martes, 30 de septiembre de 2008

MOLESKINE (4)

moleskine_whitejacket Las atroces caídas en la Bolsa, o de la Bolsa —no es lo mismo caerse en La Bolsa que La Bolsa se caiga—, son algo sumamente complicado como para que las escasas neuronas que me quedan puedan comprender lo más mínimo. ¿Por qué no acaban de aprobar el plan Bush? ¿A qué llaman “socialismo para ricos”? ¿Puede suceder algo que cambie mi vida material para mejor o para peor? Sí, ya sé: Africa (“I thank the rain down in Africa”, como canta Toto), pero, chica, algo bueno tenía que sucederme: no nací ni vivo en Africa.

Por otra parte, El País sí trae un titular trepidante, “La noche infinita de Cocó Ciëlo”, escrito por una tal Patricia Ortega Douz. También un artículo bobo de Jorge Edwards. Pero el que a mí me gusta es Cocó Ciélo y su noche infinita en la que lo mataron a botellazos dentro del portal de su casa. ¿Por qué me atraerá tanto el macarrismo???? Debe ser porque de niño me llevaban al Mercado de Abastos de Santa Rosa, donde se compraban platanitos manzanos en la venduta de Chano, carne de primera en la carnicería de la saga Carbonell, pollos vivos más adentro y ajíes cachucha que le gustaban mucho a mi madre, al mismo tiempo que me llamaba mucho la atención lo que pasaba y lo que imaginaba en los bares de putas, los traganíqueles, los chulos con sus guillos de oro y otros señores que serían los clientes, y el fru-frú de las sayuelas almidonadas. Pero luego llegó Fidel y me salvó de todo eso.

Me senté en la rotonda de la Plaza de Cascorro a tomar el sol y ver el periódico. Todo estaba bien hasta que llegó un puto fumador: un día voy a asesinar a alguien que fume, sobre todo si son Ducados. Bueno. De la lectura saltaba a la reflexión curiosa de vivir en dos países donde los colonizadores comparten el prestigio de ser héroes y villanos a un mismo tiempo, y me doy cuenta que para una buena parte de la sociedad esa confusión pervive tal cual, actualizada en otros personajes que prefiero no convocar mencionándolos.

Algo que me llama la atención es el adelanto de publicación de 52.000 cartas políticas que Norman Mailer dejó en alguna parte, y el atentado fundamentalista contra el editor inglés de “La joya de la Medina”, escrita por Sherry Jones. La muerte de Nouhak Phoumsavanh, ex dirigente comunista de Laos —que en él se ensuelva, como se dice con las animales (también lo dije cuando murió Jesús Díaz)—. Una pija documentalista que dice que “el Emmy es un peligro, parece un arma terrorista”, pero seguramente irá a recogerlo —claro, los españoles somos estúpidos, lo certifica Javi Bardem--. Y en la parte baja de una hoja, a la derecha, una discreta promoción de dos libros sobre Cuba: Fernando Ravsberg con “El Rompecabezas Cubano” y Richard Gott con “Cuba: Una nueva historia”.

No sé quién es Richard Gott, ni pienso leerlo, pero me pregunto, casi me rompo la cabeza pensando qué querrá decir con “una NUEVA historia”...

© David Lago González, 2008.

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CALLEMORA LATIN JAZZ, invitación de OtroLunes

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----- Mensaje reenviado ----
De: Ladislao Aguado <ladislaoaguado@otrolunes.com>
Enviado: martes, 30 de septiembre, 2008 12:31:36
Asunto: INVITACIÓN

Queridos amigos,

El próximo jueves 2 de octubre, a las 10:00 pm, la Asociación "Otro lunes" presenta un concierto de Callemora latin jazz, una agrupación internacional de jazz latino, que cuenta con la dirección del percusionista venezolano Jaime Vásquez y la participación de destacados músicos, como el pianista Alejandro Ávila y el percusionista Jimmy Rondón.

La actuación será en la sede de la Asociación Cultural "Yemayá", sita en la calle Calatrava nº 16. Madrid. Metro: La Latina y Puerta de Toledo. (línea 5).

Más información sobre Callemora latin jazz: http://www.otrolunes.com/html/algunos-escuchan/algunos-escuchan-n04-a02-p01-2008.html

Un cordial saludo.

Asociación "Otro lunes"

www.otrolunes.com

lunes, 29 de septiembre de 2008

Ratoncito Pérez

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Hay que estar demasiado adolorido,
Ser demasiado… no sé,
Iba a decir demasiado ingenuo.
O demasiado bendito por el Ser Supremo
Y haber vivido suficientemente lo bueno y lo malo
De esta época de abusadores, pillos, redentores, mentirosos,
iluminados, manipuladores.
Iba a decir
Que todo eso
Era necesario para creer firmemente
Que un gesto de cualquiera de nosotros
Perduraría por los siglos de los siglos
—o por lo menos un tiempo suficientemente largo—
Igual a una mano que llegase
Junto a la olla donde el Ratoncito Pérez
se debate a causa de la golosina de la cebolla,
Y lo rescata, y lo coloca empanzado en el borde
Y el bicho descansa
Hasta que se aconseja mejor,
Y salta al piso y se pierde por ahí.
Que claramente eso no ocurriría
Y el Ratón se cocinaría asqueroso
Reventaría asqueroso
Se disolvería asqueroso
en la masa del caldo amarillo más asquerosa aún.
Pero en definitiva
Qué gana el mundo con tales revelaciones.
Qué gana con admitir que la poesía
O el vivir, o el escribir
Son solamente una forma de saber
Y no hace mal ni bien
Y ni enseña ni te deja bruto
Que lo único que hace es impedirte acumular
Posos amargos
Pero que eso tampoco es demasiado
Porque lo sabes tú y ya
Y a veces ni siquiera llegas a saberlo
Sino que sucede
Y tú mismo ni siquiera te dices qué estará pasando,
Y mucho menos
Ah sí, es la poesía: mire usted qué bien hice en ser poeta.
En realidad
Eres un tipo
Que pasa junto a una pared
Caminando de una forma especial,
O no tan especial,
Solamente con un poco de ritmo
O mirando de frente
Y hacia arriba.
Examinado a los demás
No se sabe bien por qué
O para qué —suponiendo que haya un para qué: pero tiene que haberlo
Pues no se hace algo por gusto-
Alguien que parece ir demasiado ligero,
Demasiado deprisa,
Como paseando, como distraído
Como si todo le fuera demasiado bien
Y estuviera aquí sólo de turista.
Vas a ser sólo eso
Alguien diferente
A tu familia, a tus amigos de la infancia, como un turista,
Uno con quien no se puede contar mucho
Uno que no se sabe cómo ni cuándo se separó del grupo
Y se perdió.
No esperes más de escribir cosas
Ni del leerlas en público o imprimirlas,
O dejarlas descansar en una gaveta.
Solamente lo que te acabo de decir.

Pero tampoco vayas por ahí
Pregonándolo
Como si sintieras vergüenza
O culpa
Porque no es verdad.

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Septiembre 28 – 2008

© Antonio Desquirón, 2008.

 

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Mi primer trabajo, algunas precisiones

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Yo reconozco a los ladrones, a los traidores, a los asesinos, a los bribones,

una profunda belleza que a vosotros os niego.

Jean Genet

 

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                            a Rolando Bencomo,

                                    compañero de tantas madrugadas

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Mi primer trabajo, lo compartí con ladrones, asesinos, soñadores patrióticos, fumadores empedernidos de marihuana, vagos, maleantes, escandaloso público del coito apresurado o la chupada interrupta, exhibicionistas de mirada atenta y hermosas vergas, universitarios expulsados por respirar demasiado, contables alcoholizados, reservistas fugados, corruptores de infantes atrapados por la belleza bestial y adulada de la adolescencia, balseros traicionados por su amigo mejor, maridos engañados que aplicaron la justicia del cornudo, todos ellos egresados del ergástulo o con la posibilidad del ingreso a cuestas.

Entre tanta gente de recia estirpe no había un sólo culpable: todos éramos inocentes.

Nuestro criado había matado a su madre por el precio de un cigarrillo prohibido: era todo cuanto sabíamos.

Los demás, éramos un misterio que disfrazábamos con buenas sonrisas o rostros impenetrables, y nadie preguntaba al otro por su pasado, como si, acabados de nacer, la vida nos regalara aquel don de trabajar bajo un sol implacable, viajar durante cuatro horas de ida y de vuelta, compartir un rancho lejanamente asemejable al almuerzo, y con frecuencia rociarnos con abundante aguardiente para poder olvidar por unas horas aquella caprichosa vuelta de la tuerca.

