martes, 22 de abril de 2008

Secret poem, de Roger Salas






(M. A. H. S.)

Cuando el salón se queda a oscuras,
Muchos objetos retienen alguna luz.

Hay un jarrón liberty y un paño de rezo,
Hay un atril infantil y hay más que todo eso:

Hay verdad sobre las circunstancias
Y una razón sin límites en las huellas

(Máculas gentiles del uso y del abuso).

Los objetos son más o menos antiguos
Y nosotros somos más o menos culpables.

Las huellas son la sombra cruel de los actos
Y lo que nos dejan tras tantas tormentas,

Ese extraño fulgor de fuego fatuo que patina
Dulcemente el peltre y la madera de limón:

Será nuestra versión figurada del llanto
Y acaso de la victoria común sobre la vida.



(En Téllez, 25-27/III/2008)


©Roger Salas, 2008.

sábado, 19 de abril de 2008

Menos nuestro dolor, de Aureliano Cañadas




El día 16 de abril, en el Círculo de Bellas Artes, el poeta Aureliano Cañadas presentó su libro “Menos nuestro dolor”. Aureliano es amigo desde viejo, desde hace muchos años, en una época en que me uní a un grupo de poetas y cantautores y dábamos recitales y lecturas en lo que antes podría haberse llamado café-cantantes (Café Manuela, El Búho Real), plazas públicas y teatros. Yo, viniendo de Cuba y careciendo de la deformación intelectual (o “intelectualoide”, como la definiría despectivamente –y muchas veces atinadamente― la oficialidad cubana), no me consideraba tocado por la mano de ningún dios, divino o terrenal, de modo que me resultó una experiencia fresca, agradable, renovadora. Fui mejor aceptado entre este grupo más cercano a la anarquía que al orden (en fin de cuentas, todo poeta de sangre está siempre en ese trance), que lo que he sido nunca entre la biliosa aprobación-desaprobación del llamado exilio cubano. Esa noche me encontré además con algunos compañeros de aquel tiempo (Antonio, Gabriel), y faltó Marieta.

Aureliano es un poeta que cuida su verso: lo escribe, lo mira, lo re-escribe, lo deja reposar y finalmente se atreve a decirlo. Digo “se atreve” porque padece de una timidez grande. Este libro, en el que a mi parecer se condensa demasiado dolor, o quizás mucho más la negatividad del dolor que el resultado positivo que a la postre puede dejar, es el resultado de sus diálogos con otros poetas. Reproduzco a continuación el que abre el poemario, desenlace de su plática con Camoens.


Alma minha gentil que te partiste (L. de Camôens)

Dicen que el pensamiento
de aquel que va a morir
abandona aguas gélidas,
vuelve a contracorriente
a los días felices
y lejanos,
mas una y otra vez,
el mío sólo vuelve
a ti,
alma minha gentil que te partiste,
y todo lo demás
es una nube: Coimbra,
Ceuta, Macao, la India,
furia de espadas y olas,
zozobra de mi canto.

Ah, cómo me olvidan en la tiniebla,
sin tu calor, sin tu mano tendida,
para mí, a la piedad
de este viento marino
de las calles
de Lisboa.

Hágase pronto el silencio,
apáguese el torpe tacto.

Nadie sabrá que he vivido.

(C) Aureliano Cañadas


"Alma minha gentil que te partiste". Soneto de Camôens a Dinamese, la esclava oriental con la que naufragara en la desembocadura del Mekong. Licencia histórica: quien pidió para él por las calles de Lisboa al final de su vida fue otro fiel esclavo suyo.