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“When The Fairy Tale Ends, Real Life Begins”
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Elecciones municipales y autonómicas - El Movimiento del 15-M
Un día en la república de Sol
Los indignados acampados en el kilómetro cero construyen una pequeña sociedad espontánea y dan forma a su proyecto organizados de manera horizontal
INÉS SANTAEULALIA - Madrid - 19/05/2011
Ni la Junta Electoral Provincial, que decidió no autorizar la concentración convocada a las 20.00 de ayer en el kilómetro cero, ni la lluvia, que hizo su aparición al caer la noche. Nada pudo con la multitud de los indignados. La Puerta del Sol ya era una ciudad en miniatura apenas 12 horas después de que los miles de asistentes a la primera concentración del martes decidieran montar un campamento hasta el día de las elecciones.
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No es tarea fácil organizar la espontánea convivencia de cientos de personas, de procedencias diversas, desconocidas entre sí, en el centro de la ciudad, sin que la cosa se descontrole. Hay que comer, ir al baño, dormir, limpiar, protegerse del frío, comunicarse con los medios y aprovechar el momento histórico para intentar elaborar un discurso común. Y todo ello, sin jerarquías y sin reproducir los métodos del sistema que se rechaza.
Un mapa sitúa a todo el que accede a la plaza por la calle Preciados. Dónde está la zona de dormir, el puesto de comida o el de objetos perdidos. Ocho comisiones, divididas en múltiples subcomisiones y formadas por voluntarios, organizan la vida de los indignados. A veces centenares, como a primera hora de la mañana, a veces miles, como pasó ayer por segundo día consecutivo al caer la tarde y acercarse la hora de la concentración.
Las lonas para proteger del sol, o de la lluvia, fueron cubriendo los distintos puestos a lo largo de la mañana. "Información, sé que faltáis vosotros, no me olvido", dice un miembro de la comisión de infraestructuras, encargada de los cobertizos, al ver a sus compañeros bajo el sol del mediodía. Los cartones del suelo también fueron dejando paso a algunos sofás y colchones. La vida en el campamento se fue haciendo cada vez más confortable.
Los acampados, muchos con caras de sueño, pasaron el primer día en la plaza reunidos en las ocho comisiones -creadas el pasado lunes antes del desalojo policial- para tomar las primeras medidas. Los grupos están abiertos a todo el mundo. Un moderador se encarga de dar el turno de palabra y algunas citas se prolongan durante horas porque todo el mundo quiere hablar. Y a nadie se le niega la palabra.
- Comunicación. "Eso háblalo con prensa". En el pequeño nuevo Estado, bautizado según las bocas de metro como Plaza de la Solución, son pocos los que se atreven a hablar en su nombre y muchos los que derivan a los periodistas a la subcomisión de prensa. De comunicación también es la subcomisión manifiesto, pero la asamblea que se celebró en la madrugada del martes los dejó sin trabajo al decidir que, en lugar de crear uno nuevo, se continuaba con el discurso redactado el pasado lunes. La pegada de mensajes sobre la cúpula de metro de Sol también es una acción suya. Todo el mundo puede dejar su frase bajo un cartel gigante que advierte: "Si no nos vais a dejar soñar, no os vamos a dejar dormir".
- Información legal. Sobre la mesa del puesto están todos los periódicos del día. Un hombre ha prometido llevarles a diario y de forma gratuita toda la prensa nacional. En una farola está pegado un cartel con el nombre del abogado de guardia, que va rotando. Los miembros de la comisión legal no se cansan de repetir a los acampados la importancia que tiene recordar su nombre por si les detiene la policía.
- Información. Como a media tarde aún no les ha llegado un toldo, en información hace falta, por encima de todo, protector solar. Aguantando el sol como se puede, los miembros atienden a todo el que se acerca a informarse del movimiento. A los que les gusta la idea pueden firmar un documento de apoyo. Aún no han contado las firmas, pero a media mañana creían que ya llevaban "más de 2.000". La asamblea, como siempre, tendrá que decidir si las presenta en el Congreso o simplemente se quedan como respaldo a su iniciativa.
- Infraestructuras. Hacen falta lonas, cuerdas, latas de conservas y una o más neveras para conservar los alimentos. Un cuadrado rojo señala la urgencia de la demanda. En amarillo o verde, menos importante, están las cartulinas, las mantas o los rotuladores. Y con un doble rojo, necesario por encima de cualquier bien material, los jóvenes han escrito la palabra democracia.