Esos éramos los malos.

Los buenos formaban cofradía aparte, y como masones, su intachable proceder quedaba más allá de toda duda. Pero, paradójicamente, en algo se parecían a nosotros: todo era cuestión de tiempo. Ellos no tenían pasado; su pasado era su presente y su futuro, pero compartíamos un destino, ya vivido por nosotros y por vivir para ellos.

En ambos lados los corazones eran variopintos.

A los malos nos gustaba callar; a los buenos les complacía hablar y hablar, hacerse asequibles y brindarnos su paternidad comprensiva hacia los errores del hombre. Algunas veces coincidíamos en fechas patrias y la cerveza cruda los tornaba más tolerantes; como buenos sacerdotes, perdonaban las debilidades que nos habían convertido en malos.

Esos días que recordaban antiguas gestas sólo valían por el alcohol que se escanciaba y nos liberaba a todos por igual del destino, ése que ya algunos habíamos vivido y ese mismo que a los otros aguardaba, para convertirlos en ladrones, asesinos, delatores, soñadores patrióticos conversos, fumadores empedernidos de marihuana, escandaloso público sorprendido en la noche, oteadores indiscretos de ventanas ajenas, universitarios expulsados por un contable alcoholizado ya regenerado, enamorados de la belleza cruel de la juventud, arribistas destronados, estafadores del erario, representantes del poder asilados en Barajas, arrepentidos que contaban su vida y sus errores para Tusquets o Anagrama, escoltas de presidentes, militares aguerridos que el demasiado poder trastornaba; en fin, personas quebrantadas por el único trabajo que intentábamos hacer todos: sobrevivir.

La diferencia estaba en que los malos teníamos pasado y los buenos todo el futuro por delante.

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(Madrid, 6 de Mayo de 1999)

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NOTA DEL AUTOR:  Estos tres poemas se refieren al lugar a donde me mandaron a trabajar ("me ubicaron") a raíz de la expulsión de la universidad y después de pasar mes y medio intentando conseguir, mediante terceros, un trabajo mejor en la ciudad.  Uno de los que supuestamente estuvo haciendo gestiones para mejorar mi iniciación laboral era un vecino ex-guerrillero colombiano que había desviado un avión y a él y su familia (mujer y un hijo) les habían dado la casa de los Domínguez al doblar de casa.  Por entonces, todas las "ubicaciones" las controlaba y decidía directamente el Ministerio de Trabajo y en su oficina sólo existían dos destinos: caña y Presa Najasa.  La construcción de la Presa Najasa tenía lugar a 60 y pico de kilómetros de Camagüey, unos 20 de carretera hasta un merendero a salidas de la ciudad donde antiguamente hacían "rodeos" a alguno de los cuales me llevaba mi padre, y el resto era terraplén.  Se salía a las 3 de la madrugada de la carretera central a la altura del Casino Campestre y de espalda a alguna de las ventanas de las que habían sido mis aulas cuando estudiaba bachillerato en el Instituto.  El trayecto en total llevaba unas cuatro horas.  Los vehículos utilizados para ello eran unos mastodónticos camiones de la casa francesa Berliet, a los que se subía por una escalera de cabillas y en su cama había una caseta con bancadas para los trabajadores.  También habían unas (dos) "guaguitas" pero creo que eran más bien para regresar y, por supuesto, conseguir aunque fuera rozarlas era a veces puro milagro.  Se salía de la zona de las oficinas a las 7 de la tarde, con lo cual llegábamos a Camagüey alrededor de las 11.

Por ley yo sólo tenía un margen de quince días desde la fecha de expulsión a la de presentación en el Ministerio de Trabajo.  La inocente, ingenua y tonta falacia de intentar conseguir un mejor empleo quedaba fuera de la ley, que por entonces era específicamente La Ley contra la Vagancia, no recuerdo qué número tenía.  Temblando (yo siempre estaba temblando, era como una gelatina ambulante) reuní cuantos certificados médicos tenía por ahí e incluso me habían librado puntualmente del Servicio Militar y me presenté ante un obeso compañero que controlaba ese área que no me acuerdo cómo se llamaba pero que era como de los disminuidos físicos, psíquicos y hasta químicos.  El hombre me dijo que le dejara todo eso allí y volviera al día siguiente.  Al día siguiente regresé puntualmente y temblando.  Me recibió él y un chico muy rubio que era de "la onda" pero todo el mundo sabía que era informante, y me dijo: "David, nos conocemos perfectamente, a ti y a tu grupito de Nikitín, Carlos Victoria, Carlos Alonso, Elio Poblador y todos los demás hippies de la Plaza del Gallo, y tú me conoces también a mí... y todos estos papeles no valen una pinga"  --y ante mi estupefacción y temblor (ya por entonces era como el tolvo de una concretera), los hizo trizas.  Así, sin más, la valiosa firma del Dr. Félix hecha polvo.  A cambio firmó él la iniciación del proceso para aplicarme la ley contra la vagancia (o Ley Contra Vagos y Maleantes, como la implementada por el Generalísimo Francisco Franco en España).

Al llegar a casa le comuniqué a Carlos (Victoria) la buena nueva.  Él había pasado por algo semejante unos seis meses antes pero ya estaba trabajando en una oficina intermedia del Plan de Repoblación Forestal (o algo así).  Terminamos de hablar y colgamos.  A los pocos minutos me llama él contándome que una compañera de trabajo inevitablemente había estado escuchando la parte suya de la conversación telefónica y se había comunicado con una amiga que trabajaba en ese mismo lugar de donde yo venía, y esa otra persona me citaba para el siguiente día a las 7, antes de abrir las oficinas al populacho (que éramos nosotros) por una puerta que estaba en la parte de atrás pero yo tenía que esperar agachado en no sé dónde... en fin, "detalles que hacen grande un amor".  La amiga de la amiga, mi salvadora, mi milagro de verano, era una lesbiana muy reconocida en la farándula de nombre Nereyda y miembro --¿debo decir "miembra", según Viviana?-- de una saga de informantes reconocidos de "la onda".  No tuvimos ni que presentarnos.  Ella me ordenó: "¡pasa aquí!" y le dijo a un esclavo suyo: "rellénale una ubicación para Najasa".  "¡Vete!", me dijo a continuación, y la "s" de mis "gracias" quedó muda bajo el golpe de la puerta.

Así llegué a la Presa Najasa, con aquel papelito rosa que me designaba como "peón".  La historia es infinita y no se trata de mi autobiografía.  Era un lugar donde aparentemente podías perder la vida en cualquier momento, dado el material "humano" que llegaba allí todos los días.  Yo tuve suerte y me dejaron en la oficina, le caí bien a mi jefe inmediato y tiempo después me contó lo mucho que tuvo que insistir para que no me mandaran a trabajar al talud, que nada tiene en común con el talmud.  Todo lo que salía de la cárcel prefería la construcción a la caña, lo que a aquellos que no conocen qué puede ser todo lo relacionado con el cultivo de esta planta, pueden tener una idea de lo duro que es.  La Presa Najasa era el umbral de Kilo 7.  Como he escrito en el poema, todos allí éramos inocentes o, más exactamente, nadie sabía que había hecho el de al lado para haber parado en Najasa.  De los pocos a los que le sabíamos algo estaba Benito, de apariencia infeliz.  A nuestro jefe le dio pena y lo dejó para limpiar las oficinas (y, también, para servir de criado).  Bien, pues Benito (a quien estoy volviendo a ver en este mismo momento) había cumplido una condena de 20 años por haber matado a su madre con una plancha ya que la mujer se negaba a darle dinero para comprar marihuana.  Allí, en Najasa, conocí que la famosa Campaña de Alfabetización había sido una mentira más, pues fueron muchos los que, al rellenar los expedientes con sus datos, bajaban la voz hasta el "secretico secretón es muy mala educación" para decirme que ellos no sabía ni leer ni escribir.  Así, tal cual, lo informaba yo a la sede provincial del D.A.P.  (Desarrollo Agropecuario del País), hasta que un día el bueno de Cambra (que lo supongo siendo todavía párroco de la Iglesia del Cristo) me dijo: "pssist, pssist, que no pongas más lo de 'analfabeto' en los informes mensuales",  "pero si eso es lo que me dice la gente...", repliqué; "pero se supone que somos el primer país sin analfabetos de América Latina..."; "y qué pongo, entonces", pregunté: "iletrado" me dijo mi amigo).

