Herta Müller, premio Nobel
Herta Müller, premio Nobel.
9 de octubre de 2009.- Desde hace ya unos cuantos años, tengo una cierta impresión de que la Academia Sueca que elige al premio Nobel de Literatura tiene como función demostrar nuestra ignorancia. Este año con Herta Müller, por supuesto, pero también el año pasado con Le Clèzio; en 2006, con Pamuk y en 2001 con Naipaul.
Por eso, esta mañana me he regalado el artículo que ha publicado en ABC Hermann Tertsch, el periodista español que más sabe de la Europa del este en todos los aspectos.
por Hermann Tertsch
En un país como el nuestro. en el que los comunistas irredentos son tantas veces aclamados, en el que ser anticomunista resulta un estigma y Santiago Carrillo, amigo y protegido de Nicolae Ceaucescu es asesor áulico en historia y cultura para el Gobierno y la prensa amiga, no debe extrañar que Herta Müller sea una extraña.
La nueva Premio Nobel de Literatura no es en ningún modo como una Elfriede Jelinek, austriaca excéntrica y torturada pero divertida para el estamento cultural de toda esa intelectualidad culpable de su larga complicidad o al menos condescendencia para con los regímenes de terror del comunismo. Herta Müller escribe como testigo de un mundo sucumbido que es el de la cultura alemana en Rumanía, en Transilvania y el Banato, donde ella nació hace 56 años. Müller escribe, en su prosa como en sus poemas muchas veces casi infantiles, desde la ingenuidad y la sobriedad, sobre la intransferible experiencia de la humillación y del miedo. Herta Müller vivía como profesora de alemán cada vez más presionada por la Securitate. En 1985, cuando Ceaucescu necesitaba dinero real, marcos y dólares, para sus planes megalómanos, fue vendida como tantas otras decenas de miles de alemanes suavos y sajones a la República Federal de Alemania. Fue un negocio digno por parte de Bonn, que pagó decenas de miles de marcos por cada alemán que había mostrado su voluntad de abandonar el país donde habían vivido sus ancestros cientos de años.
Fue una prueba más de la miseria moral del régimen de Ceaucescu. En cuanto llegó a la libertad en Berlín oeste se desplegaron las alas y la pluma de esta mujer que lleva el dolor de la niñez, la experiencia de la esclavitud y la vivencia de la humillación tatuada en su prosa. Buen premio éste a una gran escritora con mucho que contar.
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