La comisión de infraestructuras informó durante la asamblea que celebraron a primera hora de la tarde de que un empresario ha decidido dejarles cuatro baños químicos. Todo el mundo estalla en un aplauso. Los cuatro puntos construidos con contenedores sin fondo sobre alcantarillas no resultaban muy cómodos.
Además de colocar las lonas, de hacer un inventario de sus cada vez más numerosos bienes y de gestionar el puesto de objetos perdidos, los miembros de infraestructuras tendrán que vérselas también con la lluvia, que ayer cayó con fuerza durante unos minutos antes de la concentración y que hoy podría repetirse. "Haremos dos aguas con las lonas, impermeabilizaremos...", improvisa uno de los chicos mientras duda. Pero remata seguro: "Si la poli no nos echa, no lo va a hacer la lluvia".
- Cuidados. El martes por la noche se llamaba limpieza, pero ayer se decidió cambiar su nombre por cuidados. Es de las comisiones más activas. Da igual que sean las cinco de la mañana o de la tarde, en la plaza siempre hay alguien enganchado a una escoba. Aseguran sus miembros que algunos vecinos hasta les han ofrecido los baños de sus casas.
- Alimentos. Lolo dice, no se sabe si en broma o no, que venía a Sol a ligar y que sin querer acabó tras una puerta en horizontal que hace de mostrador en el puesto de alimentación. "Si quieres comer bien hay que estar cerca de la cocinera", dice con sorna. En el puesto se amontonan centenares de bocadillos que se reparten en cajas por la plaza. Todo son donaciones de vecinos y comerciantes de la zona. Hay agua y refrescos y nada de alcohol, al menos hasta que llega Javier Celdaña con su furgoneta. La Sidrería, dice en el lateral. En un momento monta una mesa y saca tres cacerolas enormes: fabada y macarrones. Y para beber, sidra. La plaza se llena de platos de fabes. "Me he levantado y he pensado, empieza la revolución, acabo de abrir el restaurante y ando mal de pasta, pero me importa un bledo, algo está cambiando", dice Celdaña acompañado por cuatro de sus trabajadores.
- Acción. Los indignados de acción apenas se dejaron ver ayer. Pero entre sus cometidos está uno de los más duros, el de hacer un cordón de personas alrededor del campamento para protegerlo en caso de una carga policial.
- Extensión. La comisión, dividida en 10 subcomisiones, se encarga de seguir y recoger todo lo que sale en Internet sobre ellos y transmitir a través de la red todo lo que pasa en la plaza. Se trata de extender el movimiento y hacerlo llegar lejos. A todo el mundo, dicen, para que la iniciativa no muera cuando se levante el campamento. "Aunque eso sea el domingo", apunta uno de los miembros, "o en un año".
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Y DIGO YO: Me aterra, me paraliza, me estremece, me asusta, me petrifica, y hasta me da náuseas, la palabra “revolución”. Se le llame así a las revueltas en los países árabes, al genocidio mutuo y alternativo de tootsies y hootsies, o a que alguien tenga flatulencias en Tanzania y las confunda con una explosión de descontento y justicia popular. Creo que pocos sabemos lo que en realidad supone una revolución: posiblemente algunos privilegiados como los franceses (que olvidaron la sangre y mitificaron la guillotina), los soviéticos, los chinos, los vietnamitas, los coreanos y… ¡los cubanos! Nadie se imagina el horror que se esconde tras la hermosura hechizante de una revolución. Y nadie puede calcular —porque la realidad transcurre a la velocidad de la luz— cuán rápido puede “la espontaneidad” tornarse en la imposición de un cambio —¡otra mágica palabra!— que a todas luces aparentes (actualmente LED para ahorrar energía y no contribuir al deterioro del medio ambiente) esté plenamente justificado.
Gritan “Democracia real ¡ya!” Pero es que el término “democracia” se lo adjudica cualquiera a estas alturas: la democracia no ha perdido su valor, es la palabra la que lo ha perdido. Lo mismo aparece en boca de Cayo Lara, Tomás Gómez, Esperanza Aguirre, Pedro Castro el de Leganés o Getafe, José Bono (cada vez más insufriblemente almibarado desde que es concuño de Raphael y luce en todo su esplendor el super-implante capilar), Sarkozy, la Merkel, Kim-Il-loquesea, Muammar Al Gadaffi, Fidel Castro entre babas y Raúl Castro con su voz aflautada (de flauta que se inhala, no que se sopla), o el mejor-ni-mirar General Chávez y su amiguito iraní (luego dicen que en Irán no hay homosexualidad: quizás hay homosexualidad fundamentalista totalitaria, y antiimperialista, claro).