En realidad, ese material "humano", con todo tipo de comillas, apóstrofes, llamadas, notas al margen y reservas, después de la primera impresión, se reveló como un verdadero material HUMANO.  En la mayor parte de las consecuencias que he vivido por cualquiera que haya sido la causa, agradezco lo vivido aunque no justifico lo que las motivó.  A veces hay que llegar a situaciones extremas para valorar mejor la vida, y también lo que quede por vivir.

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2

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                                              a Jesús Palomero

                                             (de parte de Queta Pando)

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Ah, Jesús Palomero, tú, con tu sonrisa ladeada,

bajo el lado oscuro de la visera de tu gorra verde oliva,

por dónde reirán tus blancos dientes ahora, tantos años después

en que tomo prestado el fantasma de Queta Pando

para reivindicarte en la memoria de un poema.

Ah, Jesús Palomero, la yema de tu dedo

jugueteando con el pezón que asomaba por tu camisa entreabierta,

con esa lasciva mirada que lanza un hombre a otro

cuando se sabe poseedor del pezón justo,

la sonrisa perfecta, y el momento preciso de insinuarlos

como el manjar que se muestra a un indigente

y se le retira en el instante en que extiende su mano,

para dejar flotar en el aire la crueldad entre los cirros macabros de la broma.

Donde quiera que estés, yo estaré contigo.

No te dejaré hasta no hacer mía la justicia del paria

y retendré en mi boca lo que me enseñas cabronamente,

y tantos años después, cuando me sé bien muerto,

te juro que me cobraré con creces, y darás por extinguido del fuego su juego

cuando sientas sobre tu cuerpo una brisa ardiente que te abrase

y no sepas contestarte qué es eso que tanto te sofoca y te deleita,

y que nunca más, ¡ah, Jesús Palomero!, nunca más

volverás siquiera a imaginar de nuevo.

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(Madrid, 23 de Mayo de 1999)

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3

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Madame Pataza, con su larga gabardina negra, abierta al aire como las alas de una mariposa nocturna, nos salvó de una redada inoportuna en la Plaza de la Merced. Corrió a nuestro encuentro sin conocernos, y su alerta fue el grito de un pájaro de plumaje estrafalario que cruza como una aparición el cielo estrellado y tropical, y convierte el graznido en el aviso del cepo hacia el otro esclavo que rehuye al mayoral, desmintiendo así lo despectivo del mundo tercero y las bananas y las repúblicas miradas desde la altivez europea del "sálvese quién pueda".

Madame Pataza desapareció, como nosotros, entre los callejones de la vieja ciudad que quiso burlar a Henry Morgan inútilmente, sumándose a la oscuridad de la noche y la vida como un fundido repentino e inesperado.

A la mala sombra del cepo le cobijó el tiempo y pasados los años reapareció, tan fugazmente como la felicidad: tan sólo para morir a los pocos días de libertad sobre una loza desprendida de los cables de la grúa, como un maracuyá que se tira al aire y hace "ploff" contra el suelo.

Fue la única vez que pisé el talud de la represa, y desde aquella altura casi infinita vi allá abajo su sangre como el plumaje estrafalario de un pájaro tropical que del látigo del mayoral una noche nos salvó, y quién sabe si también de la mala sombra de algún cepo...

Descanse tranquilamente su negra gabardina tan inusual en la brillante noche tropical, "morena, bonita, sensual, que incita a soñar" * con alas abiertas que se echan al vuelo eterno,

libres para siempre en su profundo silencio.

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(Madrid, 23 de Mayo de 1999)

*(Texto de una canción de César Portillo de la Luz)

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NOTA DEL BLOGGER:    Madame Pataza era un chico joven, una loca apabullante de esas que dan los pueblos de provincia.  Supongo que lo de "pataza" le vendría por tener el pie grande, o por ser muy "pato".  No sé.  Lo más característico, aparte de su amaneramiento, era su vestimenta, y lo que parecía su prenda favorita: un sobretodo negro de cuerpo entero que llevaba desabrochado para que el aire tropical hiciera batir aquella tela como si fueran las alas de un vampiro.

Creo que esa noche en que nos salvó de la redada estaba Virgilio (Virgilio Piñera, no el otro) en Camagüey visitando a su gran y viejo amigo Carlín Galán (hermano del musicólogo Natalio), y nos habíamos sentado en el último banco de la Plaza de La Merced.  Estaba Niki, no recuerdo bien si Carlos, yo, ellos dos, alguien más que no recuerdo.  Y nos estábamos incorporando para avanzar hacia el centro cuando a nuestro encuentro venía, cual Matrix pre-hollywoodense, Madame Pataza volando literalmente a ras del asfalto y gritando "No sigan, viren, que hay redada en la esquina".  Y rápidamente todos desaparecimos en esos intrincados callejones trazados específicamente para evitar la chusma pirata de siglos anteriores.

Años pasan hasta que otra algarabía, otro murmullo popular, me hace alzar los ojos y mirar por la ventana de mi oficinita en la Presa Najasa, para encontrarme con la presencia y esencia de dos locas acabadas de salir de prisión y rodeadas de hombres que las soliviantaban como si fueran Marilyn Monroe y Jayne Mansfield juntas.  Así se las llevaron "pa'llá 'bajo", donde estaba la cosa dura (parece que todas las cosas duras están abajo), en una refrescante bienvenida de jodedera y bugarronismo.

El tiempo pasó y las locas se tranquilizaron, tal vez encontraron algún novio entre aquellos criminales sin alma pero provistos de otra alma especial para amar a los hombres.  Una tarde viajaba Madame Pataza sobre una loza sostenida por los cables de una grúa, también mastodóntica, todo enorme, como en Jurassic Park, cuando ésta se desprendió y loza y loca quedaron deshechas en menudos pedazos sobre el talud (que no es lo mismo que "talmud").  La actividad se paralizó en todas partes y todos nos montamos de prisa y como pudimos en los camiones para ir a ver lo que había pasado.  El cuerpo había reventado como una fruta demasiado madura al tocar la cortina de la presa.  Todos estábamos muy confusos.  Y sobre todo los obreros, entre los cuales parece que había llegado a ser muy popular y querido.  "Un tipo legal", se dice.  Recuerdo a un gordito rubio, que era muy jodedor, llorando como "una yegua".

 

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(C) David Lago González, 1999.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Quote

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Roland Barthes au Maroc, 1978._Collection Roland Barthes_IMEC

Saber que no se escribe para otro, saber que las cosas que escribo jamás me darán el amor de quien amo, saber que la escritura no compensa nada, no sublima nada, que ella reside exactamente allí donde tú no estás  —tal es el comienzo de la escritura.

Roland Barthes

 

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sábado, 20 de septiembre de 2008

Los viernes de la Cacharrería (presentación de libro, invitación)

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Ateneo científico, literario y artístico de Madrid

Los viernes de la Cacharrería

26 de septiembre      10.30 de la noche

 

Presentación del libro

de

Ramón Miguel Montesinos

“Ángeles  sin  sospecha”

(EDICIONES   MAR FUTURA.  Colección Eurínome)

 

Palabras previas

de

Luis Alberto de Cuenca

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Ateneo científico,  literario  y  artístico de Madrid

Calle del Prado, 21

28014-Madrid

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LOS DIFUNTOS ENAMORADOS

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No te vayas aún,

quédate unos versos más conmigo.

Cruzaré el umbral de la niebla

y acariciaré tu rostro

abandonado por las lluvias,

tus cabellos que germinan en las fuentes,

tus leves gestos diluidos

entre las flores grises y el barro.

No te vayas aún,

tengo un poema nuevo

que habla del amor, la tarde y los poetas,

desde la misma infinitud de un mundo,

en donde tan sólo un cielo que duerme

es como el beso de los muertos:

porque la noche no sabe

qué es la noche,

ni los difuntos enamorados

en un abrazo oscuro,

que sus deseos desconocerán

infiernos y paraísos.

 

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Entre-Visto por Roberto Cazorla para el periódico “Libre”, Miami.

 

El amigo Roberto Cazorla me entrevistó para el periódico “Libre”, de Miami, Florida.

