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Por un relato de Lu Sin
Como los ancianos que huyeron del asilo
Para no comer las galletas
Con que el rey de facto
Los engordaba,
Decidí lanzarme a los caminos
Decidí andar hacia una pequeña altura cubierta de pinos
Donde seguramente había trufas y apetitosos animalitos;
Decidí vivir de la naturaleza.
Pero he aquí que
En un paisaje tan benévolo
Los vecinos habían exterminado toda caza:
Sólo pude recoger espinas de abeto, machacarlas y carbonizar
Burdas masas de color oscuro,
Que a duras penas tragué.
Luego encontré helechos y tosté las puntas de sus hojas:
En dos semanas se acabaron.
Supe que pronto moriré de hambre y frío en algún sitio apartado.
En realidad no es lamentable
Aunque sí me confunde
Ver escarmentada de ese modo
la conducta honorable.
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No acabo de entender por qué
decidir que es indigno
Consumir las galletas
De un necio
Merece que las generaciones del mañana
Condenen mi aspereza
Al dejar el albergue.
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(Santiago de Cuba, 30 de abril de 2009.)
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© 2009 Antonio Desquirón Oliva
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