Que Cayo Lara y los justificadores del stalisnismo-comunismo, o al menos mitigadores, digan que desde el principio sus jóvenes han estado entre el Movimiento deslegitima la independencia y neutralidad del mismo. Que Tomás Gómez “comprenda” las exigencias de los indignados (que parece ser que la indignación, o ésta en particular, es propiedad privada de la juventud) e intente en sus sosos discursos electorales capturar el voto de los que no van a votar, aparte de ridículo, constituye un oportunismo asqueroso. Que, como he leído en comentarios en Facebook, entre los manifestantes halla militantes del PSOE, no se entiende, a no ser que formen parte de los socialistas críticos. Que Gallardón diga que “el sistema no ha fracasado, sino el gobierno” vale, pero tanto el nacional como el municipal. Que halla carteles en contra de la censura, pero que se produzca acoso y derribo a la televisión de la comunidad madrileña (liderada, como se sabe, por el PP), se les impida hacer su trabajo de informar de forma literal al igual que los demás reporteros, aparezcan espontáneos que se interponen entre el micrófono y el cámara para llamarles “fascistas”, me parece que no deja en muy buen lugar a la libertad de expresión que tanto jalean. Que aparezca alguien de pronto gritando contra el bipartidismo me parece absurdo: si en España existe bipartidismo y dichos partidos han devenido en el más patético narcisismo y ambos están como jugando a las casitas, pero a ver quién destruye mejor la casita, es, desgraciadamente, porque el resto de partidos no ofrece tampoco posibles soluciones válidas o programas atractivos, o porque los dos mayores han constituido un monopolio político excluyente, asfixiante e intolerable. El bipartidismo no se soluciona anulando a los partidos mayoritarios, sino haciendo más enérgico y efectivo el pluripartidismo, que ya existe. Lo que no acabo de entender es, si realmente lo que se pretende es sustituir el pluripartidismo y el bipartidismo por el unipartidismo, o por el derrocamiento de toda forma de gobierno y convertir España en un estado anarquista, lo cual en sí mismo ya es una contradicción porque la anarquía es puramente individual, y si parte de la negación del estado, ¿cómo se entiende que vaya a constituir uno? La anarquía, políticamente hablando, es siempre la que da la nota: o mata al archiduque o jode la República.
Esta acampada –en mis tiempos, se llamaban “sit-ins”— “oportunamente” convocada y realizada en medio de la campaña electoral de las municipales (habría una total diferencia de opinión si se llegara a dilucidar si el detalle de lo oportuno ha sido espontáneo, ha salido libremente del Movimiento o ha sido inducido o sugerido por terceros por encima de la autovaloración política de tal movimiento), no se queda en los municipios. Sino que es un muchísimo más allá que apunte, “toma nota”, “ojo al dato”, advertencia, a todos los partidos políticos y a los dos mayoritarios (que no son mayoritarios por obra y gracia del Espíritu Santo, sino por razones concretas) de que, efectivamente, revitalicen sus hormonas en una refundación total y completa, en una renovación completa y profunda de las leyes electorales, que no se abandonen al facilismo del populismo y, en fin de cuentas, QUE TRABAJEN PARA NOSOTROS, QUE PARA ESO LES PAGAMOS.
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[Y, por cierto, por qué alguien no le hace el favor al nonagenario escritor Sr. Sampedro, que de pronto se convirtió en bocina de ese otro que escribió el panfleto “¡Indignaos!”, y lo lleva hasta la Puerta del Sol en una sillita de ruedas (claro, con todos los aditamentos del “sistema”: de ésas que hasta hablan solas) para que participe en la acampada de la indignación.]
© 2011 David Lago González
1 comentario:
Indignaos es un libro de un viejo bastante altermundialista y por cierto, fascista.
La palabra revolución, la que yo también detesto como cubana, ha cambiado porque el mundo ha cambiado.
Sin embargo, lo que hubo en Cuba no fue una revolución, fue un asalto a mano armada y una serie de crímenes en los que no participó el pueblo de manera directa ni masiva.
En estos momentos sólo se puede contestar a la violencia de los políticos y de los banqueros con las revoluciones. ¿Qué otra opción le quedaria a la gente?
Yo aprobaría una revolución callejera cubana para tumbar a los Castro.
Pero claro, el riesgo es que de las revoluciones populares siempre se apropian los más bichos, los cretinos, y los hijoeputas.
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