Seguramente debido a que yo hablo bajo e, incluso, voy un poco más allá y muchas veces en vez de proyectar la voz hacia fuera, más bien la dirijo hacia dentro, lo cual confunde mucho a la empleomanía y ya he recibido numerosas críticas de amigos exaltados a los que injustamente llamo “sordos”, el compañero Cazorla me “encarcela” como dos o tres veces. Hago ahora la debida aclaración por mi parte, por el si acaso de esas mentes siempre despiertas y dispuestas que, en su papel de radar, pueden adjudicarme y adjudicarnos un sufrimiento y un patriotismo que nunca llegaron a ese extremo, pues, técnicamente hablando, ni siquiera Carlos Victoria estuvo preso (sólo detenido 52 días entre Camagüey y La Habana). Los miembros —y las miembras— del “retrato de grupo” de Camagüey-Santiago, fuimos espiados, visitados, advertidos subliminalmente, o de forma burda, expedientados por la Seguridad del Estado, registrados por esta entidad y por el Ministerio del Interior, fotografiados de forma involuntaria (lo que ahora en España se llama, periodísticamente, “un robado”) y hasta dejados a un lado con asco y desprecio, lo que rápidamente nos llevó a los bajos fondos y el alcohol. Pero nunca llegamos a guardar prisión.

Como creo —si mal no he entendido a Roberto— que este periódico tiene alguna relación con los naturales de la provincia de Matanzas, a donde llegaron y de donde partieron los Fagundo, rama “única” a la que con orgullo pertenezco, que en alguna parte de la entrevista se lee —con espanto y perturbación ciclónica, como lo leí yo— que mis padres “presidían un Comité de Defensa” y como quédeme perplejo ante tal error y burla de la vida hacia la figura de mis padres, David y Agustina, rectifico y niego rotundamente que los infelices pertenecieran ni por un segundo a Tal Cosa. Sólo yo cometí pecado de CDR en respuesta a la rogativa de mi madre, que se postró ante mí como si yo fuera el Niño Jesús de Praga con 9 o 10 años, no para pedirme un milagro sino todo lo contrario: para que pecara por la salvación de mi cuerpo.

Dicho lo dicho, dejo aquí el enlace que os llevará a la mencionada entrevista, aclarando también —¡cuántas aclaraciones!— de que al entrar al pdf se van a encontrar con unas muñecas tipo Lily, de aquellas regordetas que se usaban en Cuba, pero no, ninguna de ellas soy yo. La interview de marras está en las páginas 36 y 37 de la revista. Mis escasos conocimientos informáticos no han dado todavía con la forma de eliminar todo lo que no sea dicha entrevista, de ahí que “dicho lo dicho, la vida es sólo un dicho que alguien dijo haber dicho alguna vez” (I, me, mine)

MIERCOLES, 3 DE SEPTIEMBRE DE 2008
36 MIERCOLES, 3 DE SEPTIEMBRE DE 2008 www.libreonline.com
7 días/24 horas... www.libreonline.com...con noticias, TV y fotos al momento
Por Roberto Cazorla
Exclusiva para “LIBRE”.
Con el misticismo de un monje tibetano (nada hay más
lejos), el poeta David Lago González usa la vida para
depositar su mirada en todo lo que acontece. Ha pactado
con el tiempo. Se sabe de memoria la misión que le asignaron
en el momento de nacer. Es sobrio, pero con un elevado
sentido del humor. Roza el color negro, es soterrado,
a veces irónico; jamás ofensivo. Su imaginación sube y
baja al infinito sin necesidad de visado. Inventó las bisagras
de las ventanas por las que huyen los poetas.
No es fácil dar con alguien como él. Es como un soneto
de Góngora. Espeso y líquido, oscuro e inescrutable.
Huele a Camagüey. Se considera ciudadano del mundo,
aunque la frase resulte tópica.
Me enorgullece haberlo conocido. Está entre las mejores
voces de nuestro exilio. Es meticuloso, cuida y pinta
sus poemas con un material desconocido: es genuino.
¿Nació Poeta?
Comencé a escribir a los 12 años. No recuerdo exactamente
lo que hice. Lo tomé en serio cuando una amiga
leyó algunas cosas y me dijo que tenía condiciones. Esta
amiga se graduó en Filosofía y Letras y ejerció como profesora
durante mucho tiempo.
¿Publicó en Cuba? ¿Perteneció a algún grupo literario?
No publiqué y, en cuanto a pertenecer a un grupo como
se suele decir, no, pero fui amigo de Carlos Victoria, José
Rodríguez Lastre, “Niquitín”, Emilia Sánchez, así como
otros que iban apareciendo y desapareciendo.
En época de la revolución.
Claro, nací en 1950. Cuando llegó Castro yo no había
cumplido 9 años. Todos los citados teníamos más o menos
la misma edad. En la universidad coincidimos con otros
poetas, entre ellos Rogelio Quintana.
VIGILADO POR LAS AUTORIDADES
- ¿No quedó ni siquiera una antología del supuesto
grupo?
Para eso había que pertenecer a alguna organización
institucional. No existía –ni existe- la independencia.
Normal en una dictadura.
Entonces imperaba la Asociación Hermanos Sáinz, pero
ni David Lago, ni el resto de sus compañeros, pertenecieron
a ella. Lo que les ocasionó estar controlados y vigilados
constantemente.
“Nos dejaron mover hasta cierto momento. Las autoridades
nos llamaron a contar. O nos integrábamos, o seríamos
considerados de “otra manera”. Ocurrió en 1977.
Carlos Victoria fue detenido, pasando 52 días entre Villa
María Luisa (Camagüey) y Villa Marisma, en La Habana.
Posteriormente nos detuvieron a “Niquitín”, Rafael
Sequeira y a mí. Fuimos expedientados, obligándonos a
declarar sobre actos que desconocíamos. El propósito era
encontrar fantasmas. Nos hacían preguntas tontas como si
habíamos oído las palabras “clandestinidad”, “conspiración”,
y que por qué nos reuníamos en casa de Rafael
Sequeira. Lo hacíamos porque él vivía en una región en la
que no ocurrían los típicos apagones. Sospecharon que
estábamos conspirando”.
Usted surge al mundo literario dentro de la más reacia
censura.
Totalmente.
David Lago González nació en Camagüey (Cuba) en
1950. A los 13 años, la doctora Luisa Ceballos, directora
de la ESB “Ana Josefa Betancourt”, de Camagüey, intentó
enviarlo a uno de los campos de concentración conocidos
como UMAP, por haber cometido la chiquillada, junto
a otros tres compañeros, de desordenar el aula en el tiempo
de receso.
“COMPORTAMIENTO
EXTRAÑO Y ANTISOCIAL”
“A los dos meses de cursar el 2º Año de Bachillerato en
el Instituto Pre-Universitario de Camagüey, me llamó el
doctor Durán, director del centro, y con un miembro del
Departamento de Lacra Social del Ministerio del Interior
para sugerirme que colaborara en la delación de estudiantes
homosexuales”, afirma Lago. A lo que se negó rotundamente,
y por lo que tuvo que pagar un alto precio.
Tras conseguir una beca por la Escuela de Letras de la
Universidad de La Habana para estudiar Filología Inglesa,
se la retiraron por haber mantenido un “comportamiento
extraño y antisocial” durante sus años de bachillerato al
preferir pasar los recesos leyendo antes de compartilos
con sus compañeros.
¿Llegó a integrarse?
No. Mi familia presidía un Comité de Defensa. Si te
designaban no te podía negar. Regresé a Camagüey, donde
después de 8 meses de Licenciatura en Económicas en la
universidad, me fue oficialmente “denegada la pre-matrícula”
por “apatía política”. Extra-oficialmente, fui expulsado
por llevar una vida privada y no haber podido ser
catalogado como nada. Quien me informó fue un miembro
de la Unión de jóvenes Comunistas llamado Raymar,
que posiblemente también votó en mi contra para que me
expulsaran.
Fue usted un apestado.
Fui víctima de las tan famosas depuraciones que se realizaban
en los centros educativos. Yo hacía lo normal de
un joven de entonces, pero no era extrovertido ni fui de
los que gritaban ¡Viva la revolución! Pero es que soy así
por naturaleza. Mi delito era ser introvertido. Me concedieron
dos años de plazo para que me mezclara con la
clase obrera, con el pueblo. Actitud estatal que tenía
muchas consecuencias, además de quebrarte la forma de
evolucionar como estudiante. Lo que se recibe después de
dicho proceso es inimaginable. Se siente que el camino
nos lo han desviado completamente.
CONDENADO A LA NO EXISTENCIA
Logró licenciarse en Literatura Hispanoamericana por
la Universidad de Camagüey. Lo que no impidió que fuera
expedientado por la Seguridad del Estado de dicha provincia,
por un tal teniente Blanco, por escribir sin pertenecer
a las organizaciones estatales.
Tras haber desempeñado diversos trabajos como castigo,
en 1980 le condenaron a la “no existencia”, por solicitar
la salida durante el éxodo de El Mariel.
¿Siempre pensó irse de Cuba?
Sí y no. Nunca me adapté. Pude haber sido uno de los
niños de “Peter Pan”, porque cuando intervinieron los
colegios yo estaba en los Maristas. Mis padres, en una
manifestación entonces anómala, me despertaron una
mañana y sentados uno a cada lado de mi cama me dijeron
que había la posibilidad de que me fuera para Estados
Unidos con los Hermanos Maristas, y que después irían
ellos. Yo tenía 10 años. Me pareció terrible. Sabía que no
iba a ver más a mi padre. Él era inmigrante español y pen-
Fue uno de los predilectos de
Gastón Vaquero. Millones de
cubanos han sido perseguidos,
marginados y acosados en la
isla, pero más que él, imposible.
Cuando llegó “el Comandante”
tenía 9 años. No obstante jamás
se integró. Estuvo preso por
“comportamiento extraño y
antisocial”. Tras acudir a todos
los medios para salir, acudió a
las oficinas de “la escoria”, pero
tenía que inscribir a su madre
como drogadita, lesbiana o prostituta.
Pudo haber sido un niño
“Peter Pan”. Llegó a España en
1982 con su madre. Sigue en
Madrid donde ha realizado
diversos trabajos y publicado
varios libros. “El amor es un
ciclo que sólo dura diez años”.
Sobriedad y gran poeta.
En el Barrio de La Latina.
MIERCOLES, 3 DE SEPTIEMBRE DE 2008 www.libreonline.com
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DAVID LAGO GONZÁLEZ,
“VIACRUCIS” DE UN POETA CUBANO
saba mucho volver a pasar por lo mismo. Tenía esperanza
de que lo de cuba fuera pasajero. Aunque me prometió
que iría, le dije que de salir, lo haríamos los tres.
Dejó Cuba en 1982. En 1984, la Temple University, de
Philadelphia, le concedió una beca para continuar sus
estudios de Maestría y Doctorado en Literatura Luso-
Hispanoamericana, pero el cónsul estadounidense en
España le negó el visado por considerarlo “un inmigrante
potencial”. (?).
- ¿Su vida en Madrid?
- Haciendo de ayudante de cocina, camarero, contableadministrativo,
y desempleado.
UN MUNDO DE DIFICULTADES PARA SALIR
- ¿Obras publicadas?
- Entre ellas “Los hilos del Tapiz”, “La esfera”, “La
resaca del absurdo”, y aparezco en más de una decenas de
antologías.
Según Gastón Baquero, “Los hilos del tapiz” (Editorial
Betania), es uno de los mejores diez libros que he leído en
1994”.
Carlos Victoria dijo:
“David Lago es uno de los mejores poetas cubanos en
el exilio. Su dominio del lenguaje, la originalidad de sus
imágenes, sus sutiles consideraciones acerca de los fundamentos
humanos y sus significados, su afinado oído
para el ritmo poético, crean en el lector una impresión
duradera. También es un talentoso narrador, poseedor de
un genuino quid para alcanzar argumentos sugestivos y
personajes de peso”.
“Si el pulso de la vida finalmente volviera a vibrar/ bajo
los mismos acordes que conocíamos antaño/ y recobrara
también nuevamente la ilusión y el desdoblamiento”,
comienza el poema “1984 revisado” que aparece en “La
resaca del absurdo”.
“Cuando yo entraba al chalet donde se ultimaban los
papeles para salir por El Mariel, me encontré con Rafael
de la Torre, amigo de Camagüey que muy compungido
me preguntó: “David, ¿qué va a ser de nosotros?”. Le
contesté: “No sé, pero lo que sea, que sea del otro lado”.
Una de las tantas anécdotas dramáticas que se vivieron y
aún se viven en Cuba”.
Usted no salió por El Mariel.
Jamás nos llamaron. Acudí varias veces a las oficinas
de “la escoria”, pero para salir con mi madre tenía que
inscribirla como drogadicta, lesbiana o prostituta, pero
corría el riesgo de que se descubriera. Nos registramos
como testigos de Jehová, pero tampoco resultó. Ante
todas las puertas cerradas, aplicamos por España recurriendo
a la nacionalidad original de mi padre. Llegué a
Madrid con mi madre en 1982.
¿Sacó sus escritos?
Sí. Algunos se extraviaron.
Además de su poesía, colabora en diversas revistas literarias
estadounidenses y actualmente en las tertulias y
lecturas del colectivo Arte Total en Madrid.
¿Sigue siendo el mismo poeta que llego a España?
No. Mi poesía ha dado un giro. Sigo siendo un poeta
cubano que huye del folclorismo. No tengo que reafirmar
que soy cubano porque lo soy de nacimiento. Ni tengo
que hacer hincapié en lo que para mí es obvio. En cuanto
a la técnica no estoy obsesionado con la perfección.
¿Qué es la poesía para usted?
Necesidad, satisfacción y obligación. Mis mayores placeres
son la comida y la poesía.
¿Amor?
Lo he ejercido intensamente. Es un ciclo que sólo dura
diez años. David Lago: una odisea cubana.

