños infectados por el VIH en la Comunidad de Madrid. "Los medicamentos que toman pueden alteran el metabolismo de los lípidos y, como consecuencia, aumentar el colesterol, con mayor riesgo cardiovascular. También se ha observado que algunos problemas neuropsiquiátricos son más frecuentes en ellos que en la población general, y presentan índices más altos de fracaso escolar".

Con todo, el riesgo mayor que afrontan es cansarse de los medicamentos y los efectos secundarios que provocan. Muchos llevan 15, 20, 24 años tomando jarabes y pastillas que provocan diarreas, o vómitos, o que deforman el cuerpo. Anaís, que cumplirá pronto 27 años, era muy pequeñita cuando se le complicó una varicela. Fue entonces cuando los médicos comprobaron que era seropositiva, igual que su madre. Recuerda el tratamiento con AZT y el calvario de pequeñas complicaciones que vivió en su infancia. Pero lo peor llegó en la adolescencia, cuando le pusieron un tratamiento de inyecciones intravenosas que se sentía incapaz de soportar.

"Los adolescentes son el grupo más frágil", reconoce Teresa Español, presidenta de la Fundación Lucía. "Llevan años de tratamiento, y psicológica y socialmente son más frágiles. Tienen la sensación de que siempre han estado enfermos, y cuando llegan a una edad en la que son conscientes de la enfermedad que padecen, temen por sus vidas". En esa edad incierta, cuando afloran las inseguridades, algunos chicos seropositivos abandonan la medicación. Una decisión que puede tener consecuencias muy graves, porque esta enfermedad crónica exige lo que los médicos llaman adherencia permanente a los tratamientos, puntilloso apego a horarios y medicinas. César, parco en palabras, lo sabe bien. Reconoce con una media sonrisa que lo de las pastillas "es un coñazo, es cierto. Sales con los amigos y te tienes que llevar las medicinas. Pero es que es cuestión de vida o muerte", dice. Y él tiene claro que quiere vivir.

Hubo un tiempo, breve por fortuna, en el que Carla se abandonó. "Estuve cuidando a mi padre, y cuando él murió, en 2004, yo dejé de tomar las pastillas. Pensaba: mi madre no tomó pastillas y se murió, y él se las ha tomado hasta el final y se ha muerto también, ¿para qué voy a seguir adelante?". Durante dos años, entre 2004 y 2006, dejó la medicación y siguió con su vida. "Menos mal que no fue mucho tiempo. Aun así, me aumentó mucho la carga viral y, sobre todo, me bajaron mucho las defensas. Y cuando bajan es muy difícil conseguir que vuelvan a subir", cuenta. Ella es consciente de que, pese a lo mucho que han avanzado los tratamientos, la vida que le espera tiene sus limitaciones. "Sé que tengo más problemas que otros, que si pido un crédito en un banco quizá no me lo den". Pero igual que todos los supervivientes de esta generación única, es poco propensa al desánimo. Acepta que su vida es una lucha. Y no se rendirá.

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NOTA DEL BLOGGER:  Supongo que algunos de los aludidos en este artículo de la periodista Lola Galán agradecerán la suavidad –sí, la suavidad –con que está tratado el tema –demasiado trágico para que lo comprenda la mayoría de los mortales. –Es una desgraciada generación que literalmente le ha tocado cargar, en muchos casos, con la ligereza de unos padres que no veían (ni podían hacerlo tampoco) más allá del placer de colocarse y follar.

El cierre del texto ya cae en el bien-quedar de la corrección de ese (para mí) incomprensible sentido madrileño de la amistad que gusta más de oír el leve sonido de las copas al brindar (ya se brinda por nada, ni siquiera a veces llega a formularse algún deseo, todo es mecánico) que conocer la realidad de lo que pasa a su alrededor.

DLH

sábado, 27 de noviembre de 2010

martes, 23 de noviembre de 2010

LEYENDO EN WOOSTER (domingo, 21 de noviembre de 2010)

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LEYENDO EN WOOSTER 11

Leyendo en Wooster

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Yo simplemente fui educado en la religión católica.  No soy creyente practicante, aunque tampoco soy agnóstico: algo así como eso que los anglosajones llaman “spiritual” y que yo quiero entender que es “algo” que llevo dentro y no me protege de nada, pero sirve como un cayado para incorporarme y seguir andando con el auxilio y la torpeza de mis pies, físicos, huesudos (y ahora de diabético), en fin, nada divinos ni celestiales.  Mi padre era un gallego rotundamente anticlerical y más cercana a las meigas que a las sotanas; mi madre, con su ancestral confusión sefardita, vino a hacer la primera comunión después de tener 60 años.  Pero, siendo yo niño, me inscribieron en un colegio católico porque era la mejor educación que se podía recibir en la otrora Villa de Santa María del Puerto del Príncipe.  Resumiendo, obedezco a una cultura y una civilización cristiana.  Aunque no esté de acuerdo con muchas cosas, no hago de ello una cruzada, ni busco (para mí) estúpido refugio en el budismo, ni el taoísmo, ni el hinduismo, ni el islamismo, ni siquiera la iglesia ortodoxa rusa, o los coptos, porque considero que carezco del bagaje que cimentaría mejor esa creencia.

