lunes, 4 de julio de 2011

DIEGO A. MANRIQUE - La doble vida de Teddy Bautista

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La doble vida de Teddy Bautista

DIEGO A. MANRIQUE - Madrid - 01/07/2011

http://www.elpais.com/articulo/cultura/doble/vida/Teddy/Bautista/elpepucul/20110701elpepucul_7/Tes

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Hay mucho de admirable en la trayectoria de Eduardo Bautista. Los que se sienten encajonados por una opción profesional, los que deben seguir los carriles laborales, no pueden evitar envidiar a alguien que se reinventa a los treinta y tantos años. Hasta entonces, y esto suele olvidarse, Teddy fue uno de los músicos esenciales del pop español, con una discografía que tocaba el beat, el soul (ahí alcanzó su apoteosis), el jazz-rock, el rock progresivo y el AOR. Era el hombre de los teclados de última generación, producía a otros artistas, hizo cine y se implicó en los primeros musicales estrenados en España. En términos deportivos, encarnaba al MVP, el Most Valued Player.

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Así que sorprendió mucho cuando abandonó la música -aunque todavía publicaría discretamente algo de electrónica vanguardista- para entrar en algo que no sabíamos muy bien qué era: la SGAE. La Sociedad General de Autores de España parecía enquistada en el mundillo franquista del teatro, la zarzuela y la copla. Así que aquella conquista se vivió como una victoria de los buenos, las fuerzas de la cultura progresista en ascenso.

Teddy, que había vivido en Estados Unidos y algo conocía del funcionamiento de sociedades de gestión como BMI y ASCAP, comprendió que la SGAE era una máquina anticuada de recoger y repartir dinero. Sin descuidar el teatro y el cine, había que volcar recursos en la explotación de la música popular. De ahí que, en un alarde de sindicalismo vertical, transformara la SGAE en Sociedad General de Autores y Editores: por su propio interés, debían convivir en un mismo techo las ovejas, los lobos y los pastores.

Al principio, parecía un PNN voluntarioso, un profesor no numerario que acudía a las citas públicas con un libro de la UNESCO, bien subrayado, de donde extraía atractivas frases sobre la importancia económica de las artes, los beneficios de la excepción cultural, la necesidad de acabar con el abuso de los creadores. Sonaba bien la letra pero, a los interesados, les gustaba aún más la música de las cajas registradoras, que reflejaban recaudaciones asombrosas... y crecientes. Solo le criticaban autores del viejo régimen desde periódicos de derechas.

En pocos años, aquella entidad arcaica, que sonaba a Arniches y Chapí, se transformó en un crucero transoceánico, que surcaba los mares en busca de talento y recalaba, por ejemplo, en Cuba, donde una decisión castrista había acabado con el derecho de autor y muchos creadores malvivían mientras languidecían sus ingresos en todo el mundo. A la vez, SGAE se ocupaba de labores olvidadas por la desidia gubernamental, como la promoción exterior de la música española o el estudio de sus creadores. Llegaría a contar con una discográfica (que no era competencia ya que esencialmente publicaba trabajos rechazados por el resto de las compañías), fabulosos estudios de grabación y hasta una cadena de teatros.

Teddy oteaba el futuro desde su atalaya. Mucho antes que los disqueros, fue el primero al que escuché una advertencia sobre el "gratis total" que traía Internet. Hasta entonces, la principal amenaza al statu quo era la copia privada y lo que se daría en llamar top manta. El y su SGAE fueron el motor de iniciativas legislativas como el canon y el castigo implacable a los vendedores de copias piratas. Seguían pautas que ya existían en otros países pero no supieron explicarlo. Ellos y no las discográficas o las distribuidoras de cine eran la punta de lanza de la defensa de la propiedad intelectual y pagaron por ello un precio desproporcionado.

Sospecho que Teddy no entendió las razones de que se convirtiera en una de las personas más odiadas de España. Tenía chófer pero nunca le vi guardaespaldas (excepto en La Habana). De todos modos, resultaba imposible discutir con él: sabía más sobre los mecanismos de SGAE que cualquiera e ignoraba las percepciones públicas. Y la Sociedad se había transformado en un monstruo tan complejo como el PRI mexicano, con un sistema de representación que garantizaba la perpetuación del clan dominante y que tapaba cualquier escándalo (que los hubo, y no precisamente los aireados por la prensa de cobro a festivales benéficos o espionaje en bodas).

