.
.
I
a David Lago
Cuán feliz puede ser el hombre que con su azada
hunde en la tierra el verso para hacerlo florecer
y luego en el ocaso se sienta
a observar por donde surgen las espigas
de sus palabras.
.
Cuán feliz puede ser el hombre cuando recoge
el cuerpo elaborado de los versos
y no se arrepiente de haberlos desmembrado
para hacer de ellos
esa entidad de inexplicable belleza
que es el poema.
.
.
II
Cuando se rompe un lazo
que uno creía profundo
la mitad del cuerpo
es vidrio
la otra mitad
combinación
de malditos bicharracos
que haciendo ruido devoran
el escaso verdor
de la esperanza.
.
.
III
Cuando la mano se esconde
y reaparece
dócil en la entrega del saludo
disfruta ese apretón
del sentirse reclamada
en el primer impulso
La mano cuando se retira
a la oscuridad del bolsillo vacío
no sabe que su huella
quedó prendida en ese instante
en el que algo de amor
infundió su gesto.
.
© 2007 Karin Aldrey
(Miami)
1 comentario:
David, Mario Benedetti ha muerto...
Publicar un comentario