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Wooster a tope: parece que comienza a remitir la resaca de la Ley Antitabaco, para alegría de sus propietarios, empleados y clientes (sobre todo, los habituales, que hemos encontrado un sitio agradable y ya al margen de los bares del Madrid profundo que todavía sobreviven por estas calles del Rastro y Lavapiés, donde pasar un rato tranquilo para leer el periódico, abrir el portátil o conversar con parroquianos y personal del local).
Pero escribo rápido unas pocas impresiones sobre lo leído en la prensa (El País) porque estoy invitado a algo que hay llamado “asopao de mariscos”, plato que está siendo guisado en estos momentos por un norteamericano de Carolina del Sur, así que no sé lo que saldrá de ahí. Aunque creo que por “peculiar” que sea, con vino, pan y buena intención se pasará todo: at last, we are all peculiar men…
Análisis de Moisés Naím sobre los cambios en el mundo árabe. Ahora cuando entro al País virtual, encuentro como última hora que las tropas del ejército exigen que ya todos los manifestantes abandonen la plaza Taqhir (o como se llame). Yo iba a resaltar algo que me parece digno de mencionarse, y es el sentido cívico que han tenido los habitantes de El Cairo al ocuparse ellos mismos de limpiar la basura y pintadas que se han ido acumulando durante todos los días de ocupación, cosa que contrasta sobremanera con “el sentido cívico” de la violencia neo-anarquista (y por ahí pa’llá, pues no acabo de vislumbrar hasta dónde se extiende ese fenómeno) de la que hace ostentación una buena parte del Primer Mundo, sobre todo europeo y en el que España y Madrid no se quedan atrás. Bueno, de cualquier forma --y hasta el momento-- me parece un buen ejemplo que da el bárbaro mundo árabe al civilizado mundo europeo. Vale. Da la impresión que esas personas aman a su país y a sus ciudades, (mal) asunto que no florece mucho por Madrid.
ANÁLISIS: Ola de cambio en el mundo árabe - El análisis EL OBSERVADOR GLOBAL
¿Cómo muere una dictadura?
MOISÉS NAÍM 13/02/2011
http://www.elpais.com/articulo/internacional/muere/dictadura/elpepiint/20110213elpepiint_8/Tes
¿Por qué Egipto y no Marruecos? ¿Por qué en China sigue mandando el Partido Comunista, pero se hundió la Unión Soviética? ¿Por qué Fidel Castro ha sobrevivido en el poder y Augusto Pinochet no? En fin, ¿qué determina que algunas dictaduras sean depuestas y otras se perpetúen? Las razones son tan variadas como la naturaleza misma de estos regímenes. Hay dictaduras que son totalitarias y brutalmente represivas. Otras son dictablandas que intentan hacerse pasar por democracias: organizan elecciones que nunca pierden, toleran una oposición anémica y permiten periódicos "libres" que pocos leen. Muchas necesitan del sostén de potencias extranjeras. Arabia Saudí depende de Estados Unidos, Bielorrusia de Rusia y Corea del Norte de China. Y claro está, la historia, la cultura y la religión fortalecen ciertas monarquías despóticas. Aunque cuando un pueblo se harta y sale a la calle dispuesto a morir por la libertad -y el Ejército no lo masacra- no hay cultura, historia, religión o potencia extranjera que salve a un déspota. Pero ¿qué hace que esto ocurra?
Los militares son siempre el actor determinante. Todas las tiranías dependen de ellos
- El cambio. Los cambios económicos, sociales o internacionales pueden disparar procesos matadictaduras. Los autócratas no conviven bien con las reformas. Incluso los Gobiernos revolucionarios que inicialmente promueven grandes transformaciones terminan manejando mal los cambios. En la Unión Soviética, la liberalización económica, que comenzó siendo gradual, escaló hasta desbordar al régimen. El sah de Irán pagó las consecuencias de una modernización que resultó demasiado acelerada para su pueblo. En contraste, en la China de hoy un súbito freno a su veloz crecimiento económico es la principal amenaza al régimen.
- La vejez. Los Gobiernos también envejecen. Ver y oír a Hosni Mubarak pronunciando discursos totalmente desconectados de lo que estaba pasando en las calles de su país es el más reciente ejemplo de una dictadura aislada de su pueblo y del mundo, lenta en reaccionar y que, a pesar de sus costosos servicios de inteligencia, estaba patéticamente mal informada. Hay dictaduras que fallecen por "viejas" no solo debido a la avanzada edad o a la muerte de sus líderes, sino por la esclerosis de sus vetustas estructuras de gobierno.
