Igual todo esto ha sido una elaborada maniobra para quitarse de encima a Julian As-sang®e y su cotilleo diplomático de Wikileaks, que desde que comenzaron las revueltas en el mundo árabe, sus partes diarios pasaron a la papelera de los periódicos que le servían de soporte.
Leí esta entrevista en La Vanguardia cuando estuve el domingo pasado LEYENDO EN WOOSTER, pero no he tenido tiempo para hacer posts. Tampoco deseos. Si la confusión impera entre los aliados, y entre los árabes, también me ha llegado a mí, o simplemente ha incrementado la normal y cotidiana que ya padezco (en el caso de que sea un padecimiento y no un mecanismo de defensa).
No creo en los gobiernos que actúan humanitariamente, como insiste sobre sí mismo José Rodríguez Zapatero, patéticamente esforzado por ser convincente. Esfuerzo en vano, claro está. Habría tanto que especular que prefiero tirar la toalla, ya que en definitiva yo no soy un periódico que tiene que vender ejemplares para poder vivir. No sé cómo moralmente la comunidad internacional va a continuar con una Libia post-Gadafi que no elimina ni condena al asesino y loco revolucionario --pido perdón a los asesinos y a los locos, personas respetables al fin y al cabo— pero ya se las arreglarán. Tienen a su favor que todo el mundo está mucho más interesado en un amnesia inmediata que en recordar quién o qué fue cada cual.
La opinión de este señor entrevistado por La Vanguardia no es baladí (leer la respuesta a la pregunta “¿Y como ha ocurrido?”).
Yo, como el totalitarismo cubano o chino o norcoreano o cualquier otro asunto nauseabundo venga de donde vengo, casi que corto el grifo de tanta información, en la que incluyo también a Fukuyima. Horas y horas de parloteo televisivo, toneladas de papel gastadas, reuniones extraordinarias para no llegar a nada; es decir, un gran paripé para gastar dinero y que algunos se lo embolsen. Cuando lo de Chernóbil no se enteró nadie en el momento ni exigieron posteriormente tanto rigor a la URSS. Los que se murieron, se murieron, y los que no, ya se morirán.
Cuando llego a un punto determinado de saturación, comienzo a pensar que yo no pertenezco a este siglo, y ni siquiera al veinte. Pero ya es tarde, siempre es demasiado tarde.
© 2011 David Lago González
No hay comentarios:
Publicar un comentario