En mis tiempos escolares al lado de los curas nunca fui objeto de tocamientos ni me forzaron a aspirar nada con la boca ni me introdujeron absolutamente ni siquiera un alfiler por el órgano que se utiliza para ciertas funciones fisiológicas de primer y cotidiano uso.  Tal vez debo haber sido el único niño en el mundo al que nunca le pasó nada así.

Pero si yo fuera tan siquiera mediana, comedidamente católico practicante, yo, como ciudadano español, protestaría enérgicamente  --también inútilmente, hay que decirlo…  --ante la Defensora del Lector del diario El País por el furibundo, avieso, mal intencionado e insinuante de maledicencias varias que da por hecho y generalizadas, escrito por Juan José Millás en el suplemento dominical y que vosotros podéis leer a continuación.

2010 David Lago González

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LA IMAGEN

Tenemos mucho mérito

JUAN JOSÉ MILLÁS 21/11/2010

(http://www.elpais.com/articulo/portada/Tenemos/mucho/merito/elpepusoceps/20101121elpepspor_3/Tes)

(C) Uly Martin_Talla_Cristo

Talla de Cristo del maestro Gregorio Fernández

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Yacente y bello, un muerto casi sobrenatural. Cadáveres de mentira con los que convivían a diario los niños de antaño capaces de impresionar más que la realidad.

La talla de la fotografía, de madera policromada, obra del maestro Gregorio Fernández, fue expuesta hace meses (con gran éxito) en una muestra sobre el barroco español de la que se hizo eco EL PAÍS, de donde obtuvimos la imagen. Se trata, como ven, de un Cristo yacente hermosísimo, un muerto de una belleza sobrenatural, un cadáver que no desentonaría en la mesa de autopsias de un forense. En mi infancia, para contemplar imágenes de este tipo (aunque no siempre de su calidad) no era preciso acudir a un museo. Convivíamos con ellas de un modo natural. A veces las teníamos tan a mano que podíamos introducir el dedo en la llaga, para investigar. Aunque no nos dejaban ver muertos de verdad (ni jugar con muñecas), vivíamos rodeados de cadáveres de mentira convenientemente agujerados, asaeteados y sangrantes. Hay una parte de la imaginería religiosa que insiste en este registro truculento cuyo realismo impresiona a un crío más que la realidad.

Frente a estos cristos yacentes y agónicos aparecían, sin solución de continuidad, los serafines y arcángeles, de sexo ambiguo y muslos comestibles, vestidos con ligerísimos encajes de seda. Angelotes de pederastas, podríamos decir. De manera que si los curas no lograban excitarte con las heridas de Cristo, te ponían a cien con los querubines desnudos, a veces con las dos cosas. En otras palabras, que fuimos concienzudamente educados para la psicopatía. Sin embargo, muchos de nosotros no hemos matado todavía a nadie para practicar el canibalismo sexual. ¿Tenemos o no tenemos mérito?

 

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Después de leer lo anterior, os invito a que leáis el artículo de Bernard-Henri Lévy, filósofo judío francés al que admiro mucho.  Podréis calibrar la diferencia tonal del discurso.

DLG

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BERNARD-HENRI LÉVY OPINIÓN

En defensa de los cristianos

Mientras el antisemitismo es considerado un delito y los prejuicios antiárabes o antigitanos son estigmatizados, la violenta fobia anticristiana que recorre el mundo no parece tener ninguna respuesta

BERNARD-HENRI LÉVY 21/11/2010

 

Recientemente, durante una entrevista para la agencia EFE, declaré que los cristianos forman hoy, a escala planetaria, la comunidad más violenta e impunemente perseguida.

La Junta de Eritrea ha prometido una "purga" entre los evangélicos y asegura que se librará de ellos antes de Navidad

En Cuba, en Corea del Norte, o en China, los fieles son humillados o recluidos en campos de concentración

El comentario sorprendió.

Incluso provocó cierto revuelo aquí y allá.

Y sin embargo...

Fíjense en esos paquistaníes que, como Asia Bibi, son condenados a la horca en virtud de una ley antiblasfemia que nadie piensa seriamente en abolir.

Fíjense en los últimos católicos de Irán, que, pese a las negativas del régimen y a la acogida de la que ha sido objeto estos últimos días el cardenal Jean-Louis Tauran, en Teherán y Qom, en la práctica, tienen prohibido practicar su culto.

Gaza, por supuesto; y, por desgracia, también la Palestina de Mahmud Abbas, donde esta misma semana han encarcelado a un joven internauta, Waleed al-Husseini, hijo de un peluquero de Kalkilyia cuyo único crimen fue el de haberse permitido criticar el islam en su blog y evocar el cristianismo sin desacreditarlo.

Y Sudán. Aún oigo cómo John Garang me explicaba, cinco años antes de su muerte, en Juba, la interminable guerra de exterminio que libran los islamistas del Norte contra los cristianos del Sur. Hace algunos días, monseñor Gabriel Zubeir Wako, cardenal arzobispo de Jartum, estuvo a punto de ser asesinado durante una misa al aire libre que presidía en esa ciudad.

Esos cristianos evangélicos de Eritrea, pobres entre los pobres, pero a quienes la Junta ha acusado de preparar un golpe de Estado para, a continuación, prometer una "purga" y que el país se verá libre de ellos antes de Navidad.