jueves, 18 de septiembre de 2008

MOLESKINE (3)

 

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Después de un encontronazo fortuito e inoportuno con la mediocridad, a la que, por más encerrado que uno esté en su casa, siempre se está expuesto, bajé de prisa porque me iban a cerrar el kiosco de prensa y me iba a quedar sin mi cupón para la impresora-fotocopiadora-scanner y sin el CD del curso de Microsoft, y hasta sin el país y sin el mundo. O sea, casi un desastre interplanetario, una estrella de otra galaxia que estalla en el infinito y aquí sólo se aprecia una ridícula fosforescencia romántica que rasga el manto de la noche. Cuán pequeños somos, cuán poca cosa, y hay que ver lo que nos creemos.

Al regresar se levantó una agradable brisa que movía tenuemente los badajos de las campanas más pequeñas de San Cipriano, y era tan suave el sonido que parecía que la brisa fueran los brazos de un ángel. Era una melodía dulce que, al ir llegando a mi balcón, se entretejía con los distintos tonos de los sonajeros de cerámica y metales, creando una “pequeña serenata diurna” que me reconcilió nuevamente con el fulgor inigualable de la existencia.

© David Lago González, 2008.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Las Joyas de la Corona

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La Corona de los Lago.  Las joyas son diseño y manufactura de Dolores Lago-González, mi prima residente en Naperville, Illinois, tras muchas horas de trabajo, dolores en las manos, tazones de café americano y buen gusto, mucho buen gusto. A mí éstas que se muestran ahora me parecen "espectros", espectros de flores, hojas y ramas que conforman los cierres de un brazalete o el engarce de un colgante.  El tono mate las hace más personales, más dirigidas a la comunión personal que a la exposición pública.  No, no sanan ninguna dolencia, pero satisface mirarlas y se percibe en ellas cierta tranquilidad interior.

(Interesados pueden dirigirse a borboleta2006@gmail.com)

 

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martes, 9 de septiembre de 2008

NAVEGANDO SIN LASTRE, de Xenitis Rebel

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MI PERSONAJE INOLVIDABLE.  Me suscribí a Selecciones del Reader's Digest en un lapsus mentis de mis 10 años de edad, en el año 1961.  La entrega de la revistilla no llegó a final de año: sin duda alguna ya La Revo --mujer inteligente donde las halla-- se habría dado cuenta de lo perjudicial del mensaje que esconde dentro el pequeño formato de esa publicación y con esmero se entregaba a cuidar de nuestras mentes.

Recuerdo que entre toda aquella basura que publicaban, había una sección que se llamaba "Mi personaje inolvidable".  En realidad yo tengo la suerte de tener muchos "personajes inolvidables" que andan conmigo de un lado para otro --"some of them are gone, some remain"--, y sin duda alguna, uno de ellos es Nikitín, a.k.a. (also known as) o t.c.c. ("también conocido como") José Rodríguez Lastre, y sobre todo, para Carlos Victoria y para mí, como "Josep".

Con él, y otras personas, conformamos una especie de "generación" (aunque en realidad es una perversión del término llamarle así), o "grupo", una fantasmagoría que existió y hoy sigue existiendo de la misma forma que comenzamos andando en ella: al mismo tiempo dejando de existir para lo establecido.  No sé cuándo comenzaré a escribir sobre esto: verdaderamente los muertos que quedamos vivos estamos tan cansados que, según las últimas llamadas de ayuda, parece que tendré que ocuparme yo.  No sé en qué barco voy a navegar, me aterra un nuevo viaje, me aterra emigrar otra vez, aunque sea al pasado.

El amigo Xenitis ha hecho este hermoso homenaje a un personaje inolvidable para muchos.

Gracias, Xenitis.

