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Anoche volví a ver Brokeback Mountain en la Uno, aunque tengo también la película en DVD y podría verla muchas veces más. Cuán familiar me es ese misterio de la verdad vivida hacia dentro y que por esa misma razón crea unas amarras bien distintas de las que se establecen en libertad, y mucho más distintas de las que se dan en ostentación. Es imposible que puedan comprenderlo.
Otra vez volví a identificarme con la expresión del rostro de la viuda de Jack. En aquella ocasión, vi la cara de mi madre pero no la mía porque no tenía espejo ni cámara atrapando la perplejidad, pero por ahí deben haber sonado los tiros.
http://indiciosdedesorden.blogspot.com/2008/06/brokeback-mountain.html
A lo que mi madre dio una repentina y rápida salida “filosófica” sentenciando “Él era tan raro… Sabrá Dios”, y volvió a su máquina de coser como si siempre lo hubiera sabido.
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2 comentarios:
He ido al enlace que dejas.
Las fotografías certeras, denotan buen gusto compositivo y gusto por esos desenfoques que a mí particularmente tanto me atraen.
El poema me parece magnífico.
Imagino que seguirás publicando, ¿no?, aunque a estas alturas nada me extraña ya.
También vi anoche Brokeback Mountain. Lo que más me ha gustado siempre de ella, su grandeza para mí, es que por fin se retrata a dos hombres que se aman como hombres, como varones, sin el aparatoso pastiche, no reniego de él, nadie soy para hacerlo o cuestionarlo, con el que la estructura sobre la que caminamos ha terminado por obligar a "ornar" el asunto, cuando es tan viejo y natural como el mundo, como el propio ser humano.
Me ha encantado el poema, de verdad.
Un saludo
Gracias, Sofía.
TOTALMENTE de acuerdo contigo. Detesto, y la mayor parte del tiempo aborrezco y rechazo, "las florituras" para (como bien dices) que me parecen tan prescindibles como las formalidades con que se ataca el tema.
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