Esos sacerdotes católicos que, como le sucediera este 8 de noviembre al padre Christian Bakulene, cura de la parroquia católica de Kanyabayonga, en la República Democrática del Congo, son abatidos a la puerta de sus iglesias por unos hombres de uniforme a los que el mismo fantasma conspiratorio volvió locos.

La fobia anticristiana orquestada en Delhi por los fundamentalistas hindúes del VHP. Y en todos los regímenes totalitarios que aún se mantienen en pie: en Cuba, en Corea del Norte, en China, los fieles humillados, recluidos o internados en campos de concentración.

La suerte de los cristianos de Argelia, que la hermosa película de Xavier Beauvois ha sabido devolver a la actualidad.

La de los coptos en un Egipto en el que, se diga lo que se diga, el islam sigue siendo una religión de Estado.

Por no hablar del atentado perpetrado el 31 de octubre en Bagdad por un comando de Al Qaeda que tomó al asalto la catedral de Nuestra Señora del Socorro -Sayida An Nayá- y mató a 44 fieles, la mayoría mujeres y niños.

Sé bien que, en la mayoría de los países que menciono, la suerte de los judíos se decidió hace mucho tiempo y que si los matan menos es porque ya no quedan.

Y, evidentemente, no hay que contar conmigo para bajar ni por un segundo la guardia ante cualquier manifestación de un antisemitismo que, pese a todo, siempre encuentra la manera de volver a levantar cabeza, de metamorfosearse alegremente y de cobrar la forma, principalmente, de un antisemitismo sin judíos, pero que reconoce en Israel al mismísimo diablo. Y tampoco seré yo quien encuentre circunstancias atenuantes (crisis, paro, búsqueda clásica de chivos expiatorios...) para el recrudecimiento de los brotes racistas que en las democracias europeas, e incluso en Estados Unidos, tienen como blanco aquí a las minorías de origen árabe, allá a los turcos y acullá a los gitanos.

Pero digo simplemente que, gracias al cielo, en nuestro entorno, el antisemitismo ha terminado siendo un crimen designado como tal, debidamente clasificado y castigado.

Digo que, afortunadamente, los prejuicios antiárabes, o antigitanos, son estigmatizados por organizaciones como SOS Racismo, que tengo el orgullo de haber contribuido a fundar hace 25 años, junto con Coluche, Simone Signoret y otros.

Y afirmo, en cambio, que, frente a estas persecuciones masivas de cristianos, frente al escándalo, por ejemplo, en Argelia, de las mujeres cabileñas y cristianas casadas por la fuerza o encarceladas, frente a la eliminación lenta, pero segura, de los últimos vestigios -Benedicto XVI ha dicho, tomando prestada la palabra de la Biblia judía, "los últimos restos"- de esas iglesias cristianas de Oriente que tanto aportaron a la riqueza espiritual de la humanidad, ya no hay nadie.

Así que una cosa o la otra.

O nos adherimos a la doctrina criminal y loca de la competición de víctimas (cada uno, sus muertos; cada uno, su memoria, y entre unos y otras, la guerra de los muertos y las memorias) y solo nos preocupamos de las "nuestras".

O nos negamos a creer en ella (sabemos que en un corazón hay bastante espacio para varias compasiones, varios duelos, solidaridades diversas y no menos fraternas) y denunciamos con la misma energía, iba a decir la misma fe, ese odio planetario, esa oleada de fondo asesino, del que los cristianos son víctimas; unos cristianos cuyo antiguo estatus de representantes de la religión dominante o, en todo caso, más poderosa impide, también, que nos percatemos de su persecución.

¿Permiso para matar cuando se trata de los fieles del Papa alemán? ¿Permiso, en nombre de otra guerra de civilizaciones no menos odiosa que la primera para oprimir, humillar, torturar? Pues no. Hoy, hay que defender a los cristianos.

Traducción de José Luis Sánchez-Silva

 

-o-

 

Pero continúo.  Recientemente se han dado masacres de cristianos en Iraq, y evidentemente existe una cruzada contra los cristianos, que incluso ha sido ya asumida y declarada por Al Qaeda.  También en Paquistán se ha querido linchar a una cristiana por “blasfemar” contra Mahoma (versión oficial).

Todos, el mundo entero, el globo terráqueo y los demás planetas que giramos alrededor del sol, sabemos de sobra la justicia imparcial que acompaña a La Izquierda mediática y socialmente declarada como tal, pero no he escuchado ni leído ningún atisbo de repulsa de la familia Bardem, o del hardcore Toledo, o etecé etecé etecé.