 

David

 

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Navegando sin Lastre

Por Xenitis Rebel


«Sabe lo que le falta y lo busca con afán. Tiene una madurez que no se esclaviza al crecimiento y una sabiduría que no prescinde del suceso inmediato, pero tampoco le rinde una adulonería barata. Su sabiduría tiene una excelente fortuna.»

(Paradiso, Lezama Lima)

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Como yo no sé de cartas, y porque hace casi una década que navego sin su compañía, me antojo hoy de hacerle un amasijo de agradecimientos. Escribo una “reflexión patrística” referente a una personeidad (en el sentido de Xavier Zubiri); concreta, de carne y hueso; un AMIGO (amico-amicizia). Escribo de una amistad que se afianza por la distancia, y me exige poner el corazón como un altar sobre el que deposito todas mis ofrendas. Ha sido él “la otredad” de la que hablaba Antonio Machado más que la alteridad; la herida cordial que va más allá de la sublimación de la sexualidad, de una forma ética del eros, de un grado de intimidad menor que el amor, y por encima del tiempo y las contradicciones de la vida. Para mí, alguien teleológicamente más allá del multilaureado dramaturgo y escritor radial camagüeyano: “uno de los más importantes de la antigua Villa de Santa María del Puerto del Príncipe.” (*)

No soy un crítico pero puedo especular que algún día, que sospecho lejano, Nikitín encontrará su Cayetano Alberto de la Barrera, «su mármol y su día/su infalible mañana y su poeta». Puede que algún día más cercano sea él mismo quien escriba sus memorias, y si “Antes que anochezca” (Before Night Falls) de Reinaldo Arenas, con sus disímiles garfios melodramáticos fue llevada hasta Hollywood: las memorias de Nikitín muy bien que pudieran desbordarlas. Lástima que Titón no esté para filmarlas, que mientras él viva en Cuba no las pueda escribir, y que si él sale de Cuba y las escribe entonces no le interesen a los editores. Con sus propias palabras sobre José Soler Puig pudiera decir de Nikitín que “tiene obras que marcan un hito” en la cultura y la sofrosine cubana (*). Si no me cree, señora, lea "Delirium Tremens", el mejor monólogo para teatro escrito en Cuba, y que al recordarlo ahora me lo imagino representado por Nacha Guevara o Franca Rame. Que me perdone Nikitín, pero así me parece más dramático después de conocer, “más profundamente”, a mujeres alcohólicas. No sé, puede que me traicione la memoria, o que a lo mejor también haya alguna otra, ausente por mi ignorancia, sobre cómo interpretar el arte de darle vida a una historia pija.

Conocí a su perrita primero que a él. Yo me mudé para su barrio a finales de los años setenta y, si mal no recuerdo, vine a establecer una conversación “en letra hablada” con él a principio de los noventa. En varias ocasiones cuando regresaba a mi casa y pasaba por frente a la suya la perrita solía estar, cual Cecilia Valdez, asomada entre los barrotes de la ventana grande hasta el suelo. El viejo José, el padre de Nikitín, un poco más adentro de la sala sentado en el perenne sillón, y puede que también la mamá que creo para aquel entonces aun vivía. La perrita era sata de “pura cepa”, pequeña, y de un andar alegre acompañando del sonido de las uñas en el piso. Yo me detenía a pasarle la mano y ella me devolvía su confianza lengüeteandomela. Después noté que también había un gato, pero gato al fin, como si no estuviera.

Su casa era su universo, o más bien su multi-verso, su convivio cósmico. Llena de vida societaria con él como condición de centro propio en la intercomunicación con otros centros humanos mínimamente ex-céntricos. Su mayor característica (que igualmente formaba parte del temperamento de Nikitín), era algo que extraño en las de por aquí, y es lo que los ingleses llaman openness. Cuando lo visitaba, lo primero que me llamaba la atención era la puerta casi siempre abierta, o puesto un ganchito muy pequeño, o si estaba cerrada, como dice David Lago: «de tan vieja aun cerrada ya está abierta». De la misma forma, la cocina consumadamente abierta al mundo, física y metafóricamente. Aunque no tanto, también abierto su cuarto de trabajo, dormir, leer, y quizás amar [«Baena Albornoz que desciende para recibir, cual Adonis consistente, el colmillo del jabalí que lo penetrará hasta hacerle morder el borde de la cama en un éxtasis de delicia» (Paradiso, Lezama Lima )]; cosa esta última de la que creo no hablamos pues qué sé yo, simple mortal heterosexual, de esas pasiones.

No sé si al viejo José le gustaba lo que cocinaba. Extraño mucho sus apostillas en las conversaciones vespertinas mientras él guisaba «salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados», nos hacía un café, o se sentaba y se enfrascaba en su costumbre de hacerse con la mano una gavilla con su pelo canoso. Era una conversación clara como su café, a lo Virgilio o quizás Gombrowicz, y no espesa como la de Lezama. En una entrevista dice él: “Tengo un intenso mundo imaginario en el cual me muevo, donde yo todo lo convierto si no en letra escrita, pues en letra hablada; hablo mucho solo, con mi perra…”(*)

Cuando la isla se hizo señorita y cayó con el “período especial”, nos intercambiábamos alimentos o aliños de su patio para liar menjunjes salvatorios más que salivatorios, y discernimientos de dónde arrancar una mascada para terminar el día. Con los aliños de casa de Nikitín y los limones de la de Jesús David Curbelo, cualquier bródigo se posesionaba del aliento de una cena lezamiana o de unos spaghetti a lo Virgilio. Eran tiempos en los que en un mismo día podía ver a Rafael Zequeira en casa de Nikitín, si atravesaba la calle, en casa de Curbelo (premio David de poesía) estaba Rafael Almanza (premio Alejo Carpentier) y si tomaba un rumbo más al norte Luis Álvarez Álvarez (premio Casa de las Américas).

Y así como Las olimpiadas de la vida surrealista así después Curbelo asumió el oficio de hacer zapatos, Almanza el de vivir lezamianamente, Zequeira se esfumó para España, y Luis Álvarez le innovó travesuras al régimen maquiavélico y la indigencia significativa de la kultura camagüeyana para poder viajar. A mi forma de ver, de todos ellos Nikitín era el más diurno y apolíneo; aunque, señora, con dable desenvoltura sabía descender a la gruta para desnucar la serpiente Pitón y exigir el oráculo para si. Y mientras todos nosotros nos enfrentábamos a ese mundo de una manera humana, demasiado humana para decirlo como Nietzsche, a Nikitín todo esto que pasaba en Cuba le daba más fuerzas. Si una vez se dijo de la Avellaneda “mucho hombre esa mujer”, yo diría de Nikitín que ha sido más hombre que muchos de nosotros. Para completar y despejar la idea de que no fueron tiempos cómodos para Nikitín recuerdo el hecho de “el último huevo”. Lo llamo así por un suceso paradigmático de esos días. Resulta que le quedaba un único huevo en el refrigerador y al intentar cogerlo se le cayó al piso (algo que merecería figurar en los “Cuentos Fríos” de Virgilio). Si mal no recuerdo, Nikitín, muy indignado, escribió sobre ese instante que, como diría Cortázar: «tiene algo de herida, de agujero ronco y húmedo». Yo pensé entonces que ese fue uno de los escasos momentos en que él hubiera preferido estar lejos de allí y junto a muchos de sus amigos lejanos.

Hojeando más hacia atrás el calendario recuerdo que, a ratos, en su casa o en la mía, bebíamos junto a Curbelo, Zequeira y alguna otra «de cuyo nombre no quiero acordarme» ahora. En cualquier morada y en cualquier terreno Nikitín bebía pródigamente. Una vez que había bebido mucho fue asaltado; aprovechando su embriaguez les fueron arrancados hasta uno de sus perdurables pantalones blancos, que tanto le gustaban, y tuvo que regresar semidesnudo a su casa. Estos, otros hechos que paso en silencio, y saben sólo Dios y Nikitín cuántas otras cosas más, llevaron sus pies hacia Alcohólicos Anónimos. Dejó de tomar, mató al águila que le consumía el hígado, y mostró una fuerza oculta en él que siempre tuvo y que pocos conocíamos. Esa fuerza que es la que creo yo fue transmitida por su padre, y que a la vez se pudo haber hecho presente al enfrentarse a su padre mismo y crecer en cada uno de esos encuentros. Esa misma fuerza que le ayudó a desafiar una sociedad homofóbica y machista, la misma que él sabe que tendrá que enfrentar cuando elige no abandonar el país y quedarse. Porque él se sabía, como no muchos, con cojones suficientes para ello. La paradoja es brutal, la parábola bestial y el hecho en si una bofetada al sistema donde más le duele. Con solo este gesto de quedarse, y de después enfrentársele sobriamente, Nikitín deja anonadada y desarmada a una sociedad dirigida por, ideologizada con y basada en una homofobia contumaz. Una sociedad que impone, de facto, leyes medievales y se hace eco del Aquinate (“De Potentia”): «matar al hombre pecador puede ser bueno, como matar a las bestias»; o de la filosofía moral de Kant (“Fundamentación de la metafísica de las costumbres”), para el cual una persona es más digna que otra si su comportamiento moral es más “adecuado”.

