lunes, 7 de junio de 2010

EL BESO MÁS PELIGROSO, y la aclaración del por qué de la dedicatoria

.

En un post reciente en el blog de Zoé Valdés sobre dos chicas que se besaron en un lugar público donde creo que se realizaba una de esas fiestas populares cubanas que en realidad son bebedera pura para que la gente termine alcoholizándose (como nos pasó a nosotros en la anterior generación) y molestemos menos o molestemos más pero ya entonces las autoridades pueden esgrimir más razones para condenarnos/los y culparnos/los por “escándalo público”  --¡elemental, Watson!—, la Sra. Tania Quintero hubo de alarmarse ante la posibilidad de que su nietecita de menos de diez años pudiera presenciar una imagen semejante (que nada tiene que ver con la Revolución, su comunismo, y la degradación), y como yo comenté que aquello posiblemente podría ser también una expresión de amor o simplemente de gusto, se unieron otros homófobos intentando aclarar que eso sólo podía deberse al “vicio”.  Por esa razón yo he querido recordar esa anécdota relatada en el anterior post de título compartido.

Pero para que se entienda del todo por qué lo hice, es necesario agregar un epílogo.

De la misma forma que fui capaz de besarme en la calle del Camagüey revolucionario y aguerrido con otro hombre, también fui capaz de no haber salido nunca de Cuba si mi madre no me acompañaba.  Fui capaz de afrontar la segunda etapa de mi vida asumiendo mucho más virilmente que cientos de “machos” cubanos --que por lo general se rasgan las vestiduras (por lo general también, son bugarrones y muchos muchos ponen el culo a la primera de cambio)--, trabajando como una mula (las mulas sólo son mulas: no las puede cambiar el mencionado híper-machismo insular) para que mi madre no llegara a pasar ni sombra de hambre ni penalidades, y haciéndolo muy desde abajo, y no como periodista independiente ni como “colocado” en periódicos desde La Habana en base a no sé qué sufrimientos que todos hemos pasado por igual.  Y fui capaz de parar mi vida cuando ella enfermó, convalecencia y tránsito que duró cuatro largos años, hasta un último 1995 infinito, y cruel, cuando ella decidió suicidarse lentamente.  En todo ese tiempo presencié como muchos “hombres”, decentes, formales, de negocio, obreros, y de familia, a su vez respetuosos padres de familia, dejaban a sus progenitores abandonados al cuidado de unos profesionales mal pagados que bastante esfuerzo ponían en su vocación para que no lo pagaran los pacientes, cosa que sucedía, desgraciadamente, con alguna frecuencia.

David Lago

.

2 comentarios:

El Tinajón dijo...

Querido David, bien sabido es que la doble moral tiene varios filos, y todos cortan... Que dos hombres o dos mujeres se besen, y que al hacerlo provoquen el asco de alguien, no es cosa que deba preocuparnos. Sigamonos besando, sigamos haciendo el amor, sigamos provocando comentarios, que eso es lo divino de éste mundo; la posibilidad de ser otro y no pertenecer a la manada.

David Lago González dijo...

Coño, qué bonito lo has dicho!!!

Llegó la primavera a Berlin?