Simplemente no puedo entender la razón de ese silencio.  Pero he aquí fotos de paquistaníes protestando públicamente contra la sentencia a muerta de esa cristiana paquistaní, y estas fotos son una vergüenza para Occidente cristina, confesional, aconfesional y laica.

http://www.elpais.com/articulo/opinion/defensa/cristianos/elpepusocdgm/20101121elpdmgpan_1/Tes

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LEYENDO EN WOOSTER (sábado, 20 de noviembre de 2010)

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LEYENDO EN WOOSTER 10

Leyendo en Wooster

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INCREÍBLE.  Increíble.  Increíble.  Que halla gente que pueda pensar así, y que existan periódicos que se dicen ocupar un papel en el sostenimiento de los valores democráticos y que den cobertura informativa a desatinos como lo que encierra esa frase.  Simplemente cambiar el término “comunismo” por fascismo, nazismo, totalitarismo, y todo es lo mismo.  La fascinación por el Che Guevara y por Fidel Castro es la misma que la fascinación por Hitler, Stalin, Mussolini.  ¿Por qué no fascinarnos por Alejandro Magno?  Por lo menos, creo que era hermoso y amaba por igual al hombre y la mujer.

DLG

 

 

REPORTAJE

"Sin comunismo no hay futuro"

El PCG homenajea a militantes con más de 40 años en la organización

SARA VILA - Santiago - 21/11/2010

http://www.elpais.com/articulo/Galicia/comunismo/hay/futuro/elpepiautgal/20101121elpgal_11/Tes

Miguel Hernández, Pablo Neruda, Lorca, Buñuel o Pablo Picasso. Todos ellos tienen algo en común con los homenajeados hace unos días por el Partido Comunista de Galicia (PCG): se han mantenido fieles a unos ideales sin perder ni un ápice de las ilusiones juveniles. Cerca de un centenar de veteranos militantes comunistas recibieron una medalla conmemorativa por sus más de 42 años en el PCG. Entre ellos, antiguos guerrilleros, exiliados, torturados o encarcelados por la dictadura franquista. Más de medio siglo después, en un panorama político difícil, "la lucha continúa", tal y como recuerda Concha Nogueira, afiliada desde los años cincuenta.

La rama juvenil del partido tiene hoy solo 40 afiliados en Galicia

"El capitalismo es 'planeticida' por definición", subraya uno de los históricos

La Xuventude Comunista Galega (XCG) apenas cuenta hoy con 40 afiliados. "Ya son muchos y heroicos", sentencia Xesús Alonso Montero, otro de los históricos, presidente del Foro pola Memoria Republicana de Galicia. Alonso Montero tiene claras las causas de este desinterés por la política entre los más jóvenes: no es cómodo. Afiliarse a un partido es trabajoso y no aporta ningún beneficio material, y menos si se trata del PCG. "La aspiración de la mayoría de los jóvenes de hoy es ir de botellón, comprarse ropa, que papá me enchufe en algún sitio...", explica.

Carlos Álvarez es uno de los valientes de los que habla Alonso. El comunismo no se lleva en la sangre, no es una tradición ni tampoco una moda. Para algunos es la consecuencia de vivir en un lugar y una época de la historia. Para el secretario de Organización de los jóvenes de la XCG ha sido un descubrimiento. "Empecé a tener inquietudes, buscas información y te das cuenta de que eres marxista. Hay muchos comunistas que no saben que lo son, nuestro reto es hacer que lo descubran", explica.

Marta Mosquera, responsable de Muller y Estudantado de la XCG, sí lleva el comunismo en los genes. Tras ella, tres generaciones con mucho que aportar a la memoria y al mundo de la literatura. Sus bisabuelos fueron dos de los que prefirieron suicidarse de forma colectiva en lugar de entregarse a los falangistas y así evitar las torturas a las que se verían sometidos. Sucedió en el año 1937 cuando intentaban huir de Galicia a bordo de la embarcación Eva. Además de ellos, militantes del Partido Comunista, en el asalto también se suicidaron otros siete republicanos que huían de la España franquista.

La abuela de Marta Mosquera, Concha Nogueira, fue huérfana de aquella tragedia y es ahora una de las homenajeadas. Nogueira explica orgullosa que se afilió al Partido Comunista en los cincuenta, cuando emigró a Caracas. Fue allí donde pudo dar la mano a los hermanos Castro y al Che cuando desfilaban en el palacio de Miraflores tras el éxito de la revolución en Cuba. Su nieta le ha tomado el relevo y promete dedicar su vida a la causa por la que luchó su familia. Marta Mosquera estudia Ciencias Políticas y cree que el futuro pasa por el comunismo, sobre todo con la situación económica actual.

La omnipresente crisis puede dar alas al comunismo, pero Xesús Alonso lamenta que esta ideología "nunca estuvo tan sola; cuando sale la bandera comunista como estandarte de China es vergonzoso". Para muchos, la izquierda es la gran perdedora de la historia. Alonso apunta que la caída del muro de Berlín no fue la derrota del comunismo, sino el fin de una concepción del marxismo con la que no está de acuerdo. Además, recuerda que si no hay futuro para esta idea no lo habrá para el mundo. "El capitalismo es por definición planeticida", por eso Alonso proclama hoy más que nunca lo dicho por una camarada: socialismo o barbarie. Manolo Peña Rey, afiliado al comunismo desde hace más de 40 años, cree que el problema reside en el poco acceso a los medios y una ley electoral que favorece a los partidos mayoritarios. Concha Nogueira lo tiene claro: "Nosotros nos moriremos pero las ideas se quedan: que todos tengamos trabajo, que nadie se muera de hambre... son ideales por los que lucharán otros, como mi nieta". Y se despide sin olvidarse del ritual de toda una vida: "Salud y república".

