miércoles, 26 de enero de 2011

LOS GUSANOS TENÍAMOS RAZÓN

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(gusano de seda)

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LOS GUSANOS TENÍAMOS RAZÓN

My theme is memory…

Evelyn Waugh

Una de las consecuencias del terrible accidente comunista cubano de las que verdaderamente me siento orgulloso, es la catalogación que, siendo aún un niño, hicieron de mí las autoridades, abducidas quizás por la onda expansiva de un romanticismo cegador (y segador) que como traicionera bomba etarra les explotó en plena cara. Sin decretos ni papeles de por medio, para que nunca quedase la menor prueba verificable, se me definió institucionalmente como GUSANO.

Dejemos pasar el primer año, 1959, en que figurones tan posteriormente refulgentes como Martha Frayde, Carlos Franqui, Guillermo Cabrera Infante y un casi infinito etcétera de personalidades mayores, menores e insignificantes (y no por ello menos dañinas –aun cuando no hayan cometido “delito de sangre”, observación que se me ha hecho en diferentes ocasiones), participaron todos levitando del rubor transido de la instantánea romántica. Digamos que fue un año de mucha confusión, y también de bastante entusiasmo. Pero un par de años después ya plenamente se me colgó con total determinación y convicción el sanbenito del “desafecto”. Por entonces yo tendría entre 10 y 11 años. En fin de cuentas, bueno, era un hijo de papá, y mis padres y mi familia habían salido de los orígenes más humildes hasta ganarse una clase media baja y alta a través de trabajos y esfuerzos constantes (no me constan casos de corrupción, “botellas”, componendas con políticos o prebenda alguna). No eran intelectuales, sino gente que no había sobrepasado la educación primaria; o sea, lo que comúnmente se llama “gente del montón”.

Esa tribu del montón componía principalmente el grueso de la gusanería, o “gusanera” como ha sido el nombre común que nos ha acompañado durante más de medio siglo. Pero rápidamente La Autoridad hizo tabla rasa de las características del “gusano” añadiéndola a la antigua clase dominante cuando la realidad era muy variopinta, y haciendo de todos un único monigote culpable al que colgar simbólica y literalmente de cualquier árbol que sirviera de cadalso.

Para mí ser GUSANO fue anterior a escribir el primer verso, como anterior fue a enamorarme y hacer el amor. Mucho antes de tomar café (el de la libreta de racionamiento) y de terminar bebiendo como un cosaco hasta padecer amnesia alcohólica, fui GUSANO. Por lo tanto, es algo que siempre llevo por delante, y de lo que me siento tan orgulloso como de la dicha y el dolor de escribir poesía, y amar o simplemente gustar de alguien.

Particularmente creo que la gusanera ha estado formada por personas considerablemente sinceras, de reacciones inmediatas, nada estudiadas; reflejos instantáneos, que da a toda esa familia una intrínseca valentía inconsciente que nada esperaba a cambio, y que, cuando menos, se encontró de por vida con una señal (“señalarse”) tatuada entre la piel y el aire. Ése era el pueblo. Mi vecina Blanca Mayo, que pasaba horas del lado de fuera de la ventana, “gusaneando” con mi madre y conmigo (la recuerdo bajando la voz y hablando de medio lado cuando por la calle se acercaba alguien desconocido). La “gusanera” solapada que nos sentábamos en el portal las noches del largo verano camagüeyano. El chinito de la cuartería de enfrente, vendedor de perejil y hortalizas (hasta que lo dejaron) que desde la otra acera se ponía a comentar con mi madre (de pie en su puerta) y le gritaba a voz en cuello: “comunimo malo, comunimo malo”. Y mi madre: “Cállate, chinito, que te van a llevar preso.”

Pero esa gente sencilla, aparte de los grandes ojos y orejas de los Comité de Defensa de la Revolución que todo lo veían y lo escuchaban –y lo anotaban --tenía también otro adversario que siempre le subestimó y lo despreció: La Intelectualidad.

Una revolución se convierte en gobierno y en estado, y crean, inevitablemente, su propia sociedad. Esa sociedad, al igual que la anterior suplantada, genera su propio sistema de clases, aun cuando en la superficie no esté movida por la acumulación material. El peso del dinero se trueca en el peso del poder. La burguesía fácilmente se sustituye por el nepotismo (cuando menos), y recorre todo el vía crucis de la implantación del totalitarismo. La guardia pretoriana no son solamente los aparatos de represión, sino toda la naturaleza humana en su nivel más bajo: oportunistas sociales, oportunistas intelectuales, oportunistas políticos. Y se vuelve al dinero, travestido o no (por ese camino andamos también hacia El Cambio del Cambio).

Las elites son indispensables.

Y aunque paulatinamente o de forma abrupta, inesperada y ¡oh! sorprendente, asuman de forma pública pero con sigilo, comedidamente, “a lo dicremón” y manteniendo una conveniente fachada “crítica” (a veces autocrítica en el sentido de reconocer “su error” pero siempre reafirmando una sinceridad, dudosa sinceridad), ellos están por encima del pueblo que dijeron y juraron un día responder por él y representar. Y en ese pueblo está EL GUSANO. Aun cuando los vientos le lleven a asumir una radicalización furibunda, exactamente situada al otro extremo de su anterior dedicación y entrega a la causa, también rabiosa (y doblemente enajenada por venir del oportunismo y la conveniencia), nunca jamás admitirán su condición de “gusanos” y “desafectos”. Y en el fondo llevan razón: no lo son. Siguen siendo no más que meros oportunistas de la patria, el himno, la bandera y José Martí, el sagrado apóstol que casi han elevado al nivel de Mahoma.

© 2011 David Lago González

http://www.elpais.com/articulo/internacional/EE/UU/retrata/corrupcion/Cuba/elpepuint/20110122elpepuint_4/Tes

http://www.elpais.com/articulo/internacional/Iglesia/ha/capitulado/elpepuint/20110122elpepuint_6/Tes

http://www.elpais.com/articulo/internacional/Raul/Castro/Otmar/Issing/elpepiint/20110123elpepiint_3/Tes

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3 comentarios:

Fermina dijo...

Que analisis tan cierto, que bien dicho.
Yo nunca fui "gusana" pues vivi "revolucionariamente" desde los ochenta hasta principios de los noventa. Yo me crei la farsa, yo me "comi el cable". Desgraciadamente hubiera querido ser "gusana" y haber tenido esa rapida reaccion sincera ante lo que viviamos.
Saludos,

Javier de Castromori dijo...

Pues si ! nos hemos convertido en bellas mariposas.

brisy dijo...

No vivi la revolucion como los demas,o que se yo, desde nina escuche de los labios mas cerca de mi,esto es un Mentira y pura M,,lo di todo y todo me quito,me enganaron,escuchando esto creci ,, sin darme cuanta de que se hablaba,, efectivamente,era de la falsedad del sistema y tanto mas. Aparte ,todo ese silencio fatal et hipocrita que se viven en cuba, vestido de Miedo y terro, es lo peor que pueda pasarle a un pueblo entero ,Callarse .
Que decir,simplemente buenisimo su analisis .Gracias