- La pelea por el botín. A veces la caída de un régimen se produce por peleas entre las élites en el poder y no entre el pueblo y su Gobierno. Las dictaduras habitan en un ecosistema de privilegios, alianzas y codependencias con los más variados actores: los militares, líderes regionales, grupos económicos y políticos, medios de comunicación, líderes religiosos, aliados extranjeros, etcétera. A veces este delicado equilibrio de poderes se rompe, desencadenando enfrentamientos que pueden llevar al fin del régimen. Algo de esto pasó recientemente en Túnez.
- Errores mortales. Las autocracias pocas veces pagan altos precios por sus equivocaciones. Esto, en combinación con la propensión de los dictadores a rodearse de ayudantes que temen criticarlos o expresar desacuerdos, crea un ambiente donde los errores son frecuentes. Y alguno puede llegar a acabar con el régimen. Sadam Husein es un buen ejemplo de esto. O el general Leopoldo Galtieri, el jefe de la Junta Militar argentina quien, en 1982, decidió que era una buena idea invadir las islas Malvinas. Su derrota contribuyó a poner fin a la dictadura en Argentina.
- El contagio. La democratización de Portugal y España vinieron muy juntas. También la de los países del Cono Sur de América. Y la de Europa central. Ahora, después de Túnez, ha venido Egipto. No hay duda de que la muerte de una tiranía irradia esperanzas en otros países gobernados por dictadores, y sirve de ejemplo y estímulo para quienes se oponen al régimen. La libertad es contagiosa.
- La información. Un pueblo mejor informado de los abusos y la corrupción de sus autoridades, enterado de cómo se vive y se gobierna en otros países y que, además, se puede conectar y coordinar fácilmente con otras personas que, en su misma ciudad o en el otro lado del mundo, piensan igual, es un pueblo peligroso para una dictadura. Está claro que las tecnologías que informan y conectan a la población son un nuevo dolor de cabeza para los autócratas.
Esta lista no es exhaustiva y además siempre hay más de uno de estos factores en juego. También es cierto que estos elementos a veces no bastan y hay dictaduras que, a pesar de todo lo anterior, sobreviven. Pero, siempre, el actor determinante -y poco predecible- son los militares. Todas las tiranías dependen de ellos. A veces los militares están exclusivamente al servicio del tirano. En otros casos, cambian de parecer y deciden defender a su patria, y no al régimen. Al final, lo único que cuenta es si los militares están dispuestos a disparar contra sus compatriotas. Cuando se niegan a hacerlo, nace la libertad.
mnaim@elpais.es
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Aquí, bueno, otra muestra más de LA HIPOCRESÍA IMPERIAL española, que lo mismo se va a la cama con Obiang, con Chávez, con Fidel y Raúl (a threesome), con Mubarak, con Putin, o con Chai Kai Cheng (no recuerdo cómo se escribe) si resucitara.
Hace años, José Bono ciertamente no me caía mal, me parecía simpático. Hoy ya creo que su populismo nacional-católico-socialista y el perfecto implante capilar que debe haberle costado una fortuna, me lo hacen demasiado empalagoso.
Por cierto, he advertido cierta similitud entre las apariencias momificadas en vida de Hosni Mubarak y de Silvio Berlusconi… ¿No se han dado cuenta? Para mí que comparten el mismo cirujano-estético y los mismos consejos de ¿belleza?
Pero como soy como Muriel -y volviendo al inicio de este párrafo--, me regocija cochinamente que España haya terminando comportándose de igual manera (imperialista) que su odiado y admirado y envidiado Estados Unidos de América --al que guardan ese rencor genético noventaiochentista en que Las Islas Desafortunadas (en la confusión y el error que arrastran desde su descubrimiento) figuran estelarmente en forma de Perla (para ambos, que no para las ostras).
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La oposición a Obiang clama por el "egoísmo" de España en Guinea
El escritor Juan Tomás Ávila, en huelga de hambre, tilda a Bono de "cómplice de la maldad asesina"
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Y reservo espacio todavía limpio para comentar la entrevista de Mauricio Vicent --“who else?” parafraseando el spot del maravilloso y único e incansable follador George Clooney-- a ese escritor (a-tercios)pe®lado llamado Leonardo Padura, que escribe novelas negras (¿con KGB a la cubana? ¿con el MININT? ¿sobre detectives en Marte y Saturno?) y al que acaban de dar la nacionalidad española (¿en base a qué?) cuando dilatan durante años procesos legales y en completo orden de otras personas (sencillas, normales, trabajadores por cuenta ajena y propia) incumpliendo la ley de plazos en la que la Administración debe manifestarse. Pura cosmética, y ni siquiera de L’Oreal porque esa gente anónima y que no colabora con ninguna dictadura, parece que no lo merece.
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En fin, “hasta más ver” (traducción literal del fonema ruso utilizado para despedirse).
© 2011 David Lago González
1 comentario:
Yo también me di cuenta del sentido cívico de recoger y barrer la calle.
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