 

-o-

 

Claro, que este otro, con su carita súpermaquillada cada vez que sale a escena y su familia numerosa, no se queda muy atrás.  De miedo el panorama.  “España, aparta de mí ese cáliz.”

DLG

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Esteban González: “Me tatuaría a Rajoy en la mano.”

http://www.elpais.com/articulo/ultima/tatuaria/Rajoy/mano/elpepiult/20101121elpepiult_2/Tes

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FRANCISCO BRINES - Donde muere la muerte

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Henry Peach Robinson - She Never Told Her Love, circa 1858, Albumen print

Henry Peach Robinson - She Never Told Her Love, circa 1858

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Mañana, 24 de noviembre de 2010, el poeta Francisco Brines recibirá el XIX Premio Iberoamericano de Poesía Reina Sofía.  Solamente por haber escrito este poema, que a continuación reproduzco, se merece todo reconocimiento.

David Lago González

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FRANCISCO BRINES

Donde muere la muerte

 

Donde muere la muerte,

porque en la vida tiene tan sólo su existencia.

En ese punto oscuro de la nada

que nace en el cerebro,

cuando se acaba el aire que acariciaba el labio,

ahora que la ceniza, como un cielo llagado,

penetra en las costillas con silencio y dolor,

y un pañuelo mojado por las lágrimas se agita

hacia lo negro.

Beso tu carne aún tibia.

Fuera del hospital, como si fuera yo, recogido

en tus brazos,

un niño de pañales mira caer la luz,

sonríe, grita, y ya le hechiza el mundo

que sabrá abandonarle.

Madre, devuélveme mi beso.

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© Francisco Brines

(Poema de la sección de inéditos en la antología “Yo descanso en la luz”, que publica Visor)

(Tomado del diario El Mundo en su edición impresa, 23 de noviembre de 2010)

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DIGITAL ART - La mala vida

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Sweet sixteen

ROLANDO H. MORELLI - Elegía casi (a Reinaldo Arenas)

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“Crucifixión de Francois Sagat” por Ross Watson

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Mi amigo Rolando (Morelli) leyó anoche (horario español) el post inmediato inferior que yo había escrito acerca del homenaje a Reinaldo Arenas en el que no estuve presente, y me mandó este poema que había escrito no sé cuánto tiempo antes, o si es más o menos cercano porque no lo fecha.

En cierta forma coincidimos.  La amistad también es no tener que estar hablando todo el tiempo.

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Elegía casi

(A Reinaldo Arenas)

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Yo prefiero al que fuiste.

No al que han hecho de ti, ya casi. O al que van perfilando

manos turbias. En silencio empeñadas

en transformarte de un modo inocuo

inaparente. Con el otro podía no estar de acuerdo

Librar ciertas batallas. Y hasta abofetearte

en mis silencios. (Intercambiamos cartas

donde hubo a veces

tajos y emboscadas).

Pero a pesar de cartas y palabras

más o menos ingenuas o ingeniosas

admiraba tu hechura

de campesino terco. Tu integridad de cardo

Tu ironía sin tasa y hasta el fondo

imprescindible de las cosas

Porque en el fondo estaba siempre tu verdad

¡Eras tú el verdadero! Lo verdadero

estaba en ti como está en pocos

Por eso, sólo algunos escuchaban

Y esos, a veces tampoco comprendieron

la furiosa miga en tus palabras

.

Muchas veces, a la Verdad no hay modo de mirarla

a la cara. Harían falta lentes gruesos,

ahumados cristales, catalejos para una oscura geografía

de estrellas

distantes e improbables

Y la gente es cobarde

Se disfraza. (Nos disfrazamos

de piltrafa o de perro)

según sean los tiempos,

las condiciones y el hombre

Naturalmente que hay llamados

gente con vocación que aguarda

y se realiza

Tú lo sabes, Reinaldo,

que sabías del miedo

Y comprendías

que hay un miedo invencible

que nos roe

y nos rinde, y nos corrompe

.

Todo eso, al cabo, estaba contra ti

Y por si acaso fuera poco, tampoco fuiste nunca un tipo

lo que se dice popular,

Allí sobre todo, en los recintos

del engaño trastocado en letras

donde los chupatintas

y los chupamedias

y los mamaletrones

se juntan

a masturbarse sin deleite

en un corrillo sin orgasmo:

universidades de poco universal;

Humanidades,

sin un ápice de humana trascendencia;

Cátedras de un gárrulo saber

de conventillos...

.

En fin, ¿a qué nombrarlos

por sus nombres de pila

sin bautismo?

.

Además, obraban contra ti

todas y cada una de las palabras

que empecinadamente

te empeñabas en decir,

contra el consejo sabio

y cobarde

de quienes te advertían

que “aún no era el momento”…

.

Castro no era —a menos que fuera una ironía— el inconspicuo nombre de una calle

del San Francisco gay. (Gay San Francisco que en Cuba era un ultraje

a las buenas conciencias del régimen de Castro).

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No,

Castro era la plaga. ¡Nuestra plaga!

Nuestra ‘gay’ ‘plague’ —si prefieren—

Anticipada y terca

e incurable también. Inescapable.

Nuestro Sida sin remisión

y sin perdón

y sin piedad alguna

.