Es cuando se corre el velo del mejor Nikitín de todos en el campo axiológico, porque son valores que conciernen al centro de su personeidad y la fuente de su valor. Es aquí cuando se sube el telón y él es el actor de la mejor de sus obras teatrales; de su cuadrilátero, de su puesta en escena, y esta vez ejecutada en ese tablado que según Shakespeare es la vida misma. A mi forma de ver es como la resurrección de Nikitín, demiurgo en su propia excelsitud. Que no ocurre en un pueblo subyugado por los romanos sino en una sociedad gobernada por una kleptocracia; y rodeado él por ladrones por todos sus flancos, peores que los que una vez lo asaltaron físicamente, porque estos ladrones durante años han pretendido despojarle su altura óntica y natural de hombre [«...tiene la forma perfecta que se adopta frente a un hecho, tal vez lo que dentro de la tradición clásica nuestra se puede llamar belleza dentro de un estilo. Es como un estratega que siempre ofrece a la ofensiva un flanco muy cuidado. No puede ser sorprendido. Avanzando parece que revisa los centinelas de la retaguardia.» (Paradiso, Lezama Lima)].

Dicen los psiquiatras, y los conductistas, que no se deben dejar dos adicciones a la vez porque al final no se deja ninguna: Nikitín poco tiempo después también dejó de fumar. ¿Qué tomaba para enfrentar esta actualización práxica, para lidiar con sus bestias interiores? Agua, solamente agua para apagar la incertidumbre consiguiente a la mesura. Y lo hacía sin una cognición del acto, sin un sentido teleonómico del cambio de conducta. Me decía él: “No sé el porqué de esta tomadera de agua”. Aunque religioso, no se refugió en Dios ni se convirtió al protestantismo muy chic en esos días, ni buscó otro aquietante que su trabajo, su amor al ser humano, y el ir dejando espacio a la esperanza. El insomnio resultante lo atenuaba con lecturas insaciables que dilataban su ya considerable cultura: Benito Pérez Galdós, Soler Puig (Bertillón 166 veces leído), Thomas Mann, Marcel Proust. Pero en esto último se parece más a su maestro Virgilio, quien se consideraba antiliterario y no le gustaba que le llamaran maestro como a Lezama. Gracias a Nikitín se remozaron mis lecturas, y gracias a su deleite por la música clásica aprendí a apreciarla aun mejor, incluyendo a Rachmaninoff y su intricado Piano Concerto No. 3, el cual él siempre dijo que era el más difícil de interpretar al piano.

De mis múltiples conatos como escribidor recuerdo cuando le mostré a él uno de mis “peomas” donde utilizaba la palabra seso, me dijo que era una de los vocablos menos poéticos que él conocía y nos reímos mucho. Le agradezco cuando llevó a Carlos Victoria a mi casa y me lo presentó. Mucho antes yo conocía de la existencia de Carlos por Nikitín; porque por supuesto el régimen ya había empleado con Carlos la técnica de la evaporación, la de que nunca antes existió un Carlos Victoria (maña muy bien relatada por George Orwell en “1984”). Nikitín me había facilitado su lectura y usualmente conversábamos de él. Luego cuando llegué aquí llamé a Carlos y quedamos en vernos pero no nos vimos nunca, cosa de la que me arrepiento siempre. Sin embargo, he estado en un parque que creo es el descrito en uno de los cuentos de “El Resbaloso”, y en ese lugar he visto a Carlos y a Guillermo Rosales, por fin juntos, los dos soñando escrituras y escuchan a Led Zeppelín interpretando “Immigrant Song”: «We come from the land of the ice and snow, from the midnight sun where the hot springs blow».

«Un amigo distante
escritor y comediante
me pide que le vaya a
musicar la letra de su drama
y aquí voy con buenas
ganas de ayudar»

Así dice la canción “Camino a Camagüey” de Silvio Rodríguez, quien forma un capitulo aparte en la vida de Nikitín, pero que sería aquí un subplot muy largo. No obstante, y aunque soy de los que siguen escuchando a Silvio a pesar de todo, voy a decir algo que me revienta.

No creo que Silvio traicionó a los de su generación, como tampoco Bob Dylan, pero a diferencia de Dylan sí se proclamó la voz de esa generación (si no de jure por lo menos de facto en sus canciones) y a similitud de Dylan, invariablemente y escuetamente, le ha importado siempre una sola persona: él mismo (algo muy sui generis de Fidel Castro). Por eso, muchos de los que le rodeaban en esa época soñolienta, cuando despertaron se encontraron del otro lado de la barrera, o bajados y frente a la tribuna mientras Silvio sigue subido allí cantando (recuerde, señora, cómo dice Günter Grass en “Tambor de hojalata”: «arriba o debajo de la tribuna, pero nunca delante»).

La canción “Buena mañana tenga febrero” (1969), resultado de una colaboración de Silvio con Nikitín, y compuesta para su pieza teatral "El cuadrilátero" dice:

«Entre todo estoy tan solo,
solo en medio de una calle,
en pleno día con su gente,
solo en plaza y solo en casa.
Todo el día me saluda mi vacío»

Son de esas letras de Silvio que llevan a una exégesis múltiple. Y si a Silvio le sale del forro decir que el “Unicornio azul” era un penco que andaba por El Salvador con la guerrilla (la auto-elucidación de la metáfora es el clásico comodín del abyecto oficialista); entonces yo hago aquí la lectura que me dé la gana, porque me toca los huevos.

Pudieran ser esos versos una imagen de lo que cuenta Nikitín, cuando años después de que “sonó el despertador” Silvio y él se encuentran en una “actividad político-cultural”. Seguido al saludo y a un “beso judaico”, como lo llamaba Nikitín, se sientan a la mesa. Entonces el escolta y/o ayudante le sirve a Silvio y sólo a él de una bebida traída para si, y Silvio no le brinda ni tan siquiera a su viejo amigo. Nikitín y los demás en la mesa quedan perplejos ante un acto propio de monarca británico. ¡Era como para, en ese mismo momento, “encajarle una caravana de sentimientos gigantes”!

Schopenhauer dijo que lo que tenemos puede no hacernos felices, pero lo que nos falta nos hace desdichados. La nostalgia de su amistad, hoy día, convierte a Nikitín en mito personal mío, y al faltarle Lastre a mi barca esta se ha tornado muy inestable. Amigos como él no los hay por estos mares, no obstante, como dice Borges: «sólo se pierde lo que nunca se ha tenido».

(*) Nota y frase aclaratoria con texto aparecido en
http://www.cadenagramonte.cubaweb.cu/default.asp:
“Siempre digo que cuando hablas con alguien de mi, no puedes decir José Rodríguez Lastre, porque ese es un nombre vacío desde 1964. Para todos yo soy nada más que Nikitín”.

sábado, 6 de septiembre de 2008

In the loving memory of Richard Lopez

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Una vez, caminando por una calle de Nueva York, vi en la acera a un vagabundo con un cartel que decía:
Estamos en primavera y yo soy ciego”.

Simón Peres

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Estamos en primavera y yo soy ciego.

Union Square se ha oscurecido como una tormenta tropical en pleno mar

y las moradas nubes, como hematomas de Dios, como racimo de prietas uvas,

apisonan mi espalda contra el lecho de hierba de este endeble bote con el que zarpé

siempre preguntándome qué hacer en los próximos diez minutos.

La pregunta más cruel que ser humano puede hacerse

cuando vive en una tierra rodeada de agua por todas partes

y todas las salidas se vuelven líquidas,

y todos los sueños se vuelven nubes,

y todo lo que nos proponemos se nos escurre entre los dedos.

Por suerte, yo ya soy ciego y ahora, nunca jamás

de aquí en adelante, la primavera me hará daño.

No tendré que aguardar por ella;

no tendré que temer por la irrupción violenta del verano

con su húmeda comezón y su referencia de luneta de cine de barrio.

Al ser ciego, tampoco tendré que hacerme la maldita pregunta,

y lo que es peor: intentar encontrar la respuesta.

