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Joan Margarit: La Dignidad.
Publicado el mayo 21, 2011 por alenar
http://alenacollar.wordpress.com/2011/05/21/joan-margarit-la-dignidad/
Llevo leyendo a Joan Margarit muchos años. Y lleva llegándome su escritura hace muchos años. Siempre me ha conmovido. Siempre me ha zarandeado emocionalmente.
Ahora, con su No estaba lejos, no era difícil, me ha reafirmado en algo que siempre he creído. Escribir sobre el dolor sólo puede- haciéndolo bien, quiero decir- quien ha sufrido.
El dolor, el silencio, la ausencia, la nostalgia, las heridas del tiempo, no están al alcance de cualquier escritor. Una vez se me ocurrió decir que “es fácil escribir del dolor desde la alegría”. Y no se me quiso entender. Porque lo que estaba yo expresando es que sólo sabe del dolor quien lo sufre. El resto son malas copias. Literariamente el dolor viste mucho, salvo a quienes lo tienen. Que entonces escriben para dejar de morirse.
El dolor, el abandono, la nostalgia, lo que suelen instaurar en nosotros es el reino del Silencio. Y quien escribe bien, sólo cuando se distancia puede empezar a transcribir, a transcribirse.
Margarit, a través de toda una vida tallada en dolor, renuncias, abandonos, soledades, esperanzas, llega a una conclusión a la que jamás llegará un mal poeta: no estaba lejos, no era difícil llegar a la Dignidad. Y a ella se llega a través de la asunción del miedo y su transmutación en lucidez.
Estos poemas nos hablan de eso. De la estación término, de su aceptación lúcida, de cómo se puede poner en pie la Vida a través del dolor y la ausencia.
Y dan testimonio, marcan, nos llevan casi de la mano por un país de lluvia, sí, pero al acabar de leerlos nos da la sensación de que estamos menos solos.
© Alena Collar
(Cortesía de la autora)
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Dos poemas de Joan Margarit
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Horarios nocturnos
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Acostado a tu lado, oigo los trenes.
Cruzan mi frente sus fugaces luces
rasgando el horror tibio de esta noche.
La pausa de silencio me deja una luz roja,
una nota sobre este pentagrama
de cables y de vías oscuras y brillantes.
Acostado a tu lado,
oigo cómo se alejan con el ruido más triste.
Quizá me he equivocado no subiendo a uno de ellos.
Quizá el último acierto
sea -abrazado a ti-
dejar pasar los trenes en la noche.
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La combinación
A Mari Carmen Parma
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Sola entre dos infiernos
-el de la libertad y el de la edad-,
ya no he podido abrir la caja fuerte.
La puerta con sus cifras giratorias,
es la ruleta en la que ya no sé
de qué forma apostar:
desde el primer suspiro conservé,
acorazada luz, aquella rosa.
Estoy desnuda en nuestro dormitorio
con la ventana abierta y la lámpara apagada,
oigo el rumor urbano de la noche
mientras la leve brisa me acaricia.
Ahora, la muchacha y el muchacho
que tú y yo un día fuimos permanecen
siempre muy cerca, están dentro mí:
un olor conocido o una canción
puede hacerlos salir, pero si quiero hablarles,
ya han desaparecido. Vivimos a merced
de lo que de nosotros ignorábamos,
tal si entre los derechos que tuviese la vida
hubiera un misterioso derecho a no saber.
El metálico nido custodia nuestros sueños.
Estoy llorando. La combinación
era esta: la fecha de tu muerte.
…
1 comentario:
ese ultimo poema...pum, de ruleta rusa.
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