Quien lo dude aún que escuche

y oiga bien lo que tienes que decir

con tus palabras.

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Del Umap al  Sidatorio:  Castro

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Castro en nuestros sueños

Castro en nuestras pesadillas

Hasta en nuestros rencores

(Generaciones de hombres y mujeres

fueron

machacados por esa maquinaria

de aplicaciones varias).

El innombrable mensajero

de las malas y peores noticias:

El portador. ¡El virus!

.

Te preguntabas con desdén retórico. (Y hacías esta pregunta

en público y con luces)

¿De qué modo podía ser posible

que otro gay: un gay americano

no alcanzara a ver la diferencia

entre una calle llamada Castro, en San Francisco

y la abominación de un régimen?

.

Yo tampoco lo entiendo

—lo confieso—

Y recuerdo encuentros…

¡Palabras como dardos!

Un afro-americano me llamó fascista

sin pensarlo dos veces,

por haber dicho que así era

Yo veía las llamas en sus ojos

de una conflagración que lo quemaba. El veía la hoguera

¿Cómo decirle que Jessie Helmes y yo,

no podíamos ser idéntica persona?

—¿Que estaba equivocado?

¿Cómo explicarle que entre Castro y Helmes

es donde radica el parecido?

.

No te fuiste conforme, Reinaldo. Ni siquiera

el gusto de ver el fin de aquel reinado

de crimen y mal gusto te llevaste

al lugar sin límites donde seguramente te llamaban

.

Ahora comenzarán los homenajes. ¡Ya comienzan!

Los ciertos, y los otros… Te pondremos en fila

con los muertos que fueron venerables

en vida. (O pueden serlo)

A blanquear tu sepulcro vamos todos

en llegado el momento

con palabras más o menos sentidas

.

Pero yo aquí te recuerdo de otro modo

(Como eras. Como fuiste)

Perdóname si alguna vez llego a olvidar

al verdadero

y me sumo a las voces

y a los homenajes

.

No todos poseemos

.

tu integridad de roca,

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que termina en el polvo.

 

lunes, 22 de noviembre de 2010

REINALDO ARENAS ya no resuena en Casa de América en Madrid

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Antonio Ruiz “El Corcito” (1895-1964)_losmegalomanos

Antonio Ruiz “El Corcito” (1895-1964), Los Megalómanos

 

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http://www.emanaciones.com/634

Me temí que algo como lo que relata Juan Abreu en su blog (link superior) iba a suceder, o que tendría que soportar y escuchar a otroras represores xenófobos (del patio lleno de fango) bendiciendo las excelencias del más mediatizado de los escritores cubanos de los últimos tiempos.  Tuve una leve, ligerísima y fugaz intención de ir a media mañana, pero recordé que me habían invitado a comer mis vecinos del 22 y allí nos quedamos hasta la madrugada Rogelio, Paco, Todd y yo hablando de política nacional-internacional (nada de Cuba, que ya no vivimos allá ni vamos a ir ni en la vida ni en la muerte que nos queda por delante).

Es muy clarificador el texto de Abreu cuando se refiere a que ni siquiera acudió la “intelectualidad” del exilio en Madrid.  Y es que ya pasó su tiempo, el tiempo de Reinaldo Arenas; ya lo exprimieron todo lo que pudieron (no tanto como a Martí pero por ahí, por ahí), ya lo elevaron a los altares, ya lo vistieron de virgen insepulta y estigmatizada dejando caer por los siglos de los siglos y amén una gota de sangre putrefacta de la que todos correrían a esconderse, o abrirían un paraguas, o se pondrían un chubasquero de la NASA.  Y es que, al fin y al cabo, Reinaldo Arenas habrá escrito 18,000 novelas y testimonios y semi-testimonios e invenciones desbordantes, pero para todo “nuestro” plantel de dignas personalidades del intelecto y la política, nunca dejó de ser un simple maricón de argolla.  Como todos los que conocemos y hemos vivido el “inside” de la cuestión, sabemos que a los bugarrones se les perdona todo, incluso que se crean escritores y poetas, y hasta se les corona popularmente por partirle el culo a una yegua (se decía así, ¿no?), pero, ay, amigo, otra cosa es el maricón.

Nada me pilla por sorpresa.  Las boñigas siguen apestando igual.  Recuerdo perfectamente lo que tuve que insistir para que “amigos” que suponía amigos –no importa que tuvieran el defecto de ser heterosexuales y fumaran asquerosos Ducados –hicieran acto de presencia en aquellas jornadas sobre la represión de la homosexualidad en Cuba, en la que también participó Zoé Valdés (en definitiva, allí fue cuando nos conocimos personalmente).

De una punto de ingenuidad peca Abreu en su texto y es arremeter contra los socialistas como si estos fueran los culpables del menosprecio a su admirado Arenas.  Yo estoy absolutamente seguro de que si en vez de Zapatero, nos estuviera gobernando Rajoy, o Esperanza Aguirre, el fantasma de Reinaldo Arenas no habría pasado ni siquiera por el backstage del anfiteatro del Palacio de Linares.

Como le dijo el propio Reinaldo a Tomasito la Goyesca en cierta ocasión:

“¡Protégete, loca!”