En los últimos años, el matador de dragones se había transformado en otro estereotipo: el político eternizado en su puesto. Parecía trabajar para los poderosos e ignorar a los demás. A su disposición tenía una bolsa de préstamos y adelantos que le permitía establecer una agradecida red clientelar. Como un político de caricatura, decía a todos que sí y luego se olvidaba de sus promesas. Estaba tan alejado de la calle que no entendió lo hirientes que resultaban su sueldo y su (prevista) jubilación, cuando inauguró una tardía política de transparencia. Seguramente, tampoco advirtió la confluencia en su persona de tantos vectores de sospecha e indignación. Se le iba poniendo cara de chivo expiatorio.

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Más tarde aporto (lo estropeo todo) con mis comentarios propios.  Ahora me voy a Lidl, “donde la calidad no está reñida con los precios” y donde seguramente nunca compraba Teddy, ni siquiera en aquellos primeros tiempos de su escalada cuando vivía en la casa (calle de Saínz de Baranda) de la familia de la menor con la que se casó (NEGRA historia).

04/07/2011  Ayer dejaron en libertad con cargos, sin fianza pero con retirada de pasaportes a los tres cabezas pensantes de la SGAE.

Acompaño ahora un vídeo que le hicieron a quien fue su esposa, Paloma Siles, y que él desposeyó hasta de la hija que tuvieron en común, y ella terminó como drogadicta en plena calle.

Paloma Siles, después de pasar por las manos de Teddy Bautista

Eran los años 80 –no puedo precisar si 84,85,86— cuando esta chica y sus padres todavía vivían en la calle de Sáinz de Baranda y eran clientes asiduos de un restaurante chino en el que yo trabajé hasta el año 87.  Creo que por aquel tiempo ella era todavía menor de edad, según el límite legal.

Siempre bajaban primero ella y sus padres –y, posteriormente, cuando tuvo la niña—.  El Sr. Teddy Bautista bajaba después.  Yo no sé lo que pasaba en aquella familia, pero sin duda había algo extraño.  El comportamiento natural de sus padres y de ella misma cambiaba de inmediato nada más llegar él.  Era como comer con un dictador.

Y ella era una niña preciosa, fresca y joven.  De él sabía quién era por la única canción de los Canarios que llegó a Cuba: “For your love”.

Antes de yo dejar de trabajar allí, ellos dejaron de ir.  Y perdí la cuenta.  Cuál no sería mi sorpresa cuando me la encuentro una noche como entrevistada en el programa “¿Dónde estás, corazón?”  Me costó trabajo asociarla con aquella imagen que conocía.  Le faltaban dientes, estaba inconexa, perdida, lloraba.  Pero hablaba.  A duras penas explicó claramente que quién la metió en la cocaína había sido Teddy Bautista, y en las propias dependencias de la SGAE, cómo le había arrebatado la hija en común a los dos años de nacida y vino a recuperarla a los 26, y cómo acabó con la familia de ella y con sus propiedades.  Los periodistas del programa estaban tan alarmados con lo que contaba en contra del Rey Midas que su nerviosismo era patente y evidente hasta que la cortaron y terminaron abruptamente con aquella entrevista.

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Sé que este individuo ha sido incluso condecorado por Fidel Castro en Cuba, donde tiene mansión y yate en el exclusivísimo “Reparto Biltmore”, residencia habitual de toda la realeza cubana, incluidos bufones como Silvio Rodríguez y Pablo Milanés.

Ojalá que la justicia fuera justa, tanto para los muchachones y las muchachitas del PP, PSOE, IU, CiU y quien sea.  Pero me temo que siempre hay arreglos y cositas que se saben unos a otros, y he ahí por qué éste es un señor respetable y Paloma Siles una drogata indigente que no merece vivir.

© 2011 David Lago González

1 comentario:

Zoé Valdés dijo...

Lo que has escrito es la reflexión que muy pocos se atreven a hacer, o a decir. Un artículo -el de ella- no escrito por ella, ordenado de arriba y manufacturado por el consorte.