Sólo deseo

que aquella ardilla que regaló su nuez a Rafael Bordao

como queriendo compartir la vida,

pueda encontrar mi mano entre la hojarasca de Union Square,

forzar su rigidez,

y guardar en ella otra nuez como ésa,

que me haga compensar la desdicha de no haber sido ciego durante tantos años.

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© 2000, David Lago González

(Madrid, 29 de febrero del 2000)

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NOTA DEL AUTOR: Esta misma semana murió en New York mi amigo Richard López (former Tolón, a.k.a. Cuca West). Murió bailando en una fiesta privada, pero estaba tan larga y desahuciadamente “acatarrado” como lo estoy yo y viviendo de prestado gracias a la magia y los caprichos del destino.

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A Richard ya lo han matado varias veces. Hace no sé cuántos años me encontré con Rogelio Quintana en la calle y me dijo de su muerte. Después escribí este poema, con esa hermosa cita que vi en alguna parte escrita por Simon Peres y que posteriormente he visto firmada por alguna otra persona famosa... ya sabemos que la fama confunde y luego no se sabe quién dijo qué, cuándo y dónde, pero, a pesar de ella, es un bello exergo.

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Pasada otra cantidad de tiempo, un día hablaba con mi amigo, el pintor Osvaldo Lugo, y le comenté sobre la muerte de Richard. “A no ser que haya visto a un fantasma,” dijo, “yo he estado con Richard ayer noche”. Como somos absurdos y contrarios, yo le comenté que hasta le había escrito un poema y, como somos absurdos y contrarios, él concluyó: “no importa, ya se morirá algún día y así ya lo tienes escrito”. De cualquier forma, yo me apresuré a borrar los vestigios de la dedicatoria por considerarlos de mal gusto.

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Posteriormente, Richard y yo hablamos frecuentemente, hasta que anteayer Jesús Selgas le pasó un mensaje a un amigo común para darle la novedad.

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Lamento que haya muerto pero celebro que haya sido bailando como Alaska que se pasaba todo el día bailando y la co©telera agitando porque pienso en el potencial calvario que haya podido ahorrarse. Y lamento muy sinceramente que mi poema por fin tenga una dedicatoria póstuma, pero en fin, c’est la vie, y en estas misteriosas artes de la poesía nadie sabe ni sospecha todas las profecías.

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In the loving memory of Cuca West.

IMPLACABLE VISITANTE. Text by Richard Lopez. Video by Arcadio Ruiz.

(C) Richard Lopez & Arcadio Ruiz, 2008.

 

We're all sentenced to solitary confinement inside our own skins, for life.

Texts by Richard Lopez.   Video by Arcadio Ruiz ...

Este vídeo fue realizado por Richard López y Arcadio Ruiz en algún momento de la primera mitad de este año.  Yo no lo conocía.  Me lo señaló una prima de Richard, Mirta, que recién me ha escrito ahora a partir del fallecimiento de Richard.

Con el permiso de Heriberto, colgaré el post que dediqué a Richard en Indicios de Desorden.

Y... en fin... perdonen el desorden: "meu casa é povre pero limpinha".

miércoles, 3 de septiembre de 2008

MOLESKINE (2)

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Moleskine

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Lunes, primer día de la semana laboral. Pero yo no trabajo: desde hace años lo “dejé”, gracias a los resultados en La Bolsa (o en Mi Bolsa): “suerte” que tenemos algunos...

La temperatura en mi PC marca 16º y son las 8 de la mañana. Tener este friecillo matinal en el seco clima de Madrid es una bendición. Otra es la hora temprana. Ya está amaneciendo un poco más tarde, creo que sobre las 7. Yo duermo con las dos contraventanas del balcón abiertas de par en par y cuando más, me tapo solamente con una sábana, incluso a veces es una sábana vieja de la época en que llegamos y vecinos y amigos de amigos nos regalaron cosas que ya no querían. Me gusta despertarme al sonido de los móviles (sonajeros, no sé qué otro nombre puedan tener) que cuelgan de los hierros de la balconada, hierros originales del siglo XVII. Levantarme tarde me pone de mal humor: cuánto tiempo pierdo en brazos de otro hombre que no soy yo.

Como mi grado de dispersión es cada vez más acusado, galopante y pericoloso, pongo en práctica inmediata el ardid de levantarme como si fuera una hormiguita atómica: lavarme la boca, las abluciones propias de mi sexo, vestirme, el zumo correspondiente, la ingesta de numerosas pastillas en las que no me detengo a pensar porque tengo rechazo psíquico a tragarlas, todo eso corriendo corriendo volando, sin darme tiempo al desliz mental, cojo el mp3 o la máquina de fotos o las dos cosas, y bajo sin pisar los escalones.

Ya en la calle, me encamino a Wooster a desayunar. Mientras me tomo mi café con leche y dos (María) magdalenas que hacen riquísimas, allí mismo, leo el periódico. Prefiero la terraza, claro está, pero en Madrid hay que luchar contra dos cosas: los molestos fumadores y el olor a orín que despiden las paredes. No riegan, ni los vecinos ni el alcalde. Se está produciendo una especie de regresión a los tiempos medievales en que todavía no nos habían invadido los moros y el grito de “¡Agua va!” convertía esta ciudad en un chiquero impresionante. Por eso procuro las últimas o las primeras mesas de la terraza, porque quedar apresado entre el humo de los ducados y la peste a meao es algo siniestro, una suerte de empezar mal el día.

Entonces me pongo a leer, decía. Comprar el periódico depende de las fluctuaciones de la (mía) bolsa (pequeña). Y escojo El País. En estos tiempos de radicalismos y fáciles fundamentalismos (que por lo general parten de los que más tienen que ocultar o que disfrazar, aunque sea un “ligero” pecadillo juvenil, una fugaz colaboración con el gobierno de Vichy), desplegar ante ojos cubanos soñadores y nostálgicos la primera plana de ese periódico es ser considerado, en el mejor de los casos, como algo irremediable. “Por ahí pa’llá”, rojo naturalmente, rosado, comunista y, por supuesto, bicho raro. “¿Cómo puedes leer eso?” me preguntan, como si me estuviera llevando a la boca una cucaracha frita pero aún no estuviéramos en China. Espera a que todos estemos bajo la amenaza amarilla y ya no me preguntarás nada.

Bien. Hace ya muchos años contesté esa pregunta. Allá por los 80. Era un amigo de mi entonces pareja. Yo fui “testando”, como dicen los brasileiros, los periódicos y me quedé con El País por un asunto de léxico, o de tono. El ABC por entonces era pura sangre azul y la mía, que posiblemente ya había comenzado a pudrirse, era roja. Aún es roja. Con el paso del tiempo, el ABC, por ejemplo, ha variado muchísimo. He probado con El Mundo, pero me parece un diario tan (disfrazado de serio) amarillista que leer un titular de ese periódico da la impresión de que, cualquier cosa que sea, va a suceder de inmediato, o que incluso ya ha sucedido y uno llega tarde a la noticia. Así que volví a El País, a pesar de Mauricio Vicent. Total, me encuentro con cientos de personas semejantes a cada paso y sin necesidad de abrir ningún periódico. Lo siento por Fondevila, que ya me dijo que me iba a desheredar y no me van a dar el aprobado en el examen de pureza patriótica, pero qué se le va a hacer: todos no podemos ser mártires y al mismo tiempo beatos, como le pasa al pobre muerto de Arenas. Y yo lo tengo claro: no aspiro ni al escudo ni al altar.

Modestia, humildad: en verano la terraza y en invierno el salón. En Wooster siempre, naturalmente.

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(Madrid, 2 de septiembre de 2008)

© David Lago González, 2008.

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----- Mensaje original ----
De: enrique agramonte <thebigtimesmail@yahoo.com>
Para: David Lago-Gonzalez <david2305@yahoo.es>
Enviado: sábado, 30 de agosto, 2008 2:37:41
Asunto: Re: Número 126

Gracias, Da

----- Original Message ----
From: David Lago-Gonzalez <david2305@yahoo.es>
To: thebigtimesmail@yahoo.com
Sent: Thursday, August 28, 2008 2:06:46 PM
Subject: Número 126

Enrique, creo que es el mejor número que has logrado de la revista.  Más que unidad de temas, hay una cierta congruencia entre todos los textos expuestos que convierten el ejemplar en un todo concreto, como en un libro.

Me alegro mucho, por ti y por todos.  Muchas gracias por tu sensibilidad y tu celo por las cosas bellas.

David

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David Lago-Gonzalez

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