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domingo, 21 de noviembre de 2010

Dolores Lago González, diseños, bisutería fina y joyas

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Colgante

Mi amigo Oscar (I + un añadido)

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El post original es éste (http://heribertopenthouse.blogspot.com/2010/11/mi-amigo-oscar-i.html).  Aunque ya lo he dicho en otras ocasiones, quiero añadir que después de lo sucedido en la sede diplomática de Perú en La Habana del año 80, España, no sé de qué manera “seleccionó” 500 escogidos por La Corona para darles asilo político en el Reino bajo gobierno de UCD.

Estos 500 muertos vivientes aterrorizados fueron recibidos en Barajas con otro acto de repudio a mano y garganta de la enérgica y siempre justa izquierda española.  En vez de “Aloha!” y una guirnalda de flores, o de algún “¡Olé!”, los gritos eran del orden de “¡Aquí no queremos chorizos!”, “¡La Escoria, que se vaya!”  “¡Gusanos, a Miami!” y otras lindezas por el estilo, incluidas, claro está, las sexuales-morales.

Lamento no tener acceso al pasaporte que le hicieron a Oscar para viajar, o al salvoconducto que le dieron, no recuerdo ahora.  LO QUE SÍ RECUERDO PERFECTAMENTE es la foto suya y el trabajo que me costó reconocerlo.  Sólo me la enseñó una vez.  Supongo que en una de sus crisis la tiraría o la quemaría, como hicieron con su vida los comunistas y oportunistas cubanos.

(To be continued…)

DLH

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sábado, 20 de noviembre de 2010

ANTONIO MUÑÓZ MOLINA - Sosiego final de Saul Bellow

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BABELIA

REPORTAJE: IDA Y VUELTA

Sosiego final de Saul Bellow

ANTONIO MUÑOZ MOLINA 20/11/2010

http://www.elpais.com/articulo/portada/Sosiego/final/Saul/Bellow/elpepuculbab/20101120elpbabpor_6/Tes

En la última carta que escribió en su vida, un año antes de morir, Saul Bellow se acordaba de unas sandalias que su madre le había comprado cuando tenía seis o siete años, y que le gustaban tanto que las untaba con mantequilla para mantener fresco y flexible el cuero del que estaban hechas. Qué asombroso cómo todo se resume en un par de sandalias de cuero, dice Bellow en la última línea, antes de la despedida. Quizás uno de sus últimos pensamientos o recuerdos antes de perder la conciencia sólo un año después tendría que ver con esas sandalias en las que se resumía su infancia: la cercanía de la madre que iba a morir muy poco tiempo después y el amor de un niño pobre por un pequeño regalo conseguido después de haberlo mirado mucho en un escaparate. En 2004 Saul Bellow era un anciano que vivía retirado en una zona rural de Nueva Inglaterra y tenía una esposa muchos años más joven y una hija de cinco años. La veía jugar cerca de él cuando escribía esa última carta y pensaba que la niña era más pequeña de lo que él había sido cuando se quitaba cuidadosamente sus sandalias de cuero antes de acostarse. Casi nonagenario ahora, sin proyectos de nuevos libros ni de viajes, quizás le dio tiempo a disfrutar una serenidad y un desahogo que no había tenido nunca en su vida, desde que empezó a hacerse adulto en los duros barrios de emigrantes del Chicago de la Gran Depresión, cuando devoraba uno tras otro los libros retirados de la biblioteca pública al mismo tiempo que estudiaba y que intentaba buscarse la vida trabajando en cualquier oficio que se presentara. La mezcla de entusiasmo y penuria de aquellos tiempos iba a alimentar siempre su imaginación y a determinar su actitud hacia el mundo: perseguir contra viento y marea aquello que uno desea o a lo que considera que tiene derecho; pelear si es preciso para que a uno no lo pisen y no dejar ninguna ofensa sin respuesta para ser respetado.

Convertía en literatura de manera inmediata las complicaciones de su vida, y cada libro le complicaba la vida más aún

"Es el oficio el que mantiene cuerdo, bendito sea", escribe en 1969, en medio de alguna de las tormentas usuales

El hijo de emigrantes judíos que no llegaron a hablar nunca bien inglés despertó a la vocación de escribir leyendo las obras maestras de la gran literatura y conversando y discutiendo con amigos tan pobres y tan literarios como él, tan llenos de insensata ambición. Todo lo que más querían era inaccesible en aquella adolescencia de marginalidad y penuria, en una ciudad en la que la crisis económica y la ferocidad de los inviernos revelaban en carne viva la crueldad de un sistema sin misericordia para los débiles o los pusilánimes. Los mejores capítulos de Las aventuras de Augie March tienen un resplandor de calamidad como el de los horizontes de los infiernos de Brueghel o El Bosco: los tranvías alejándose por extrarradios de casas pobres y mataderos industriales en amaneceres batidos por las tormentas de nieve; la sensación de madrugar tanto que todavía es de noche y sentir anticipadamente el frío de la calle y la humedad en los pies calzados con malas botas y chapoteando en la nieve sucia. La alta cultura que veneraba el muchacho demasiado fantasioso para tener sentido práctico era tan ajena a él como el bienestar de las mansiones de los ricos. La cultura literaria tenía su lugar no en Chicago, sino en Boston o Nueva York, o más lejos todavía, en Europa, y sus guardianes eran altivos intelectuales anglosajones que además no ocultaban su antisemitismo.

