martes, 27 de julio de 2010

ROGER SALAS - Un polemista entre ruinas

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A day in the life of Gore Vidal

(A day in the life of Gore Vidal, via Chateau Trombeau)

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REPORTAJE: literatura

Un polemista entre ruinas

Gore Vidal protagoniza una noche pompeyana evocando el Grand Tour

ROGER SALAS - Nápoles - 25/07/2010

(http://www.elpais.com/articulo/revista/agosto/Canto/latino/Pompeya/elpepirdv/20100724elpepirdv_4/Tes)

 

Todo fue preparado con esmero y una cierta pomposidad, tan teatral como las monumentales reproducciones en escayola del dios Apolo que servían de decorado en el Teatro Grande de Pompeya, dos figuras idénticas enfrentadas en espejo y a la griega, eso que tanto gustaba en los tiempos de Canova.

Han pasado 70 años desde que el escritor pisó Pompeya por primera vez

El Festival de Campania abría anteayer noche un ciclo inédito de encuentros internacionales de literatura: Palabras en viaje. Pompeya y el Grand Tour con un invitado ilustre, Gore Vidal. Como corifeos excepcionales, el poeta y también novelista Jay Parini (desde hace años agente literario ejecutivo de Vidal) y Angelo Cannavacciuolo, que aprovechaba la ocasión para presentar un cuidado libro de fotografías de Pompeya realizadas por Mimmo Jodice con textos inéditos de Parini, Ethan Canin y Jim Nisbet, siempre con el Grand Tour, ese viaje de iniciación cultural puesto de moda por los románticos, como argumento y telón de fondo ilustrado. Todas fotografías en blanco y negro que poco a poco aparecieron en la pantalla.

Gore Vidal se hizo esperar, la última gran figura viva de la literatura estadounidense del siglo XX que no necesita presentación, hombre ilustradísimo, irónico, con una extensa obra que ha levantado a lo largo de 70 años muchas polémicas, y es que Vidal, en cierto sentido, es un polemista al estilo antiguo. La escenografía se completaba con una angulada pila de libros gigantes de lomos historiados y un capitel corintio gigante tumbado, todo interpretado en yeso inmaculado, aquí en Nápoles, donde la tradición del vaciado es especialmente valorada desde la antigüedad. En el centro, la proyección de la pintura pompeyana idealizada de Safo.

Lo que casi arruinó la velada fue un grupo de entusiastas estadounidenses entre el escaso público, apenas un centenar en el centro del graderío, conversadores, bulliciosos, implacables con las cámaras compactas y otros artilugios, provocando un rumor impío durante las disertaciones y aún cuando el primer violonchelista de la orquesta del teatro San Carlo, el virtuoso Luca Signorini servía el prólogo musical con una Suite de Juan Sebastián Bach; los estadounidenses, eufóricos, se atrevieron "graciosamente" a tararear la zarabanda y aplaudir a destiempo.

Cannavacciuolo abrió un breve turno de preguntas al público y fueron tres demandas, dos de ellas políticas, con Kennedy como argumento. La otra, sobre los estadounidenses que siempre, fascinados, han salpicado la costa amalfitana. Y estuvo esquivo Vidal al responder si Ezra Pound o Thornton Wilder no tienen acaso un lugar en esta revitalización utópica y neorromántica del Grand Tour en el siglo XXI: "Sólo estuve cerca de Pound un día, en Spoleto, una vez que Menotti nos invitó a una función de ballet en su festival. Se veía que estaba incómodo por estar a mi lado. En un momento determinado, las luces del escenario llegaron al público y le miré, descubrí la dentadura de un lobo; me pareció un diablo. Él se creía un genio". Punto final. De Wilder, ni un suspiro.

Jay Parini tuvo la cortesía de hablar en un gracioso y bastante correcto italiano con esa gutural que propician los angloparlantes a la lengua de Dante: "Las exigencias del Grand Tour probablemente no han cambiado. Hay que ver, tocar el arte, acercarse a la filosofía del arte y a sus obras, está vigente ese proceso de ilustración". Algo que se contradice con el concepto de turismo masivo contemporáneo: "Es un proceso típico de nuestro tiempo, estamos en la época de las democracias y debemos buscar el modo de humanizar esos recorridos".

Había casi luna llena. Gore Vidal fue traído en su silla de ruedas. Vidal habló sobre la historia se EE UU y sus presidentes y poco del Grand Tour: "Hemos creado un país con la idea de lo nuevo, pero luego las cosas se han torcido". Jay se dirigió a Gore: ¿Cómo te influenció Amalfi? "Bueno, es cierto que no es precisamente Arizona". El público aplaudió y así se relajó el ambiente. Han pasado 70 años desde que pisó Pompeya por primera vez: "Tuve que volver a los Estados Unidos porque comenzaba la guerra, pero volví, y aquí estoy hoy".

En 1948, Gore Vidal viajó en jeep desde Nápoles a Roma con Tennessee Williams al volante: "¡Era un gran autor, pero el peor chófer que he conocido!, además, estaba cegato y es un milagro que llegáramos donde íbamos". También recordó a Federico Fellini, buen amigo: "Era divertido. Escribí para su Casanova". Entonces los micrófonos empezaron a emitir cacofonías. Gore miró a la luna y dijo: "Esta noche no, por favor!".

© Roger Salas

© El País

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A day in the life of Gore Vidal_negative.

1 comentario:

Zoé Valdés dijo...

El artículo estupendo. Gore Vidal es un tremendo castrista, sin embargo. Ha hecho declaraciones que me han podido con sus libros.