"Pero un idioma es una mansión espiritual de la cual nadie puede expulsarnos", escribió Bellow toda una vida después, en el homenaje póstumo a un compañero de generación y de origen, Bernard Malamud, que igual que él se había alzado desde la periferia del gueto judío. Esa mansión espiritual la fue ensanchando Bellow con cada una de sus novelas, con sus cuentos y sus ensayos. Pero cuanto más trabajaba y más cerca se creía de haber alcanzado una posición en la que le estuviera permitido tomar un respiro, otros sobresaltos, deseos incontrolados, pendencias conyugales y literarias, le hacían sentir que nunca iba a pisar un terreno firme. Sus personajes masculinos son seres que nunca descansan, que hablan sin parar, que se van de un sitio nada más llegar a él, que se divorcian tan rápidamente como se enamoran y se casan, que se ven enredados en conflictos legales, en diatribas que sólo suceden dentro de sus cabezas o que si se hacen públicas terminan en escándalos. Leyendo las cartas uno confirma lo que sospechaba, aunque no hubiera conocido la extraordinaria biografía de Bellow que publicó hace unos años James Atlas: Saul Bellow convertía en literatura de manera inmediata las complicaciones de su vida, y como lo hacía tan descaradamente cada libro le complicaba la vida más aún. Decía de sí mismo que era un serial marrier: se casó cinco veces y tuvo cuatro hijos de cuatro madres diferentes. Alguna de sus ex esposas lo llevó casi a la quiebra reclamando compensaciones económicas por haber inspirado los personajes femeninos en sus novelas de más éxito. En una carta le da explicaciones y le pide excusas a una antigua amante a la que convirtió en un personaje que muere en un accidente aéreo. Después de cada nueva novela Bellow tiene la tentación de marcharse de viaje para huir de las quejas de ex esposas, ex amantes, amigos o simples conocidos que le piden cuentas por haberlos usado sin ningún disimulo en la ficción. Pero también ha de defenderse de los críticos que lo atacaban con más saña según iba siendo más conocido y expresaba más abiertamente sus opiniones sobre la literatura o la política. Era siempre, incluso en medio del éxito, el advenedizo que ha de abrirse paso a codazos y a fuerza de tesón y arrogancia. En una carta de 1981 le confiesa a Philip Roth, refiriéndose al escándalo provocado por su novela más reciente, El diciembre del decano: "La escribí en una especie de ataque y me ha quedado un residuo peculiar del que no sé cómo librarme. Ni siquiera puedo describirlo... Hace algún tiempo descubrí que no hay nada que me contenga de decir exactamente lo que pienso".

Y cómo lo decía. En la inmediatez de las cartas se nota con más claridad el poderío de un estilo que no necesita los controles de la corrección posterior ni de la cautela para transmitir como una corriente eléctrica el flujo de una conciencia convertida en palabras. Entre viajes y angustias, citas clandestinas, compromisos retrasados, demandas de las ex esposas, exigencias de los hijos, diatribas con colegas, Bellow fue dejando un rastro de cartas escritas a toda prisa que dibujan para nosotros una autobiografía y también una poética, una manera pasional y resabiada, severa y sarcástica a la vez de mirar la vida y la literatura. "Es el oficio el que mantiene cuerdo, bendito sea", escribe a un amigo en 1969, en medio de alguna de las tormentas usuales. "La única curación segura es escribir un libro", le había dicho a otro en 1960. En 2004, después de tantos libros y tantas peleas extenuadoras, quizás lo único que necesitaba era ver jugar a su hija y acordarse de aquel par de sandalias de cuero.

Letters. Saul Bellow. Penguin. 608 páginas. antoniomuñozmolina.es/

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Creo que Fefa la de la Biblioteca fue la primera que comenzó a suministrarnos las novelas de Bellow, que no estaban prohibidas según la Constitución pero sí según la Santa Inquisición de la Conveniencia (¿qué y qué no es conveniente y cómo sobrevivir a ello?).  Le dio a Carlos (Victora, claro) “Henderson, the Rain King”, que pasó de mano en mano y a todos nos pareció deliciosa.  Luego no sé si fue Fefa o fue La Pucha la que consiguió HerzogHerzog cambió bastantes cosas en mí y creo que el descubrimiento de Bellow en esta novela –o el del propio personaje Herzog, que se libera y supera al autor –fue muy importante para mí, tanto como en los early 60’s había sido Ginsberg con su Howl y el Kaddish.  Debe habérsela quedado –¿debo yo habérmela robado? –porque recuerdo haberla leído varias veces estando en Camagüey.  Incluso hubo un tiempo (quizás la primera vez que la leí) que copiaba (mecanografiaba) partes enteras (sobre todo, las cartas de arrepentimiento de escribía Herzog al cabo del tiempo) y se las mandaba a Enrique (Bedoya) cuando estaba en La Habana, sin remitente y desde varios pueblos de Camagüey.  No, no estaba loco: era simplemente esa cosa deleitosa de gozar de un descubrimiento.

Gracias, Mr. Bellow.  Gracias, Herzog.

DLH

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